Blog dedicado al estudio de temas históricos y jurídicos peruanos.

martes, 20 de septiembre de 2022

Bicentenario del Congreso de la República

Los inicios del parlamentarismo peruano.


El viernes 20 de septiembre de 1822, en una solemne ceremonia, el Protector San Martín instaló el Congreso Constituyente.
(pintura de Francisco González Gamarra)

Habiendo proclamado la independencia del Perú el 28 de julio de 1821 —aunque, en rigor, sólo se ejercía control efectivo sobre los territorios de las antiguas intendencias de Trujillo y Lima, así como sobre Jaén y la comandancia general de Maynas—, el general José de San Martín resolvió asumir provisionalmente el mando del nuevo Estado con el título de Protector, el 3 de agosto. Ese mismo día estableció los primeros ministerios: Gobierno y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, y Hacienda y Comercio.


Retrato del general José de San Martín, protector del Perú entre agosto de 1821 y septiembre de 1822.
(Congreso de la República)

El 8 de octubre, el Protector promulgó un Estatuto Provisorio con el propósito de delimitar sus atribuciones y garantizar el desenvolvimiento de las actividades cotidianas del gobierno. Asumía en él las funciones ejecutivas y legislativas, absteniéndose expresamente de intervenir en los asuntos judiciales. El Estatuto establecía que su vigencia se mantendría “hasta que se declare la independencia en todo el territorio del Perú, en cuyo caso se convocará inmediatamente un Congreso general que establezca la Constitución permanente y la forma de Gobierno que regirá en el Estado”.

El contexto de la elección.

El 27 de diciembre de 1821, el Protector San Martín convocó a elecciones para un Congreso Constituyente, encargado de establecer la forma de gobierno del naciente Estado peruano y de redactar la Constitución “que mejor convenga al Perú, según las circunstancias en que se hallan su territorio y población”. Este Congreso debía reunirse el 1º de mayo de 1822. El decreto aclaraba que los poderes otorgados por los pueblos a los diputados “se contraerán exclusivamente a estos objetos, y serán nulos los que se excedan de ellos”. Asimismo, se dispuso la creación de una comisión encargada de presentar un plan adecuado para las elecciones y un proyecto de Constitución.

Por decreto del 27 de diciembre de 1821, el Protector San Martín convocó a elecciones para el que sería el primer Congreso peruano.

Sin embargo, como la comisión no logró presentar los proyectos esperados, el Supremo Delegado José Bernardo de Tagle, mediante decreto del 27 de abril de 1822, postergó la reunión del Congreso para el 28 de julio. Tampoco se pudo instalar el Congreso en esa fecha, debido al retraso ocasionado por la entrevista de Guayaquil entre el Protector San Martín y el general Simón Bolívar, presidente de Colombia. El 19 de agosto, el Protector desembarcó en el Callao y se enteró de los sucesos ocurridos durante su ausencia, en particular de la caída de su autoritario ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Bernardo Monteagudo. San Martín, quien ya había decidido retirarse del Perú tras su conversación con Bolívar, ratificó su decisión y, mediante decreto del 18 de septiembre, fijó la reunión del Congreso para el día 20 del mismo mes.

Decreto del 18 de septiembre de 1822.

Con anterioridad, el Supremo Delegado, mediante decreto del 15 de junio de 1822, dispuso que, hasta que se construyera un edificio adecuado para las labores del Congreso, se destinara a tal fin el local de la Universidad de San Marcos, institución que sería trasladada provisionalmente al Colegio de San Pedro.

Decreto del 15 de junio de 1822.

Finalmente, sobre la base de los datos poblacionales de 1797, se estableció que habría un diputado por cada 15 mil habitantes. La elección fue de carácter indirecto y, en el caso de las provincias aún bajo control de las fuerzas realistas, se optó por designar diputados suplentes entre los nativos de esas regiones residentes en Lima. Fueron elegidos 79 congresistas propietarios y 38 suplentes. Entre los diputados electos, 14 eran extranjeros: nueve grancolombianos, tres rioplatenses, un chileno y un altoperuano. La mayoría de los representantes eran abogados y eclesiásticos, con un número reducido de militares.

Justo Figuerola y Estrada, lambayecano de nacimiento, catedrático en San Marcos, llegó a presidir los tres poderes del Estado, en diferentes momentos de la historia republicana. Falleció en Lima en mayo de 1854.
(colección del autor)

Por el departamento de Trujillo fueron elegidos 15 diputados titulares y 7 suplentes. En representación del partido de Lambayeque, fueron designados los abogados Justo Figuerola y Estrada, Mariano Quesada y Valiente, y Pedro Antonio López Vidaurre; los dos primeros como titulares, y el último como suplente. Ninguno de ellos estuvo presente en la sesión inaugural del 20 de septiembre de 1822, incorporándose al Congreso en fechas posteriores: Figuerola el 17 de octubre y Quesada el 15 de noviembre.

El doctor Mariano Quesada y Valiente, de importante actuación en el movimiento lambayecano de 1820, fue elegido diputado en el primer Congreso Constituyente. Falleció en Trujillo en octubre de 1845.
(Archivo Regional de Lambayeque)

La instalación del Congreso.

El viernes 20 de septiembre de 1822, los 51 diputados que se encontraban en Lima se dirigieron al antiguo Palacio Virreinal. Luego, acompañados por el Protector, se trasladaron a la Catedral, donde asistieron a una misa de acción de gracias oficiada por el deán Francisco Javier de Echagüe, quien exhortó a los diputados sobre el rol de la fe y el compromiso que implicaba el juramento que prestarían. Tras el sermón, el ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso, leyó la fórmula del juramento:

¿Juráis conservar la santa religión católica, apostólica, romana, como propia del Estado; mantener en su integridad el Perú; no omitir medio para libertarlo de sus opresores; desempeñar, fiel y legalmente, los poderes que os han confiado los pueblos; y llenar los altos fines para que habéis sido convocados?

Los diputados prestaron juramento y, luego, pasaron de dos en dos a tocar las Sagradas Escrituras. Para concluir el acto, el Protector San Martín pronunció:

Si cumpliereis lo que habéis jurado, Dios os premie; y, si no, Él y la Patria os lo demanden.


Edificio donde funcionaba la Universidad de San Marcos, donde sesionó el primer Congreso peruano, y donde hoy se levanta el Palacio Legislativo.
(Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

A continuación se entonó el Te Deum, mientras en la Plaza Mayor la artillería saludaba con una salva de 22 cañonazos, réplica que fue respondida desde el Callao por los cañones de la fortaleza del Real Felipe y los buques de la escuadra. Culminada la ceremonia en la Catedral, la comitiva se dirigió al local de la Universidad de San Marcos, situada en la Plaza de la Inquisición, en medio del repicar de las campanas de la ciudad y de una lluvia de flores arrojadas desde los balcones. La tropa apostada a lo largo del trayecto presentó armas al paso de los representantes.

La dimisión de San Martín.

Dentro de la capilla de la Universidad, el Protector tomó asiento bajo el dosel central, acompañado por el coronel Guido, ministro de Guerra, y por el doctor Francisco Valdivieso, ministro de Gobierno. Mientras aguardaba a que los 51 diputados ocuparan sus asientos, el ambiente se llenaba de expectación. En un gesto solemne, el Protector se desprendió de la banda bicolor que cruzaba su pecho y la depositó sobre la mesa, declarando:

Al deponer la insignia que caracteriza al Jefe Supremo del Perú, no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi corazón. Si algo tienen que agradecerme los peruanos, es el ejercicio del supremo poder, que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy, que felizmente lo dimito, yo pido al Ser Supremo el acierto, las luces y el tino que esta asamblea necesita para hacer la felicidad de sus representados.

Acto seguido, añadió con voz firme:

¡Peruanos: desde este momento queda instalado el Congreso Soberano, y el pueblo reasume el poder supremo en todas sus partes!

Tras unos instantes de silencio, desde las galerías se escuchó un enérgico “¡Viva el Libertador del Perú!”, grito que fue rápidamente coreado por la concurrencia. Mientras tanto, el general San Martín depositaba seis pliegos lacrados sobre la mesa y abandonaba la sala, acompañado por sus exministros y seis diputados. En la calesa palaciega, San Martín se dirigió por última vez al Palacio de Gobierno, donde recogió sus papeles y objetos personales, para luego partir rumbo al pueblo de la Magdalena.

Proclama de despedida del general San Martín.

La primera sesión del Congreso.

Mientras San Martín se alejaba de la Plaza de la Inquisición, el Congreso procedió, a propuesta del doctor Francisco Javier Mariátegui, a instalar una mesa momentánea para presidir las sesiones hasta elegir la mesa definitiva. Por aclamación, fueron designados el veterano maestro de San Carlos, Toribio Rodríguez de Mendoza, como presidente provisional, y el vehemente “solitario de Sayán”, José Faustino Sánchez Carrión, como secretario. Posteriormente, por 48 votos, fue elegido presidente del Congreso el sacerdote Francisco Javier de Luna Pizarro; vicepresidente, el conde de Vistaflorida, Manuel Salazar y Baquíjano; y como secretarios, Sánchez Carrión y Mariátegui.

Acta de la primera sesión del primer Congreso peruano.
(Archivo del Congreso de la República)

Ya en la curul de la presidencia, Luna Pizarro se puso de pie y proclamó:

El Congreso Constituyente del Perú queda solemnemente constituido e instalado; la soberanía reside en la Nación, y su ejercicio en el Congreso, que legítimamente la representa.

A continuación, se abrieron los pliegos dejados por el Protector y, tras su lectura y teniendo en cuenta su retiro, se propuso —y fue aprobado— declarar al general San Martín generalísimo de las armas del Perú, al mando de las fuerzas militares, además de brindarle un voto de gracias por sus eminentes servicios a la Nación.

Finalmente, a propuesta del poeta José Joaquín de Olmedo, se ratificó la declaración de independencia. Los diputados, en medio de una lluvia de aplausos, renovaron el juramento de hacer que el Perú fuese libre y quedase emancipado tanto de la dominación española como de la de cualquier otra nación extranjera.

A las cinco de la tarde, Luna Pizarro levantó la sesión, citando a los diputados para una nueva reunión a las siete de la noche, ese mismo día. En esa sesión, tras recibir la respuesta del general San Martín, en la que agradecía el título de Generalísimo pero renunciaba al mando de las fuerzas militares, se insistió en enviar un nuevo oficio. Sin embargo, este saldría tarde, pues a las diez de la noche el ex Protector abordaba el bergantín Belgrano, alejándose del Perú para siempre.

Con la salida de San Martín concluía una administración que buscó garantizar la institucionalidad necesaria para construir un nuevo Estado en medio de una situación inestable. La construcción aún era frágil, y el Protector lo intuía al invocar la unión en su proclama de despedida. Sin embargo, los congresistas de 1822, animados por ideas liberales contrarias a la concentración del poder, optaron —en palabras del diputado Mariano José de Arce— por considerar que “el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable, para hacer cumplir sus determinaciones y corriendo el riesgo de que un ejecutivo extraño aislado y separado de él, aunque hechura suya, le pueda formar un partido de oposición, como lo hizo una de las Regencias con las cortes de Cádiz”.

Tal decisión tuvo consecuencias en una equivocada aplicación de la división de poderes y dio pie a golpes de Estado que terminaron otorgando más atribuciones al Ejecutivo. No sorprende, entonces, que Nemesio Vargas apuntara en 1906:

El primer Congreso del Perú fue una imagen fiel de lo que serían los posteriores, es decir, una agrupación de aspirantes políticos en la que sobresalían algunos; inconscientes de su alta misión; entidades parlamentarias nulas; con pretensiones de grandes oradores; incapaces de valer por sí mismos, con raras excepciones; sin más importancia que la del puesto, ni otra malicia que la de hacer pagar bien sus servicios al Estado.

FUENTES CONSULTADAS.

  • Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la República del Perú 1822-1933 (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.
  • Colección Documental de la Independencia del Perú (1973-1975). Primer Congreso Constituyente (3 volúmenes). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.
  • D'Medina, Eugenio (2019). Faustino. Pragmatismo y utopía en el republicanismo liberal de Sánchez Carrión. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
  • Gálvez, José Francisco (2002). La política como pasión. Breve historia del Congreso de la República (1822-1968). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
  • Leguía y Martínez, Germán (1972). Historia de la Emancipación del Perú: el Protectorado. Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.
  • Mazzeo, Cristina (2019). Francisco Javier Mariátegui. Liberal, constitucionalista y republicano (1793-1884). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
  • Obin, M. J. y Aranda, R. (1895). Anales parlamentarios del Perú. Lima: Imprenta del Estado.
  • Paniagua, Valentín (2003). Los orígenes del gobierno representativo en el Perú. Las elecciones (1809-1826). Lima: Fondo Editorial de la PUCP - Fondo de Cultura Económica.
  • Vargas, Manuel Nemesio (1906). Historia del Perú independiente (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.
  • Vargas Ugarte, Rubén (1971). Historia general del Perú (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.
  • Villanueva, Carmen (2016). Francisco Javier de Luna Pizarro: parlamentario y primer Presidente del Congreso Peruano. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.

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