Blog dedicado al estudio de temas constitucionales e históricos, enfocados dentro de la realidad del Perú.

viernes, 28 de julio de 2023

Un bicentenario desapercibido

1823: el sacrificio de Olaya.


Este breve artículo estaba previsto para ser publicado en junio pasado, y ante el retraso, para estas fiestas patrias. Sin embargo, por motivos de fuerza mayor, se publicará virtualmente, a fin de rendir homenaje, aunque tardío, a uno de los héroes menos recordados por la frágil memoria peruana, como se evidenció en lo desapercibido que pasó el bicentenario de su martirio.

En junio de 1823, ante el ataque realista a Lima, el gobierno patriota evacuó la capital y se trasladó al Callao. Allí, la pugna entre el Ejecutivo y el Legislativo se agravó llevando al Congreso a cesar en las funciones presidenciales al mariscal José de la Riva Agüero; sin embargo, el presidente partió a Trujillo con una parte del Congreso. En las fortalezas del Callao, el poder quedó a cargo del ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso, en tanto que la dirección de las operaciones militares corrió por cuenta del general colombiano Antonio José de Sucre (que se negó a aceptar el mando ofrecido por el Congreso), quien se afanó en preparar la posición para la defensa. Sin embargo, los realistas no realizaron más avances, fuera del golpe moral que implicaba la toma de Lima. En tal ambiente, mientras las autoridades patriotas mermaban su poder en absurdas disputas intestinas, un modesto pescador ofrendaba su vida en defensa del ideal patrio que tan mezquinamente dilapidaban.

Este cuadro del célebre pintor Gil de Castro de 1828, es el más conocido del héroe José Olaya. En las cartas, figura como destinatario el “Yl[ustrísi]mo Sr. Gran Mariscal Dn. José Bernardo Tagle – Callao”. La leyenda resalta las circunstancias del heroico comportamiento del pescador chorrillano: “Don José Olaya nació en el pueblo de Chorrillos el año de 1782; fué muy distinguido por su singular patriotismo; fué tan constante en él, que enviado el año 1823 por las autoridades que se hallaban en el Callao con correspondencia a esta Capital que ocupaban los españoles, prefirió mil palos y la muerte, antes que declarar las personas a quienes vino dirigida”. En la esquina inferior derecha figura la autoría del lienzo: “En Lima Por José Gil en 20 de Marzo de 1828”.
(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia
)

La figura de Olaya.

Nacido en Chorrillos, José Silverio Olaya Balandra era hijo de un pescador de quien aprendió el oficio. La polémica surge en relación con su año de nacimiento. Autores como Paz Soldán o Nemesio Vargas, afirmaron que Olaya tenía 28 años al momento de su fusilamiento, de lo que se desprende que habría nacido en 1795; por su parte, Ismael Portal, que entrevistó a parientes sobrevivientes, apuntó que nació en 1782. Lamentablemente no podemos saber con exactitud la fecha por cuanto la partida de bautismo que nos habría sacado de dudas, está extraviada, quizá quemada durante el saqueo chileno de Chorrillos en 1881. Otra duda surge sobre su apellido, por cuanto es raro el apellido Olaya, pero no el apellido Laya, de lo que autores como el marino Germán Stiglich y el historiador Juan José Vega, afirmaron que el nombre del mártir era José O. Laya, y de allí la confusión.

En cualquier caso, José Olaya era indígena, pescador artesanal residente en Chorrillos, segundo hijo del matrimonio de José Apolinario Olaya y Melchora Balandra, que vivían en un rancho de la calle de las Ánimas (que la familia mantuvo en su poder hasta 1875). Algunas fuentes mencionan el patriotismo del padre, fallecido en abril de 1822, mismo que habría inculcado al hijo, del que se afirma era un excelente nadador (algo que no es de sorprender dada la vinculación de su oficio al mar), y que en una pequeña balsa (un “chinchorro anchovetero”) cubría la ruta de Chorrillos a la isla de San Lorenzo y de allí al Callao. Según Nemesio Vargas, desde 1820, José Olaya era portador de comunicaciones de la escuadra sanmartiniana a los patriotas y viceversa, servicio que siguió prestando a Sucre y al Congreso sin sueldo ni remuneración alguna. Además, por el testamento del padre, sabemos que Olaya era un pequeño propietario, pues poseía “una fanega y cuartillo de tierras” en el camino a Lima.

El heroísmo de Olaya.

Mientras Canterac ocupaba Lima, era necesario mantener correspondencia con los patriotas aislados en la capital a fin de conocer con precisión la situación militar y logística de las fuerzas realistas. Para tal trabajo, se confió en Olaya, que podía pasar desapercibido al vender su pesca en la isla de San Lorenzo, o al tender sus redes a secar en alguna ensenada. Su contacto en Lima era doña Juana de Dios Manrique de Luna, una dama sobrina del antiguo contador mayor Antonio Riquero, quien, refugiado en el Callao, servía de nexo con Sucre; el destinatario final de las misivas era Narciso de la Colina.

Difícil es saber con precisión cuántas veces Olaya burló la vigilancia de los realistas, simulando llevar pescado para vender. Tampoco se sabe con exactitud quién delató al chorrillano; Paz Soldán acusó al mulato José Mironés, añadiendo Nemesio Vargas al pescador Leocadio Laines. Lo que sabemos es que a las cinco de la tarde del viernes 27 de junio de 1829, en la calle de la Acequia Alta (actual cruce de los jirones Caylloma y Moquegua, en el centro de Lima), Olaya fue arrestado por orden del implacable brigadier realista José Ramón Rodil, y encerrado en un calabozo en Palacio de Gobierno. Una versión que suele escucharse, y poco verosímil dadas las circunstancias del arresto, afirma que Olaya se comió las cartas de las que era portador. Aprovechando la creciente oscuridad de la tarde, Olaya logró arrojar el paquete de cartas a una acequia sin que sus perseguidores lo notasen, de forma que cuando lo registraron, solo encontraron una caja de dulces con cartas sin dirección, nombre ni firma, y alguna de esas cartas estaban redactadas en clave. Lo más comprometedor fue encontrar una escarapela con los colores patrios.

El brigadier gallego José Ramón Rodil (1789-1853) fue uno de los jefes españoles más notorios de la guerra de independencia del Perú. Su momento culminante fue la acérrima defensa que hizo de los castillos del Callao durante más de un año, hasta su rendición en enero de 1826. Fiel al bando isabelino durante las guerras carlistas, llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España (1842).
(grabado inserto en la edición de las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, 1896)

Llevado ante Rodil, encargado de la autoridad realista en Lima, se intentó convencer a Olaya que delatase a los destinatarios de las cartas, ofreciéndole dinero y premios. Pero el chorrillano se negó a ser un traidor, y se recurrió a medidas durísimas: le aplicaron doscientos palos, le arrancaron las uñas y le destrozaron los pulgares con las llaves de un fusil. Aun en el dolor, Olaya no cedió; incluso llevaron a su anciana madre, en vano. Se le suele atribuir la frase: “Si mil vidas tuviera, gustoso las perdería, antes de traicionar a mi patria y revelar a los patriotas”.

Finalmente, a las once de la mañana del domingo 29 de junio de 1823, Olaya fue arrastrado al callejón de Petateros, frente al Palacio. Se le preguntó su última voluntad, y pidió ser enterrado con la escarapela que se le confiscó; se le concedió el deseo. Tras el fusilamiento, el cadáver fue decapitado, tras lo cual, fue trasladado al humilde rancho chorrillano donde esperaba la anciana doña Melchora. Allí lo colocaron uniendo la cabeza al resto del cuerpo envuelto en una sábana, y colocado entre dos cirios funerarios, con la escarapela en la mano y vistiendo el hábito franciscano como su padre.

El sentido del sacrificio de Olaya.

Se perdió para la historia el lugar donde reposan los restos de aquel humilde y valiente pescador. Y es que, como apuntó Luis A. Eguiguren: “Victimado Olaya nadie se ocupó de buscar su sepultura. Con el mismo abandono con que se miran los intereses de. la Patria se contempla la memoria y los mortales restos de quienes por ella se sacrificaron: los héroes auténticos nacionales no son recordados ni se les traslada a ningún Panteón en medio de desfiles y fanfarrias. La adulación es el primer móvil para estas cosas, y Olaya no tuvo quien le adulara jamás, ni aún cuando se reconoció lo excepcional de su hazaña, y cómo su martirio apresuró la desocupación de Lima.”

Decreto del 3 de septiembre de 1823, honrando la memoria de José Olaya.

Por decreto supremo de 3 de septiembre de 1823, Torre Tagle honró la memoria de Olaya, estableciendo que Olaya pasase revista de comisario como subteniente vivo de infantería por 50 años, y que las 2/3 partes de su sueldo se abonasen a su madre y hermana. En 1847, el Consejo de Estado resolvió por “la justicia y del decoro nacional”contrariando la opinión de la Tesorería General, que ante la muerte de la madre y hermana de Olaya, se debía seguir abonando dicha pensión a los familiares de Olaya; firmaba el voto consultivo don Manuel Pérez de Tudela, quien en 1821 redactase el acta de independencia, recordando en el texto la actuación del “ilustre patriota Olaya”, “que prefirió el tormento y la muerte, á la revelacion de los secretos que le habían confiado los Gefes del Ejercito independiente”.

En honor a Olaya, contaba don Carlos Wiesse, “era costumbre el 28 o 29 de Julio, llevar a Chorrillos en procesión, uno de los retratos […], y traerlo al siguiente día. El acompañamiento era muy numeroso y demostraba gran entusiasmo, vivando a la Patria en todo el trayecto. Había música, cohetes y mucha ‘jora’. A falta de ferrocarril, que solo se inauguró el 22 de Noviembre de 1858, […] el gentío iba a pie, y algunas familias en sus balancines y calesas”. Recordaba el maestro sanmarquino, que en una ocasión, el presidente mariscal Ramón Castilla apostrofó un discurso inflamado con unas frases destinadas a corregir el defecto de hablar mucho y no hacer nada, a diferencia del mártir Olaya.

Fotografía de las posiciones de la batería "Mártir Olaya" después de la batalla de San Juan. Se aprecia un cañón Parrott clavado por los defensores.
(Visitas guiadas históricas - Facebook)

Durante la guerra con Chile, en septiembre de 1880 se construyó una batería en el Salto del Fraile, denominada “Mártir Olaya”, contando con dos cañones Parrott de 60 libras, un cañón Rodman de 500 libras, y un cañón Whitworth de 9 libras, además de un obús de bronce de 12 libras y una ametralladora Claxton. Esta posición fue de las últimas en sucumbir en la batalla de San Juan, el 13 de enero de 1881.

En 1960, el Ejército del Perú proclamó a Olaya, Patrono del Arma de Comunicaciones con el rango póstumo de subteniente. Y aún así, su bicentenario pasó injustamente desapercibido en medio de estos días colmados de mezquindad y arribismo. Sólo sus paisanos chorrillanos y las instituciones castrenses recordaron su aniversario. No hubo flores, ni honores, ni fanfarrias en el sitio de su sacrificio, no hubo misa por el alma de quien realizó el máximo sacrificio por la Patria, sin pedir nada a cambio.

Sirvan estas líneas de homenaje a la memoria del héroe José Olaya.

Monumento a José Olaya en el Pasaje que lleva su nombre, el pasado 29 de junio de 2023, bicentenario de su fusilamiento.
(Fotografía compartida por el Dr. Raúl Chanamé Orbe)

FUENTES CONSULTADAS.

  • Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la República del Perú 1822-1933 (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.
  • Eguiguren, Luis Antonio (1945). El mártir pescador José Silverio Olaya y los pupilos del Real Felipe. Lima: Imprenta Torres Aguirre.
  • Herrera, José Hipólito (1862). El álbum de Ayacucho. Coleccion de los principales documentos de la guerra de la independencia del Perú y de los cantos de victoria y poesía relativas a ella. Lima: Tipografía de Aurelio Alfaro.
  • Lorente, Sebastián (1876). Historia del Perú desde la proclamación de la independencia. Tomo I. 1821-1827. Lima: Imprenta Calle de Camaná.
  • Odriozola, Manuel de (1873). Documentos históricos del Perú (tomo V). Lima: Imprenta del Estado.
  • Paz Soldán, Mariano Felipe (1870). Historia del Perú independiente: Segundo período, 1822-1827 (tomo I). El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale.
  • Portal, Ismael (1899). Morir por la patria. El mártir José Olaya. Lima: Tipografía de El Tiempo.
  • Vargas, Manuel Nemesio (1906). Historia del Perú independiente (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.
  • Vargas Ugarte, Rubén (1971). Historia general del Perú (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.
  • Wiesse, Carlos (1924). Biografía en anécdotas del gran mariscal don Ramón Castilla y Marquezado. Lima: Librería Francesa y Científica y Casa Editorial Rosay.