tag:blogger.com,1999:blog-38321980853816557712024-03-24T02:11:14.351-05:00Apuntes sobre Derecho e Historia del PerúFreddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.comBlogger27125tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-47647213390824754202023-10-10T00:20:00.000-05:002023-10-10T23:48:56.880-05:00Andrés Avelino Cáceres, un siglo después.<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Centenario luctuoso del héroe de la Breña</span>.</h1><h4><br /></h4><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Hace cien años, la revista <i>Mundial </i>publicaba las siguientes líneas: <i>"</i></span><i style="font-family: arial;">el Mariscal Cáceres significaba para el país una bella y gallarda tradición de heroísmo, de estupendo y portentoso amor patrio y de viril espíritu guerrero. El nombre de Cáceres se confunde con la historia nacional y la dá relieves vigorosos. Cáceres es aquel que en la hora de la derrota empuña la bandera de la resistencia heroica. Cáceres el que repite con su empuje indomable las hazañas de Grau y de Bolognesi. Cáceres es el último soldado que en la guerra infausta de 1879 deja el campo al vencedor... Con el Mariscal Cáceres pierde la República al último de sus héroes. Al que encerraba en su apellido toda la historia de la época más intensa de su vida libre. Y porque es tal la pérdida, es que hoy corre de uno a otro ámbito de su territorio un escalofrío de angustia y un hondo sollozo de pesar."</i></h4><div><span style="font-family: arial;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRie0XczJrMxCuhIDxaHxJshN-39wjNLOAQ50R0LDl2GDoU7eF_afh0GBD32F5vIi9jSvinsNpKq1408IynhLbqe5aeWyXvO1rrVn96_oJxmDRrB19huhnq6-lXybM9N4Uze1UDI1_Hg4MnVboIta6ons2v1oVlvGyYFOIpXOefQ_O3SlWeSMqMKuQPhff/s3200/IMG_7021.HEIC" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2498" data-original-width="3200" height="384" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRie0XczJrMxCuhIDxaHxJshN-39wjNLOAQ50R0LDl2GDoU7eF_afh0GBD32F5vIi9jSvinsNpKq1408IynhLbqe5aeWyXvO1rrVn96_oJxmDRrB19huhnq6-lXybM9N4Uze1UDI1_Hg4MnVboIta6ons2v1oVlvGyYFOIpXOefQ_O3SlWeSMqMKuQPhff/w491-h384/IMG_7021.HEIC" width="491" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato del mariscal Andrés A. Cáceres, tras su fallecimiento.<br />(Revista <i>Mundial</i>)</td></tr></tbody></table><br /><div>El ritmo de vida se hacía más acelerado. Ley natural de la vida, los hombres de la guerra envejecían y cedían el paso a las nuevas generaciones. Varios de los protagonistas de su generación ya habían muerto: el arrojado Recavarren, el belga La Combe, el leal Borgoño, el carismático Canevaro, su querida esposa doña Antonia. También los rivales emprendían el viaje eterno: el implacable Lynch, el discutido Iglesias, el Califa Piérola, el montonero Durand.</div></span></div><p class="MsoNormal"></p><p><span style="font-family: arial;">El viejo mariscal vivía alejado de la actividad pública. Desde 1917 acudía a veranear en el balneario de Ancón, cuyo clima le aliviaba los malestares de la arterioesclerosis. A pesar de la enfermedad, Cáceres aún no pensaba en morir, mostrando gran interés en los asuntos políticos. Los periodistas acudían a entrevistarlo en las fechas cívicas, destacando el reportaje que le hizo Ricardo Vega García en el aniversario de la batalla de Tarapacá en 1921.</span></p><p></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXT9TKhGg7M1mLW73fm9LlCUV6JSzWqveVJpypkuudps7Fvz9c52EZ3bXuZ8zCCkqlrPv7axnVF7nRDyWuO8WG7Pvzb1cG-02N3_rC2kZHLRiEoQfaiN2VTDkBlCqsG6P-Cj6GbZ22PKL3Do9XIbnf2fLd7Im4V8npBwlozScQjGs-fPsKSxYKd3kuupbl/s1500/IMG_5650.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="918" data-original-width="1500" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXT9TKhGg7M1mLW73fm9LlCUV6JSzWqveVJpypkuudps7Fvz9c52EZ3bXuZ8zCCkqlrPv7axnVF7nRDyWuO8WG7Pvzb1cG-02N3_rC2kZHLRiEoQfaiN2VTDkBlCqsG6P-Cj6GbZ22PKL3Do9XIbnf2fLd7Im4V8npBwlozScQjGs-fPsKSxYKd3kuupbl/w498-h305/IMG_5650.JPG" width="498" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El mariscal Cáceres con visitantes en su casa de Ancón. A su izquierda, se encuentra sentado don Félix Costa y Laurent, el último sobreviviente de su célebre <i>"Ayudantina"</i>.<br />(vendido en ebay)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />El futuro general José del Carmen Marín, que por aquellos años era un modesto cabo de infantería, recordaba la rutina de don Andrés Avelino. Se despertaba temprano, salvo que estuviese acatarrado, pero nunca se quedaba todo el día en cama. Salía a caminar hacia el mediodía, de un extremo a otro del malecón, acompañado por su nieta o por el oficial ayudante, siempre apoyado en un bastón de marapiní, una madera brasileña dura y pesada que elogiaba. Después, entraba a su escritorio, donde leía los periódicos del día, escribía y recibía a sus visitantes; sus lecturas predilectas eran temas de historia clásica e historia militar. Por la noche, jugaba rocambor con sus amigos.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;">La tarde del martes 9 de octubre de 1923, después del paseo, Cáceres se extrañó ante la fatiga que sentía, pues anteriormente había caminado sin mayores complicaciones. </span><i style="font-family: arial;">“La culpa de todo, la tienen los años, que es la única valla que, hasta ahora, no he podido salvar para seguir adelante”</i><span style="font-family: arial;">, comentó el viejo soldado. En la noche, el mariscal llamó a su secretario, teniente Armando Arroyo Vélez, para dictarle una carta para el senador ayacuchano José Salvador Cavero, veterano de la Breña, entonces en Washington. Firmó la carta con pulso un tanto tembloroso, hacia las once y media de la noche, indicando al teniente Arroyo que la depositara en el correo, y que coordinase la salida de un tren expreso hacia Miraflores: </span><i style="font-family: arial;">“Estoy muy lejos aquí de los centros políticos, y esta circunstancia me tiene impaciente”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhltfS1c2ohkoJy9GyU-FaWH6HX0_69M262Gr2-RkZimgXzWt6gK_gYiolJUQkq8YoGKZxEpnCO7_HKBU2HWktoH7TWE5dbYwt0iJh4YjK9egmeYmVGfMyf7otKoEXuuXPDmSMmcn1hJbEDsL_a8allIC8f4YPSr0DTeukrwPKd4bAwZWs9Ihb14hOrhRyt/s1852/Partida%20de%20Defunci%C3%B3n%20C%C3%A1ceres.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1852" data-original-width="1524" height="456" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhltfS1c2ohkoJy9GyU-FaWH6HX0_69M262Gr2-RkZimgXzWt6gK_gYiolJUQkq8YoGKZxEpnCO7_HKBU2HWktoH7TWE5dbYwt0iJh4YjK9egmeYmVGfMyf7otKoEXuuXPDmSMmcn1hJbEDsL_a8allIC8f4YPSr0DTeukrwPKd4bAwZWs9Ihb14hOrhRyt/w375-h456/Partida%20de%20Defunci%C3%B3n%20C%C3%A1ceres.png" width="375" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Partida de defunción del mariscal Andrés A. Cáceres.</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />El secretario se retiró a su alojamiento, mientras Cáceres se retiraba a su cama. Pero a la media hora, un policía despertó al teniente Arroyo, informándole que el estado del mariscal se había agravado de un momento a otro. El teniente regresó raudo a prestarle auxilio, pero encontró al anciano medio incorporado sobre la cama, sostenido por su ordenanza, arrojando bocanadas de sangre. Cáceres apenas pudo ver al secretario, movió la cabeza en gesto negativo y se desplomó. Eran las 12 y 20 minutos del miércoles 10 de octubre de 1923.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpuYGtOYwq2nF69fdVmi6PgLP3o_u_A7iXSJwrM_5wu8VXo7kYFCW-ledr1gQjVOtKZ8pPRZU11lX8Ys8HQqfcIELs58_JXQRwjDM_BhnEwCI42IHH6grujBwFNTH2jp7P7CQQ8pgdOeLvfjlboy5A9I4mdbpLRs0vLitCL4nQMFFaVshmaTZPwhxaJ6an/s1049/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="924" data-original-width="1049" height="374" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpuYGtOYwq2nF69fdVmi6PgLP3o_u_A7iXSJwrM_5wu8VXo7kYFCW-ledr1gQjVOtKZ8pPRZU11lX8Ys8HQqfcIELs58_JXQRwjDM_BhnEwCI42IHH6grujBwFNTH2jp7P7CQQ8pgdOeLvfjlboy5A9I4mdbpLRs0vLitCL4nQMFFaVshmaTZPwhxaJ6an/w424-h374/image.png" width="424" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los funerales del mariscal Cáceres fueron con los honores de presidente de la República. Vestido con una sencilla casaca azul y un pantalón rojo, el Soldado de la Breña fue despedido por una gran multitud, que acompañó su recorrido final, desde la Catedral de Lima hasta el Cementerio Presbítero Maestro, el sábado 13 de octubre de 1923.<br />(revistas <i>Mundial </i>y <i>Variedades</i>)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br /><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj59EAe6Zs-F7yIUxj-T4MQCMDmVud03Ajxshf6ceS7nlm0drN1RLVxwGWwwkdqMRodak9NdLfmhMBrli3S_bxTRvkbshYmAwzHRrnV0fKKML69QjD9tEiEphLLl2CFoCMXj-h30TRdPjizEcRMXY0XRJ8ze8n6O2E5OQF6BGK8GVsSkPFYlHlYiwZrVE3f/s960/64706_10151459754776649_1411551254_n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="642" data-original-width="960" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj59EAe6Zs-F7yIUxj-T4MQCMDmVud03Ajxshf6ceS7nlm0drN1RLVxwGWwwkdqMRodak9NdLfmhMBrli3S_bxTRvkbshYmAwzHRrnV0fKKML69QjD9tEiEphLLl2CFoCMXj-h30TRdPjizEcRMXY0XRJ8ze8n6O2E5OQF6BGK8GVsSkPFYlHlYiwZrVE3f/w465-h311/64706_10151459754776649_1411551254_n.jpg" width="465" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los restos del mariscal Cáceres fueron depositados en la Cripta de los Héroes de la Guerra de 1879. Por Resolución Legislativa N° 4763 del 31 de octubre de 1923, se dispuso guardarlos en un sarcófago central en la Cripta, donde yacen hasta la actualidad.<br />(fotografía del autor, 2015)</td></tr></tbody></table><br /></span><p></p><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Testigo, actor y símbolo de una época.</span></h3><p></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqNMte7UTp9F30Xs9AESmJRPQ_QQnBF7N4jfY3kCW2dhyi1AH6Syha1R_94RnhMyz4OrnVFZwi41SchyphenhyphenInzqvjwSMtkkgoPP-4vGV1Qv13mepUtN7-fjAf_FkcO_Uhi7-9jo8cGIBR8D9QK30HaqU33z1Q2lDXzEh4MuuFC05CrMqRHCz6ynut3bOfN5p/s2896/IMG_7010.HEIC" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2896" data-original-width="2490" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqNMte7UTp9F30Xs9AESmJRPQ_QQnBF7N4jfY3kCW2dhyi1AH6Syha1R_94RnhMyz4OrnVFZwi41SchyphenhyphenInzqvjwSMtkkgoPP-4vGV1Qv13mepUtN7-fjAf_FkcO_Uhi7-9jo8cGIBR8D9QK30HaqU33z1Q2lDXzEh4MuuFC05CrMqRHCz6ynut3bOfN5p/s320/IMG_7010.HEIC" width="275" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Estampilla emitida en 1918, retratando al general Cáceres.<br />(colección del autor)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />La vida de Andrés Avelino Cáceres Dorregaray recorrió más de medio siglo de historia nacional. Nació en Ayacucho en los días de la Confederación Perú-Boliviana, meses después de la derrota y fusilamiento de Salaverry por las fuerzas bolivianas de Santa Cruz. Murió en Ancón, gobernando Leguía, meses después de las manifestaciones de mayo de 1923 que hicieron célebre al joven estudiante Haya de la Torre. Casi ochenta y siete años.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeCJYk1ZvxTTyUIx6Pg-t2kyxEseCnsh_F6F8GgEDbDY50RV1JMSr7oZlOP-6Ac0XZZnIoZ59X0uyG_7pWbekkzOnI1ZUYCJoae5HhcPAdr41phErCGsIYmf-tipMTtdqz8cx2nKdo0hwNVN-4JjTvGtHiCHYMd8_qXoVleOBVVnUiz2RYJTO4tHsAArBk/s1097/IMG_7284.PNG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1097" data-original-width="710" height="502" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeCJYk1ZvxTTyUIx6Pg-t2kyxEseCnsh_F6F8GgEDbDY50RV1JMSr7oZlOP-6Ac0XZZnIoZ59X0uyG_7pWbekkzOnI1ZUYCJoae5HhcPAdr41phErCGsIYmf-tipMTtdqz8cx2nKdo0hwNVN-4JjTvGtHiCHYMd8_qXoVleOBVVnUiz2RYJTO4tHsAArBk/w325-h502/IMG_7284.PNG" width="325" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato del general Andrés Avelino Cáceres por el pintor Nicolás Palas.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />Su carrera militar fue distinta de muchos de los militares peruanos del siglo XIX. Lejos de ascender por influencias políticas, Cáceres inició su vida militar como subteniente en 1854, y ganó sus ascensos por mérito en el campo de batalla hasta llegar a coronel en 1875, general de brigada en 1881, general de división en 1886 y mariscal del Perú en 1919. Combatió bajo las órdenes de Castilla y San Román, a los que elogió en su vejez, como <i>“los dos militares más grandes que ha tenido el Perú”</i>. En el Dos de Mayo, dirigió el Fuerte Ayacucho y puso fuera de combate a la fragata española Berenguela. En 1874, siendo segundo jefe del batallón <i>Zepita</i>, frustró a balazos un motín contra el gobierno civil de Manuel Pardo, siendo ascendido a primer jefe de dicho cuerpo. Prefecto del Cuzco en 1877, mostró gran interés en la defensa de la población indígena y en la difusión de la educación. Toda esa meritoria labor, pareciera, en retrospectiva, no haber sido más que la preparación para su momento clave: la guerra de 1879.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;">Al frente del batallón </span><i style="font-family: arial;">Zepita</i><span style="font-family: arial;">, Cáceres hizo la campaña del sur: San Francisco, Tarapacá, el Alto de la Alianza. Destacó en la defensa de Lima, comandando el centro de la línea de San Juan y el flanco derecho en Miraflores. Herido en una pierna, debió esconderse mientras los chilenos ingresaban a Lima. Lejos de amilanarse ante la derrota, cuando lo <i>“sensato”</i> habría sido la capitulación, cuando el aparato del Estado había quedado virtualmente destruido, cuando el ejército profesional y las milicias urbanas habían sido arrasadas en cruentas batallas, Cáceres mantuvo la voluntad de seguir en la brega y emprendió la tarea titánica de juntar tropas, entrenarlas, conducirlas, obtener dinero, armas y acémilas, espiar al enemigo y frenar sus avances, estudiar el terreno, vigilar el campo, saber cuándo y dónde atacar, mantener el orden en las retiradas; en una palabra, la tarea de levantar la bandera de la resistencia. Lejos de ser obra de un poder central, La Breña fue obra popular, galvanizada por un caudillo carismático, el <i>“taita”</i> con quien la población indígena se vinculó de forma tan emocional, que daba la vida por su causa. Basadre apuntaría que el Soldado de la Breña hizo la tarea de muchos hombres, y que por momentos, <i>“en el Perú no relucía oro de más quilates que la espada de Cáceres”</i>.</span></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1Mt2SvITHYN-xlt-Rzr5xhImT12i_5gNZ0iMKVMv8K3WJr4YjWWDj7AIOx4o9YZbE89FiIoKGlgMU7jQ2v9eOZA39Ew3OhQVfbIyVaBYJUba_98KHz94SvZuTGNiiJZuAG-Zvpp7YlrnOde-anewlGAGBwN2qIyS4olqjU0EDlSX-b7RRPFKeQNanr7TO/s1411/IMG_7143.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1411" data-original-width="972" height="396" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1Mt2SvITHYN-xlt-Rzr5xhImT12i_5gNZ0iMKVMv8K3WJr4YjWWDj7AIOx4o9YZbE89FiIoKGlgMU7jQ2v9eOZA39Ew3OhQVfbIyVaBYJUba_98KHz94SvZuTGNiiJZuAG-Zvpp7YlrnOde-anewlGAGBwN2qIyS4olqjU0EDlSX-b7RRPFKeQNanr7TO/w272-h396/IMG_7143.JPG" width="272" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Junto con el mariscal Cáceres, figuró su esposa, doña Antonia Moreno, quien yace también en la Cripta de los Héroes. <i>"Patriota abnegada, invencible, astuta, valerosa, serena, esta dama fue la heroína, uno de los principales factores de aquella gloriosa campaña que el Perú recuerda con orgullo y que se llama La Breña"</i>, escribiría Abraham Valdelomar en su recuerdo.<br />(Biblioteca Nacional del Perú)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />La hija del mariscal, Zoila Aurora Cáceres, escribiría que era <i>“necesario tener presente la psicología del indio, su idiosincrasia y tradición, para comprender cómo pudieron el general Cáceres y su Ejército realizar la campaña de La Breña, que más que una realidad semeja un cuento prodigioso”</i>.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;">Lamentable es el olvido que el Estado peruano ha hecho de aquellos bravos <i>“montoneros”</i>, peruanos de todas las sangres, que mantuvieron en alto el pabellón nacional. Viejos soldados como Manuel Tafur y Pedro Silva, marinos sin barcos como Luis Germán Astete, catedráticos fuera del claustro como Emiliano José Vila, sacerdotes como Eugenio Ríos y Buenaventura Sepúlveda, pequeños propietarios como Ambrosio Salazar, extranjeros como Ernesto La Combe, modestos campesinos como Aparicio Pomares, mujeres como Leonor Ordóñez y la misma esposa de Cáceres, Antonia Moreno.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Cáceres siempre rechazó la versión de que sus tropas no eran sino <i>“montoneros”</i> (argumento que usó el ejército chileno para cohonestar la ejecución de prisioneros en Huamachuco), afirmando que el <i>“Ejército del Centro”</i> bajo su mando, fue una unidad orgánica, compuesta, en parte, de veteranos, habiéndole servido los guerrilleros solamente de tropas de choque. Y con tales elementos y hombres, Cáceres logró alargar la guerra, hostigar sin descanso al invasor, triunfar en Pucará, Marcavalle y Concepción; aún derrotado en Huamachuco, se negó a aceptar la derrota y formó un nuevo ejército antes de la noticia de la paz de Ancón.</span></p><p><span style="font-family: arial;">González Prada, que lo criticó como gobernante, no dejó de reconocer su gloria como jefe de la Breña: </span><i style="font-family: arial;">“Hace frente a los enemigos de fuera y a los traidores de casa. Palmo a palmo defiende el territorio, día a día expone su pecho a las balas chilenas y peruanas. No se fatiga ni se arredra, no se abate ni se desalienta. Parece un hombre antiguo, vaciado en el molde de Aníbal. No es el cobarde que abandona el poder para salvar la vida, ni el ladrón que se escurre por llevarse el talego”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikOu2iyW4xM7KiGX7-7ydtI_hH3B1u_nk8CYLjjt_i3aFuErOYKuxklLucGU_9qi57bE6fCHL6US21365HcGJrbRKUuABNPSPjLhK9XWvoVAgU983UZYTmM1Nuzrp2E9OX998Z4Kmw9TZZRiOIGrKpPlRNo1zsz5LQlxcJ_1j-W-MpI0LIzc6E-MeMk1cJ/s720/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="513" data-original-width="720" height="329" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikOu2iyW4xM7KiGX7-7ydtI_hH3B1u_nk8CYLjjt_i3aFuErOYKuxklLucGU_9qi57bE6fCHL6US21365HcGJrbRKUuABNPSPjLhK9XWvoVAgU983UZYTmM1Nuzrp2E9OX998Z4Kmw9TZZRiOIGrKpPlRNo1zsz5LQlxcJ_1j-W-MpI0LIzc6E-MeMk1cJ/w462-h329/image.png" width="462" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Pintura de Alberto Zevallos ilustrando una recepción cívica en honor al general Cáceres en 1886.<br />(Ministerio de Relaciones Exteriores)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />Pero al sobrevivir a la guerra, el guerrero se convirtió en caudillo. Y es una crítica reiterada por González Prada, Basadre, y hasta por el general Marín: de haber sucumbido Cáceres en Huamachuco, el Perú habría contado con una trinidad gloriosa, formada por Grau, Bolognesi y Cáceres. Y ciertamente se puede compartir esa opinión: la actuación política de Cáceres, que lo llevó a la Presidencia en dos ocasiones, en 1886 y en 1894, enfocada en la necesaria reconstrucción del país, no estuvo exenta de polémicas, especialmente por el contrato Grace para la cancelación de la deuda externa o la forma violenta en que terminó su segundo gobierno ante las fuerzas pierolistas en 1895, con excesos nauseabundos por parte de la prensa opositora, y hasta el pedido de eliminarlo del escalafón.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;">Calmadas las pasiones, regresó al Perú y a la actividad política, como ministro plenipotenciario en Italia y Alemania. Buscando la concordia nacional, impulsó la Convención de Partidos de 1915, que designó a José Pardo y Barreda como candidato a la presidencia de la República. Y luego, respaldó a Leguía en su retorno al poder en 1919; de hecho, Leguía juró la presidencia provisoria ante el viejo Cáceres, al que prometió resolver el problema con Chile.</span></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0_IYFwYRy0Xlzgq01qIlpz4PcugJzUNGsZSvM-1if2HXVvjDUc8LCgWu0vkTb8nns33dq4qs98A0tXApuby4aIiFBaTTgeimF-woI4Ufr-D9wG40QjE8GLU-8rznzhgq_sme3Rj1bC-v5qyLpACvU3fpwPIqyk-mVJdCPg6QRjDqO06KQNYSvk25xtw9k/s1640/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1640" height="367" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0_IYFwYRy0Xlzgq01qIlpz4PcugJzUNGsZSvM-1if2HXVvjDUc8LCgWu0vkTb8nns33dq4qs98A0tXApuby4aIiFBaTTgeimF-woI4Ufr-D9wG40QjE8GLU-8rznzhgq_sme3Rj1bC-v5qyLpACvU3fpwPIqyk-mVJdCPg6QRjDqO06KQNYSvk25xtw9k/w502-h367/image.png" width="502" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El 8 de mayo de 1922, el presidente Leguía colocó la primera piedra de un inmueble para ser vivienda para los últimos años del mariscal Cáceres, y luego como sede de un Museo de la Breña. La muerte de Cáceres impidió tal propósito, y el edificio terminó siendo sede de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. Como recuerdo del propósito inicial del inmueble, un mosaico recuerda el momento en que el Soldado de la Breña recibió el bastón de mariscal, durante la Jura de la Bandera el 6 de junio de 1920.<br />(<i>Datos de Lima</i> - Facebook)</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br />Ascendido a mariscal en 1919, el Soldado de la Breña falleció cuatro años después en medio del pesar nacional. Su imagen sería utilizada por los sucesivos gobiernos y por grupos políticos, en base a tres facetas: el militar de carrera, el caudillo cercano al indio, y el político de la reconstrucción. Pero ante todo, Cáceres fue un peruano que nunca aceptó que el Perú quemase su último cartucho: <i>“El Perú será grande, el Perú será lo que debe ser, si todos los peruanos nos resolvemos virilmente a engrandecerlo”</i>, dijo en 1916, frases que, a un siglo de su partida terrenal, aún no pierden actualidad.</span><p></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNAfFaqCvGYuKgDiaI04_KTidKYg99tzWdPkzCa_5hVMzUFu0kIsjHWlUktQ8vRM5fY5DZg5d_eogtw6XcNi9tRjE6vx9YbcWqg6QR3l26GaEwezXu8r85ADe3Pul3Akhd3ZdE-WkS5qIjIuWyDt8t3cEjnR8TdoAJyRxpFj5GVmfH_2Uk1zYQVdpExVJK/s866/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="866" data-original-width="620" height="528" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNAfFaqCvGYuKgDiaI04_KTidKYg99tzWdPkzCa_5hVMzUFu0kIsjHWlUktQ8vRM5fY5DZg5d_eogtw6XcNi9tRjE6vx9YbcWqg6QR3l26GaEwezXu8r85ADe3Pul3Akhd3ZdE-WkS5qIjIuWyDt8t3cEjnR8TdoAJyRxpFj5GVmfH_2Uk1zYQVdpExVJK/w378-h528/image.png" width="378" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato del mariscal Andrés Avelino Cáceres, pintado por Fernando Saldías, que lo muestra luciendo las condecoraciones ganadas en su carrera militar y en la actividad diplomática.<br />Del pecho penden las medallas peruanas del Dos de Mayo, Tarapacá, Pucará y Marcavalle, y la boliviana del Dos de Mayo. Debajo, se aprecia la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar (España), la Orden del Libertador (Venezuela), la Gran Cruz de la Orden de la Cruz del Sur (Brasil) y la Orden de la Corona de Prusia (Alemania). La banda que cruza el pecho del mariscal es la de la Orden del Mérito Militar (España). En la manga izquierda, un parche indicando que combatió en el Fuerte Ayacucho durante el combate del Dos de Mayo.<br />(Congreso de la República)</span></td></tr></tbody></table><p></p>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-56018413022502005732023-07-28T00:00:00.009-05:002023-07-28T00:56:19.807-05:00Un bicentenario desapercibido<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">1823: el sacrificio de Olaya</span>.</h1><h4><br /></h4><h4><span style="font-family: arial;">Este breve artículo estaba previsto para ser publicado en junio pasado, y ante el retraso, para estas fiestas patrias. Sin embargo, por motivos de fuerza mayor, se publicará virtualmente, a fin de rendir homenaje, aunque tardío, a uno de los héroes menos recordados por la frágil memoria peruana, como se evidenció en lo desapercibido que pasó el bicentenario de su martirio.</span></h4><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">En junio de 1823, ante el ataque realista a Lima, el gobierno patriota evacuó la capital y se trasladó al Callao. Allí, la pugna entre el Ejecutivo y el Legislativo se agravó llevando al Congreso a cesar en las funciones presidenciales al mariscal José de la Riva Agüero; sin embargo, el presidente partió a Trujillo con una parte del Congreso. En las fortalezas del Callao, el poder quedó a cargo del ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso, en tanto que la dirección de las operaciones militares corrió por cuenta del general colombiano Antonio José de Sucre (que se negó a aceptar el mando ofrecido por el Congreso), quien se afanó en preparar la posición para la defensa. Sin embargo, los realistas no realizaron más avances, fuera del golpe moral que implicaba la toma de Lima. En tal ambiente, mientras las autoridades patriotas mermaban su poder en absurdas disputas intestinas, un modesto pescador ofrendaba su vida en defensa del ideal patrio que tan mezquinamente dilapidaban.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiKPinw7TWY5loRXgvVKa166J0voQg-PwmVS34uLhBHWu6aazYAVZns9CNPXEJk9lBMO019d9BSKwEKVnzYg2Vq3926VCJ-s6rbfSw1nLzfGdwm9i-uExGLIpcJgBZktKM4IN83-QRF4sliA9ETfwNqUPN2kD0ito-HrBKY_T_r9uhUmG9yUCH5wgKZr1S/s1170/Retrato%20de%20Jos%C3%A9%20Olaya%201828.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1170" data-original-width="788" height="502" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiKPinw7TWY5loRXgvVKa166J0voQg-PwmVS34uLhBHWu6aazYAVZns9CNPXEJk9lBMO019d9BSKwEKVnzYg2Vq3926VCJ-s6rbfSw1nLzfGdwm9i-uExGLIpcJgBZktKM4IN83-QRF4sliA9ETfwNqUPN2kD0ito-HrBKY_T_r9uhUmG9yUCH5wgKZr1S/w339-h502/Retrato%20de%20Jos%C3%A9%20Olaya%201828.png" width="339" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">Este
cuadro del célebre pintor Gil de Castro de 1828, es el más conocido del héroe
José Olaya. En las cartas, figura como destinatario el <i>“Yl[ustrísi]mo Sr. Gran
Mariscal Dn. José Bernardo Tagle – Callao”</i>. La leyenda resalta las
circunstancias del heroico comportamiento del pescador chorrillano: <i>“Don José
Olaya nació en el pueblo de Chorrillos el año de 1782; fué muy distinguido por
su singular patriotismo; fué tan constante en él, que enviado el año 1823 por
las autoridades que se hallaban en el Callao con correspondencia a esta Capital
que ocupaban los españoles, prefirió mil palos y la muerte, antes que declarar
las personas a quienes vino dirigida”</i>. En la esquina inferior derecha figura la
autoría del lienzo: <i>“En Lima Por José Gil en 20 de Marzo de 1828”</i>.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia</span>)</span></td></tr></tbody></table><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La figura de Olaya.</span></h3><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Nacido en Chorrillos, José Silverio Olaya Balandra era hijo de un pescador de quien aprendió el oficio. La polémica surge en relación con su año de nacimiento. Autores como Paz Soldán o Nemesio Vargas, afirmaron que Olaya tenía 28 años al momento de su fusilamiento, de lo que se desprende que habría nacido en 1795; por su parte, Ismael Portal, que entrevistó a parientes sobrevivientes, apuntó que nació en 1782. Lamentablemente no podemos saber con exactitud la fecha por cuanto la partida de bautismo que nos habría sacado de dudas, está extraviada, quizá quemada durante el saqueo chileno de Chorrillos en 1881. Otra duda surge sobre su apellido, por cuanto es raro el apellido Olaya, pero no el apellido Laya, de lo que autores como el </span><span style="font-family: arial;">marino Germán Stiglich y el historiador </span><span style="font-family: arial;">Juan José Vega, afirmaron que el nombre del mártir era José O. Laya, y de allí la confusión.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">En cualquier caso, José Olaya era indígena, pescador artesanal residente en Chorrillos, segundo hijo del matrimonio de José Apolinario Olaya y Melchora Balandra, que vivían en un rancho de la calle de las Ánimas (que la familia mantuvo en su poder hasta 1875). Algunas fuentes mencionan el patriotismo del padre, fallecido en abril de 1822, mismo que habría inculcado al hijo, del que se afirma era un excelente nadador (algo que no es de sorprender dada la vinculación de su oficio al mar), y que en una pequeña balsa (un <i>“chinchorro anchovetero”</i>) cubría la ruta de Chorrillos a la isla de San Lorenzo y de allí al Callao. Según Nemesio Vargas, desde 1820, José Olaya era portador de comunicaciones de la escuadra sanmartiniana a los patriotas y viceversa, servicio que siguió prestando a Sucre y al Congreso sin sueldo ni remuneración alguna. Además, por el testamento del padre, sabemos que Olaya era un pequeño propietario, pues poseía <i>“una fanega y cuartillo de tierras”</i> en el camino a Lima.</span></p><h3><span style="font-family: arial;">El heroísmo de Olaya.</span></h3><div><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Mientras Canterac ocupaba Lima, era necesario mantener correspondencia con los patriotas aislados en la capital a fin de conocer con precisión la situación militar y logística de las fuerzas realistas. Para tal trabajo, se confió en Olaya, que podía pasar desapercibido al vender su pesca en la isla de San Lorenzo, o al tender sus redes a secar en alguna ensenada. Su contacto en Lima era doña Juana de Dios Manrique de Luna, una dama sobrina del antiguo contador mayor Antonio Riquero, quien, refugiado en el Callao, servía de nexo con Sucre; el destinatario final de las misivas era Narciso de la Colina.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Difícil es saber con precisión cuántas veces Olaya burló la vigilancia de los realistas, simulando llevar pescado para vender. Tampoco se sabe con exactitud quién delató al chorrillano; Paz Soldán acusó al mulato José Mironés, añadiendo Nemesio Vargas al pescador Leocadio Laines. Lo que sabemos es que a las cinco de la tarde del viernes 27 de junio de 1829, en la calle de la Acequia Alta (actual cruce de los jirones Caylloma y Moquegua, en el centro de Lima), Olaya fue arrestado por orden del implacable brigadier realista José Ramón Rodil, y encerrado en un calabozo en Palacio de Gobierno. Una versión que suele escucharse, y poco verosímil dadas las circunstancias del arresto, afirma que Olaya se comió las cartas de las que era portador. Aprovechando la creciente oscuridad de la tarde, Olaya logró arrojar el paquete de cartas a una acequia sin que sus perseguidores lo notasen, de forma que cuando lo registraron, solo encontraron una caja de dulces con cartas sin dirección, nombre ni firma, y alguna de esas cartas estaban redactadas en clave. Lo más comprometedor fue encontrar una escarapela con los colores patrios.</span></p><p class="MsoNormal"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfFh1y0tp0Gn_2AFzW3oZfvLlAZD6a_YOc4_uTrHR_jiYXb16Myv4bHL0VHiBfYhGD_2ffBmWO5-Fgce2JOxe1BgdRAxU48A8NH4D7QvYB4Y9wLJZ9GDFMW_EcBp_W5NmZyZXP3FyOAuYARzfYRu21d0b1DrIdwOVOkvBXJ58lFPq7QGsdgXnK2mF8ipNe/s538/Brigadier%20Rodil.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="538" data-original-width="371" height="346" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfFh1y0tp0Gn_2AFzW3oZfvLlAZD6a_YOc4_uTrHR_jiYXb16Myv4bHL0VHiBfYhGD_2ffBmWO5-Fgce2JOxe1BgdRAxU48A8NH4D7QvYB4Y9wLJZ9GDFMW_EcBp_W5NmZyZXP3FyOAuYARzfYRu21d0b1DrIdwOVOkvBXJ58lFPq7QGsdgXnK2mF8ipNe/w239-h346/Brigadier%20Rodil.png" width="239" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El brigadier gallego José Ramón Rodil (1789-1853) fue uno de los jefes españoles más notorios de la guerra de independencia del Perú. Su momento culminante fue la acérrima defensa que hizo de los castillos del Callao durante más de un año, hasta su rendición en enero de 1826. Fiel al bando isabelino durante las guerras carlistas, llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España (1842).</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(grabado inserto en la edición de las <i>Tradiciones Peruanas</i> de Ricardo Palma, 1896)</span></td></tr></tbody></table></p><p class="MsoNormal"></p><span style="font-family: arial;">Llevado ante Rodil, encargado de la autoridad realista en Lima, se intentó convencer a Olaya que delatase a los destinatarios de las cartas, ofreciéndole dinero y premios. Pero el chorrillano se negó a ser un traidor, y se recurrió a medidas durísimas: le aplicaron doscientos palos, le arrancaron las uñas y le destrozaron los pulgares con las llaves de un fusil. Aun en el dolor, Olaya no cedió; incluso llevaron a su anciana madre, en vano. Se le suele atribuir la frase: </span><i style="font-family: arial;">“Si mil vidas tuviera, gustoso las perdería, antes de traicionar a mi patria y revelar a los patriotas”</i><span style="font-family: arial;">.</span><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Finalmente, a las once de la mañana del domingo 29 de junio de 1823, Olaya fue arrastrado al callejón de Petateros, frente al Palacio. Se le preguntó su última voluntad, y pidió ser enterrado con la escarapela que se le confiscó; se le concedió el deseo. Tras el fusilamiento, el cadáver fue decapitado, tras lo cual, fue trasladado al humilde rancho chorrillano donde esperaba la anciana doña Melchora. Allí lo colocaron uniendo la cabeza al resto del cuerpo envuelto en una sábana, y colocado entre dos cirios funerarios, con la escarapela en la mano y vistiendo el hábito franciscano como su padre.</span></p><h3 style="font-family: arial;">El sentido del sacrificio de Olaya.</h3><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Se perdió para la historia el lugar donde reposan los restos de aquel humilde y valiente pescador. Y es que, como apuntó Luis A. Eguiguren: <i>“Victimado Olaya nadie se ocupó de buscar su sepultura. Con el mismo abandono con que se miran los intereses de. la Patria se contempla la memoria y los mortales restos de quienes por ella se sacrificaron: los héroes auténticos nacionales no son recordados ni se les traslada a ningún Panteón en medio de desfiles y fanfarrias. La adulación es el primer móvil para estas cosas, y Olaya no tuvo quien le adulara jamás, ni aún cuando se reconoció lo excepcional de su hazaña, y cómo su martirio apresuró la desocupación de Lima.”</i></span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLTbXw2SKdafvNTINZMnRbaRnuEBabmJvV_2U7AJCmcVxPl89n_ITB1DXaAnt2NVYPKgUoWT7AH-oT3sy5jVAAadh5XmVGm87m-uG0n-sQdGgf9g4HhI1b8R3aegj4vYZqQHCncmqkuhKrKKz3Be2M76uHeL-IosA5XVtk3KiLyXF8lc924y5z8HK014G0/s976/Decreto%20del%203%20de%20septiembre%20de%201823.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="976" data-original-width="542" height="707" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLTbXw2SKdafvNTINZMnRbaRnuEBabmJvV_2U7AJCmcVxPl89n_ITB1DXaAnt2NVYPKgUoWT7AH-oT3sy5jVAAadh5XmVGm87m-uG0n-sQdGgf9g4HhI1b8R3aegj4vYZqQHCncmqkuhKrKKz3Be2M76uHeL-IosA5XVtk3KiLyXF8lc924y5z8HK014G0/w393-h707/Decreto%20del%203%20de%20septiembre%20de%201823.png" width="393" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Decreto del 3 de septiembre de 1823, honrando la memoria de José Olaya.</span></td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Por decreto supremo de 3 de septiembre de 1823, Torre Tagle honró la memoria de Olaya, estableciendo que Olaya pasase revista de comisario como subteniente vivo de infantería por 50 años, y que las 2/3 partes de su sueldo se abonasen a su madre y hermana. En 1847, el Consejo de Estado resolvió por <i>“la justicia y del decoro nacional”</i>, </span><span style="font-family: arial;">contrariando la opinión de la Tesorería General,</span><span style="font-family: arial;"> </span><span style="font-family: arial;">que ante la muerte de la madre y hermana de Olaya, se debía seguir abonando dicha pensión a los familiares de Olaya; firmaba el voto consultivo don Manuel Pérez de Tudela, quien en 1821 redactase el acta de independencia, recordando en el texto la actuación del </span><i style="font-family: arial;">“ilustre patriota Olaya”</i><span style="font-family: arial;">, </span><i style="font-family: arial;">“que prefirió el tormento y la muerte, á la revelacion de los secretos que le habían confiado los Gefes del Ejercito independiente”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">En honor a Olaya, contaba don Carlos Wiesse, <i>“era costumbre el 28 o 29 de Julio, llevar a Chorrillos en procesión, uno de los retratos […], y traerlo al siguiente día. El acompañamiento era muy numeroso y demostraba gran entusiasmo, vivando a la Patria en todo el trayecto. Había música, cohetes y mucha ‘jora’. A falta de ferrocarril, que solo se inauguró el 22 de Noviembre de 1858, […] el gentío iba a pie, y algunas familias en sus balancines y calesas”</i>. Recordaba el maestro sanmarquino, que en una ocasión, el presidente mariscal Ramón Castilla apostrofó un discurso inflamado con unas frases destinadas a corregir el defecto de hablar mucho y no hacer nada, a diferencia del mártir Olaya.</span></p><p class="MsoNormal"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP8xnWR9ePusf_rrSVNneKRWnqNuACNOeoMBwCZFLqa0cQ-iJcKVX15NC0IguwFiSUyfGdRV4G-mzV_DD6mqFTwrMrSy4D_ohiIozNWPh8OrN1bj2a4u6wjAfPtX31atRFU0rKkLkJEWRBsOZxS5mVU-qNljO-N7GvwVXYUAiJ7udcFQ5QSVtyjAY1xTsO/s800/13962766_162034390895747_7119910742520477568_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="563" data-original-width="800" height="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP8xnWR9ePusf_rrSVNneKRWnqNuACNOeoMBwCZFLqa0cQ-iJcKVX15NC0IguwFiSUyfGdRV4G-mzV_DD6mqFTwrMrSy4D_ohiIozNWPh8OrN1bj2a4u6wjAfPtX31atRFU0rKkLkJEWRBsOZxS5mVU-qNljO-N7GvwVXYUAiJ7udcFQ5QSVtyjAY1xTsO/w414-h291/13962766_162034390895747_7119910742520477568_n.jpg" width="414" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Fotografía de las posiciones de la batería "Mártir Olaya" después de la batalla de San Juan. Se aprecia un cañón Parrott clavado por los defensores.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(</span><i><span style="font-family: arial;">Visitas guiadas históricas </span></i><span style="font-family: arial;">- Facebook)</span></td></tr></tbody></table></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Durante la guerra con Chile, en septiembre de 1880 se construyó una batería en el Salto del Fraile, denominada <i>“Mártir Olaya”</i>, contando con dos cañones Parrott de 60 libras, un cañón Rodman de 500 libras, y un cañón Whitworth de 9 libras, además de un obús de bronce de 12 libras y una ametralladora Claxton. Esta posición fue de las últimas en sucumbir en la batalla de San Juan, el 13 de enero de 1881.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">En 1960, el Ejército del Perú proclamó a Olaya, Patrono del Arma de Comunicaciones con el rango póstumo de subteniente. </span><span style="font-family: arial;">Y aún así, su bicentenario pasó injustamente desapercibido en medio de estos días colmados de mezquindad y arribismo. Sólo sus paisanos chorrillanos y las instituciones castrenses recordaron su aniversario. No hubo flores, ni honores, ni fanfarrias en el sitio de su sacrificio, no hubo misa por el alma de quien realizó el máximo sacrificio por la Patria, sin pedir nada a cambio.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Sirvan estas líneas de homenaje a la memoria del héroe José Olaya.</span></p><p class="MsoNormal"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPyeC84PZcy8oFaicPYTJm5js1okWs6HNvojqoEumVEgkbWOYmPO_pa_C47CVkGdArrQc7Etmimttqafuz6LuyvZ4nEsYAt-RYbGVarSKp4dAHbh75Pv9XN1RlFaK9TEhfGHa_u-dfxIHY43zuNYCEL5KCbfpbEeo2jgPdlwoDaEI75-3-t7uH9MVat1Lr/s726/Monumento%20a%20Olaya.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="726" data-original-width="441" height="382" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPyeC84PZcy8oFaicPYTJm5js1okWs6HNvojqoEumVEgkbWOYmPO_pa_C47CVkGdArrQc7Etmimttqafuz6LuyvZ4nEsYAt-RYbGVarSKp4dAHbh75Pv9XN1RlFaK9TEhfGHa_u-dfxIHY43zuNYCEL5KCbfpbEeo2jgPdlwoDaEI75-3-t7uH9MVat1Lr/w232-h382/Monumento%20a%20Olaya.png" width="232" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Monumento a José Olaya en el Pasaje que lleva su nombre, el pasado 29 de junio de 2023, bicentenario de su fusilamiento.<br />(Fotografía compartida por el Dr. Raúl Chanamé Orbe)</span></td></tr></tbody></table></p><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;"><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></p></div><div><ul><li><span style="font-family: arial;">Basadre Grohmann, Jorge (2005). </span><i style="font-family: arial;">Historia de la República del Perú 1822-1933</i><span style="font-family: arial;"> (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.</span></li><span style="font-family: arial;"><li><span style="font-family: arial;">Eguiguren, Luis Antonio (1945). <i>El mártir pescador José Silverio Olaya y los pupilos del Real Felipe</i>. Lima: Imprenta Torres Aguirre.</span></li><li>Herrera, José Hipólito (1862). <i>El álbum de Ayacucho. Coleccion de los principales documentos de la guerra de la independencia del Perú y de los cantos de victoria y poesía relativas a ella</i>. Lima: Tipografía de Aurelio Alfaro.</li></span><li><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Lorente, Sebastián (1876). </span><i>Historia del Perú desde la proclamación de la independencia. Tomo I. 1821-1827</i>. Lima: Imprenta Calle de Camaná.</span></li><li><span style="font-family: arial;">Odriozola, Manuel de (1873). <i>Documentos históricos del Perú</i> (tomo V). Lima: Imprenta del Estado.</span></li><li><span style="font-family: arial;">Paz Soldán, Mariano Felipe (1870). <i>Historia del Perú independiente: Segundo período, 1822-1827</i> (tomo I). El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale.</span></li><li><span style="font-family: arial;">Portal, Ismael (1899). <i>Morir por la patria. El mártir José Olaya</i>. Lima: Tipografía de El Tiempo.</span></li><li><span style="font-family: arial;">Vargas, Manuel Nemesio (1906). <i>Historia del Perú independiente</i> (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.</span></li><li><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Vargas Ugarte, Rubén (1971). </span><i>Historia general del Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.</span></span></li><li><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Wiesse, Carlos (</span>1924). <i>Biografía en anécdotas del gran mariscal don Ramón Castilla y Marquezado</i>. Lima: Librería Francesa y Científica y Casa Editorial Rosay.</span></li></ul></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-38820752855646446372023-02-26T08:00:00.012-05:002023-02-28T10:03:52.238-05:00El primer golpe de estado del Perú republicano<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Bicentenario del motín de Balconcillo (febrero de 1823).</span></h1>
<p class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family: arial;"> </span></o:p></p>
<h4 style="text-align: left;"><i style="font-family: arial;">“Gravísima y complicada era la situacion en que se encontraba la causa de la Independencia del Perú por la apatía de la Junta Gubernativa, por el estado de ruina de la Hacienda pública, por la desmoralizacion del ejército y marina, y lo que es mas doloroso, porque se tramaba una conspiración para la caída de esa Junta que ya no inspiraba respeto ni confianza en su inteligencia y actividad”</i><span style="font-family: arial;">, apuntaría Paz Soldán sobre el ambiente que se vivió en febrero de 1823, del cual, bajo presión de la fuerza armada, surgió la Presidencia de la República Peruana.</span></h4><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La agitación en el ejército.</span></h3><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Mientras el Ejército Libertador del Sur, al mando del general Rudecindo Alvarado, recorría los puertos del sur peruano en cumplimiento del plan sanmartiniano de Puertos Intermedios, en Lima, la situación no se mostraba favorable para la causa patriota. El Ejército del Centro se encontraba acantonado en Lima; según el plan de operaciones debía atacar a las fuerzas realistas en el centro del Perú, pero carecía de las tropas necesarias para actuar. Teóricamente el ejército tenía más de 4 mil hombres, pero su verdadero número se reducía a 3 mil. Al frente se hallaba el mariscal Juan Antonio Álvarez de Arenales, acompañándole el coronel chileno José Manuel Borgoño como jefe de estado mayor.</span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAVlwnaMICjrqHh3IZ79V1k6245hD9W0M8uVmSdI1W0__FPKF6MzDQ8P7ID0pF2iE3GuA5aDZUR_f8GU6XJJpikmC-wtFt3tt1_xqcSv8fi9xSnyUvvcB56flXCQvH6FOXdbh9r9OIi0uCjPwLuP-jVXUK2rYQb63NAuZ2MBalPN_GqfcHeJmkQJ4HGg/s789/General%20Alvarez%20de%20Arenales.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="596" height="375" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAVlwnaMICjrqHh3IZ79V1k6245hD9W0M8uVmSdI1W0__FPKF6MzDQ8P7ID0pF2iE3GuA5aDZUR_f8GU6XJJpikmC-wtFt3tt1_xqcSv8fi9xSnyUvvcB56flXCQvH6FOXdbh9r9OIi0uCjPwLuP-jVXUK2rYQb63NAuZ2MBalPN_GqfcHeJmkQJ4HGg/w284-h375/General%20Alvarez%20de%20Arenales.png" width="284" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato del mariscal del ejército peruano y general de brigada del ejército rioplatense Juan Antonio Álvarez de Arenales, exhibido en el Instituto Sanmartiniano del Perú. Español de nacimiento, Arenales fue un militar de carrera que se unió desde 1809 a la causa independentista, luchando en Tucumán y Salta. En el Perú, recorrió la sierra peruana al frente de una división, logrando la victoria de Cerro de Pasco en 1820. Tras retirarse del Perú, fue gobernador de la provincia argentina de Salta, y por las luchas civiles, debió exiliarse en Bolivia, donde falleció en 1831.<br />(fotografía del autor, 2019)</span></td></tr></tbody></table><i style="font-family: arial;">“La mayor parte de los cuerpos existentes por el mes de Octubre en el ejército del Perú se hallaba en cuadros, es decir, sin fuerza por falta de hombres, y destituidas tambien de armamento, vestuarios, y demas útiles precisos, al paso que la urgencia de abrir una campaña activa sobre los enemigos en combinacion acordada con la expedicion dirijida á intermedios, demandaba del nuevo gobierno providencias tan ejecutivas como capaces de hacer eficaz este plan antes que pasase la oportunidad del momento. Tal era la situacion de las tropas cuando á pesar de mi resistencia fuí compelido á aceptar el mando del ejército titulado del Centro. Inutilizadas mis repetidas reclamaciones al Congreso y al gobierno por unos auxilios que debían ser del instante […] y frustrada por otra parte mi esperanza de que concurriese á la obra la división de 2,000 hombres de Colombia […]; me resolví á la empresa a todo trance con algunas cortas partidas de reclutas que se habían hecho por mis comisionados á diversos puntos y que habían recibido algunas lecciones en la empeñosa disciplina á que estaba todo dedicado en el acantonamiento de Lurin"</i><span style="font-family: arial;">, recordaba meses después el mariscal Arenales.</span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El viernes 3 de enero, el Congreso aprobó un decreto para condecorar a Arenales con una medalla de oro por su labor, lo que se contradecía con su actitud negligente frente a sus reiterados pedidos. El 5 de enero, Arenales envió un oficio al Congreso, pidiendo </span><i style="font-family: arial;">“un esfuerzo de la República para proporcionar hombres, algun numerario, y útiles de equipo, á fin de poner muy pronto este ejército en estado de obrar activamente y con firmeza en defensa del país”</i><span style="font-family: arial;">; no se le hizo caso. Peor aún, el 8 de enero, la división colombiana partió de regreso a su patria.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG90YY8OpQxdZ42z6-sCW8UChM1tCIcYxVEWG-YoSE7OppE_aG2C7rqQrBmR0k7ijibnQ5vbVgzjjdwY5qB_vSMUYMoBMznKCEbmCWQ8bTKgDXqHuZrVVPR3iZ_LfIc2pdlgghzeOtrAshAQ7P2MVdlt_o5WqbwKo9a41U1LPWjHEUh-_5dB2pP8zPcw/s789/IMG_7689.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="672" height="352" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG90YY8OpQxdZ42z6-sCW8UChM1tCIcYxVEWG-YoSE7OppE_aG2C7rqQrBmR0k7ijibnQ5vbVgzjjdwY5qB_vSMUYMoBMznKCEbmCWQ8bTKgDXqHuZrVVPR3iZ_LfIc2pdlgghzeOtrAshAQ7P2MVdlt_o5WqbwKo9a41U1LPWjHEUh-_5dB2pP8zPcw/w300-h352/IMG_7689.jpg" width="300" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Estampilla emitida en 1921, durante el Centenario de la Independencia, con el retrato del mariscal Juan Antonio Álvarez de Arenales.<br />(colección del autor)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">A su vez, el 10 de noviembre de 1822, el coronel Borgoño escribía al gobierno chileno: <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>Nada sabemos con certeza de los movimientos del enemigo; pero tenemos algunos datos para inferir que Canterac se ha dirijido a las provincias del sur con 2,000 hombres de infantería i caballería, a consecuencia de la espedicion que salió para Intermedios. Nosotros hemos estado luchando con el Gobierno por que se nos proporcionen los recursos necesarios para abrir la campaña con la celeridad que exijen las circunstancias; pero las trabas de un Congreso lleno de celos, que no abriga sino ideas mui mezquinas, todo lo paraliza, haciendo perder el tiempo inútilmente, hasta apurar con sus medidas antipoliticas el sufrimiento de los que solo trabajan por el amor a la Patria. Entretanto, tenemos la fortuna de conservar grande union en el ejército, i la mejor disposición para tomar una actitud ofensiva que secunde las operaciones de nuestros compañeros de armas, que dieron por concedida nuestra cooperacion por esta parte. Nada quisiera decir a Ud. del estado de la opinion, del crédito del gobierno ni de las medidas del Congreso, porque seria menester escribir muchos pliegos; pero en sustancia diré que estos hombres se hallan en peor estado que nosotros en 1810</i></span><i style="font-family: arial;">"</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnFyvzEMOn-0FNByjZVGKYLe2GoXUJy4VX1mPupYVFPy7dOaEChJ3dRA3vGlWBlBDwzlraU-xJ7tQVFS78_LwuR2NAr8ui332EILbzoLgSGUnSl7Ak2_GIB6x6gzITBZ0m_CD58zm8eU3MGBkfo3iYOS2-fw6ixbJ9BNuwjKZzTzWyQa3O5Dw102H_Kg/s1292/Retrato%20del%20general%20Borgo%C3%B1o%20por%20Monvoisin.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1292" data-original-width="800" height="424" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnFyvzEMOn-0FNByjZVGKYLe2GoXUJy4VX1mPupYVFPy7dOaEChJ3dRA3vGlWBlBDwzlraU-xJ7tQVFS78_LwuR2NAr8ui332EILbzoLgSGUnSl7Ak2_GIB6x6gzITBZ0m_CD58zm8eU3MGBkfo3iYOS2-fw6ixbJ9BNuwjKZzTzWyQa3O5Dw102H_Kg/w262-h424/Retrato%20del%20general%20Borgo%C3%B1o%20por%20Monvoisin.jpg" width="262" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El coronel chileno José Manuel Borgoño fue jefe de estado mayor del Ejército del Centro entre 1822 y 1823. Militar competente, el manejo de la artillería a su cargo, fue decisiva en la batalla de Maipú; el general San Martín le profesó gran amistad, obsequiandole el sable que utilizó en la batalla de Bailén. Borgoño llegó a ser general de brigada y ministro de Guerra en su país, etapa en la que fue retratado por el pintor francés Raymond Monvoisin.<br />(Memoria Chilena)</span></td></tr></tbody></table><div><span style="font-family: arial;">Si la deserción entre los soldados era un mal endémico, en la marina pasaba lo mismo con la insubordinación. En diciembre de 1822, las tripulaciones de la corbeta <i>Limeña </i>y del bergantín <i>Belgrano</i>, se alzaron con esas naves, alegando la falta de pago de sus sueldos y gratificaciones, amenazando con dedicarse al corso. Se logró recobrar la <i>Limeña</i>, mientras que el <i>Belgrano </i>se dirigió a Chiloé y luego a las islas Filipinas.</span><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"></span></p><div><p></p></div><p></p><div><span style="font-family: arial;">El sábado 18 de enero de 1823, en Lurín, Arenales convocó a los oficiales del ejército del centro, que, </span><i style="font-family: arial;">“animados del espíritu patriótico que los distingue, sin exceder en nada de los términos de la subordinacion militar”</i><span style="font-family: arial;">, elevaron una exposición a la Junta Gubernativa para </span><i style="font-family: arial;">“llamarle sériamente la atencion sobre los males que amenazan la salud de la patria, y sobre el remedio que demandan á proporcion del riesgo mas eminente”</i><span style="font-family: arial;">. Los oficiales insistieron que para el buen éxito del Ejército del Sur, era necesario cumplir con el envío de una expedición capaz de observar y entretener a los realistas que ocupaban el frente desde Huancayo a Ica, pero en tres meses no se había hecho movimiento alguno, dejando en peligrosa situación al Ejército del Sur. Lejos de aumentar sus fuerzas, el Ejército del Centro había reducido considerablemente sus efectivos: la división colombiana había retornado a su país, y los batallones peruanos no recibían reemplazos para los desertores o muertos. Era injusto que se les atribuyese </span><i style="font-family: arial;">“una inaccion tan criminal”</i><span style="font-family: arial;">, cuando siempre habían manifestado el deseo de archar contra el enemigo. Pero entre esa injusticia, la disminución en los efectivos, el acantonamiento molesto y la desatención por el gobierno, el ánimo del Ejército del Centro estaba resentido. Lamentando la falta de tropas de reserva y deseosos de no figurar como simples espectadores en la lucha, los oficiales no creían débil a las fuerzas realistas, e insistían en la necesidad de atacarlos para capturar el mineral de Pasco, destruir el descontento en la tropa y colaborar con las unidades en el sur. La franqueza de los militares, señal del hartazgo producido por los meses perdidos, no dejó de ser expresiva: </span><i style="font-family: arial;">“¿Por qué se ha de esponer á este extremo fatal la suerte del Perú? El ha depositado en V. E. su confianza y seguridad; y V. E. no la desempeña, mientras que desprendido de todas consideraciones, no ponga en ejercicio los medios que están á su alcance, sin otra idea que la de ser libres: este es el voto general, este el concepto en que V. E. manda, y todo debe ceder á este principal objeto. Por poco que V. E. se distraiga de él, se hace responsable de los males que pueden sobrevenir. Se necesita completar el ejército á una fuerza capaz de emprender con esperanza, provista de lo necesario; y ya que se ha malogrado tanto tiempo, no se dilate mas el hacerlo. Quiera V. E. usar debidamente de los medios que pone en sus manos un pueblo patriota y generoso: conciba este que sus esfuerzos, que serán los últimos, le comprarán la paz que tanto desea; y se verá desaparecer ese adormecimiento triste que no es conforme ni al carácter ni a los sentimientos del pueblo peruano”</i><span style="font-family: arial;">. Confiando encontrar acogida favorable en la Junta, firmaron el general Arenales, el general Andrés Santa Cruz, el jefe de estado mayor coronel José Manuel Borgoño, y los jefes de los distintos cuerpos: coronel Ramón Herrera (Cazadores del Perú), coronel Federico de Brandsen (Húsares del Perú), coronel Manuel Rojas (batallón N.° 4), comandante Félix de Olazabal (batallón N.° 2), comandante Juan Pardo de Zela (batallón N.° 3) y comandante José Videla (Legión Peruana).</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF78PsArvYyWsXh8MYNbfI0yf_JRvb80wo7Ey52jD9CTmA02FG2KTLQCYqG7RtFv3NRguLk7faNdZfj3VvFv7vomSrDtT38XDg3EVGAjzgwXKpTVKyNoThRQHvZhsb_Hj9G6Chk-MMGSDkmIDleolwXrG4vsrr-CdxSpZkiV0c8Su_rVRjxhLqE_5XDw/s1240/IMG_9315.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="color: black; font-family: arial;"><img border="0" data-original-height="470" data-original-width="1240" height="173" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF78PsArvYyWsXh8MYNbfI0yf_JRvb80wo7Ey52jD9CTmA02FG2KTLQCYqG7RtFv3NRguLk7faNdZfj3VvFv7vomSrDtT38XDg3EVGAjzgwXKpTVKyNoThRQHvZhsb_Hj9G6Chk-MMGSDkmIDleolwXrG4vsrr-CdxSpZkiV0c8Su_rVRjxhLqE_5XDw/w459-h173/IMG_9315.jpg" width="459" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Firma del mariscal Juan Antonio Álvarez de Arenales.<br />(colección del autor)</span></td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: arial;">El Congreso se
limitó a no contestar, escudándose en la ley del 19 de diciembre de 1822, que prohibía
la suscripción de recursos y la promoción de reuniones <i>“con el objeto de
prevenir las deliberaciones del Congreso, ó las disposiciones del gobierno"</i>,
bajo amenaza de juicio y castigo como perturbadores del orden público. Paz Soldán observó que con esa ley, el Congreso pretendía atajar cualquier crítica, pero <i>"</i></span></span><span style="font-family: arial;"><i>el espíritu y la opinion del pueblo no se contienen con leyes, sino con hechos fundados en la justicia y conveniencia</i></span><i style="font-family: arial;">"</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: arial;">El ejército, ante la falta de respuesta del Congreso, marchó desde Lurín hacia Miraflores. A diferencia del Congreso, los tres miembros de la </span></span><span style="font-family: arial;">Junta Gubernativa comprendieron el peligro que entrañaba la inactividad del Ejército del Centro, y ordenaron hacer los preparativos para el trasporte de dos mil soldados a Pisco, desde donde se emprendería una marcha a la sierra, marcha </span><i style="font-family: arial;">“cuyo triunfo consistía mas bien en la celeridad, que en la importancia de la fuerza”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La tardía actividad de la Junta y del Congreso.</span></h3><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El 31 de enero</span><span style="font-family: arial;">, Arenales recibió aviso de estar todo listo para emprender la campaña en cuatro días, pero todos los preparativos fueron en vano: el lunes 3 de febrero llegaron al Callao las tropas derrotadas en Moquegua al mando del general de brigada Enrique Martínez, y dos días después, la <i>Gaceta de Gobierno</i> publicaba el parte remitido por el general Alvarado sobre las derrotas de Torata y Moquegua.</span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4TgeF-STianqK1T62eCHRsOUfRrcN04k39zkmuPmZW6mGISdQvPH8B2rtB6ZidXZcowOcBTfdya_35_szGFsJRLx1ZZgbxOP0rmTbxqPjzTaM8MTerKrx9OxRGWZdjSAyecHr-GFEg8P-bkIuCAFPd_sP5jlAdMdbt7t9TlTbOfZGNf3GDBEkze1RAQ/s1544/Gaceta%20del%20Gobierno%205%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1544" data-original-width="1028" height="408" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4TgeF-STianqK1T62eCHRsOUfRrcN04k39zkmuPmZW6mGISdQvPH8B2rtB6ZidXZcowOcBTfdya_35_szGFsJRLx1ZZgbxOP0rmTbxqPjzTaM8MTerKrx9OxRGWZdjSAyecHr-GFEg8P-bkIuCAFPd_sP5jlAdMdbt7t9TlTbOfZGNf3GDBEkze1RAQ/w271-h408/Gaceta%20del%20Gobierno%205%20de%20febrero%20de%201823.png" width="271" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Edición de la <i>Gaceta del Gobierno</i> del 5 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">La derrota de Moquegua implicaba no solo la pérdida de la
obra militar de San Martín, sino un rudo golpe a las esperanzas de los
elementos patriotas que habían sacrificado mucho en la preparación del
ejército. La noticia causó desconcierto
y temor entre los limeños. Los acaudalados buscaron poner a salvo sus fortunas.
El temor aumentó ante la posibilidad que el ejército realista avanzase a
marchas forzadas contra Lima. El Congreso y la Junta fueron vistos como culpables del desastre, incluso de los desaciertos de Alvarado. Las intríngulis políticas y militares, de las que en justicia la Junta no era culpable del todo, no eran de conocimiento de la población, que hacía responsable de los males nacionales a los gobernantes del momento. Justo es decir, que al enterarse de la derrota, la actividad tanto del Congreso como de la Junta, fue intensa para reforzar las fuerzas militares.</span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El mismo 5 de febrero, bajo la presidencia de Hipólito Unanue, en una sesión permanente que se prolongó hasta el viernes 7, el Congreso aprobó una serie de propuestas a ser aplicadas por la Junta, recogidas en una ley promulgada al día siguiente. Una propuesta para ampliar las facultades de la Junta Gubernativa fue postergada para una sesión permanente, claro indicador de que pese a la situación, se insistió dogmáticamente en la preeminencia del Congreso. Y el Congreso no volvió a sesionar sino hasta el jueves 13, retomando debates sobre temas de rutina como la discusión del nuevo Reglamento de Comercio, la absolución de consultas sobre temas administrativos y eclesiásticos, y los trámites aduaneros en relación al tabaco habano. </span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrNqkKujH7DP9jJQHQV5lxmMdzvWCA9Mrz3IEUhT6xsX8FYhprt024Ahd3i44AabDB3_jwP7rPTpF44HqTaYOMAgvSgnKhQGL6zF7WeuKcrxydeDTK7fDnbRO0gREdAMs34D0AFfzTJHEYk5KtnmDxemvwkgWXExbzenY2MDNuy5crapXQO5zAopQjsA/s859/Ley%20del%208%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="859" data-original-width="718" height="413" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrNqkKujH7DP9jJQHQV5lxmMdzvWCA9Mrz3IEUhT6xsX8FYhprt024Ahd3i44AabDB3_jwP7rPTpF44HqTaYOMAgvSgnKhQGL6zF7WeuKcrxydeDTK7fDnbRO0gREdAMs34D0AFfzTJHEYk5KtnmDxemvwkgWXExbzenY2MDNuy5crapXQO5zAopQjsA/w345-h413/Ley%20del%208%20de%20febrero%20de%201823.png" width="345" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Ley del 8 de febrero de 1823, que autorizó extraordinariamente a la Junta Gubernativa para adoptar las medidas necesarias ante las derrotas en Torata y Moquegua<br />(Archivo Digital de la Legislación Peruana)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El sábado 8 de febrero, Arenales reiteró a la Junta las quejas sobre la condición del ejército, le reprochó no atender oportunamente sus propuestas de campaña, y planteó <i>“que ya con respecto á mí, ha llegado el caso de que, ó V. E. se digne resolverse á poner en práctica sin pérdida de tiempo lo que llevo espuesto, ó relevarme del mando, nombrando otro individuo que se reciba del ejército, para que pueda operar segun V. E. con mejor acierto tenga á bien disponer”</i>. No recibió respuesta.</span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO2juJ3JbZGVCSUl5-z62dyK7uzHyjsBjrwk2TFiEg5uHWoUppRoiizQ3CPe4TL2V2wsqrkjHcmTAG3EasFADkV9b7lMAuMicqTDsxjp3k4-KIHv4cVRCdqu5c04gKGruUm0S0tdPeV5ScKIznBytiROTa82BgH3foiN-f3KxaP-D0oTual2QzKL3Nvg/s992/Oficio%20del%208%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="992" data-original-width="662" height="505" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO2juJ3JbZGVCSUl5-z62dyK7uzHyjsBjrwk2TFiEg5uHWoUppRoiizQ3CPe4TL2V2wsqrkjHcmTAG3EasFADkV9b7lMAuMicqTDsxjp3k4-KIHv4cVRCdqu5c04gKGruUm0S0tdPeV5ScKIznBytiROTa82BgH3foiN-f3KxaP-D0oTual2QzKL3Nvg/w338-h505/Oficio%20del%208%20de%20febrero%20de%201823.png" width="338" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Oficio enviado por el mariscal Arenales a la Junta Gubernativa el 8 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Por su parte, la Junta dio una serie de decretos entre el 8 y el 12 de febrero: dispuso el alistamiento en los cuerpos cívicos de los habitantes de la capital, entre 15 y 60 años, libres de impedimento; la recolección de todos los caballos pertenecientes a particulares; el inventario de las mulas de coche y tiros existentes en los cuarteles; el indulto a los desertores del ejército y cuerpos cívicos que se presentasen entre el segundo y el cuarto día posterior a la publicación del decreto; la modificación del decreto de 11 de abril de 1822 sobre rescate de esclavos, a fin de engrosar las filas del ejército. Sin embargo, esta actitud enérgica de última hora, ya era inútil para destruir la irritación surgida en el ejército inactivo e impago y el descontento en la población. Y no faltaban quienes estaban interesados en explotar ese ambiente.</span><p></p><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El motín de Balconcillo.</span></h3><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"></span></p><p><span style="font-family: arial;">El jueves 20 de febrero, el Congreso eligió como presidente al jurista tacneño Nicolás de Araníbar; su vicepresidente sería el clérigo trujillano Tomás Dieguez. Secretarios fueron dos abogados: el limeño Francisco Javier Mariátegui y el lambayecano Mariano Quesada y Valiente. Esta mesa tendría que afrontar el pronunciamiento del Ejército.</span></p><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho1-TY2p-AnF_n6_7eNJm4NVSTmVn2zfnM0e4AXuQ0Xjm1JbNgTbHy5C0C3dIqyDUe8Wz4r0QD2TTl2pNwctYvUFi0Xfp7ehQYYiBd7VXwL5IkHhVaH8mHBnMvUQ-0rm2NLak30K3VNnt55d-lM4uleVdmWh1vE8WXSZx1s83xJgkQZ3Yg7jqaoP7x6g/s1127/Mesa%20directiva%20febrero%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="626" data-original-width="1127" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho1-TY2p-AnF_n6_7eNJm4NVSTmVn2zfnM0e4AXuQ0Xjm1JbNgTbHy5C0C3dIqyDUe8Wz4r0QD2TTl2pNwctYvUFi0Xfp7ehQYYiBd7VXwL5IkHhVaH8mHBnMvUQ-0rm2NLak30K3VNnt55d-lM4uleVdmWh1vE8WXSZx1s83xJgkQZ3Yg7jqaoP7x6g/w489-h272/Mesa%20directiva%20febrero%201823.png" width="489" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Los diputados que dirigieron las sesiones durante los eventos de febrero de 1823.<br />(retratos publicados en la revista Variedades en septiembre de 1922)</span></td></tr></tbody></table></div><div><p><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Uno de los descontentos ante la situación, era el antiguo prefecto de Lima, José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete. Nacido en 1783, dentro de una familia con notables conexiones aristocráticas, fue testigo de la crisis dinástica de 1808, manifestándose desde entonces como un partidario de la independencia americana. A su retorno a Lima, fue uno de los conspiradores de mayor notoriedad (y peligrosidad) en la etapa final del virreinato: aprovechó su red de contactos al máximo, formó clubes secretos, y mantuvo correspondencia con los gobiernos de Buenos Aires y Chile. Su labor no pasó desapercibida a los agentes de los virreyes Abascal y Pezuela, al punto que, como recordó el futuro cosmógrafo Eduardo Carrasco, tanto Riva Agüero como sus compañeros sufrieron prisión en la carceleta de la Inquisición, llegando a ser internado a Tarma en 1819. En este ambiente, escribió un discurso a favor de la independencia, <i>Manifestación histórica y política de la Revolución de América, y mas especialmente al Perú y al Río de la Plata</i> (1818), texto conocido como <i>las veintiocho causas</i>, donde argumentaba la oposición entre España y América, defendiendo la necesidad de un gobierno independente fuerte y la conservación de la nobleza como fundamento de un gobierno.</span></span></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><p></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyw67bklnN7ohBl8MqwgeuEKs8mWbpLqjGOjyif4bs4zg_20Wgo2H0caW02N9su7xWoxfrCnt3TDaYcYJYQ2EFBKDJt4dbx0ugQYvT_QVi9UAyElTnpn1kEErJlYOy6QeyxdrCmt4aTO7KAVmrPlPC38AxJaACOFIatOOBqpCeNXr7bCTs0LXcikOSaQ/s944/Coronel%20Riva%20Ag%C3%BCero.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="687" height="374" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyw67bklnN7ohBl8MqwgeuEKs8mWbpLqjGOjyif4bs4zg_20Wgo2H0caW02N9su7xWoxfrCnt3TDaYcYJYQ2EFBKDJt4dbx0ugQYvT_QVi9UAyElTnpn1kEErJlYOy6QeyxdrCmt4aTO7KAVmrPlPC38AxJaACOFIatOOBqpCeNXr7bCTs0LXcikOSaQ/w272-h374/Coronel%20Riva%20Ag%C3%BCero.png" width="272" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Coronel José de la Riva Agüero, prefecto del departamento de Lima en 1821.<br />(dibujo de Francisco González Gamarra)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">Con la llegada de San Martín, Riva Agüero colaboró activamente con la causa patriota; con Lima en poder de las fuerzas patriotas, Riva Agüero fue nombrado prefecto del departamento de Lima. Tal situación, apuntó Paz Soldán, le abrió <i>"un teatro mas extenso para hacer uso de su génio activo y del influjo que ejercía sobre el pueblo. </i></span><span style="font-family: arial;"><i>Este poder le venia de su popularidad con la gente de color que veía en el jóven Riva-Agüero á <b>su amo el niño Pepito</b></i></span><i style="font-family: arial;">"</i><span style="font-family: arial;">. Esta popularidad le hizo tener cercanía con agentes capaces de encauzar a la población; uno de estos agentes, era </span><span style="font-family: arial;">Mariano Tramarría, un viejo comerciante de tabaco, cuya detención y posible destierro por los agentes del temible ministro de San Martín, Bernardo de Monteagudo, fue visto como un exceso, provocando un motín en julio de 1822, que culminó con el destierro del ministro. Riva Agüero escribiría un folleto titulado <i>Lima justificada en el suceso del 25 de julio</i>. Con el nuevo Congreso, Riva Agüero aspiraba a un cargo acorde con la importancia de sus servicios a la causa patria, pero no fue así. </span><span style="font-family: arial;">Paz Soldán consideró que de haber sido elegido Riva Agüero como jefe del Ejecutivo, habría sido más acertado en sus acuerdos, pero el Congreso prefirió a un triunvirato inerte, dejando a Riva Agüero libre para conspirar.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZZujOB7fiZ6X3syuCxyLSe4Q6GikRQBfm-zdTQY865cNTqgyoN3yTuFw1c1RE2kHZXT7qYRj46kAApHTVCxQEjcudbKh2XYASbWI5VhGZ30rXOtUntenj4YTVMSC7tAuw_X9hO04XGqxzD_69CT3CuXZ05O0rZnNVwsuzBiUYEPSMdpHwk7EIBfRF0w/s1389/Gaceta%20del%20Gobierno%2022%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1389" data-original-width="861" height="449" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZZujOB7fiZ6X3syuCxyLSe4Q6GikRQBfm-zdTQY865cNTqgyoN3yTuFw1c1RE2kHZXT7qYRj46kAApHTVCxQEjcudbKh2XYASbWI5VhGZ30rXOtUntenj4YTVMSC7tAuw_X9hO04XGqxzD_69CT3CuXZ05O0rZnNVwsuzBiUYEPSMdpHwk7EIBfRF0w/w278-h449/Gaceta%20del%20Gobierno%2022%20de%20febrero%20de%201823.png" width="278" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Edición de la <i>Gaceta del Gobierno</i> del 22 de febrero de 1823, con la última proclama de la Junta Gubernativa.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Dentro de las filas del ejército, el general Andrés de Santa Cruz había destacado como comandante de la división peruana que había auxiliado a las fuerzas bolivarianas en la batalla de Pichincha. Por ausencia del coronel Borgoño, era el segundo al mando del ejército. A diferencia del mariscal Arenales, Santa Cruz tenía aspiraciones políticas, evidenciando con los años gran sagacidad y capacidad organizativa como gobernante. Sin embargo, en 1823, no tenía la figuración posterior, y estaba convencido que se requería unificar el mando en la figura de Riva Agüero. Para llegar a tal fin, preciso era adoptar una actitud sediciosa frente al Congreso, y en tal sentido, intentó influir en Arenales para que encabezase tal pronunciamiento.</span><p></p><p><span style="font-family: arial;">Por su lado, Arenales, viejo soldado de carrera, atrapado en el conflicto interno entre la disciplina y fidelidad que debía a las autoridades legalmente instituidas, y la impotencia frente a la indolencia y ceguera del Congreso frente a las necesidades del ejército bajo su mando, </span><i style="font-family: arial;">"parecía aborrecer su destino"</i><span style="font-family: arial;">. Ante las insinuaciones para que encabezase el inminente estallido, rehusó con indignación: <i>“Varios subalternos se habían atrevido á hacerme esta proposicion, y ella misma apresuró mi renuncia. Antes que aceptar un peso superior á mis luces, y unos medios tan humillantes de obtenerle, hubiera preferido la muerte. Jamas el espíritu de ambicion tuvo la garantía de tocar á mi corazon y tentarme á sacrificar la negra aclamacion de un momento catorce años de servicios y trabajos sobre las aras de la patria, que no basta que sea independiente sino es libre, y nunca lo será mientras sus derechos sacrosantes se vean sometidos á la influencia y arbitrariedad militar”</i>.</span></p><p><span style="font-family: arial;">A las ocho de la mañana del miércoles 26 de febrero de 1823, en el campamento de Miraflores, un dolido Arenales envió un oficio a la Junta, recordando sus exhortaciones desatendidas, y la renuncia condicional formulada el anterior 8 de febrero. </span><i style="font-family: arial;">“Hoy ha llegado ya el lance de que por no haberse puesto en ejecucion aquellas medidas, me obligan indefectiblemente las circunstancias á hacer la renuncia, como la hago en forma, de dicho destino, y suplico á V. E. se digne concedermelo sin mas dilacion, reiterando en su defecto aquella protesta de no ser responsable de ningun resultado desde esta hora”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Momentos después, desde el cuartel general de Miraflores, el general Andrés de Santa Cruz, los coroneles Agustín Gamarra, Ramón Herrera, Federico de Brandsen, y Félix Olazábal, y los tenientes coroneles Juan Bautista Eléspuru, Ángel Antonio Salvadores, Antonio Gutiérrez de la Fuente, Ventura Alegre, José María Plaza, Salvador Soyer y Eugenio Garzón, además del derrotado general Enrique Martínez, firmaron una representación al Soberano Congreso: <i>“Los Jefes del Ejército-Unido, y á su nombre los que suscriben, dejarían de ser fieles á la patria, y poco adictos á la soberanía de ella, representada dignamente en el Soberano Congreso constituyente, sino patentizasen por medio de esta representacion el espíritu patriótico que los anima en defensa de la libertad é independencia, como en apoyo de la Representacion Nacional”</i>.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGwB5Axj6vW3O1VHmbi3qoVL7HHnxVvtytENjM7M-gHKfGCZvxnhhAj4L5gj7TbYPHxR_d9RVg4PPsCzKJOTb-y3vWd48f_XcBaQMSPot_0s8ucZ1yIStpjimUmbs8HENxs6hwxS6eb3YI5t7Vb6E6dGa5Ubanl62f5k5D09Hugx7kbYutMclRlzeF-g/s1600/Oficiales%20firmantes.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1579" height="487" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGwB5Axj6vW3O1VHmbi3qoVL7HHnxVvtytENjM7M-gHKfGCZvxnhhAj4L5gj7TbYPHxR_d9RVg4PPsCzKJOTb-y3vWd48f_XcBaQMSPot_0s8ucZ1yIStpjimUmbs8HENxs6hwxS6eb3YI5t7Vb6E6dGa5Ubanl62f5k5D09Hugx7kbYutMclRlzeF-g/w481-h487/Oficiales%20firmantes.png" width="481" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retratos de algunos de los oficiales que firmaron el pronunciamiento del 26 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">Los firmantes manifestaron estar dispuestos a sacrificarse en la lucha, pero que no podían ser meros espectadores de la apatía e indiferencia advertidas en tan críticas circunstancias que comprometían la suerte del país. No habían sido conjeturas las previsiones sobre la suerte desdichada del Ejército del Sur; peor aún: no se tomaban medidas suficientes contra el posible avance realista a Lima. <i>“El Soberano Congreso sabe muy bien, que sin la confianza pública nada puede hacer para salvar el país. Es notorio que la Junta Gubernativa no ha merecido jamas la de los pueblos ni la del ejército que gobierna; y que en los momentos críticos, no son los cuerpos colegiados los que pueden obrar con secreto, actividad y energía, aunque los que lo componen se hallan adornados de virtudes y conocimientos. El carácter de la Junta Gubernativa, como el de todo cuerpo de esta especie, es la lentitud é irresolucion, y este vicio es inherente á todo cuerpo ó tribunal”</i>.</span></p><p><span style="font-family: arial;">La situación del Perú, continuaban los oficiales, <i>“requiere un jefe supremo que ordene y sea velozmente obedecido, y que reanime no solamente al patriotismo oprimido, sino que dé al ejército todo el impulso de que es susceptible”</i>. Criticaban la desatención al ejército, impago desde hacía dos meses, y sin los reemplazos necesarios para cubrir sus bajas, mientras que los realistas trabajaban por dominar al país independiente, por lo que sólo encontrarían en su camino <i>“teorías ó consuelos frívolos, que no sirven sino para encadenarnos”</i>. Por ello, pese a tener <i>“respeto á la Representacion Nacional, […] no pueden omitir esta manifestacion nacida de su acendrado patriotismo, porque consideran que solamente en la separacion del poder ejecutivo del seno del Soberano Congreso consiste la salud de la patria”</i>. Y añadían: <i>“El Sr. coronel D. José de la Riva-Agüero parece ser el indicado para merecer la eleccion de Vuestra Soberanía: su patriotismo tan conocido, su constancia, sus talentos, y todas sus virtudes garantizan su nombramiento del jefe que necesitamos”</i>. Reiterando que su único objeto era la libertad del Perú, el ejército recordaba al Congreso los sacrificios hechos, reiterando que no estaban dispuestos a <i>“capitular con el enemigo de la patria, ó continuar en una inaccion culpable”</i>, tras lo cual, procedieron a firmar. Debemos mencionar que según Gutiérrez de la Fuente, firmante del documento, la </span><span style="font-family: arial;">nominación de Riva Agüero se debió a que, al debatir quién podría encargarse del poder ejecutivo, ni Santa Cruz ni Gamarra se ofrecieron, ya que no deseaban que se interpretase el reclamo al Congreso como la maniobra egoísta de algún jefe.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5ppNq6TjsIqW53hIPtAQ3rjI5AU_iEd2NZh0tR0JO8kyfT1PWbu8Q26GNSZppUDfM5LOjoddFeex3lttk3xv3qNJVQb-yn2KnmnZJB1qKEg1vDuU9EhVlZn_kDbbWmHKmZbsJD27WY1GCmx54cVnKkaVPar5UkgfII4nzGOEK4uG_tarL1hgKsLd08w/s982/Primer%20oficio%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="860" data-original-width="982" height="341" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5ppNq6TjsIqW53hIPtAQ3rjI5AU_iEd2NZh0tR0JO8kyfT1PWbu8Q26GNSZppUDfM5LOjoddFeex3lttk3xv3qNJVQb-yn2KnmnZJB1qKEg1vDuU9EhVlZn_kDbbWmHKmZbsJD27WY1GCmx54cVnKkaVPar5UkgfII4nzGOEK4uG_tarL1hgKsLd08w/w389-h341/Primer%20oficio%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" width="389" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Representación al Congreso, 26 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">Esta vez, la posición del ejército no podía ser ignorada por el Congreso. Sin la presencia de Arenales, que rehusaba intervenir en tan enojosa situación, y sin la fuerza de la opinión pública, partidaria de Riva Agüero y adversa a la Junta tras los pésimos resultados militares, la única arma que quedaba al Congreso era la legalidad, y se intentó jugar dicha carta. La respuesta que el secretario del Congreso, Francisco Javier Mariátegui, envió al general Santa Cruz, ese mismo 26 de febrero, manifestó tanto el dolor con que el Congreso recibió <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>los conceptos equivocados en que se hallan los cuerpos del ejército"</i>, como la satisfacción ante los respetuosos sentimientos de los jefes, y pidió que confiasen en <i>"la deliberacion prudente i madura que a la mayor brevedad [el Congreso] se prepara a tomar segun la urjencia i gravedad del asunto"</i>.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_JNEGooDerUVxo-bgYH3js_-fVztuoPp-dUP5dZTsLfasfcE8s6n9rem3bIp1IUHQF7mdfmsmItJ-dyqJW0F9JTVUosQbQ3Ece8xpH9AJ8BXyt_a0LuZwFQYYQNe0dC_JQvN3ZaR1-5PrRTQ31nLxmy0IDLxdOXoM6MPSKanw36fKgcebreTyKET5tg/s661/Primera%20respuesta%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="275" data-original-width="661" height="153" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_JNEGooDerUVxo-bgYH3js_-fVztuoPp-dUP5dZTsLfasfcE8s6n9rem3bIp1IUHQF7mdfmsmItJ-dyqJW0F9JTVUosQbQ3Ece8xpH9AJ8BXyt_a0LuZwFQYYQNe0dC_JQvN3ZaR1-5PrRTQ31nLxmy0IDLxdOXoM6MPSKanw36fKgcebreTyKET5tg/w368-h153/Primera%20respuesta%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" width="368" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Primera respuesta del Congreso, el 26 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">A las once y cuarto de la noche del 26, el Congreso escuchó a los ministros que no habían tomado ni pensaban tomar providencias frente a la posición del ejército. Tampoco habían llegado a un acuerdo, pese a la urgencia de la situación. <i>“El estado de inquietud en que se halla la capital, y las consecuencias que pueden resultar de que el Congreso continúe discutiendo á media noche, ó precipite su resolución en materia de tanta entidad y trascendencia, le han decidido a levantar la sesión”</i>, informó a Santa Cruz. Los congresistas confiaban en ganar tiempo, convenciendo a los jefes que descansen con esa medida, evitando además que la resolución a tomar se atribuyese a la violencia militar.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwFM1v1domfv3amQhefzaF6dS6ZUISHGU41rGrvybKKOU6fWwkyr-zMGSfPQBsVexhTbT97_QN7-p7EMQOUH1In35ef29wufQGYoLwBRLBJXgjDMNKXBuEmAeV3E7a4A2GzzAXQX1vCQgTT38vUuJEtbA2P6rkT97FM-yiP8_9RiN9kDtxF0-PwundRw/s455/Segunda%20respuesta%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="455" data-original-width="451" height="371" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwFM1v1domfv3amQhefzaF6dS6ZUISHGU41rGrvybKKOU6fWwkyr-zMGSfPQBsVexhTbT97_QN7-p7EMQOUH1In35ef29wufQGYoLwBRLBJXgjDMNKXBuEmAeV3E7a4A2GzzAXQX1vCQgTT38vUuJEtbA2P6rkT97FM-yiP8_9RiN9kDtxF0-PwundRw/w368-h371/Segunda%20respuesta%2026%20de%20febrero%20de%201823.png" width="368" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Segunda respuesta del Congreso, el 26 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><p></p><p><span style="font-family: arial;">Sus esperanzas quedaron frustradas. Un memorial encabezado por el viejo Mariano Tramarría, </span><span style="font-family: arial;">encontró muchas firmas para apoyarlo; y al día siguiente, el hábil tabaquero congregó una bulliciosa multitud en la plaza de la Inquisición en respaldo de la acción del ejército. Por otro lado, las milicias cívicas secundaron la actitud de </span><span style="font-family: arial;"><i>“sus hermanos los individuos del ejército del centro, la guarnicion de la plaza del Callao y demas jefes militares”</i>: desde Bellavista, el subinspector general de cívicos, Juan de Berindoaga, conde de San Donás, y los jefes y oficiales de los distintos cuerpos cívicos, enviaron una representación al Congreso.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJpYb_VCtnWhr4tfKxpF_sSskbBcyvKdcRSYrVmgWQoS7iKz1SoYesre0u6MM1g1OoSmXo9eTwbJOa54wL2tnjuR7N3jLkbWbG-ea2b9VCEcn4hLdhLanUwT5cE2tQo6jN05aGkKesovipTLn8CV_uK_NK2v97zDKqjAV9aHVqMpaQam5hVAcqVuHgJw/s488/Representaci%C3%B3n%20de%20los%20cuerpos%20c%C3%ADvicos.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="474" data-original-width="488" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJpYb_VCtnWhr4tfKxpF_sSskbBcyvKdcRSYrVmgWQoS7iKz1SoYesre0u6MM1g1OoSmXo9eTwbJOa54wL2tnjuR7N3jLkbWbG-ea2b9VCEcn4hLdhLanUwT5cE2tQo6jN05aGkKesovipTLn8CV_uK_NK2v97zDKqjAV9aHVqMpaQam5hVAcqVuHgJw/s320/Representaci%C3%B3n%20de%20los%20cuerpos%20c%C3%ADvicos.png" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Representación de los cuerpos cívicos en respaldo de la actitud del ejército.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Al mismo tiempo, en el campamento de Miraflores, el mariscal Arenales no recibía la respuesta a su renuncia de la víspera. Deseando dejar en claro que no estaba involucrado de modo alguno con la actitud de sus antiguos subalternos, se dirigió a las tropas informando de su renuncia, y que la había repetido ese mismo día a las once de la mañana. <i>“Lo hago saber al ejército para que así lo tenga entendido, y que no se obedezca órden alguna dada á mi nombre”</i>. Al día siguiente, mientras se decidía la elección presidencial, el viejo soldado pidió al Congreso se le expidiera el permiso respectivo para retirarse del Perú; sin recibir respuesta, Juan Antonio Álvarez de Arenales, mariscal de los ejércitos de la República del Perú y de la República de Chile, y general de los ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, abandonó para siempre el Perú. En abril publicaría un manifiesto para explicar las causas <i>"que me ha impelido á dejar precipitadamente las ingratas costas del país donde llevamos el pendon de la libertad, y presentarme en el generoso Chile que nos había enviado</i></span><i style="font-family: arial;">"</i><span style="font-family: arial;">.</span><p></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5r3JNifY57-Xw3esngX_qECznGCAdi2bg76oYUMuieiKVwyTpn1RXeZnXV8QXIft6Z-wb3f-nr_nNMuEPROdOBfA0GSKL5ATiehTXvKT6--MDW_cVYYK_hsZNcm8Nf2xppS1v7QGoDrBTCp8PqGq-F5ksamrGPeWpSsy1MjXg8M0ktBwbNvVuCUsy1w/s2792/Manifiesto%20Arenales.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="968" data-original-width="2792" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5r3JNifY57-Xw3esngX_qECznGCAdi2bg76oYUMuieiKVwyTpn1RXeZnXV8QXIft6Z-wb3f-nr_nNMuEPROdOBfA0GSKL5ATiehTXvKT6--MDW_cVYYK_hsZNcm8Nf2xppS1v7QGoDrBTCp8PqGq-F5ksamrGPeWpSsy1MjXg8M0ktBwbNvVuCUsy1w/w485-h168/Manifiesto%20Arenales.jpg" width="485" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Manifiesto del mariscal Arenales, fechado el 16 de abril de 1823.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Por su parte, la molestia ante la demora del Congreso llevó a Santa Cruz a ordenar la marcha del ejército hacia la hacienda de Balconcillo, a poco más de dos kilómetros de Lima. La denominación histórica de <i>“motín de Balconcillo”</i> que se da a este pronunciamiento, surgió de este momento. En Balconcillo, el general firmó un nuevo oficio al Congreso, insistiendo en el pedido anterior: </span><i style="font-family: arial;">“Los enemigos de la patria no duermen; y Vuestra Soberanía puede evitar los peligros con que nos amenazan”</i><span style="font-family: arial;">. Envió al teniente coronel Juan Bautista Eléspuru con un recado verbal para el presidente del Congreso, doctor Araníbar: </span><i style="font-family: arial;">"que dentro de media hora debía resolverse, si no se quería que el ejército tomase resoluciones del momento"</i><span style="font-family: arial;">.</span><p></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXSlmXS9r9V8cuQ2zZsM3AAloLyLYaAHGsYG6zLPuV2WpwioZq31BYbzDHjQ3ST6LAawZ5T28K-AlTU9wUGIjSCsotmSSJgUxwNdhRe8J8UpPyKHsW9JbWWwYdvogqxq4YK53-_h6D-Ab8vzA_RW-oD4lsfpq0nkxFUcEz04wGafpSHvNNlsaqJx5HTQ/s517/Segundo%20oficio%2027%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="399" data-original-width="517" height="292" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXSlmXS9r9V8cuQ2zZsM3AAloLyLYaAHGsYG6zLPuV2WpwioZq31BYbzDHjQ3ST6LAawZ5T28K-AlTU9wUGIjSCsotmSSJgUxwNdhRe8J8UpPyKHsW9JbWWwYdvogqxq4YK53-_h6D-Ab8vzA_RW-oD4lsfpq0nkxFUcEz04wGafpSHvNNlsaqJx5HTQ/w378-h292/Segundo%20oficio%2027%20de%20febrero%20de%201823.png" width="378" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Oficio al Congreso, 27 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">En el Congreso, el debate fue intenso. El diputado José Pezet pidió la lectura de la representación de Tramarría, lo que fue rechazado por la Mesa por infringir la ley del 19 de diciembre. Un grupo de diputados, entre los que figuraban Luna Pizarro y Mariátegui, pidieron no tomar resolución por la falta de libertad en que se hallaban por la presión militar; otro grupo insistió en acceder a la solicitud de los jefes. </span><span style="font-family: arial;">Entonces, Luna Pizarro presentó un voto, firmado por dieciocho diputados más, insistiendo en la carencia de libertad en la deliberación de un asunto de tanta importancia, pidiendo no deliberar la cuestión mientras la fuerza armada no sobreseyese sus pretensiones, proponiendo luego debatir la variación del gobierno </span><i style="font-family: arial;">“si lo tuviese por conveniente”</i><span style="font-family: arial;">, protestando contra toda violencia o miedo grave. Mariano José de Arce fue más lejos: sostuvo que ante la presión militar, sólo </span><i style="font-family: arial;">“soy un simulacro de representante del Perú y juzgo que el Congreso solo es un simulacro”</i><span style="font-family: arial;">. </span><p></p><p><span style="font-family: arial;">Mientras el debate se prolongaba, el general Santa Cruz, impaciente por terminar el asunto, ingresó con sus fuerzas a Lima, ocupó las calles y plazas, y detuvo en su alojamiento al mariscal La Mar, presidente de la Junta.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilasablTD2RnEgUM735Y0DQWw4OjcO2cvCh0T0OsdoL6rUwW2hPBrObjYWJ612k2uRfAmIPYbiPhTVFrCj7pzMs-uog5INASf8q37bZ5GDTDzrohT6CznkBPFAWjUq1dyMsPhmMGkucaykIzyuMvKH-YRfzILCT1hTqWb3vuYjcg7NNUIlLf1ASvzWug/s1056/Batallones%201822.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="1056" height="337" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilasablTD2RnEgUM735Y0DQWw4OjcO2cvCh0T0OsdoL6rUwW2hPBrObjYWJ612k2uRfAmIPYbiPhTVFrCj7pzMs-uog5INASf8q37bZ5GDTDzrohT6CznkBPFAWjUq1dyMsPhmMGkucaykIzyuMvKH-YRfzILCT1hTqWb3vuYjcg7NNUIlLf1ASvzWug/w381-h337/Batallones%201822.jpg" width="381" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Uniformes de los batallones N.° 2 y N.° 3 del Perú, que actuaron en los hechos de febrero de 1822.<br />(dibujo del autor)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">En el Congreso, Hipólito Unanue propuso una solución contemporizadora para evitar <i>“la división de anarquía que amaga”</i>: la retirada inmediata del ejército a sus cuarteles, el retorno de la Junta Gubernativa al seno del Congreso, y el encargo de la administración del poder ejecutivo al jefe de mayor graduación hasta la deliberación definitiva de la representación nacional. </span><span style="font-family: arial;">Mariano Quesada salvó su voto, aduciendo que ningún funcionario podía ser suspendido o separado sin el previo juicio de residencia. </span><span style="font-family: arial;">Se aprobó la propuesta de Unanue, propuesta calculada para dar al Congreso las apariencias de una libertad inexistente, pues en el fondo se aceptaba la imposición militar.</span><p></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEii1o1OALK1KaiqIdIMhO9_dU2KIjEo4oUfzTnfmSolb5GK94S9qmOKlS0dQnA-hMZlT-xtWkzk2XZ15ylPxd3Zf6RC67G-i0s5Xlw8eT4Hmv1yZecITcmg_4MB2vbmHnZ0Hpf4NRTtCX7orFKSg1yV5XEuFThv0MmtLIjbHgFltHBovSTaIrEQ98UQoA/s855/Decreto%20del%2027%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="646" data-original-width="855" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEii1o1OALK1KaiqIdIMhO9_dU2KIjEo4oUfzTnfmSolb5GK94S9qmOKlS0dQnA-hMZlT-xtWkzk2XZ15ylPxd3Zf6RC67G-i0s5Xlw8eT4Hmv1yZecITcmg_4MB2vbmHnZ0Hpf4NRTtCX7orFKSg1yV5XEuFThv0MmtLIjbHgFltHBovSTaIrEQ98UQoA/w403-h305/Decreto%20del%2027%20de%20febrero%20de%201823.png" width="403" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Decreto del 27 de febrero de 1823.</span></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: arial;"><br /></span><p></p><div><span style="font-family: arial;"><h3 style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;">El primer presidente del Perú.</span></h3><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"></span></p><p style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;">La noche del 27 de febrero, se reunió el Congreso para tomar juramento al jefe de mayor graduación, mariscal José Bernardo de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre Tagle. Luna Pizarro, una vez más, intentó ganar tiempo, presentando en vano una moción para que no se prestase el juramento; derrotado, se retiró del Congreso, y con licencia, partió a Chile. Ante una carta que afirmaba la retirada de las tropas, se hizo entrar al mariscal Tagle, quien prestó el juramento como encargado del mando supremo, manifestando estar animado de los mejores sentimientos para contribuir a la felicidad del país, y que pese a estar convaleciente de una grave enfermedad, se ponía al servicio del Congreso y de la Patria.</span></p><p style="font-family: "Times New Roman";"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8z86tLuhp4Cv92EfJ_mpqnVHaICi9XuHByzcTrgqTOZswOA2dI1byTwCs9EZpugkjUBz3Ld5kq5SCS2SBVf3p0Us0ussA_C6jB0FvYQFHHpRPXqh2HXHg853_2VJy5p5gNVtWrox3YNV_bcTvKhlGZEqPnoYDl_0NizZB8h-ftQGDOGgC1dqoz__wYA/s809/Retrato%20del%20marqu%C3%A9s%20de%20Torre%20Tagle.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="809" data-original-width="631" height="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8z86tLuhp4Cv92EfJ_mpqnVHaICi9XuHByzcTrgqTOZswOA2dI1byTwCs9EZpugkjUBz3Ld5kq5SCS2SBVf3p0Us0ussA_C6jB0FvYQFHHpRPXqh2HXHg853_2VJy5p5gNVtWrox3YNV_bcTvKhlGZEqPnoYDl_0NizZB8h-ftQGDOGgC1dqoz__wYA/w317-h406/Retrato%20del%20marqu%C3%A9s%20de%20Torre%20Tagle.png" width="317" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato del marqués de Torre Tagle, José Bernardo de Tagle y Portocarrero, existente en el Instituto Sanmartiniano del Perú.<br />(fotografía del autor, 2019)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;">La sesión del viernes 28 de febrero, abrió con el pedido de la antigua Junta Gubernativa por la formación de un juicio de residencia, lo que fue remitido a la comisión de Justicia. </span><span style="font-family: arial;">En esa sesión clave, el general Santa Cruz se presentó personalmente al Congreso, y con frases acomedidas, recalcó los sentimientos del ejército por la salvación de la Patria, que protestaban obedecer lo que el Congreso decretase. Sin embargo, advirtió que de no nombrarse a Riva Agüero, los jefes y oficiales renunciarían a sus empleos y pedirían sus pasaportes. Intentando calmar los ánimos, el presidente del Congreso, doctor Araníbar, manifestó el agrado ante los sentimientos de subordinación manifestados por el ejército. Antes que el general Santa Cruz se retirase, el diputado Carlos Pedemonte criticó la conducta de los jefes como poco subordinada, aunque disculpable por el ardor del ejército por una medida que creían capaz de salvar a la Patria.</span></p><p style="font-family: "Times New Roman";"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiG1fE_KZsjMLG8iTaVE35AYaVK91fTXuBoNLEaY4HPoepUifJAfXboR8gGWOts2E5VlpjNpFjfb7noce7mrjn8UmmV87JDKQBzaRXhC2j9iE-NCtn2kOu7eMm03s5bWZE90zzRy5_wCCqiQxpMXdOw3jcJ78jXDAapatXnQJ7evzQzXw_vTaSUMnb7mA/s1024/Rugendas%20-%20El%20mercado%20principal%20de%20Lima%201843.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="749" data-original-width="1024" height="346" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiG1fE_KZsjMLG8iTaVE35AYaVK91fTXuBoNLEaY4HPoepUifJAfXboR8gGWOts2E5VlpjNpFjfb7noce7mrjn8UmmV87JDKQBzaRXhC2j9iE-NCtn2kOu7eMm03s5bWZE90zzRy5_wCCqiQxpMXdOw3jcJ78jXDAapatXnQJ7evzQzXw_vTaSUMnb7mA/w473-h346/Rugendas%20-%20El%20mercado%20principal%20de%20Lima%201843.jpg" width="473" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Esta pintura de Rugendas (1843), ilustra el mercado principal de Lima ubicado en la plaza de la Inquisición, apreciándose la iglesia de la Caridad, sede del Congreso en 1822. Observando esta pintura, no es difícil imaginar el aspecto de la plaza en los días de febrero de 1823, con la presión militar y popular a los diputados en pro de la elección de José de la Riva Agüero.<br />(<i>Lima la Única</i> - Facebook)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;">Habiéndose retirado el general, Sánchez Carrión tomó la palabra. Reflexionando sobre los hechos, manifestó que entre licenciar al ejército (que en su opinión, era lo mismo que fracasar la independencia) o acomodarse con los deseos militares, el Congreso debía decidirse por el mal menor. Manuel Pérez de Tudela criticó la imprudencia de <i>“un señor diputado”</i> (refiriéndose a Luna Pizarro) como causa de los excesos producidos por el ejército el día anterior; afirmó que se debía proceder a la elección pedida. Unanue se adhirió a lo anterior y encomió los méritos de Riva Agüero, añadiendo que de ningún modo se debía considerar la elección como resultado de la presión del pueblo y de los jefes militares (Gonzalo Bulnes se mofaría de esta frase del <i>"blando Unanue"</i>). Eduardo Carrasco y varios diputados elogiaron la figura de Riva Agüero.</span></p><p class="MsoNormal">Y así, se procedió a llevar a cabo la elección: por treinta y dos votos (a los que se añadieron tres diputados que llegaron tarde y dos diputados que enviaron su voto por escrito), se aprobó dar al coronel de milicias José de la Riva Agüero el título de Presidente de la República con el tratamiento de <i>Excelencia</i>. Se procedió a extender el decreto respectivo, que fue comunicado tanto al encargado del mando, mariscal Tagle, como al general Santa Cruz, el que envió un nuevo oficio, felicitando al Congreso por la decisión.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkUWCRAoLgOYKk2V8905eaJkVCEAKbDBecJ7gyxlwE1VAEbJ97Qbb_J0VNCDRIT42e3AywnGFJweSsETC4bfVIi3PsJJGWzQkbReCN6ThCvdsstRJqjA6a6y3P8yT6Vw1jA6Eec6vgqJAHLBCT2oaBruYLI2-dKknZLVQTBVF_JSSoYjemNlkifWFraw/s890/Decreto%20del%2028%20de%20febrero%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="530" data-original-width="890" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkUWCRAoLgOYKk2V8905eaJkVCEAKbDBecJ7gyxlwE1VAEbJ97Qbb_J0VNCDRIT42e3AywnGFJweSsETC4bfVIi3PsJJGWzQkbReCN6ThCvdsstRJqjA6a6y3P8yT6Vw1jA6Eec6vgqJAHLBCT2oaBruYLI2-dKknZLVQTBVF_JSSoYjemNlkifWFraw/w435-h260/Decreto%20del%2028%20de%20febrero%20de%201823.png" width="435" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Decreto del 28 de febrero de 1823.</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Ese mismo viernes 28 de febrero de 1823, José de la Riva Agüero juró la Presidencia de la República. El presidente del Congreso dio entonces un discurso grandilocuente en que rozaba los límites de la adulación al comparar al nuevo presidente con el general romano Escipión el Africano, vencedor de Aníbal en la segunda guerra púnica: <i>"¡Quiera el cielo, que así como Roma formó un calendario particular para celebrar el día de la batalla de Sama en honor de la república y de Scipion; el Perú lo forme igualmente del día en que se reconozca por todas las naciones su independencia, en honor de la república y del Presidente Riva-Agüero!"</i>. Riva Agüero respondió con un breve discurso prometiendo corresponder a la honra con que el Congreso lo había distinguido, pidiendo al cielo días venturosos para el Perú, que la nueva Constitución afianzase las libertades peruanas, y la dicha de retirarse a la vida privada con la satisfacción de no dejar ni un solo tirano en el Perú.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXe2a5OfUhy3xTdk4LcdiF1KsPDdvzJQt-h8czuPhoHI1acqweQ5ws0mqdpuXkta3SLaSnwiqwDqiT4TqNZnfe6w9AgPKAZIyZgEyb_0AAMVsTfMoYFPegMZIqil1zImbUqZ--xldFH8jCp8L4XN_i7ATsq6-_tc7U5SpEOSZHy2mJnt3jgOH4sCigGQ/s916/Ley%20del%204%20de%20marzo%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="916" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXe2a5OfUhy3xTdk4LcdiF1KsPDdvzJQt-h8czuPhoHI1acqweQ5ws0mqdpuXkta3SLaSnwiqwDqiT4TqNZnfe6w9AgPKAZIyZgEyb_0AAMVsTfMoYFPegMZIqil1zImbUqZ--xldFH8jCp8L4XN_i7ATsq6-_tc7U5SpEOSZHy2mJnt3jgOH4sCigGQ/w421-h160/Ley%20del%204%20de%20marzo%20de%201823.png" width="421" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ley del 4 de marzo de 1823.</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">La adulación no había hecho más que empezar: el 4 de marzo de 1823, a propuesta del diputado Toribio Dávalos, el Congreso ascendió al coronel de milicias Riva Agüero al máximo grado del escalafón militar peruano: gran mariscal de los ejércitos del Perú; el mismo decreto estableció el uso de la banda bicolor como símbolo del poder presidencial. En cartas publicadas en la edición de la <i>Gaceta del Gobierno</i> publicada el 5 de febrero, Riva Agüero aceptaba la banda bicolor pero rechazaba el mariscalato aduciendo su falta de méritos militares, a lo que el doctor Araníbar respondió que el ascenso se debía a sus méritos y <i>“por decoro necesario a la alta dignidad que hoy ocupa, y como un honor debido al rango elevado del primer magistrado de la República”</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRoVa6GtxFd2jRQ5Hu3Bp7NUrD9SxwjqDO76Zl5SycYY-fH_J4onu6G_X1burppvmNJSPwMo4drU2Ldp7h6rpJqeEB6BjTM1V7vhUt5zUKlEyKXGsrdNBSnQR5pRqHNb877qetpjBwB6eRbG12pMZVIkZeBrBlJQrgmt1aT8lwo2ZnBvn4JrtxGQKSnA/s1147/Firma%20de%20Riva%20Ag%C3%BCero.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="672" data-original-width="1147" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRoVa6GtxFd2jRQ5Hu3Bp7NUrD9SxwjqDO76Zl5SycYY-fH_J4onu6G_X1burppvmNJSPwMo4drU2Ldp7h6rpJqeEB6BjTM1V7vhUt5zUKlEyKXGsrdNBSnQR5pRqHNb877qetpjBwB6eRbG12pMZVIkZeBrBlJQrgmt1aT8lwo2ZnBvn4JrtxGQKSnA/w365-h213/Firma%20de%20Riva%20Ag%C3%BCero.png" width="365" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Firma del gran mariscal José de la Riva Agüero, primer presidente de la República.</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">De esta manera, en palabras de Nemesio Vargas, <i>“el celo por
guardar la soberanía, fué causa de que el país cayera bajo el despotismo
militar; por querer levantar demasiado la espada de la ley, los representantes
sometieron el país á la ley de la espada”</i>. Los conspiradores habían aprovechado la ceguera del Congreso ante las necesidades bélicas, la debilidad de la Junta en la conducción de la guerra, la creciente inquietud de Arenales ante la situación del ejército. De ese complejo cóctel, y con la fuerza del ejército, había emergido una nueva institución: la Presidencia de la República, aunque sin asignarle funciones o duración. Pocos notaban que la imposición de la elección de Riva Agüero era también el germen de nuevas alteraciones: el número de diputados opuestos no dejaba de ser considerable. Luna Pizarro y otros diputados partieron al extranjero en señal de protesta. Varios de los diputados que continuaron asistiendo a las sesiones, no olvidarían la imposición de febrero de 1823, y esperarían el momento para su revancha.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigy4jTJ6nkl9c5i2DoAYSYVpeHkO0T6-G4rqoxiPXzdqU3GcAUfi9UQSpQGxxr-F5Ql4ZrDqukaj9b9B9bBDakqRfew_XTGdU8FoHC_JSS5OHO8txjm-zHfz0cgEetEUPy00N-LQs8v1QHsk6PsM-RfXkp45fpdSfQMOJP8VtGP5LPUkqCtBPUeMDXoA/s728/Jos%C3%A9%20de%20la%20Riva-Ag%C3%BCero.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="728" data-original-width="684" height="414" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigy4jTJ6nkl9c5i2DoAYSYVpeHkO0T6-G4rqoxiPXzdqU3GcAUfi9UQSpQGxxr-F5Ql4ZrDqukaj9b9B9bBDakqRfew_XTGdU8FoHC_JSS5OHO8txjm-zHfz0cgEetEUPy00N-LQs8v1QHsk6PsM-RfXkp45fpdSfQMOJP8VtGP5LPUkqCtBPUeMDXoA/w389-h414/Jos%C3%A9%20de%20la%20Riva-Ag%C3%BCero.jpg" width="389" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><i>"La historia de vida de José de la Riva Agüero es la historia de la independencia y de la naciente república. Su trayectoria política pasa por los Gobiernos de los últimos virreyes - Abascal, Pezuela y La Serna -, las guerras de independencia, la expedición libertadora y Gobierno de San Martín, el establecimiento de la república con la junta gubernativa y el primer Congreso Constituyente, su propio Gobierno como primer presidente del Perú, los inicios de la dictadura de Bolívar, casi todos los Gobiernos republicanos, la confederación Perú-Bolivia y el período "castillista" entre las décadas de 1850 y 1850. Es un testigo de excepción y protagonista de este proceso de larga duración: el de la consolidación de la independencia en la república peruana. Parte importante de esa historia del Perú que él representa es la de los liderazgos políticos"</i> (Hernández).<br />(grabado publicado en la <i>Historia del Perú independiente</i> de Paz Soldán, 1870)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal"><b style="font-family: arial;">FUENTES CONSULTADAS.</b></p><p><span style="font-family: arial;"></span></p><div style="font-family: arial;"><ul><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Basadre Grohmann, Jorge (2005). </span><i style="font-family: arial;">Historia de la República del Perú 1822-1933</i><span style="font-family: arial;"> (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Bulnes, Gonzalo (1897). <i>Últimas campañas de la independencia del Perú (1822-1826)</i>. Santiago de Chile: Imprenta y Encuadernadora Barcelona.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Colección Documental de la Independencia del Perú (1973-1975)<i>. Primer Congreso Constituyente</i> (3 volúmenes). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (1984). <i>El Ejército en la Independencia del Perú </i>(tomo IV, volumen 2).Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.</li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Hernández García, Elizabeth (2019). <i>José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete (1783 - 1858). Primer Presidente del Perú</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Lorente, Sebastián (1876). <i>Historia del Perú desde la proclamación de la independencia. Tomo I. 1821-1827</i>. Lima: Imprenta Calle de Camaná.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Herrera, José Hipólito (1862). </span><i style="font-family: arial;">El álbum de Ayacucho. Coleccion de los principales documentos de la guerra de la independencia del Perú y de los cantos de victoria y poesía relativas a ella</i><span style="font-family: arial;">. Lima: Tipografía de Aurelio Alfaro.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Odriozola, Manuel de (1873). </span><i style="font-family: arial;">Documentos históricos del Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo V). Lima: Imprenta del Estado.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Paz Soldán, Mariano Felipe (1870). <i>Historia del Perú independiente: Segundo período, 1822-1827</i> (tomo I). El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale.</li><li>Paniagua, Valentín (2003). <i>Los orígenes del gobierno representativo en el Perú. Las elecciones (1809-1826)</i>. Lima: Fondo Editorial de la PUCP - Fondo de Cultura Económica.</li><li>Pruvonena, P. (1858). <i>Memorias y documentos para la historia de la independencia del Perú y causas del mal éxito que ha tenido ésta</i> (tomo I). París: Librería de Garnier Hermanos</li><li>Rávago Bustamante, Enrique (1959). <i>El Gran Mariscal Riva Agüero. Patriota, primer Presidente y prócer rebelde nacionalista</i>. Lima: Editorial Peruana "Para Todos".</li><li>Vargas, Manuel Nemesio (1906). <i>Historia del Perú independiente</i> (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.</li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Vargas Ugarte, Rubén (1971). </span><i style="font-family: arial;">Historia general del Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.<br /></span></li></ul></div></div></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-28526528024848859302023-01-31T23:00:00.026-05:002023-03-08T01:42:56.731-05:00La primera campaña del ejército peruano<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Bicentenario de las batallas de Torata y Moquegua (enero de 1823)</span>.</h1><h4><br /></h4><h4><span style="font-family: arial;">En medio de estos momentos críticos para el Perú, pasó inadvertido el bicentenario de la desafortunada primera campaña militar de la República del Perú, eventos olvidados entre la euforia de 1821 y los brillos de 1824. Para el profesor tacneño Peralta, se entiende ese olvido al tener en cuenta los resultados adversos de dicha campaña, la primera campaña a los Puertos Intermedios. <i>"</i></span><i style="font-family: arial;">Nuestros ejércitos sufrieron vergonzosas derrotas, inexplicables contrastes. Uno que otro hecho heroíco apenas servirá de sombra para realzar el cuadro lamentable de nuestras humillaciones y desvaríos"</i><span style="font-family: arial;">, diría Paz Soldán</span><span style="font-family: arial;">. Nemesio Vargas juzgaría la expedición como la <i>“última tentativa de Buenos Ayres y Chile para emancipar al Perú: primer esfuerzo de los ambiciosos para librarse del socorro de Colombia”</i>. </span></h4><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPEBUdxkStIzevi9GkBbieFgY4t6zhclQ05va67rViqwtnDFPab3yBafsH6CZhqUmB814DY2jSfSS5EcOY84kZF_haHobQfjfOMHv6A4pWXmeZn9X0pZ0d366H8KmZWzO5ZgQr4l8GtIo55wIo1gGMeH_UAxvQzSNov-ON_gZiXOgGnPNaO-pMr7PjOw/s1995/Mapa%20de%20la%20campa%C3%B1a%20de%201822-23.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1995" data-original-width="1775" height="463" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPEBUdxkStIzevi9GkBbieFgY4t6zhclQ05va67rViqwtnDFPab3yBafsH6CZhqUmB814DY2jSfSS5EcOY84kZF_haHobQfjfOMHv6A4pWXmeZn9X0pZ0d366H8KmZWzO5ZgQr4l8GtIo55wIo1gGMeH_UAxvQzSNov-ON_gZiXOgGnPNaO-pMr7PjOw/w412-h463/Mapa%20de%20la%20campa%C3%B1a%20de%201822-23.png" width="412" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">En base a este mapa de 1840, donde el geógrafo Agustín Codazzi trazó los escenarios de la etapa final de las campañas independentistas, se puede apreciar el plan sanmartiniano de las operaciones a los puertos intermedios; sin embargo, la operación se vio comprometida por diversas causas: la falta de cooperación de la división colombiana de Paz del Castillo (su ruta de regreso, ilustrada con la flecha azul) o el nulo apoyo de las fuerzas de las Provincias Unidas, inmersas en los conflictos entre unitarios y federales. Ello permitió a las fuerzas realistas, que aún dominaban gran parte del área andina (ver el espacio sombreado), concentrarse contra la amenaza de los puertos intermedios (la ruta de Canterac en refuerzo de Valdés, ilustrada con la flecha roja).<br />(David Rumsey Map Collection)</span></td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">Cuando el Protector San Martín partió del Perú, dejó un plan de campaña contra los realistas que sería recogido por la Junta Gubernativa (integrada por el mariscal José de la Mar, Manuel Salazar y Baquíjano, y Felipe Antonio Alvarado). El proyecto sanmartiniano era una compleja operación contra el ejército enemigo, donde actuarían tres elementos: elementos guerrilleros en el Alto Perú, un ejército en la sierra central, y un ejército que desembarcase en los puertos del sur del Perú, denominados Puertos Intermedios. Estas tropas, actuando en conjunto, debían atacar a las dispersas fuerzas virreinales, y el ejército que operaría sobre los Puertos Intermedios sería la fuerza principal, pues actuaría como cuña entre las tropas realistas, movilizándose por líneas interiores.</p><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">San Martín envió comisionados a Chile y a las Provincias Unidas del Río de la Plata, para lograr conseguir su concurso en dicho plan. En Chile, el ministro peruano José Cavero y Salazar, pese a la situación del gobierno, logró la colaboración del Director Supremo de Chile, general Bernardo O'Higgins. En las Provincias Unidas, ya inmersa en conflictos entre unitarios y federales, el comandante Antonio Gutiérrez de la Fuente sólo logró buenas palabras de los gobernadores federales de Mendoza, San Juan y Córdoba, y ninguna respuesta positiva en la unitaria Buenos Aires.</p><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">Hipólito Unanue, exministro de Hacienda, desde su curul parlamentaria, llamó la atención del Congreso para buscar fondos para la expedición a los Puertos Intermedios, proponiendo una contribución forzosa entre los comerciantes extranjeros. Finalmente, el 27 de septiembre, se exigió una contribución extraordinaria de los comerciantes de Lima, teniendo la Junta la libertad de medios para hacer efectiva dicha contribución. Ante las protestas, y tras algunos roces con los comerciantes ingleses, la contribución fue convertida en empréstito sin interés, pero a ser reembolsado en plazos determinados.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdzyvLa6Hv3m32gsaK-aPth9YCtqomCWDoajRI-GSw96VVvSecURJiF20k0q66cR8UlD40homi8OWjRDbHUYf7x85N27-bT4lQi_jgac_u5CuzXuupsIgDNqq1bzjHz5SYKsmsgMtIpuSbEAORVoz4fF9eUai2gcPgxwJA0V1DcwxuDX9urOz9kim25g/s789/Documento%2025%20enero%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="559" height="490" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdzyvLa6Hv3m32gsaK-aPth9YCtqomCWDoajRI-GSw96VVvSecURJiF20k0q66cR8UlD40homi8OWjRDbHUYf7x85N27-bT4lQi_jgac_u5CuzXuupsIgDNqq1bzjHz5SYKsmsgMtIpuSbEAORVoz4fF9eUai2gcPgxwJA0V1DcwxuDX9urOz9kim25g/w347-h490/Documento%2025%20enero%201823.png" width="347" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Documento de la Junta Gubernativa reconociendo la contribución de un ciudadano en el empréstito para financiar el Ejército del Sur.<br />(vendido en ebay.com)</span></td></tr></tbody></table><h3 style="font-family: arial; text-align: left;">Las fuerzas patriotas.</h3><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Con el regreso de la división peruana que participó en
Pichincha y con la llegada de una división colombiana de refuerzo, al mando del
general Juan Paz del Castillo, las fuerzas totales de los independentistas ascendían
a once mil hombres.</p></span></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"></p><ul style="text-align: left;"><li>Las tropas peruanas se distribuían entre los dos batallones
de la <i>Legión Peruana</i>, un batallón de Cazadores, los batallones 2, 3 y 4 de
línea, los dos escuadrones del regimiento de Húsares, y los escuadrones <i>Escolta
del General</i> y <i>Dragones de San Martín</i>. Total, 4300 hombres.</li><li>Las tropas argentinas pertenecían a los dos batallones del
Regimiento del Río de la Plata, el batallón 11, y el Regimiento de Granaderos a
Caballo. Total, 2000 hombres.</li><li>Las tropas chilenas formaban los batallones 2, 4 y 5. Total,
1800 hombres.</li><li>La división colombiana constaba de los batallones <i>Vencedor en Boyacá</i>, <i>Pichincha</i>,
<i>Yaguachi </i>y <i>Numancia </i>(conocido luego como <i>Voltígeros</i>). Total, 2200 hombres.</li></ul><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal">El historiador español Albí de la Cuesta apuntó que se trataba <i>"de un ejército multinacional, culminación
del proceso que había llevado a las tropas de los distintos territorios bajo
control independentista a unirse frente al enemigo común. Argentinos y chilenos
habían luchado codo a codo en Chile; neogranadinos y venezolanos, en Venezuela
primero y en Nueva Granada después; colombianos y peruanos en Quito. Ahora,
fuerzas de cuatro antiguas provincias formaban conjuntamente frente a los
realistas"</i>.<o:p></o:p></p><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span lang="ES">Para preparar la ofensiva prevista en los planes sanmartinianos, la Junta Gubernativa decidió formar dos cuerpos de ejército: el Ejército Libertador del Sur al mando del general Rudecindo Alvarado (hermano del triunviro Felipe Antonio), y el Ejército del Centro bajo las órdenes del mariscal Juan Antonio Álvarez de Arenales. El Ejército Libertador del Sur contaba con la totalidad de las fuerzas argentinas y chilenas, más el primer batallón de la <i>Legión Peruana</i>, lo que sería la fuerza principal en el ataque a las posiciones realistas en el sur del Perú. </span>El Ejército del
Centro, por su parte, tenía la misión de avanzar de Lima a la sierra central, atacando a las
fuerzas realistas en el valle del Mantaro, impidiéndole poder apoyar a las fuerzas realistas de Cuzco y Arequipa.</p></span></div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5QlramLGCdfHIJ6JEdJMVsg0aeoj7Wtv3CfXPFL4uYRvWFR-kfNKa4Dwn8-mAP5w4kmPMI7qIfGMco6PZ5wrrI2BhA0j6iZJwXjamhZz2chOWX1ctjcGRnOHTZYPGsKXmUX76kUpI901veTK6afACIXInhjwmx5Jn3-82wyT3x0XU81jsHat2LtLsxg/s1687/General%20Alvarado%201870.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: arial;"><img border="0" data-original-height="1687" data-original-width="1134" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5QlramLGCdfHIJ6JEdJMVsg0aeoj7Wtv3CfXPFL4uYRvWFR-kfNKa4Dwn8-mAP5w4kmPMI7qIfGMco6PZ5wrrI2BhA0j6iZJwXjamhZz2chOWX1ctjcGRnOHTZYPGsKXmUX76kUpI901veTK6afACIXInhjwmx5Jn3-82wyT3x0XU81jsHat2LtLsxg/s320/General%20Alvarado%201870.jpg" width="215" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Fotografía del general Rudecindo Alvarado, hacia 1870, en sus últimos años de vida.<br />(<i>Granaderos Bicentenario </i>- Facebook)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span lang="ES">La rapidez era esencial para la expedición, pero la sorpresa nunca existió: las noticias corrían de un campo a otro, además que era imposible disimular los preparativos de la expedición principal. Aún así, Alvarado debía evidenciar una actividad insuperable para lanzar un audaz golpe sobre las fuerzas realistas, sin permitirles desplegar sus unidades. Y con las huestes realistas de Arequipa destruidas, Alvarado podría avanzar, ya al norte para reforzar al Ejército del Centro, ya al sur para arrollar a los realistas del Alto Perú.</span></p><p class="MsoNormal">Oriundo de Salta, el general Alvarado tenía prestigio de valiente, ganado en las campañas en el Alto Perú y en Chile, bajo las órdenes de Belgrano, Rondeau y San Martín. En la batalla del Bío-Bío, el 19 de enero de 1819, Alvarado comandaba los <i>Cazadores de los Andes</i>, y lanzó un audaz asalto a las posiciones realistas, les hizo fuego a quemarropa y cargó a la bayoneta, decidiendo el triunfo. Lamentablemente, era un oficial idóneo para ser un subalterno eficaz, pero no para ser un general en jefe: <i>"aunque animado del más puro patriotismo y de las mejores intenciones, este hombre benemérito fue singularmente desgraciado como soldado",</i> diría Miller.</p><p class="MsoNormal">En carta al general Santander, el 11 de octubre de 1822, el Libertador Bolívar escribió sobre el comandante del Ejército Libertador del Sur: <i>"El general Alvarado manda el ejército; este oficial tiene la mejor reputación. Todos le conceden cualidades eminentes, pero es un general flamante y además es un general muy nuevo, que a los ojos de sus compañeros debe parecer como un subalterno y no como jefe. El ejército que manda Alvarado está muy mal compuesto; es aliado de cuatro naciones independientes; cada ejército tiene una opinión diferente y ninguno tiene interés nacional. Además los jefes son en gran parte viciosos y facciosos, de modo que Alvarado va a tener muchas dificultades para vencer"</i>. Nemesio Vargas criticaba que no se hubiese dado el mando a La Mar o a Arenales, de mayor capacidad militar; los congresistas, despertado el espíritu nacional con la partida de San Martín, preferían <i>"correr los peligros de una derrota, á dar
oportunidad á dos extranjeros de adueñarse del país y de ser los primeros
adalides de la América del Sur"</i>.</p></span></div></span></div></span></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Desde la Gran Colombia, el Libertador Bolívar había enviado
una división colombiana a órdenes del general Juan Paz del Castillo. Sin
embargo, esta división no intervino en la campaña puesto que su comandante
alegó nimios y fútiles pretextos para no cooperar: cuando dijo que no podía
marchar porque sus tropas se hallaban en malas condiciones y sin ropa, la Junta
le pidió enviar sólo al batallón <i>Numancia</i>; Paz del Castillo respondió que la orden
expresa de Bolívar era no disgregar su división. Se optó entonces por integrarlos en las fuerzas del Ejército del Centro, entregándosele los elementos y vestimentas
pedidas, pero Paz del Castillo se negó a ayudar, diciendo que el mariscal Arenales no era peruano. En carta a San Martín, el 23 de diciembre, Hipólito Unanue se quejaba: <i>"los auxiliares de Colombia han consumido mucho dinero, no quieren salir a campaña; ponen condiciones inauditas y nos han paralizado los movimientos del señor Arenales"</i>. Finalmente, la Junta, considerando que los colombianos
entorpecían las operaciones al crear dificultades, optó por licenciarlos y
devolverlos a su país el 8 de enero de 1823, en buques especialmente fletados por el gobierno
peruano.</p><p class="MsoNormal">En tal clima, en los primeros días de octubre, las tropas del Ejército Libertador del Sur se embarcaron en los transportes en la rada del Callao; el general Alvarado sería asistido por el general chileno Francisco Antonio Pinto como jefe de estado mayor. Al frente de las fuerzas chilenas, estaba el mariscal de campo Luis de la Cruz; al frente de las antiguas fuerzas rioplatenses, el general de brigada Enrique Martínez.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Las instrucciones que Alvarado recibió de la Junta
Gubernativa, se limitaron a aconsejarle prudencia en todas sus operaciones,
confiando en su criterio en lo referente a las operaciones militares. Pero el
Congreso que quería intervenir en todo, también le dio unas extensas
instrucciones en 17 artículos: el general quedaba autorizado para dar ascensos
en el campo de batalla, para proveer las vacantes en las filas, para nombrar
empleados civiles en las provincias liberadas, para hacer jurar la
independencia y reconocimiento al Congreso, para celebrar tratados (bajo el
principio de reconocer la independencia y el Congreso peruano), treguas y
armisticios. El Congreso recomendaba a Alvarado el trato benévolo a los
pueblos, la disminución en lo posible los males de la guerra, la protección a
los españoles que no se mostrasen enemigos de la causa, la publicación de los
decretos del Congreso y la difusión de la confesionalidad católica del nuevo
Gobierno.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Según las memorias del mariscal Miller, la expedición se
componía de 3859 hombres, distribuidos en los siguientes cuerpos:</p></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"></p><ul style="text-align: left;"><li>700 hombres del primer batallón de la <i>Legión Peruana</i>.</li><li>700 hombres del batallón N.° 4 de Chile (coronel José Santiago Sánchez).</li><li>400 hombres del batallón N.° 5 de Chile.</li><li>100 hombres de la artillería de Chile (teniente coronel José Manuel Borgoño).</li><li>350 hombres del batallón N.° 11 de Buenos Aires (coronel Román Deheza).</li><li>1100 hombres del Regimiento del Río de la Plata (compuesto
por los antiguos batallones N.° 7 y N.° 8 de Buenos Aires, bajo el mando del coronel Cirilo Correa).</li><li>509 hombres del Regimiento <i>Granaderos a Caballo </i> (al mando del coronel Mariano Necochea).</li></ul>Según el general e historiador argentino Bartolomé Mitre, las fuerzas argentinas ascendían a 1740 hombres: 900 del Regimiento del Río de la Plata, 380 del batallón N.° 11, y 460 de los Granaderos a Caballo. Miller apuntó que el escuadrón de los <i>Granaderos a Caballo</i>, al mando del teniente coronel Juan Lavalle, se reunió al ejército después del desembarco en Arica. Además, se suele dejar de mencionar al batallón N.° 2 de Chile, que también sirvió en la campaña.<p></p></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo32xJWTMVv5E1HL43qf4gYrTHezEDql-WaHpWcn1KCMPtDqIBKPEl4-Le71XK-qJBRfPAHquXt1O0_0nmu6De8NCAPEGWFmV1OogcnRPsAaKoqgcTJNoihLpP_aBtRoG-NPCXhQQSiUodVbTvAgLrSm6g4aHprSRKPT0VPipc7lAVAPD52_zt4nheAw/s1513/Campa%C3%B1a%20de%20Alvarado.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1513" data-original-width="981" height="383" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo32xJWTMVv5E1HL43qf4gYrTHezEDql-WaHpWcn1KCMPtDqIBKPEl4-Le71XK-qJBRfPAHquXt1O0_0nmu6De8NCAPEGWFmV1OogcnRPsAaKoqgcTJNoihLpP_aBtRoG-NPCXhQQSiUodVbTvAgLrSm6g4aHprSRKPT0VPipc7lAVAPD52_zt4nheAw/w248-h383/Campa%C3%B1a%20de%20Alvarado.jpg" width="248" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Mapa de la campaña librada por el general Alvarado en el sur del Perú entre noviembre de 1822 y enero de 1823.<br />(publicado en la <i>Historia Militar del Perú</i> del general Dellepiane)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span lang="ES">El 10 de octubre,
dos mil hombres partieron del Callao, a las órdenes del entonces coronel Guillermo Miller, y entre el 14 y el 17, partieron el resto de las fuerzas, escoltados por la fragata <i>O’Higgins</i>, bajo el mando del almirante Manuel Blanco Encalada. </span>El viaje por mar a Iquique demoró 53 días, colmado de incidencias. Primero, la averiada corbeta <i>Independencia </i>debió ser enviada al Callao, distribuyendo la tropa embarcada entre las otras naves. Luego, la colisión entre las fragatas <i>Mackenna </i>y <i>O'Higgins</i>, la noche del 30 de noviembre. Por último, llegó a escasear el agua al prolongarse el viaje.</p><p class="MsoNormal"><span lang="ES">Sin embargo, el ánimo iba alto. Miller recordaría: <i>"</i></span><i>La tropa se condujo perfectamente en el pasaje y un aire de
alegría reinaba en ella, al cumplimiento de todas sus obligaciones. Eran
sumamente adictos a sus oficiales, muy subordinados, limpios en sus personas y
sus cosas y sensibles al más pequeño acto de atención o bondad. Las tres
cuartas partes de la legión eran indígenas y muchos de ellos no podían hablar
otra lengua que la suya nativa (la quechua) cuando se reunieron al cuerpo; pero
aprendieron pronto las palabras de mando en español y su deber como soldados,
todo lo cual les enseñaron con arreglo a la ordenanza española. Generalmente
son de poca estatura, robustos y sin barbas, de color moreno y cutis
reluciente. El resto de la gente eran mulatos y unos pocos criollos blancos que
generalmente eran sargentos. La música era excelente y se componía de veintidós
individuos, de los cuales doce tocaban por nota. En horas de tedio y noches de
luna, la hacían tocar para que los indios cantasen sus yaravíes, mientras que
los locuaces mulatos contaban cuentos o cantaban con los blancos las canciones
favoritas de Lima, a cuya voluptuosa ciudad tienen los naturales una
entusiástica afición. Los oficiales en el alcázar cantaban canciones
patrióticas y nacionales, y la mayor parte tenía buena voz y mucho gusto para
la música. Esa rigidez y distancia que se guarda hacia el soldado, quizás útil
y aún necesaria en algunos ejércitos europeos, no existían entre los patriotas.
Frecuentemente hablaban con sus oficiales y recordaban los placeres y
ocupaciones de sus primeros años en los pueblos de su naturaleza; pero no por
ello se tomaban libertades o confianzas indebidas, antes al contrario esta
condescendiente familiaridad de los oficiales alimentaba el cariño de los
soldados sin que disminuyese su respeto. Estos vínculos de estimación entre
oficiales y soldados son muchas veces, en momentos de peligro, más fuertes y
efectivos que la deferencia o sumisión producida por una fría severidad, las
cuales si una vez llegan a romperse, no las reemplaza ningún sentimiento de
mero respeto o ciega obediencia"</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6WjLmtxcr5qsyMwlJi6eTAn2bnKlXXeTxOwheXkOSDX7LHoXO1wcAH6komNexsZtVQgHqtTl6CR5zhuDxaO1Zw2UFmwxT8kQA1EcO4_o-H8zJG4smqpCO3A4J7GzMlAFDS3td-rdZbeDQpRuOla7fiwshkZgyMsQuWyChT6gNnYMCNwQT29Yfc2CwXw/s1090/Mariscal%20Guillermo%20Miller.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1090" data-original-width="800" height="437" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6WjLmtxcr5qsyMwlJi6eTAn2bnKlXXeTxOwheXkOSDX7LHoXO1wcAH6komNexsZtVQgHqtTl6CR5zhuDxaO1Zw2UFmwxT8kQA1EcO4_o-H8zJG4smqpCO3A4J7GzMlAFDS3td-rdZbeDQpRuOla7fiwshkZgyMsQuWyChT6gNnYMCNwQT29Yfc2CwXw/w321-h437/Mariscal%20Guillermo%20Miller.JPG" width="321" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El futuro mariscal Guillermo Miller, inglés de nacimiento, combatió en la guerra de independencia y en las primeras guerras republicanas. Sus memorias, redactadas por su hermano John, recogen vividas descripciones de la vida de la sociedad y tropas peruanas.<br />(grabado publicado en la edición inglesa de sus memorias en 1829)</td></tr></tbody></table></span></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Recordaba el mariscal Miller en sus memorias: <i>“El plan de
operaciones de los independientes para la campaña que iban a abrir parecía
excelente. Las divisiones realistas estaban muy distantes unas de otras, y tan
diseminadas en uno de los países más montañosos del mundo que parecía muy fácil
atacarlos separadamente. Las esperanzas de los patriotas se avivaron y todo parecía
prometer un pronto fin a la lucha en el Perú"</i>. No obstante, como afirmó Gonzalo
Bulnes, <i>“Este vasto plan de campaña era bueno para ser desarrollado en un texto
de estratejia, porque tiene apariencias de sencillez i de grandiosidad capaces
de entusiasmar a un alumno de estudios militares; pero en la práctica ofrecia
los mas sérios inconvenientes i las mas insuperables dificultades”</i>, y pasaba a
reseñarlas. Concibiendo las posiciones realistas como una línea militar y
contando con el dominio del mar, se creyó posible cortarla a través de ataques
simultáneos, aislando las divisiones realistas e impidiendo su reunión. Sin
embargo, al estar en las alturas, la línea realista podía considerarse una posición
fortificada, cuyo asalto debía realizarse cruzando el desierto, lo que
retrasaría el avance patriota, dando tiempo a los realistas a concentrarse en
los puntos amenazados. Además, la coincidencia de los ataques debía ser <i>“tan
perfecta como rara vez se realiza aun en los ejércitos mejor preparados”</i>, quedando
las fuerzas patriotas, en cualquier caso, en situación desventajosa al
enfrentar cansadas tras el cruce de la cordillera a las frescas tropas
realistas, acostumbradas al clima serrano.</p><p class="MsoNormal">En todo caso, luego de tan ardua navegación, finalmente el 11 de noviembre, se arribó a Iquique. Allí, se esperaba contar con refuerzos chilenos, pero Alvarado no los encontró. La situación política en Chile, marcada por la oposición al régimen del general O’Higgins, impidió el envío del batallón N.° 7 de Chile (de hecho, pronto estallarían rebeliones en Concepción y Coquimbo, que forzarían al general O'Higgins a renunciar en una emotiva ceremonia ante el cabildo de Santiago el 28 de enero de 1823). Estos retrasos generaron tensiones entre el ejército de los Andes y el ejército chileno, que Alvarado resolvió dejando en Iquique al batallón N.° 2 de Chile con 160 hombres, bajo el mando del teniente coronel Bermúdez, para que levantase efectivos, y luego de cruzar la cordillera, colaborasen con los guerrilleros del Alto Perú, tras lo cual, se dirigió con lo principal de sus fuerzas a Arica.</p><p class="MsoNormal">Mientras tanto, el 3 de diciembre de 1822, Miller y la vanguardia del ejército habían desembarcado en Arica. Cuatro días después, Alvarado arribó desde Iquique. Su estancia de tres semanas en Arica aún
genera críticas entre los historiadores. El general Dellepiane apuntó que su
inacción merece la más dura crítica, que la campaña habría sido un éxito de
haber mostrado Alvarado una actitud más enérgica y decidida: <i>“La irresolución
del Caudillo originó el fracaso de la expedición; por ella, los realistas
tuvieron el tiempo necesario para reunirse, que era lo único que les hacía
falta”</i>. Sin embargo, su cautela parece que se debía a la necesidad de reunir animales y provisiones para entrar en campaña, especialmente por la estrategia que el brigadier realista Gerónimo Valdés había aplicado: <i>"Alvarado era general del Perú i se creía obligado a congraciarse el sentimiento de los habitantes. […] En cambio, Valdés se batía por i para España. Sacaba los recursos de donde los había, tomaba los hombres a la fuerza, imponía cupos, sin cuidarse de las simpatías del público, sabiendo que las tendría en caso de vencer, como sucedió"</i>, apuntó Bulnes.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid4-8kMGSwfZ43zs1sJcpcs0yGI-wFehYC4HvhburzO9ttsFElERAEWl3jirTLIAbWI7Vl7JuEXg_QeUQklyg5XC0m1LbKdbXhR2lmaNU4lyYl5JwPdM8ZujFDEtQyd9MdnfkOJaAp3_BlwIVIxlzb1qREVuHbZo4c-Z4aeLHnCs031c40cbxCGcx0Mw/s2716/Legi%C3%B3n%20Peruana.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1900" data-original-width="2716" height="335" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid4-8kMGSwfZ43zs1sJcpcs0yGI-wFehYC4HvhburzO9ttsFElERAEWl3jirTLIAbWI7Vl7JuEXg_QeUQklyg5XC0m1LbKdbXhR2lmaNU4lyYl5JwPdM8ZujFDEtQyd9MdnfkOJaAp3_BlwIVIxlzb1qREVuHbZo4c-Z4aeLHnCs031c40cbxCGcx0Mw/w479-h335/Legi%C3%B3n%20Peruana.png" width="479" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Uniformes de la <i>Legión Peruana de la Guardia</i>, conforme a las memorias del mariscal Miller.<br />Según la teoría militar de la época napoleónica, un batallón de infantería estaba compuesta por cuatro compañías de fusileros, una de granaderos y una de cazadores (esta organización fue acogida en el decreto de 18 de agosto de 1821 que creó la <i>Legión Peruana</i>); estas últimas compañías solían flanquear a los fusileros en la batalla. Los granaderos eran los hombres más altos y fuertes, que formaban unidades de élite. Los cazadores (llamados también escaramuzadores o voltigeros), por otro lado, servían como infantería ligera especializada en escaramuzas, y podían moverse independientemente para hostigar al enemigo.<br />(dibujo del autor)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">La aparente inacción de los patriotas desanimaba a los
lugareños y desmoralizaba a la tropa, dándose cada vez más casos de
indisciplina. Entonces el vehemente Miller habría increpado la pasividad al
general Alvarado, y éste, disgustado, habría manifestado al inglés que, si le
parecía bien, podía retirarse. La mediación de otros jefes, como el almirante
Blanco Encalada, llevó a un acuerdo: Miller, apartándose del plan, tomaría la
compañía de cazadores de la <i>Legión Peruana</i>, unos 120 soldados, y se trasladaría
al norte, para atraer la atención de los realistas, indagar sus movimientos, y sin
duda, reducir la fuerza con la que Alvarado se enfrentaría. Además, se enviaría al mariscal de la Cruz a Chile para solicitar del gobierno de O'Higgins, el envío de 800 soldados de infantería y (al menos) un escuadrón de caballería; la misión fracasó por la coincidencia en fechas de la derrota de Alvarado y la renuncia de O'Higgins. La fuerza de Miller se embarcó el 21 de diciembre, desembarcó en Quilca, y su intensa actividad, llegando a derrotar pequeños
destacamentos españoles, capturar algunos realistas e interceptar sus correos.
Contra la pequeña fuerza se movilizaron el brigadier José de Carratalá desde
Arequipa y el coronel Manzanedo desde Lucanas. Enterados de los resultados de
Torata y Moquegua, y estando Miller gravemente enfermo, la fuerza debió
reembarcarse al Callao, a donde arribó el 12 de marzo.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirk9rmr0A23JXqD6EnNj08YScHzdPtQQuXDKPjAkzNOHussjjBT5PoiyXcAMSRBxaS-YU2jHO3fzXPi2kyIKblfOhaSslQUdHaZYbDPwAxHTY69LbNOV0178OO2BQRuRbHz84XJ79xf7GZ4JuIbKheuEofDho9raLpnCNx1FX9PtZWOcQ1RLVwbr3KcQ/s667/Busto%20del%20mariscal%20Miller.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="514" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirk9rmr0A23JXqD6EnNj08YScHzdPtQQuXDKPjAkzNOHussjjBT5PoiyXcAMSRBxaS-YU2jHO3fzXPi2kyIKblfOhaSslQUdHaZYbDPwAxHTY69LbNOV0178OO2BQRuRbHz84XJ79xf7GZ4JuIbKheuEofDho9raLpnCNx1FX9PtZWOcQ1RLVwbr3KcQ/s320/Busto%20del%20mariscal%20Miller.png" width="247" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Busto del mariscal Guillermo Miller en el Instituto Sanmartiniano del Perú.<br />(fotografía del autor, 2019)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Por su parte, Alvarado decidió avanzar hacia zona más saludable para sus fuerzas que el malsano valle de Azapa. El 23 de diciembre, el Regimiento del Río de la Plata, los <i>Granaderos a Caballo</i> y 4
piezas de artillería, al mando del coronel Correa, emprendieron marcha hacia Tacna, punto que ocuparon al día siguiente, siendo recibidos con gran entusiasmo por el pueblo tacneño. El 1° de enero de 1823, estas fuerzas fueron reforzadas por
los batallones N.° 5 de Chile (el general Pinto afirmó en sus apuntes que ningún batallón chileno partió a Tacna, indicando que <i>"Se hallaba allí integro i completo lo que se llamaba ejército de los Andes, con la agregacion de un batallón peruano bien subordinado i regularmente disciplinado"</i>, refiriéndose a la <i>Legión Peruana</i>) y N.° 11 de los Andes, al mando del general Enrique Martínez, quien se hizo cargo de todas las tropas acantonadas en Tacna. Para entonces, los realistas estaban en acción.</p></span></div><div><span style="font-family: arial;"><h3 style="text-align: left;">La movilización realista.</h3></span></div><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">El Ejército Real del Perú se hallaba bajo el mando del teniente general José de la Serna, virrey del Perú desde enero de 1821, y ocupaba los territorios de la jurisdicción de las antiguas Audiencias de Cuzco y Charcas, esto es, el sur del Perú y el Alto Perú. Sus fuerzas se dividían en tres grandes agrupamientos: en el valle del Mantaro, el mariscal de campo José de Canterac con cerca de 5 mil efectivos; en Arequipa, el brigadier Gerónimo Valdés con 3 mil; y en Potosí, otros 3 mil hombres, al mando del general de brigada Pedro Antonio de Olañeta. Además, contaba con dest</span>acamentos y cuadros de batallones en Cuzco y La Paz.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlq0ehM4VmXrq4TuS_N3MifMxWlz3xJdFZWxflMIWZzATTtjGKaAa-gg_3VC09wtE45ZAhlrx02vg4Zf0oNgv9lSCImGcetFFXHRvC507bmcdYvVIW_3Es0tXMGV4wOa5RGAZlbZyhp1qLvOzLoo559yGD80K5yR5L1Cq4l3dDZY7fks1dAbcuoojKYQ/s675/Virrey%20La%20Serna.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="500" height="375" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlq0ehM4VmXrq4TuS_N3MifMxWlz3xJdFZWxflMIWZzATTtjGKaAa-gg_3VC09wtE45ZAhlrx02vg4Zf0oNgv9lSCImGcetFFXHRvC507bmcdYvVIW_3Es0tXMGV4wOa5RGAZlbZyhp1qLvOzLoo559yGD80K5yR5L1Cq4l3dDZY7fks1dAbcuoojKYQ/w277-h375/Virrey%20La%20Serna.jpg" width="277" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El teniente general José de la Serna fue el último virrey del Perú, desplegando desde el Cuzco, una gran actividad para mantener en pie las banderas realistas en el área andina, por lo que a su regreso a España, sería honrado con el título de conde de los Andes.<br />(Palacio del virrey Laserna, Jerez de la Frontera, España</span>)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">Miller afirmó, sobre la base de documentación que interceptó en Quilca, que <i>"Los realistas se alarmaron al aspecto amenazador de las circunstancias, y el virrey La Serna escribió desde el Cusco al ministro de Guerra de España que a no ser socorrido inmediatamente con refuerzos de tropas de la Península, sería imposible continuar mucho más tiempo lucha tan desigual; pues mientras sus tropas se hallaban fatigadas por la necesidad de hacer marchas a distancias casi increíbles, los patriotas como dueños del mar Pacífico podían fácilmente transportar sus ejércitos de un punto a otro, ya para atacar sus fuerzas en detalle, esparcidas por necesidad sobre una vasta extensión de territorio o va para retirarse oportunamente cuando se viesen muy acosados. El virrey se quejaba agriamente de la indiferencia con que se habían visto las repetidas reclamaciones que había hecho hasta aquel momento, pidiendo al rey le enviasen socorros, y concluía diciendo que su salud había padecido considerablemente en tan críticas y fatigosas circunstancias que se creía incapaz de llenar las difíciles obligaciones de virrey y, por lo tanto, hacía su dimisión por segunda vez, pidiendo que su majestad se dignase nombrarle sucesor”</i>.</p><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Sin embargo, el plan de los independentistas, dependiente en gran parte de la sorpresa, falló en ese crucial punto: <i>“El virrey la Serna no ignoraba el proyecto de los enemigos: sabia el estado en que la expedicion se hacia á la mar, de qué fuerzas se componía, cuál era su designio capital y el punto preferente de su desembarco; asi fué que se preparó con mucho acierto para recibirla”</i>, recordaría el general García Camba.</p><div>Y así, el virrey ordenó al brigadier Valdés, uno de sus
mejores oficiales, que se trasladase de La Paz a Arequipa para hacerse cargo de
las fuerzas allí existentes. Dichas fuerzas, ascendían a más de 2000 soldados (según Paz Soldán eran 1765 infantes y 757 jinetes), distribuidos en los siguientes cuerpos:</div><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"></p><ul style="text-align: left;"><li>Batallón de <i>Gerona </i>(unidad formada en la Península, aunque integrada por personal americano, al mando del coronel Cayetano Ameller y distribuida en cinco compañías).</li><li>Batallón del <i>Centro </i>(unidad formada por americanos, al mando del coronel Baldomero Espartero y distribuida en cinco compañías)<span lang="ES">.<o:p></o:p></span></li><li><span lang="ES">Escuadrón de
Cazadores montados (unidad formada por americanos, al mando del teniente coronel Feliciano Asin y Gamarra).</span></li><li><span lang="ES">Escuadrón de
<i>Dragones de Arequipa</i> (unidad formada por americanos, al mando del teniente coronel Manuel Horna)</span></li><li><span lang="ES">Tercer Escuadrón
de <i>Dragones de la Unión</i> (unidad formada por americanos, sobre la base de un escuadrón peninsular, al mando del teniente coronel N. Puyol).</span></li><li><span lang="ES">Compañía de
Zapadores (capitán N. Roldán).</span></li><li><span lang="ES">Dos piezas de artillería.</span></li></ul><p></p></span></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrrnvzdN6Jk5jP08m0Sxnf4ZXYaDbEzZt090gLmzpGMa1dZOuLsZev6cJi2P7oWJBwsHhR25Ig03WtFR9a0sZTSjM7CX0d1B0Ho27e3qyUyW6vv6Nw-3pxExdLOSfIGolC9eM3Vfs-rXX8MrtEQ4vDo6Lsvx4GgZ_Ghkg7YqmwOwRbpDdFrFgcMZM8OQ/s745/General%20Vald%C3%A9s.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="745" data-original-width="509" height="393" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrrnvzdN6Jk5jP08m0Sxnf4ZXYaDbEzZt090gLmzpGMa1dZOuLsZev6cJi2P7oWJBwsHhR25Ig03WtFR9a0sZTSjM7CX0d1B0Ho27e3qyUyW6vv6Nw-3pxExdLOSfIGolC9eM3Vfs-rXX8MrtEQ4vDo6Lsvx4GgZ_Ghkg7YqmwOwRbpDdFrFgcMZM8OQ/w269-h393/General%20Vald%C3%A9s.jpg" width="269" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El asturiano Gerónimo Valdés fue uno de los mejores oficiales realistas en el Perú. Tras regresar a España, fue capitán general en Valencia, en Galicia, en Cataluña y en Cuba (época en el que se hizo el retrato que inspiró este grabado); la reina Isabel II le concedió el titulo de conde de Torata.<br />(publicado en el tercer volumen de los <i>Documentos para la historia de la guerra separatista del Perú</i>, editados entre 1894 y 1898, por su hijo, Fernando Valdés, segundo conde de Torata)</td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES">En palabras de Mitre,
Valdés era un <i>“Tipo original por su carácter austero, tan desinteresado como
humano, y tan activo como resuelto, poseía á la par de un espíritu bastante
cultivado una alma intrépida y serena. Era, en suma, un hombre de guerra con
verdadero genio militar en su esfera, que á la inversa de La Serna estimaba en
alto grado las tropas indígenas, cuyas raras cualidades para la guerra de
montaña supo utilizar, haciéndose amar de ellas, y que ha dejado en América la
reputación del más temible y del más noble de sus adversarios”</i>. Ricardo Palma
recordaría en una de sus <i>Tradiciones Peruanas</i>, <i>“la sobriedad del militar, la
caballerosidad del compañero de armas y el respeto por la dignidad de la clase
que se inviste”</i>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal">Como su jefe de
estado mayor, Valdés pidió el concurso del entonces coronel Andrés García
Camba, quien alcanzó a las fuerzas realistas el 8 de diciembre en los altos de
Moquegua. Para entonces, Valdés había ordenado que los habitantes de la costa
al sur de Arequipa, que <i>“retirasen de la aproximacion del mar toda clase de
ganado y cualquiera otro recurso, señaladamente de movilidad que pudiera
prestar servicio al enemigo”</i>. Además, distribuyó sus fuerzas: el batallón de <i>Gerona </i>en Torata, el batallón del <i>Centro </i>en Omate y la compañía de
Zapadores con los escuadrones de caballería en el alto de Moquegua.</p></span><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Las consecuencias de las órdenes de Valdés no se hicieron esperar en el campo patriota. El general Pinto describió la situación del ejército en una
carta de 12 de diciembre, al Director Supremo de Chile, general Bernardo O’Higgins:
<i>“Aunque en el boletin que le acompaño se diga que hemos encontrado recursos, el
hecho es que toda la costa está desolada, i que hasta la fecha casi todo el
ejército está comiendo de los víveres que sacó del Callao. No podemos movernos
hasta que nos lleguen los caballos de Chile, pues con dificultad hemos podido
montar un escuadron en caballos. Entre mulas de carga i de silla tenemos como
350; pero lo que mas nos aflije son las subsistencias”</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2DqKxgUdrcO7VnmHtFVvZVVIA-S6gnvhOfJ9fcxcO6oVbbm7Z_20DC3a3o3q4rqDiri57EUli1uIehqZv7ECUpphPAWNoQ_DotMRP-S3CZCO5a02R3hPQgmPgjWhLBrg8jCT1HJ_wbLtxYB1lGi0v9JSp6pWb-p8jmWo8MBXCpELw696K3Mcwn8X9Lw/s1053/General%20Pinto.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1053" data-original-width="800" height="371" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2DqKxgUdrcO7VnmHtFVvZVVIA-S6gnvhOfJ9fcxcO6oVbbm7Z_20DC3a3o3q4rqDiri57EUli1uIehqZv7ECUpphPAWNoQ_DotMRP-S3CZCO5a02R3hPQgmPgjWhLBrg8jCT1HJ_wbLtxYB1lGi0v9JSp6pWb-p8jmWo8MBXCpELw696K3Mcwn8X9Lw/w282-h371/General%20Pinto.jpg" width="282" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El general chileno Francisco Antonio Pinto fue jefe de estado mayor del Ejército Libertador del Sur en la fallida campaña de Puertos Intermedios. Ocuparía la Presidencia de Chile en dos ocasiones entre 1827 y 1829.<br />(Biblioteca Nacional de Chile)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">En la misma carta, el general Pinto evidenció que el ejército sabía de la política de
tierra quemada de Valdés: <i>“Luego que el enemigo supo nuestro desembarco en
Arica, ha situado la mayor parte de sus fuerzas en Torata, cuyo pueblo mora
cuatro leguas de Moquegua. Lo mas sensible es que por falta de movilidad en
nuestro ejército, le estamos dando todo el tiempo suficiente para que reuna
cuantas fuerzas pueda i destruya lo que crea pueda aprovecharnos”</i>. Y luego se
quejaba de la demora en los refuerzos chilenos: <i>“Hemos sabido que la caballería
i reclutas que usted nos enviaba habia llegado al Callao. Mucho temo que nos
escamoteen o cambien la tercia parte de la jente: tal es el hábito que se tenia
de despojarnos de soldados chilenos”</i>.</p><p class="MsoNormal">El virrey, sabiendo que las fuerzas de Valdés eran reducidas
frente a las de Alvarado, ordenó al mariscal de campo José de Canterac, al mando de las
tropas realistas en la sierra central, que enviase al Cuzco algunas unidades. Canterac,
que conocía bien la situación en Lima, convencido de que no había que temer
algún peligro para sus fuerzas en Jauja, se puso personalmente en marcha en la
primera quincena de noviembre de 1822, con dos escuadrones más de lo que le
pedía el virrey; a cargo de las fuerzas de Jauja, quedaba el brigadier Juan de Loriga.
El virrey acabó por aceptar la iniciativa de Canterac, quien <i>“ambicionaba
hallarse en todas partes donde hubiera mayor riesgo: esta ambicion era eminentemente
honrosa, pero no siempre podría ser compatible con los intereses del mejor
servicio”</i>, según recordaría García Camba; de hecho, en 1835, Canterac sucumbió
víctima de ese vehemente arrojo al intentar sofocar un motín en Madrid.<o:p></o:p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsKkkPa3_pcco_4-90T5zULs6gftPRUrLUlGX28Eh-_z0xU7wmRcSuumTJCZZIJyc97tELNOAs-mr29YfxhpkFC5TdOflbF9ShcpK_JJkkUj508tW4ntxk0xBmWuPw7HirfzrRqE5sXrbXcPs6ay4FPzXJ9pCNaEagoNyK0rYbl1pX8Eu2B4eHk3tXqw/s1294/General%20Canterac.jpeg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1294" data-original-width="955" height="409" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsKkkPa3_pcco_4-90T5zULs6gftPRUrLUlGX28Eh-_z0xU7wmRcSuumTJCZZIJyc97tELNOAs-mr29YfxhpkFC5TdOflbF9ShcpK_JJkkUj508tW4ntxk0xBmWuPw7HirfzrRqE5sXrbXcPs6ay4FPzXJ9pCNaEagoNyK0rYbl1pX8Eu2B4eHk3tXqw/w302-h409/General%20Canterac.jpeg" width="302" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El mariscal José de Canterac, francés de nacimiento, tendría destacada figuración en el Ejército Real del Perú; en 1824, firmaría la capitulación de Ayacucho, por haber caído herido y prisionero el virrey La Serna.<br />(Museo del Ejército, Toledo, España)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><span lang="ES">Tras hacer
algunos cambios en las unidades, Canterac marchó a Puno, con aproximadamente 2000 soldados (Paz Soldán afirmó que eran 2400), distribuidos en los batallones <i>Burgos </i>y <i>Cantabria </i>(unidades peninsulares, rehechas con americanos), dos escuadrones de <i>Dragones de
la Unión</i> y dos de <i>Granaderos de la Guardia </i>(unidad formada por americanos), además de dos piezas de artillería. Por su parte, </span>Valdés recogió toda la
información posible sobre los movimientos de Alvarado, trasladándose a Sama. Además, en el Alto Perú, el ejército de Olañeta, enterado de la presencia patriota en Iquique, preparaba sus fuerzas para descender sobre Tarapacá. De esta manera, el plan del virrey La Serna era defensivo: Valdés formaría la vanguardia, Canterac permanecería en Puno como una fuerza de observación, y el mismo virrey se quedaría en Cuzco con una fuerza capaz de acudir al punto que fuera necesario.</p><h3 style="text-align: left;">Los primeros choques.</h3><p class="MsoNormal">El 9 de diciembre, Valdés recibió un emisario de Alvarado que ofrecía un canje de prisioneros (en Iquique habían apresado un oficial y seis soldados), a lo que el brigadier realista, recelando que el emisario tenía la intención oculta de reconocer su situación, respondió que <i>"como la presente campaña debía ser de corta duracion por sus circunstancias se trataría del canje que el señor Alvarado proponía despues de terminada"</i>. Luego de una rápida incursión a Tacna y Pachía en la quincena de diciembre, donde se informó mejor de la situación de las fuerzas patriotas, Valdés regresó a Sama.</p><p class="MsoNormal">Hasta el 29 de diciembre de 1822, los reportes de los exploradores realistas informaban que sólo había 1200 soldados patriotas en Tacna. Sea para informarse por si mismo de la veracidad de sus informantes, o para sorprender la tropa patriota en Tacna (ignorando la llegada de refuerzos patriotas de Martínez), Valdés salió de Sama la tarde del 31 de
diciembre; lo acompañaban 400 infantes montados, 400 jinetes y 2 piezas de artillería. Sin embargo, en medio de la camanchaca, el guía se perdió en el
desierto, por lo que cuando amaneció el 1° de enero, ambos bandos se divisaron, frustrándose la sorpresa. Martínez desperdició la oportunidad que le ofrecía el tener a Valdés en campo abierto, con sus fuerzas acosadas por la fatiga y la sed, en la meseta que domina Tacna. El brigadier realista marchó hacia el este y bajó sin oposición al valle del Caplina, llegando a Calana, a 10 kilómetros de Tacna. Mientras sus soldados y las acémilas descansaban y se reponían de la marcha nocturna, Valdés se agenciaba de noticias sobre los refuerzos patriotas, disponiendo la vigilancia en el camino a Tacna.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Recién dos horas después, Martínez hizo marchar sus fuerzas hacia Calana. Conocía el número reducido de las fuerzas de Valdés, gracias a la captura en esos momentos, del teniente coronel de los <i>Pardos de Arica</i>, el <i>"honrado y fiel"</i> afroperuano Martín Oviedo, quien había partido de Sama con pliegos para Valdés. García Camba recordaría con amargura que Oviedo, creyendo que las
fuerzas delante eran realistas, cayó en poder de las fuerzas
de Martínez, quien lo calificó como espía pese a su uniforme
e insignias y a los pliegos que portaba, y <i>“lo hizo pasar en seguida por las
armas con la mas indisculpable barbaridad”</i>. Martínez se justificó en abril, en respuesta a las recriminaciones de Canterac durante unas negociaciones, afirmando que Oviedo <i>"entró en los diferentes lugares donde se hallaban los cuerpos situados, y al retirarse ya por el último de ellos fué reconocido por un paisano el que gritó inmediatamente que le prendieran [ya] que era enemigo"</i>, siendo detenido y pasado por las armas. Ambas versiones podrían complementarse: quizás Oviedo, efectivamente se extravió, y creyó que las fuerzas de Martínez eran las de Valdés, y recorrió el campo en busca del brigadier, hasta ser detenido, ya sea al intentar salir habiendo notado que eran las fuerzas patriotas, ya sea aún convencido de hallarse con las fuerzas realistas.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL-zid4CGLTVqLSBQVK9MzCgaCFfC37t331cDpkF-GtBEIYxYFyT83PpnRtHsch10t_PjyR3AxH6NxIrB5DRrFhyRevOlaoraJTLOE7pAQrck9yuev09VYoPSIAnNGkmxhT6ih8Ac7hc_6-Jn82o0-PUqT0s-nmRNpusllYjD3FuS27vmOiN6QPv9_Lw/s595/General%20Martinez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="595" data-original-width="433" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL-zid4CGLTVqLSBQVK9MzCgaCFfC37t331cDpkF-GtBEIYxYFyT83PpnRtHsch10t_PjyR3AxH6NxIrB5DRrFhyRevOlaoraJTLOE7pAQrck9yuev09VYoPSIAnNGkmxhT6ih8Ac7hc_6-Jn82o0-PUqT0s-nmRNpusllYjD3FuS27vmOiN6QPv9_Lw/s320/General%20Martinez.jpg" width="233" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El general Enrique Martínez, oriundo de Montevideo, participó en la campaña sanmartiniana. En 1822, fue presidente del departamento de Trujillo, incentivando el reclutamiento para las fuerzas patriotas. Su conducta en la expedición de Puertos Intermedios le mereció fuertes críticas.<br />(<i>Granaderos Bicentenario</i> - Facebook)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Habiendo avistado las columnas de infantería y caballería de Martínez, Valdés colocó guerrillas de caballería en los puntos que le parecieron idóneos, detrás de las cuales, desplegó sus fuerzas escalonadas: primero el <i>Gerona</i>, luego los dos cañones y cubriendo la retaguardia, el <i>Centro</i>. <i>“En este estado aquel puñado de españoles en su gran mayoría
peruanos, esperaron al enemigo con una serenidad, una firmeza y una confianza
verdaderamente imponentes”</i>, escribió García Camba. Tal confianza se veía reforzada por la desganada persecución emprendida por Martínez, a tal punto, que esas débiles guerrillas de caballería bastaron para contener la escasa
acometividad patriota. Recién hacia la una de la tarde, Martínez se animó a
atacar a las descansadas fuerzas de Valdés, que usaron el resto de la tarde en
replegarse en orden hacia Pachía; la caballería patriota acosó a las fuerzas realistas, sin lograr desordenarlas. Las fuerzas patriotas siguieron a las
realistas, y al atardecer, abandonaron la persecución, regresando a Tacna.
El audaz brigadier, libre de amenazas, siguió viaje a Tarata y
luego a Candarave, a donde llegó el 6 de enero.</p><p class="MsoNormal">En su parte de los hechos, Valdés recordaría con elogio a las guerrillas que cubrieron su retirada: <i>“Los 35 cazadores montados que con los oficiales Blanco,
Peralta y Arteaga se retiraban en guerrilla bajo la direccion del primero, no
hallo expresiones con que recomendar su bravura y órden, obligando en diversas
ocasiones á las numerosas guerrillas enemigas á replegarse sobre sus columnas;
y aun asi no han podido evitar que el valiente Blanco atravesara con su espada
á un oficial enemigo, teniendo bastante frescura para apearse á recoger el
sable y sombrero del muerto”</i>.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">
</p><p class="MsoNormal">Los tres oficiales mencionados elogiosamente en el parte de
Valdés eran americanos. Uno de ellos, el capitán Pedro Blanco, por su valor,
recibió del brigadier una espada de honor y el ofrecimiento de un ascenso al
grado de teniente coronel. Sin embargo, días después se pasó al bando patriota,
llegando a ser elegido presidente de Bolivia en diciembre de 1828; su gobierno
sólo duró cinco días, y el 1° de enero de 1829, sexto aniversario de su valiente
actuación en Calana, fue asesinado por sus carceleros, que arrojaron su cadáver
desnudo a una pila de estiércol. <i>“Sensible es por cierto que un oficial tan
recomendable hubiera sido sacrificado sucesivamente al furor de los mismos
independientes, á cuyas filas se había pasado desconfiando tal vez de los
esfuerzos de los realistas para sostener su causa”</i>, se lamentaría el
historiador español Torrente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Las críticas a Martínez no se hicieron esperar. El general Pinto no se explicaba <i>“la causa de esta culpable inaccion, o mas bien, de este cobarde procedimiento”</i>. No fue distinta la crítica de Paz Soldán: <o:p></o:p><i>“La ineptitud o cobardía de Martinez hizo perder la ocasion mas oportuna para perseguir y destrozar á Valdez y tomarle prisionero con toda su fuerza, segun el mismo lo creía, pues hasta el dia anterior no tenia conocimiento ni del número ni la calidad de la tropa de Alvarado”</i>.</p><p class="MsoNormal">La misma noche del 1° de enero, el general Pinto y la división
chilena llegaron a Tacna y al día siguiente, arribó el general Alvarado, que
informado de lo ocurrido, <i>“no hizo mas que encogerse de hombros. ¿I qué otra
cosa podía hacer?”</i>. Ese mismo día, el Congreso en Lima aprobó un decreto concediéndole
una medalla de oro con la inscripción: <i>“El Congreso Constituyente del Perú. –
Al Mérito Distinguido. – Año de 1823. – 4° de la Independencia y 2° de la
República”</i>; un decreto similar se aprobó para el mariscal Arenales, siendo promulgados ambos decretos el 3 de enero. </p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Mientras Valdés se retiraba, se produjeron
dos escaramuzas: una favorable a los patriotas en Ilabaya (6 de enero), y otra
favorable a los realistas (7 de enero). Al llegar el brigadier a Moquegua, el
11 de enero, se informó de la presencia de 150 soldados patriotas en Locumba, y
que el resto de la fuerza de Alvarado se hallaba en Sama. Entonces, dispuso que
el coronel Cayetano Ameller, con tres compañías del batallón de <i>Gerona </i>y 125
caballos, marchase a Locumba y sorprendiese al adversario. El 14 de enero, Ameller
ocupó Locumba, pero se encontró con toda la división de Alvarado, que había
llegado la víspera.</p><p class="MsoNormal">Fatigada tras la marcha nocturna, la tropa realista realizó un movimiento oblicuo, quedando a retaguardia de la fuerza patriota. Dejando unas guerrillas para cubrir su retirada, Ameller y sus tropas tomaron el curso del río Locumba, replegándose hasta las alturas de Candarave. Las fuerzas que el general Pinto
dirigió en su persecución no pudieron alcanzarla, pese a acosarla durante cinco
horas (según el general chileno, los <i>Granaderos a Caballo</i> rehusaron en dos ocasiones la orden de cargar sobre las fuerzas realistas). <i>“Justo es decir, que la disciplina, el valor y la sangre
fría, salvaron á Ameller; y que Alvarado cometió una grave falta en dejarlo
escapar; pues una victoria fácil hubiera retemplado al soldado, y hubiera
reparado con creces la pérdida de tantos días”</i>, apuntaría Nemesio Vargas,
añadiendo que el hecho que tanto Valdés como Ameller, hubieran estado a punto
de ser derrotados, uno en Calana y el otro en Locumba, debido a la falta de
información precisa, es testimonio del patriotismo de los tacneños.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Lejos de peligro y habiendo perdido sólo 5 hombres y algunos caballos, Ameller condujo su tropa a través de Mirave hacia las alturas del valle de Locumba, y luego hacia Torata, punto donde las fuerzas de Valdés se concentraban para reunirse con los batallones que, con Canterac al frente, marchaban desde Puno. Estas escaramuzas servían para atraer al Ejército Libertador del Sur hacia un punto apartado de la costa, donde se viera obligado a aceptar combate contra sus fuerzas combinadas con las que marchaban con Canterac. Así, el 17 de enero, mientras el ejército de Alvarado llegaba a La
Rinconada, punto situado a 25 kilómetros de Moquegua, Valdés escribía a
Canterac: <i>“Hasta ahora todo ha salido á medida de mis deseos. El enemigo sin
advertirlo marcha á su total destruccion”</i>.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></span><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></div><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La batalla de Torata.</span></h3><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">La mañana del 18 de enero, Valdés se enteró por sus
avanzadas, que el ejército patriota estaba cerca de Moquegua. En la tarde, por
el sector conocido como El Portillo, Alvarado y su ejército ingresó a la villa
de Moquegua. Ambos ejércitos estaban a la vista, pero a pesar de tener más
fuerzas que Valdés, una vez más, Alvarado no tomó iniciativa alguna, por lo que
el brigadier marchó hacia Torata. Alvarado diría después, en carta a San Martín, que habría batido a Valdés de no ser porque <i>"algunos Gefes no se hubieran empeñado en descansar con cuyo motibo me vi precisado a detenerme dos días y el 19 de Enero rompí el mobimiento sobre Torata"</i>. Los patriotas a su turno, levantaron campamento en Samegua, en las afueras de Moquegua.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">La población moqueguana recibió con gran entusiasmo a las
fuerzas patriotas. Tomás Dávila, un niño de 12 años entonces, recordaría en
1853: <i>“¡Oh día de tanto regocijo y alborozo! Toda la juventud moqueguana desenterrada de sus sótanos ofrecióse gustosa para aumentar el número de los beligerantes, y llenos éstos de dinero, víveres en abundancia
y de cuanto apetecer pudiesen, encamináronse al día siguiente al punto de
Torata, distante cinco leguas de Moquegua, y al que el español Valdés había
reconcentrado sus fuerzas, sin haber podido proporcionarles la suficiente
movilidad, porque conocía que el país se le rebelaba por momentos, y que solo
estaba bajo su dominación el terreno que pisaba. Fueron tan públicas y
espontáneas las demostraciones de Moquegua para el obsequio y recepción de los patriotas, que parece de más el
describirlas”</i>.</p><p class="MsoNormal">Al amanecer del domingo 19 de enero de 1823, las fuerzas realistas en repliegue hacia Yacango, se
reencontraron con las fuerzas de Ameller en el camino de Sabaya hacia el punto que
entonces se denominaba <i>altos de Valdivia</i> (actualmente Ilubaya). El brigadier realista decidió dejar los equipajes, ganado y enfermos, al cuidado de las tropas de Ameller, en la posición segura en los altos de Valdivia. Por su parte, en Samegua, las fuerzas de Alvarado abandonaron el campamento y empezaron a marchar hacia Torata.</p></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-IFDHQSlVjLVSJvyV8aoOTiA5J3wFb8tdEo2jf7i7Uwq6lz4tAZH40MtllH16wVdgNcnaa977KjB_RUroKXpgV75uTjGWrbdFXienhygL2KMYP3x2orRSfsqvabqR_Fq1ndzRDzvixhLfPv8EG2Ns95onh94FpoqiHZ0Xh8XsGYpM0mI-ybdLFQ29ZQ/s1513/Batalla%20de%20Torata%20-%20Paz%20Sold%C3%A1n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1513" data-original-width="933" height="414" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-IFDHQSlVjLVSJvyV8aoOTiA5J3wFb8tdEo2jf7i7Uwq6lz4tAZH40MtllH16wVdgNcnaa977KjB_RUroKXpgV75uTjGWrbdFXienhygL2KMYP3x2orRSfsqvabqR_Fq1ndzRDzvixhLfPv8EG2Ns95onh94FpoqiHZ0Xh8XsGYpM0mI-ybdLFQ29ZQ/w255-h414/Batalla%20de%20Torata%20-%20Paz%20Sold%C3%A1n.jpg" width="255" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Plano de la batalla de Torata, el 19 de enero de 1823.<br />(publicado en la <i>Historia del Perú independiente</i> de Paz Soldán)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">La topografía del campo de batalla ha variado en dos siglos,
con cerros y colinas cortadas para abrir paso a las carreteras modernas; sin
embargo, el espacio donde se realizó la batalla se sitúa en la margen occidental del río Torata, en una cadena de alturas sucesivas entre Yacango y la actual Ilubaya. La zona meridional era zona de cultivo irrigado por el río Torata, mientras que la zona septentrional se concatenaba con la cordillera.</p><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Valdés contaba con una fuerza entre 1700 y 2000 soldados, y 400 caballos. Su moral era alta luego de los encuentros con las fuerzas adversarias. Contaban con el refuerzo de Canterac y cerca de 200 hombres, que estaban a un día de marcha. Frente a ellos, las tropas de Alvarado oscilaban entre 3000 y 3500 soldados.</p><p class="MsoNormal">Al amanecer del 19, Alvarado y sus fuerzas salieron en busca
de las tropas realistas, lo que fue notado por los puestos avanzados realistas.
En Yacango formaron las tropas del <i>Gerona </i>y del <i>Centro</i>, y Valdés ordenó
proceder a una lenta retirada, decidido a aprovechar las escarpadas posiciones
que le ofrecía el camino. Poco después de las nueve de la mañana, empezó un nutrido
fuego entre ambas partes, pero los patriotas solo avanzaban a medida que los
realistas retrocedían. En ese momento, Valdés recibió la noticia que los
patriotas lo habían flanqueado y estaban ocupando los altos de Valdivia, ante
lo que aceleró el repliegue y envió al coronel García Camba con la caballería y
las fuerzas situadas en Zabaya, para ocupar la posición amenazada; todo resultó
en un falso aviso, pero viendo los patriotas aquella acelerada retirada, la
lucha ganó mayor ímpetu.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"></p></span></div><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><i>“El combate fué tomando sucesivamente cuerpo, el fuego vino
á ser vivo y por intérvalos horroroso, y poco adelantaron ya los independientes”</i>,
recordó García Camba. Hacia las cuatro de la tarde, Canterac, que escuchó a
través de la cordillera el estruendo del fuego de fusilería y artillería, se
adelantó a sus fuerzas, acompañado por su secretario y un ayudante. En el campo patriota, el general Pinto notó haber escuchado <i>"un gran grito en el campo realista, como un hurra jeneral, que llamó nuestra atencion"</i>. Valdés y Canterac conferenciaron brevemente, acelerando la marcha de las fuerzas en
camino. Las fuerzas del brigadier defendían obstinadamente las penúltimas
alturas de Valdivia.</p><p class="MsoNormal">Fue en ese momento, cuando se extendió la línea patriota. Al oeste del pueblo de Torata, cruzando el río, formó la <i>Legión Peruana</i>, constituyendo la derecha de la línea. En el centro, en una loma accesible de frente y con barrancos a los costados, se desplegó el Regimiento del Río de la Plata. A la izquierda, tomaron posición los batallones N.° 4 y N.° 11 de Chile. El N.° 5 de Chile y la artillería quedaron en la retaguardia, junto con la caballería, formando así, en opinión de Dellepiane, una masa de maniobra <i>“para
cortar al enemigo el camino de Puno, pensando envolver la derecha realista”</i>.</p><p class="MsoNormal">Frente a la <i>Legión Peruana</i>, en la izquierda realista, formaron las compañías del batallón del <i>Centro </i>con el coronel Espartero a la cabeza. En los altos detrás, en el centro de su línea, Valdés colocó a dos compañías del batallón de
<i>Gerona</i>, al mando del comandante Domingo Echezárraga, y a dos escuadrones de cazadores al mando de Asín y Gamarra. A la derecha, quedaban las tres compañías restantes del batallón de <i>Gerona</i>, al mando de
Ameller. A retaguardia, quedaron los <i>Dragones de Arequipa</i> y el tercer escuadrón
de los <i>Dragones de la Unión</i>. Por otro lado, los refuerzos de Canterac estaban arribando al campo de batalla: las primeras fuerzas en llegar fueron los escuadrones de caballería que coronaron los altos de Valdivia, y divisando el combate, lanzaron estruendosas
vivas al Rey, animando aún más el ardor de las fuerzas de Valdés.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Protegidos por los fuegos del Regimiento del Río de la
Plata, los batallones N.° 4 y N.° 11, en la izquierda patriota, empezaron a
moverse hacia el flanco derecho realista. Entonces <i>"notando debilidad y falta de arte en el modo de ejecutar esta temible operación"</i>, Canterac y Valdés desplegaron las compañías del <i>Gerona</i>, al mando de
Ameller, las cuales prolongaron su línea y se lanzaron al ataque al grito de <i>“¡Aquí
está Gerona!”</i>. Su carga a la bayoneta logró frenar el golpe, desordenando ambos batallones y
rechazándolos sobre el batallón N.° 5 que marchaba detrás, generando confusión
al arremolinar a los tres batallones. Por el terreno en que se hallaba, el Ejército Libertador del Sur no podía reparar ese golpe, y los jefes realistas no dejaron de notarlo. En el acto, ordenaron un ataque general con todas las fuerzas de infantería y caballería disponibles: el fatigado Ameller y sus tres compañías cargaron contra los desorganizados batallones de Chile; Valdés en persona, tomó a las restantes compañías del <i>Gerona </i>y a los cazadores para cargar contra el Regimiento del Río de la Plata; Espartero y el <i>Centro </i>cargaron contra la <i>Legión Peruana</i>. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">En el lado derecho de la línea patriota, la <i>Legión Peruana</i> desplegaba bizarría en su bautismo de fuego. Mitre apuntó que se distinguió <i>“por su firmeza y resistencia el primer batallón de la Legión peruana, que por la primera vez entraba al fuego”</i>. Al frente se hallaba el teniente coronel Pedro de La Rosa, y
a su lado, su amigo, el mayor Manuel Taramona. Ambos habían sido cadetes en el
ejército realista, donde llegaron al grado de capitanes; juntos, se pasaron al
campo patriota, y formaron parte de la <i>Legión Peruana</i> desde su creación. En
Torata, se adelantaron un buen trecho al frente de su tropa, despreciando el
nutrido fuego realista, y La Rosa exclamó: <i>“aquí están La-Rosa y Taramona,
oficiales en otro tiempo en el Ejército Real; pero ahora de la Legion y que
nada desean con tanta ansía, como pelear por su Patria: Españoles, venid á
experimentar el valor de la Legion”</i>. Fue el coraje de ambos oficiales lo que galvanizó a sus hombres en medio de la batalla.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpGfRnT6Udmp9_qTlW7qLUD36R7184-QQVlXkRxoYRII8sLhhBZbFZvPZUWmjsKLkTlBRnUQlvsh6hblrD7_2NOWCMn5hJ22RnVBx8uwkJ-yN83FiKvOOMruGVAkPGIs0BbS4V3Y8e30fHTqwNjMpos2Vg03HWhtjEQlMZqpZ2ZeilblPle44S49DkAw/s1068/General%20Espartero.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1068" data-original-width="800" height="373" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpGfRnT6Udmp9_qTlW7qLUD36R7184-QQVlXkRxoYRII8sLhhBZbFZvPZUWmjsKLkTlBRnUQlvsh6hblrD7_2NOWCMn5hJ22RnVBx8uwkJ-yN83FiKvOOMruGVAkPGIs0BbS4V3Y8e30fHTqwNjMpos2Vg03HWhtjEQlMZqpZ2ZeilblPle44S49DkAw/w280-h373/General%20Espartero.jpg" width="280" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Baldomero Espartero, hijo de un modesto constructor de carros, fue soldado en la guerra de independencia en España, coronel en la guerra de independencia en el Perú, y general en jefe de las fuerzas leales a Isabel II en las guerras carlistas. Fue uno de los personajes más populares de la España del siglo XIX, llegando a ser presidente del Consejo de Ministros y regente de España durante la minoridad de Isabel II.<br />(pintura existente en el Ayuntamiento de Sevilla)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Frente a la corajuda <i>Legión Peruana</i>, se hallaba otro valiente, el coronel Baldomero Espartero, dirigiendo al batallón del <i>Centro</i> en un asalto a la bayoneta. A su lado, se arrojaron contra las filas peruanas <i>"á morir matando algunos soldados de dragones de Arequipa y de Cazadores-Montados"</i>. El terreno impidió que todo el batallón siguiera a Espartero
en su carga, y con menos de 200 hombres se lanzó sobre la <i>Legión Peruana</i> <i>“con
un arrojo superior á toda ponderacion”</i>. El coronel español fue desmontado, y espada
en mano se batió al frente del <i>Centro</i>, atravesando personalmente a un oficial
patriota, y pese a recibir tres heridas, no dejó de dirigir a sus fuerzas hasta
que concluyó la acción. Habiendo sufrido fuertes bajas, la <i>Legión Peruana</i> debió replegarse.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Todas las fuentes coinciden en resaltar el coraje de la <i>Legión Peruana</i>. Miller recordaría con pena: <i>"Mi primer batallón que tanto trabajo me costó formarlo, y que ocupó todos mis conatos por un año, ha sido hecho pedazos en la acción
de Torata. Pero se batió bizarramente; todo el resto del ejército admira
su conducta, todos lamentan su pérdida y no hay uno que no convenga
en que ha adquirido fama en medio de la desgracia. La firmeza con que
rechazó dos cargas de caballería después de haber cedido el resto del
ejército, y la precisión y sangre fría con que maniobró bajo un fuego
horroroso, arrancaron públicas alabanzas del mismo Canterac. Y aún
eran reclutas casi todos; pero había tanto espíritu de cuerpo y tal unión
entre oficiales y soldados, que siempre preví harían algo brillante en
cualquiera tiempo que se encontrasen con el enemigo. La noble ambición de su joven comandante don Pedro de la Rosa no contribuía poco a aumentar mis esperanzas"</i>.</p><p class="MsoNormal">Mientras tanto, Valdés encabezaba el asalto a las posiciones del centro patriota, donde se hallaba el Regimiento del Río de la Plata. Dos caballos le mataron, y el segundo, al caer, le aplastó
la pierna. Viendo la situación, los patriotas se lanzaron contra el brigadier,
sea para apresarlo o victimarlo; los soldados realistas hicieron lo propio para
impedirlo. Con la cadera contusa, apoyado en el codo, Valdés se defendió como un
león, dando tiempo a Espartero para flanquear al Regimiento del Río de la
Plata, logrando sacar al brigadier del aprieto. En medio de la refriega, el comandante
Asín y Gamarra recibió una herida mortal, de la que moriría el día siguiente. El mismo Ameller perdió dos caballos. No obstante, los realistas habían batido en toda la línea a las fuerzas de Alvarado, y hacia las seis y media de la tarde (según García Camba), cesó el combate.</p></span><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxcjHoTQgolDGcrxTFtrqptpTuZk9NmbxGr2vEm4c5z3-gZ4_l9-PEHG1HTVThc0sBMieDlHu8h4p-TRCqf89fj1IY4GqBRqMjKf9rS3P_JilPsEZJ7vPWj9YtfoqVi771iD9h6l59y2lfjhRn8DLEMawHtM752ma8gEuj5UFzL0fAzzVZGDrFo9xrug/s1469/Batalla%20de%20Torata.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1469" data-original-width="949" height="372" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxcjHoTQgolDGcrxTFtrqptpTuZk9NmbxGr2vEm4c5z3-gZ4_l9-PEHG1HTVThc0sBMieDlHu8h4p-TRCqf89fj1IY4GqBRqMjKf9rS3P_JilPsEZJ7vPWj9YtfoqVi771iD9h6l59y2lfjhRn8DLEMawHtM752ma8gEuj5UFzL0fAzzVZGDrFo9xrug/w241-h372/Batalla%20de%20Torata.jpg" width="241" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Plano de la batalla de Torata, librada el 19 de enero de 1823.<br />(publicado en la <i>Historia Militar del Perú</i> del general Dellepiane)</span></td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">En Torata, ambas partes lucharon con valor, pero el mando fue deficiente en el lado patriota. Alvarado afirmó en una memoria posterior, <i>“Nada he dicho intencionalmente del combate habido en Torata cuarenta y ocho horas antes del de Moquegua, porque no me encontré en él, y porque mi juicio no se estimará imparcial”</i>, mientras que el relato de Martínez haría suponer que solo llegó en los momentos finales de la batalla, para ordenar la retirada. De estos testimonios, resultaría algo ilógico: que no hubo general al mando durante la batalla; o posiblemente ninguno quiso asumir la responsabilidad de la derrota. En cambio, los oficiales realistas evidenciaron un arrojo temerario y un eficaz manejo de las tropas a su disposición. En palabras del general Dellepiane, Torata fue una <i>“evidente prueba de atrevimiento y ardor, amor a la bandera
y a la causa que defendían”</i>.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: arial;">Los patriotas dejaron en el campo entre 500 y 700 bajas. La <i>Legión Peruana</i> quedó casi en cuadro, tras haberse batido brillantemente; también el batallón N.° 4 de Chile sufrió 180 bajas, y el N.° 5 casi toda su compañía de cazadores. Las pérdidas de Valdés giraron en torno a los 250 hombres. Según el registro parroquial de Torata, muchos de los caídos, regados por el campo de batalla, serían enterrados en el mismo lugar que perecieron por los comisionados de la iglesia, sin poder identificarlos. <span style="font-family: arial;">Y en una de esas ironías de la historia peruana, el mismo día de la batalla de Torata, la Junta Gubernativa promulgaba una Ley que ordenaba la construcción de un obelisco en la playa de Arica en honor a </span><i>"los gloriosos esfuerzos del ejército del sur"</i>, a la par que concedía a Moquegua el título de ciudad, y elevaba a Tacna y a Torata a la categoría de villa<span style="font-family: arial;">.</span></p></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiRO0Jtf4d3r-gkPBNfiFhCzrX4o38wFJhx8GzbMgZOX1UfXhMbDu8vBvAYsKdJGryAA5MS8F5sW62-fZuJzlzptHEs0-23esBl_IoMWEHK46MiWCreo-DaBw0l-V192uwa4MJFr9J2rVhlS0QIATjFFd50qZ00FzrAA3U3KQvwn7M7EcW-XmZPyERHg/s1024/18230091024_1.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="962" data-original-width="1024" height="364" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiRO0Jtf4d3r-gkPBNfiFhCzrX4o38wFJhx8GzbMgZOX1UfXhMbDu8vBvAYsKdJGryAA5MS8F5sW62-fZuJzlzptHEs0-23esBl_IoMWEHK46MiWCreo-DaBw0l-V192uwa4MJFr9J2rVhlS0QIATjFFd50qZ00FzrAA3U3KQvwn7M7EcW-XmZPyERHg/w387-h364/18230091024_1.jpg" width="387" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Ley del 19 de enero de 1823, ordenando la construcción de un obelisco en la playa de Arica.<br />(Archivo Digital de la Legislación Peruana</span>) </td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">La retirada de las fuerzas patriotas se hizo en buen orden, y sin recibir acoso por parte de las extenuadas fuerzas de Valdés. No obstante, la moral del ejército quedó seriamente quebrantada. Según los datos del general Pinto, a las siete de esa noche se discutió en una junta de guerra los siguientes movimientos, acordándose una retirada a Ilo para reembarcarse. Existían varios motivos: <i>“El primero, falta de municiones, pues no había en el parque un solo cartucho por haberse ya gastado los que conducia; el segundo, que entre los heridos i dispersos contaba el ejército mas de 600 hombres fuera de combate, que agregados al crecido número de enfermos que se hallaban en los hospitales de Arica, Tacna i Moquegua, apenas había una fuerza disponible de 2,000 hombres de toda arma; i el tercero, el refuerzo del enemigo, que por entónces no se sabia que era el del jeneral Canterac”</i>. A las diez de la noche, el Ejército Libertador del Sur, trasladando <i>"sus enfermos i heridos en parihuelas"</i>, emprendió marcha hacia Moquegua, adonde arribó a la mañana siguiente.</span></p></div><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La batalla de Moquegua.</span></h3><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Terminada la batalla de Torata, las fuerzas realistas
aseguraron su posición en los altos de Valdivia, en guardia ante la posibilidad
de un desesperado ataque nocturno por parte de los patriotas. También
recogieron a los heridos de ambos bandos; se resalta la figura del sacerdote franciscano
Alvino Odena, capellán de los <i>Dragones de Arequipa</i>, quien, en medio del fragor
de la batalla y después de ella, se dedicó a prestar los auxilios espirituales
a los moribundos, <i>“espectáculo tan tierno como nuevo para muchos de aquellos
combatientes, y digno siempre de ser imitado”</i>.</p><p class="MsoNormal">A las tres de la tarde del 20 de enero, Valdés se trasladó a
Yacango con los batallones de Gerona y del Centro, y dos piezas de artillería,
y según García Camba, recogió papeles y los sellos del estado mayor patriota,
olvidados en la retirada. En los altos de Valdivia, a las seis de la tarde,
arribaron las tropas de refuerzo de Canterac que faltaban. Con las fuerzas
reunidas, Canterac asumió el mando en jefe, en tanto que el coronel García
Camba se hizo cargo interinamente del estado mayor, organizando las tropas
realistas en dos divisiones, una al mando de Valdés, y la otra al mando del
brigadier Juan Antonio Monet, arribado en el día.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Mientras tanto, el ejército patriota, en las inmediaciones
de Samegua, pasó revista al ejército, encontrando 1700 soldados y 400 caballos;
cada soldado disponía de ocho cartuchos por cabeza. Lejos de retirarse de
inmediato, Alvarado permaneció inactivo en Moquegua, dando tiempo a la alimentación de la tropa, que no había comido desde antes de la acción de Torata.</p><p class="MsoNormal">Y así, amaneció el martes 21 de enero de 1823, cuando las avanzadas patriotas divisaron a las columnas realistas.
Comprendiendo que era imposible retirarse dada la proximidad del adversario, Alvarado
decidió mover sus fuerzas para ocupar los altos del Chenchén. Su izquierda, con los batallones N.° 4 y N.° 5 de Chile y tres cañones, se
apoyó en el cementerio, pudiendo batir el principal sendero que cruzaba el río; su derecha, con el Regimiento del Río de la Plata, se extendía hacia Samegua; en el centro, se colocó la <i>Legión Peruana</i> con el batallón N.° 11 como reserva. Sin embargo, como Miller apuntó, <i>"Los patriotas tenían la ventaja de la posición y quizás no
eran inferiores en número; pero se habían originado desgraciadamente
disensiones entre los jefes: los soldados estaban desalentados, la
insubordinación se percibía en todas las clases y una derrota completa fue la
consecuencia"</i>. Si en Torata, Valdés por sí solo había derrotado al adversario, ahora en Moquegua, con los refuerzos de Canterac y con el ánimo patriota bajo, el resultado de la batalla solo podía ser uno.</p></span><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwFLVDMNJo2tQHqhsFitV623B7N65589zur8tb9pOOzURUplQE9Xi_7TMpTQ1BPQej6fKfPgL_cj1AgcJi-noOrsyrgITYO45sp2UDgHhE96pUnV9skhU3101T85JFKmib6IBvuv2HuG-gd4XV-qUToHlBwhR7DVQXa2UWVFJFB3IoUdEt_wABbgtIdw/s1463/Batalla%20de%20Moquegua%20-%20Paz%20Sold%C3%A1n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1463" data-original-width="925" height="475" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwFLVDMNJo2tQHqhsFitV623B7N65589zur8tb9pOOzURUplQE9Xi_7TMpTQ1BPQej6fKfPgL_cj1AgcJi-noOrsyrgITYO45sp2UDgHhE96pUnV9skhU3101T85JFKmib6IBvuv2HuG-gd4XV-qUToHlBwhR7DVQXa2UWVFJFB3IoUdEt_wABbgtIdw/w300-h475/Batalla%20de%20Moquegua%20-%20Paz%20Sold%C3%A1n.jpg" width="300" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Plano de la batalla de Moquegua, el 21 de enero de 1823.<br />(</span><span style="font-family: arial;">publicado en la <i>Historia del Perú independiente</i><span> de Paz Soldán</span>)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">El campo de batalla era una llanura árida de pronunciada
pendiente, dividida por el rio Tumilaca, formando dos campos simétricos
separados por los escarpados ribazos del río. El sector norte era la llamada
pampa de Tombolombo, y en el sector sur se encontraba el pueblo de Samegua a 4
kilómetros al este de Moquegua; entre ambas poblaciones se hallaba el cementerio.
Algunas colinas pedregosas se encontraban en este sector, orientadas de este a
oeste, prolongadas hasta Moquegua, tomando el nombre de cerros de Chenchén. Para
pasar de un lado al otro, era necesario cruzar el lecho pedregoso del río,
cruzando senderos tortuosos y empinados; el cauce del río era escaso, por lo
que se podía vadear en cualquier momento.</p><p class="MsoNormal">A las diez de la mañana, los realistas se detuvieron a tiro de cañón del ala derecha
patriota. Canterac y Valdés reconocieron detenidamente la posición de Alvarado,
y acordando la forma de atacarla. Por el flanco izquierdo patriota, los jefes realistas
apreciaron que sería difícil el ataque debido a la buena posición defensiva que
ofrecían las tapias de las huertas y viñedos cercanos a Moquegua. Un camino de herradura conducía casi al centro de la línea de Alvarado, hallándose cubierto por la artillería patriota. Sin embargo,
el flanco derecho patriota ofrecía una posibilidad: existía una árida altura que fue descuidada por el general, lo cual no dejó de ser notado por los realistas. Entonces, Canterac ordenó a Valdés que avanzase por la izquierda, cruzando el
río y a cubierto tomase esas alturas. Para cubrir su avance, Canterac y Monet dirigirían el resto de las fuerzas realistas, formadas en dos columnas paralelas, hacia el centro patriota. Caminaban lentamente para dar tiempo a Valdés, recibiendo el fuego de la artillería patriota, aunque sin graves daños.</p><p class="MsoNormal">El audaz Valdés movió a los batallones de <i>Gerona </i>y del <i>Centro</i>,
junto al escuadrón de los <i>Dragones de la Unión</i>, a la izquierda realista, cruzó
a cubierto el barranco y se apoderó de las alturas, flanqueando a los
patriotas. Al notar la presencia de los realistas en su flanco, Alvarado
adelantó una guerrilla del Regimiento del Río de la Plata, sostenida por un batallón para frenarlos. Fue inútil:
el arrojado Espartero, con un brazo en cabestrillo por las heridas de Torata, inspiró
a sus hombres para arrollar cuanto se puso en su camino. Para sacar ventaja de
ese momento, con el respaldo de cuatro cañones, Canterac ordenó un asalto frontal, y los batallones <i>Burgos </i>(al
mando del coronel Juan Antonio Pardo) y <i>Cantabria </i>(al mando del teniente
coronel Antonio Tur) encabezaron el ataque, en tanto que el primer escuadrón de
los <i>Granaderos de la Guardia</i> cargó por el camino de herradura. Los patriotas
hicieron fuego con los fusiles y cañones, causando serios daños al usar
metralla, sucumbiendo la mitad de los <i>Granaderos de la
Guardia</i>, con su comandante Manuel Fernández a la cabeza.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Al mediodía, la lucha se libraba encarnizadamente cuerpo a
cuerpo: oficiales y soldados apelaban al arma blanca, y ambos lados luchaban
con la desesperación de saber que se jugaban el todo por el todo. Una vez más,
a Valdés le mataron el caballo en el fragor del combate, y se veía a Ameller y a Espartero (notorio con su vendaje) animando a sus hombres en lo más recio de la lucha. Y no sólo se batían las fuerzas regulares: Tomás Dávila recordaría que el pueblo moqueguano, <i>“indisciplinada y entusiasta muchedumbre [...] también tuvo una parte principal, pues que si algún jinete o
artillero caía, en el acto le sustituía un paisano; si quedaba muerto o herido
algún soldado le arrebataba otro paisano el fusil para utilizarlo contra el
enemigo: nunca se acabaría este rápido bosquejo si en detalle se refiriesen
todas las heroicas proezas, todo el denuedo y valentía que manifestaron en
aquella infausta jornada los patriotas Moqueguanos”</i>.</p></span><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG9ZV2DipH8i6zbbL1dEaxf2G_pf7tviHhUn-KMMk98tO2WeUKRmHOowYQooqLJxLoLA1bGdvNFEhUrOfb_m9LBcqlK4WEbZDPMQ6CXrZxevO3LcHHu5Ql4vUPTXB1CEMLiO_WwNRYzCF8BK_TVRVLz2JPYjfKdSRImsKwkiIThyj3ZeBXe6iQ0RCNAQ/s1359/Batalla%20de%20Moquegua.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1359" data-original-width="895" height="379" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG9ZV2DipH8i6zbbL1dEaxf2G_pf7tviHhUn-KMMk98tO2WeUKRmHOowYQooqLJxLoLA1bGdvNFEhUrOfb_m9LBcqlK4WEbZDPMQ6CXrZxevO3LcHHu5Ql4vUPTXB1CEMLiO_WwNRYzCF8BK_TVRVLz2JPYjfKdSRImsKwkiIThyj3ZeBXe6iQ0RCNAQ/w250-h379/Batalla%20de%20Moquegua.jpg" width="250" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Plano de la batalla de Moquegua, librada el 21 de enero de 1823.<br />(publicado en la <i>Historia Militar del Perú</i> del general Dellepiane)</span></td></tr></tbody></table><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Hacia la una de la tarde, atacadas por todas partes, las fuerzas patriotas cedieron el campo y se dispersaron. Dejaban la posición, los tres cañones, cantidad de pertrechos y material bélico. Las fuentes difieren en cuanto a la cantidad de bajas, oscilando entre 600 y 900, sin contar la cantidad de prisioneros.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">La retirada hacia Ilo pronto se tornó en una desbandada. Con su caballería, Canterac se lanzó a la persecución de los patriotas que se retiraban por el camino de La Rinconada hacia Ilo, hasta que le encargó a Valdés la persecución, y éste, maltrecho de las heridas de las dos batallas, adelantó a los Cazadores montados con su nuevo jefe, comandante Francisco Solé.</span></p><p class="MsoNormal">Ciertas fuentes sostienen que al iniciar la batalla de Moquegua, Alvarado ordenó cargar a los
<i>Granaderos a Caballo</i>, pero estos, al igual que en Locumba, rehusaron
hacerlo. No obstante, se redimieron al cubrir la retirada en heroicas cargas que mermaron su fuerza<span style="font-family: arial;">. En esos momentos, por haber sido el coronel Necochea herido en Torata, el mando de los jinetes estaba a cargo del teniente coronel Juan Lavalle, recordado por su heroísmo en Riobamba y Pichincha. Ricardo Palma recordaría en las Tradiciones Peruanas, que en un momento, el teniente coronel Lavalle vacilaba en lanzar una carga más con sus fatigados jinetes, cuando el granadero </span><span style="font-family: arial;">Serafín Melvares exclamó: <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>¡Un Necochea aquí!"</i>, a lo que un irritado Lavalle, considerando </span><span style="font-family: arial;">en duda su célebre arrojo, contestó exaltado: <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>Lo mismo sabe morir un Lavalle que un Necochea. ¡A la carga, granaderos!"</i>. </span><span style="font-family: arial;">Después de esta carga (en la que cayó el soldado Melvares), el ejército realista cesó en la persecución de los patriotas. </span></p></span></div></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKAenvtRasjVHPN-toKbFZJWaR9Jea05Oftzka9zyi1l0EIE3DCcioASOezBTEx5QheaSAgJBoHYODLEOnubJLL_SGAy7CMP7h22oov5CKJcG9DRmW3WW49rf93yb1pE1LQZ5qP0YhQtrDSq69tDf7gCiup4V_KF_8OHGZpcWv7taScYbLjes_AAHmrw/s789/General%20Lavalle.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="614" height="373" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKAenvtRasjVHPN-toKbFZJWaR9Jea05Oftzka9zyi1l0EIE3DCcioASOezBTEx5QheaSAgJBoHYODLEOnubJLL_SGAy7CMP7h22oov5CKJcG9DRmW3WW49rf93yb1pE1LQZ5qP0YhQtrDSq69tDf7gCiup4V_KF_8OHGZpcWv7taScYbLjes_AAHmrw/w290-h373/General%20Lavalle.jpg" width="290" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato del general Juan Lavalle, de destacada actuación en las batallas de Cerro de Pasco, Riobamba y Pichincha, existente en la sede del Instituto Sanmartiniano del Perú. Tras regresar a Buenos Aires, Lavalle intervino de forma polémica en las guerras civiles que asolaron las Provincias Unidas.<br />(fotografía del autor, 2019)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Para Bulnes, en base a las memorias de Miller y a las cartas de contemporáneos de los sucesos, <i>“La causa principal de la derrota fué la situacion interna del ejército, porque, si bien los patriotas tenian inferioridad numérica i estaban desmoralizados por el rechazo de Torata, la opinion jeneral de los contemporáneos fué que el desastre de Moquegua se produjo, principalmente, por las hostilidades latentes de las nacionalidades que componian el ejército unido. Influidos por los celos, los soldados de un pais no miraban de mal grado los apuros que sufrian los de otra bandera, i esa rivalidad fué tan lejos que se pronunció hasta en el campo de batalla”</i>. De hecho, el comportamiento del Regimiento del Río de la Plata fue objeto de críticas por parte de los contemporáneos. Pero las mayores críticas fueron hacia el mando patriota.</p><p class="MsoNormal">El general Dellepiane criticó a Alvarado, afirmando que los
patriotas no tuvieron plan alguno en Moquegua, limitándose a retardar los
movimientos del adversario. El secreto de las victorias realistas, añadió el historiador militar peruano, se debió al vigor empleado por sus
jefes en la ejecución de las operaciones y su decisión de doblegar la voluntad
del rival. <i>“Imaginándose a Espartero con el brazo roto y atado desde Torata, decidir
la acción con su valor; representándose a Valdez con once heridas y una cadera
fuertemente contusa, que lo iba a obligar a hacer un largo mes de cama,
conduciendo sus tropas al fuego; recordando al General en Jefe en la línea de
fuego y a la cabeza de la persecución que entabla la caballería, arma a la que
pertenecía, es cómo se comprenden los éxitos de las tropas del Rey que, por
otra parte, y jamás debemos olvidarlo, eran peruanos en abrumadora mayoría”</i>.</p><p class="MsoNormal">Alvarado y otros jefes marcharon hacia Ilo, donde lograron reunir casi un millar de dispersos, y de inmediato, abordaron los navíos anclados en el puerto. El 22 de enero, arribaron a La Rinconada, el batallón <i>Partidarios </i>(coronel Somocurcio) y el primer batallón del Primer Regimiento (coronel Ramírez), procedentes de Arequipa, lamentando no haber llegado a tiempo de participar en las batallas. Ese mismo día, Valdés se trasladó a Ilo, a fin de impedir el reembarco de los dispersos; ya era tarde, así que remitió un parlamentario proponiendo el canje de dos oficiales prisioneros: sólo uno pudo ser canjeado, pues el otro había sido enviado a Lima. Valdés volvió a Moquegua, dejando a Somocurcio con la tarea de detener a los dispersos que pudieran llegar a Ilo. Mientras tanto, las felicitaciones de los ayuntamientos realistas (Locumba, Tacna, Arequipa) empezaron a llegar al campamento de Canterac.</p><p class="MsoNormal"><i>“El resultado de tan brillante victoria, Escmo. Sr. ha sido quedar en nuestro poder tres piezas de artillería, unicas que ecsistian el 21, cantidad de municiones, todas las cajas de guerra, una bandera la sola que se halló en la accion y era la jeneral del ejército, porcion de carabinas, sables, lanzas, y caballerías, sobre tres mil fusiles, el campo sembrado de cadáveres; se han recogido como mil prisioneros y muchos heridos, inclusos en los primeros unos sesenta oficiales; y és tal su perdida que por todas las direcciones de las quebradas de la sierra y arenales se van encontrando dispersos desarmados”</i>, decía Canterac en el parte elevado al virrey La Serna el 22 de enero, añadiendo: <i>“Y por ultimo destruida completamente la espedicion que tanto decantaban los enemigos con el impropio, pero pomposo nombre de ejército Libertador del Sur en la que fundaban los siniestros designios de apoderarse de las provincias del alto Perú y sepultarlas en las mismas miserias y estado deplorable que esperimentan los pueblos que aun gimen bajo el tiránico yugo de una horda de parricidas del suelo en que nacieron, y del cual los soldados nacionales bien pronto los harán desaparecer, logrando ver coronados su trabajos y fatigas con volver al Perú la paz y la tranquilidad”</i>. Pero mientras el mariscal de campo escribía su informe, se escuchaban ruidos nada pacíficos en las calles de Moquegua: la victoria, la última que el Ejército Real alcanzaría en suelo peruano, se vio empañada por el saqueo al que se sometió a la ciudad.</p><p class="MsoNormal">El mismo 19 de enero que se libró la batalla de Torata, la Junta Gubernativa en Lima había promulgado una ley, que tomando en cuenta que la villa de Moquegua <i>“proclamó espontáneamente su independencia, luego que en el año de 1814 se le presentó oportunidad, y que muchos de sus nobles hijos han dado apreciables testimonios de su valor y constancia en la defensa de las libertades del Perú”</i>, le concedía el título de ciudad. Pero consumado el desastre de las fuerzas patriotas, la furia realista cayó sobre la flamante ciudad.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4nOPBkgAfUVwgjshFWMu_qleQQ9I3URWGoRQkT2WdQg2ZDgOAKly0DD-0uwRT6f9SVaSQ_DxxA0S3RJ1EmZ5N8Z91VIHrFQVXNmp5ULvZvWsIW6d6JxibMA1ut1-EeTr0AcD6rP5IKA6uBSotGr1nzbm6G7aB407YX-UJ3_kcFqVzN9yVPE1tZ-Mdw/s822/Ley%20del%2019%20de%20enero%20de%201823.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="822" data-original-width="405" height="435" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4nOPBkgAfUVwgjshFWMu_qleQQ9I3URWGoRQkT2WdQg2ZDgOAKly0DD-0uwRT6f9SVaSQ_DxxA0S3RJ1EmZ5N8Z91VIHrFQVXNmp5ULvZvWsIW6d6JxibMA1ut1-EeTr0AcD6rP5IKA6uBSotGr1nzbm6G7aB407YX-UJ3_kcFqVzN9yVPE1tZ-Mdw/w215-h435/Ley%20del%2019%20de%20enero%20de%201823.jpg" width="215" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ley del 19 de enero de 1823, que concedió a la villa de Moquegua el título de ciudad.<br />(Archivo Digital de la Legislación Peruana)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El testigo Tomás Dávila escribiría en 1853, que los realistas, irritados por el apoyo que la población dio al ejército de Alvarado, ordenaron un saqueo general; Dávila afirmó que Valdés ordenó inicialmente tocar degüello (lo que se hace difícil de creer dados los antecedentes del brigadier), y que Canterac cambió la orden por la de saqueo general.</p><p class="MsoNormal">En todo caso, Moquegua vivió las escenas que se suelen
asociar a un saqueo por un ejército victorioso: vecinos en fuga, soldadesca
desatada (y ebrios algunos, merced a los célebres vinos moqueguanos), refugiados
en los templos, hogares desvalijados, bienes y muebles desperdigados por las
calles. Un memorial de la Municipalidad de Moquegua en 1824, rememoraría
aquellos momentos: <i>“Representásenos aun, la imagen de aquel triste día: el
furor y rabia de aquella gente cebada en la sangre de este miserable Pueblo: el
terror de las matronas: la huida de los Jóvenes, los denuestos, y afrentas de
las Vírgenes, los hinchados, y pestilentes cadáveres en las calles, sin
permitirse sepultarlos... Tiembla el corazón con la memoria de estrago tan
miserable, mayormente cuando no paran en esto los daños”</i>. Según Dávila, los
realistas impusieron luego a los vecinos pudientes el pago de 50 mil pesos para
las necesidades del ejército.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Lub8yMUeBB1TSBCGppAz9NxygcXqT82H1ACcqGkK3q3ENE_ULLnt8BtIlIX_aYbrSSpEZtbtIvMWgpIFRfrIEBF0Z9lgeHoQrJHJzKz0i6GZ8o3e3_vNExN6shUasAahnFkPUa75EvJfHkIVJ2kw0ccXl3JvjCfPKLS1SiQhX7kHdi7ut8MzQXo80w/s794/Ley%20del%206%20de%20junio%20de%201828.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="794" data-original-width="572" height="392" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Lub8yMUeBB1TSBCGppAz9NxygcXqT82H1ACcqGkK3q3ENE_ULLnt8BtIlIX_aYbrSSpEZtbtIvMWgpIFRfrIEBF0Z9lgeHoQrJHJzKz0i6GZ8o3e3_vNExN6shUasAahnFkPUa75EvJfHkIVJ2kw0ccXl3JvjCfPKLS1SiQhX7kHdi7ut8MzQXo80w/w283-h392/Ley%20del%206%20de%20junio%20de%201828.jpg" width="283" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ley del 6 de junio de 1828, que dio a la ciudad de Moquegua el título de <i>benemérita a la Patria</i>.<br />(Archivo Digital de la Legislación Peruana)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Por esos sacrificios, años después, por Ley del 6 de
junio de 1828, <o:p></o:p>atendiendo a los <i>“servicios muy distinguidos á la causa de
la independencia”</i> y que <i>“por ellos ha sufrido las mayores hostiidades, y
perjuicios de los enemigos que saquearon la misma capital, reduciéndola á un
estado deplorable, que la ha hecho digna de la consideracion de los
Representantes de la Nacion”</i>, se concedió a la ciudad de Moquegua el título de <i>Benemérita
a la Patria</i>, y al pueblo de Torata se elevó al rango de villa.</p><p class="MsoNormal">Mientras tanto, el 25 de enero, a bordo de la goleta <i>Macedonia</i>, el derrotado general Alvarado redactaba el parte al gobierno de la derrota sufrida. Intentando disimular el verdadero alcance del desastre, sostuvo que para alimentar al ejército y evitar el clima malsano de Arica ordenó el avance a Moquegua, donde Valdés había acumulado <i>"todos los viveres y recursos que habia separado de la costa"</i>; que
tuvo que desembarcar víveres de la escuadra; que Valdés se plantó en los altos de Torata, que <i>"trató de hacer
una vigorosa resistencia, y fué desalojado sucesivamente de tres posiciones”</i>, que cuando sus fuerzas pusieron al
<i>“General Valdés en derrota, llega con su ejército el General Canterac, y
emprende un segundo ataque sobre nuestras columnas que […] tubieron que
retirarse […] hasta Moquegua”</i>, que el 21 <i>“el enemigo me obligó a un nuevo
combate”</i>, que fue <i>“obligado a seguir mi retirada aunque desordenada, por lo que
se ha sentido alguna perdida, y mas que todo la moralidad de la tropa”</i>, que los
generales Martínez y Pinto pasaron a reorganizar la fuerza en Pisco, mientras
él se dirigiría <i>“al sud a dar un impulso a las operaciones si las
circunstancias lo permitiesen”</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjylCxHB24fw6F6q5Jk1GwSqJIiJ_uxX74sHcCRArJj-vc02fsBeUmpY_9tY1NuWHL3qUHDAFGQLRyiGzC_3LjRNWk-1hG94PlgyO8mogyKglj8SLhPbOsZGZl7bWfnYdiY-f6Uhkodg2CB5ocH_euQEwNmmlA3HvtA0PfLMH_gpkeqe3IqmS5NrPwSAg/s574/Busto%20del%20general%20Alvarado.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="574" data-original-width="476" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjylCxHB24fw6F6q5Jk1GwSqJIiJ_uxX74sHcCRArJj-vc02fsBeUmpY_9tY1NuWHL3qUHDAFGQLRyiGzC_3LjRNWk-1hG94PlgyO8mogyKglj8SLhPbOsZGZl7bWfnYdiY-f6Uhkodg2CB5ocH_euQEwNmmlA3HvtA0PfLMH_gpkeqe3IqmS5NrPwSAg/s320/Busto%20del%20general%20Alvarado.png" width="265" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Busto del general Rudecindo Alvarado en el Instituto Sanmartiniano del Perú.<br />(fotografía del autor, 2019)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Consumado el triunfo, los realistas regresaron a sus posiciones en las alturas. El 26, un maltrecho Valdés se trasladó a Arequipa; debió reposar casi un mes para curar completamente. El 27 de enero, el <i>Cantabria</i> y el <i>Burgos</i> marcharon hacia Puno, y dos días después, Canterac los siguió con los tres escuadrones de <i>Dragones de la Unión</i>, para luego marchar a Jauja para retomar el mando de ese sector. Los dos escuadrones de <i>Granaderos de la Guardia</i> y dos piezas de artillería marcharon a Arequipa. Como era usual en las guerras independentistas, los cuerpos realistas se distribuyeron entre sí los prisioneros, <i>“y los de color negro fueron destinados al Batallón Arequipa, que se componía de naturales y originarios de África”</i> (García Camba).</p><p class="MsoNormal">La Serna, enterado de los hechos, ascendió a Canterac a
teniente general, y a Valdés a mariscal de campo. Además, declaró la
efectividad a los jefes y oficiales graduados, concediendo gracias
proporcionales a los subalternos. García Camba apuntó que <i>“el merecido ascenso
de Valdés y Canterac excitó zelos sensibles, de los que supieron sacar gran
partido los enemigos embozados de la España”</i>, y con exageración sobre la
capacidad de las fuerzas realistas, añadió que <i>“Sin la negra discordia que
dividió muy pronto á los esforzados defensores del Perú es bien probable que
las armas españolas continuaran triunfando de toda la formidable coalicion que
los poderes independientes de Buenos-Aires, Chile, Colombia y el Perú formaron
para vencerlas”</i>.<o:p></o:p></p><h3 style="text-align: left;">El desastre final de Iquique.</h3><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Por su parte, Alvarado se trasladó a Iquique para recoger
las fuerzas chilenas que había dejado allí. No sabía que el general realista Olañeta
había ocupado los valles de Lluta, Azapa y Tarapacá, y sus fuerzas habían expulsado
a las fuerzas patriotas, ocupando Iquique. Una vez en Iquique, Alvarado creyó
que los realistas habían abandonado la zona y ordenó desembarcar para tomar
víveres y recabar información. Ignoraba que en Pozo Almonte, cerca del puerto,
se hallaban fuerzas realistas del segundo Regimiento de Fernando VII y el
batallón <i>Chichas</i>, al mando del coronel José María Valdez, más conocido como <i>Barbarucho</i>,
que había encabezado en 1821, el ataque a la ciudad de Salta en que fuera
mortalmente herido el general Martín Miguel de Güemes.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">En la madrugada del 13 de febrero, los realistas ocuparon
nuevamente Iquique, y cuando a las ocho de la mañana, un bote de la <i>Macedonia
</i>intentó desembarcar, sus ocupantes se enteraron que los realistas estaban
listos para emboscarles. Alvarado, creyendo que era una fuerza menor, ordenó
desembarcar una compañía de la <i>Legión Peruana</i> y otra del
batallón N.° 2 de Chile; cada compañía sumaba 80 hombres. Al mando de la <i>Legión
Peruana</i>, marchaba el teniente coronel Pedro de La Rosa y los sargentos mayores
Manuel Taramona y José Méndez Llano. Dirigía la operación el coronel chileno
Francisco Bermúdez.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Pero ya en Iquique, los patriotas se dieron cuenta de que eran superados ampliamente por los realistas, y fueron empujados, palmo a palmo, hacia el mar. Los que no murieron, intentaron llegar a las lanchas para reembarcarse, pero se habían alejado ante la fusilería que se les hacía desde la playa. Desesperados, muchos optaron por arrojarse al mar intentando alcanzar a nado las lanchas salvadoras.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPdyWW7Y8zJfzUKM8TdnAZEikzQzM2gK0yTkDOIYBJ01EaJgWdWkVJlyi51_NqDXKM6InWO1zcGe-D28uiAikNlXxbN81591SSmxJLZ2Q6GnTGSLmS81x-HAizWCer-uPCOcApg4eMFft4TYl78ydnnBgj57J2P5oaEiESfHcP6kh91z_jWp4GomppVA/s1137/Decreto%20del%2029%20de%20agosto%20de%201823.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1137" data-original-width="849" height="431" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPdyWW7Y8zJfzUKM8TdnAZEikzQzM2gK0yTkDOIYBJ01EaJgWdWkVJlyi51_NqDXKM6InWO1zcGe-D28uiAikNlXxbN81591SSmxJLZ2Q6GnTGSLmS81x-HAizWCer-uPCOcApg4eMFft4TYl78ydnnBgj57J2P5oaEiESfHcP6kh91z_jWp4GomppVA/w322-h431/Decreto%20del%2029%20de%20agosto%20de%201823.png" width="322" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Decreto del 29 de agosto de 1823 en honor a La Rosa y Taramona.<br />(publicado en <i>El álbum de Ayacucho</i>, 1862)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Fue en ese momento, que el teniente coronel La Rosa y su entrañable amigo, el mayor Taramona, decidieron intentar llegar a nado a los navíos patriotas. Antes la muerte que la rendición, habría sido su idea. A nado, ambos amigos se alejaban de la orilla, pero la
distancia que les separaba de los buques patriotas era considerable. Los
realistas, abordaron embarcaciones menores, desde las que les arrojaban cuerdas
para poderlos salvar. Pero ambos jóvenes rehusaron, contestando que no deseaban
la vida de las manos que esclavizaban a su Patria. Y ante la angustia de los
patriotas y el estupor de los realistas, ambos jóvenes oficiales sucumbieron. Algunos piadosos vecinos de Iquique encontraron sus cadáveres, arrojados por el océano, y con el respeto de las autoridades realistas, los enterraron en la misma tumba.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgARNH3e_ajD6HnmjCX0CFapWZ7afUwv7FBWzKO5jovjWjWhsTsEInsguDs8qhNXvYR26CPR0cR-AENrSxnVUXZAt5nEENMEwVuKk0nk-e_sVRPyZV9eopBavXV49sw8xLVKOIEd4SC8OepEZw2VkqeeBuXztOrOrRQaZiE_wAwEDjIT20sPhcnAIVSUQ/s1023/Decreto%20del%2013%20de%20febrero%20de%201867.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1023" data-original-width="332" height="440" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgARNH3e_ajD6HnmjCX0CFapWZ7afUwv7FBWzKO5jovjWjWhsTsEInsguDs8qhNXvYR26CPR0cR-AENrSxnVUXZAt5nEENMEwVuKk0nk-e_sVRPyZV9eopBavXV49sw8xLVKOIEd4SC8OepEZw2VkqeeBuXztOrOrRQaZiE_wAwEDjIT20sPhcnAIVSUQ/w143-h440/Decreto%20del%2013%20de%20febrero%20de%201867.png" width="143" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Decreto del 13 de febrero de 1867 honrando la memoria de La Rosa y Taramona.<br />(Diario Oficial <i>El Peruano</i>, edición del 15 de febrero de 1867)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><i>“Su memoria se conservará eternamente rodeada de la
admiracion, del respeto y de la gratitud”</i>, diría Felipe Pardo y Aliaga. Por decreto de 29 de agosto de 1823, se dispuso que La Rosa
y Taramona pasasen revista mensualmente como presentes en la <i>Legión Peruana</i>. En
1853, el Congreso dispuso que sus restos se trasladasen a Lima, y se colocasen en un
mausoleo, norma que no llegó a cumplirse. Por ello, en 1867, la dictadura de Prado dio un decreto
ordenando el traslado de sus restos, lo que se retrasó por temas políticos; incluso en el Congreso de 1868 se debatió sobre los detalles del mausoleo encargado al italiano Ulderico Tenderini. El gobierno del general Diez Canseco, por decreto del 9 de julio de 1868, estableció los criterios técnicos y financieros del mausoleo, que fue completado en los meses siguientes. Los restos de La Rosa y Taramona fueron exhumados y trasladados a Lima, siendo inhumados en el Cementerio Presbítero Maestro, cerca de la cuarta puerta.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1GGHxWTN3wPxkQvuCVA9oIs51V9dSVZkkf5ELoWV3jYa0JD8pkJzDKECgxI4kQ9JYU_WCJd5LOj-8RqnEvKjzddPPd8fp8JzrU3BBRevkWmtl611dqy6IbdCYOBQnusOSGPhORe7AJyzkHK3f6dC0MGU5Tm7jYrLonnF_kVSy7L8W5CxZd5mXIxQlCA/s690/Tumba%20de%20La%20Rosa%20y%20Taramona%201922.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="690" data-original-width="520" height="346" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1GGHxWTN3wPxkQvuCVA9oIs51V9dSVZkkf5ELoWV3jYa0JD8pkJzDKECgxI4kQ9JYU_WCJd5LOj-8RqnEvKjzddPPd8fp8JzrU3BBRevkWmtl611dqy6IbdCYOBQnusOSGPhORe7AJyzkHK3f6dC0MGU5Tm7jYrLonnF_kVSy7L8W5CxZd5mXIxQlCA/w261-h346/Tumba%20de%20La%20Rosa%20y%20Taramona%201922.png" width="261" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Tumba de los héroes La Rosa y Taramona.<br />(publicada en la Revista <i>Mundial</i>, edición del 3 de noviembre de 1922)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">En noviembre de 1922, un articulista de la revista <i>Mundial </i>decía
con tristeza, al visitar la tumba de La Rosa y Taramona: <i>“La gratitud nacional, elevó a los dos heroicos oficiales esta
capilla; pero precisa convenir en que esa gratitud no fué muy grande ni ha sido
muy durable, por que hoy, el curioso que suba los dos peldaños del pequeño templete
sólo encontrará indicios certeros de abandono y olvido en el interior de él.
Las inscripciones se han borrado, el altar interior ya no tiene flores. Los
héroes duermen a la sombra del pasado; pero ya nadie los recuerda”</i>. La constante mala memoria peruana no es cosa reciente.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></span></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI2RDU_yVdYS32DYxTSHeI1O-9gqIvInzvS-2bDWmfn_pBy7Z2nOdssMoHED3TcDdLE07RFaE8go3-8tA6DLhIlyX3VvKo4Sb1x-VsmR9ExDGIBcP25cBZmxizy0wYFog_84XdIe9P0g8yP-FMylehz6oXYm6GEm2c95DpCIRcMIkwWmfbAkPG2OGoqg/s637/La%20Rosa%20y%20Taramona.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: arial;"><img border="0" data-original-height="421" data-original-width="637" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI2RDU_yVdYS32DYxTSHeI1O-9gqIvInzvS-2bDWmfn_pBy7Z2nOdssMoHED3TcDdLE07RFaE8go3-8tA6DLhIlyX3VvKo4Sb1x-VsmR9ExDGIBcP25cBZmxizy0wYFog_84XdIe9P0g8yP-FMylehz6oXYm6GEm2c95DpCIRcMIkwWmfbAkPG2OGoqg/w383-h253/La%20Rosa%20y%20Taramona.jpg" width="383" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Artículo en la <i>Gaceta del Gobierno</i> del 16 de abril de 1823, en honor a los oficiales peruanos Pedro La Rosa y Manuel Taramona, caídos en la campaña del sur.</span></td></tr></tbody></table><div><span style="font-family: arial;"><div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: left;"><p class="MsoNormal">Mientras reembarcaban los sobrevivientes, arribó a Iquique el general Olañeta. Bajo el pretexto de hacer llegar auxilios pecuniarios a sus
prisioneros y recomendarlos a la humanidad del vencedor, Alvarado invitó a una conferencia
a Olañeta, que le manifestó que estaba muy lejos de entregar sus
prisioneros a una autoridad ilegítima creada por una rebelión de jefes
liberales (refiriéndose al motín de Aznapuquio contra el virrey Pezuela), y en un momento de exaltación,
Olañeta los calificó de <i>“traidores liberales”</i>, manifestando su resolución de
separarse del virrey La Serna y limitarse a defender el Alto Perú en el nombre
del monarca absoluto Fernando VII. La división que se vivía en la Península entre absolutistas y liberales, se manifestaba también en el Perú, y sería una noticia de gran interés en los siguientes meses.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">Sin embargo, ello servía de poco consuelo para los muertos y prisioneros en esta campaña. Tras la entrevista, Alvarado y los cuatro barcos que le quedaban, zarparon hacia Lima. <i>"¿Qué quedaba de aquellos soldados ufanos que salieron en
octubre del Callao, i que el Perú miraba como los defensores de su
independencia i los guardianes de su nacionalidad? No otra cosa que el recuerdo
de sus desgracias, la esperiencia de sus errores, i la gloria de sus
contrarios"</i> (Bulnes).</p></div><h3 style="text-align: left;">A manera de colofón.</h3><p class="MsoNormal">Entre los soldados que lucharon en Torata y Moquegua, y que alcanzaron notoriedad en los años republicanos, destacan tres tenientes: el moqueguano Domingo Nieto y los limeños Felipe Santiago Salaverry y Manuel de Mendiburu; los dos primeros llegaron a desempeñar la jefatura del Estado peruano, mientras que el tercero ocuparía altos cargos y dejaría una importante obra historiográfica. Otro veterano que combatió en la <i>Legión Peruana</i> fue el teniente lambayecano José María Lastres y Martínez de Tejada, que llegaría a coronel, y cuyos restos descansan en el Panteón de los Próceres. Otro joven oficial fue Juan Crisóstomo Torrico, quien con el batallón N.° 2 de Chile, actuaría en la zona de Iquique en aquella desafortunada expedición.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG5lgx8yXNIeVGbSdolDjy_o8MznjeLC7Q6p_9sd02_LbpBNcO4RrlXTKw_si9BDu7MYxR6RnGvnzj_Q_Sh5LMxoBgnGzUfhXem3HfbPlOKThFI_q8g3AwFNe7EM5zp8H7wimusHMysJTcWGpX0whAlL-v_aFAakOVoUG7iBmC060YNJmOtkKpJKgcRQ/s1147/Firma%20del%20coronel%20Noriega.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="607" data-original-width="1147" height="187" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG5lgx8yXNIeVGbSdolDjy_o8MznjeLC7Q6p_9sd02_LbpBNcO4RrlXTKw_si9BDu7MYxR6RnGvnzj_Q_Sh5LMxoBgnGzUfhXem3HfbPlOKThFI_q8g3AwFNe7EM5zp8H7wimusHMysJTcWGpX0whAlL-v_aFAakOVoUG7iBmC060YNJmOtkKpJKgcRQ/w355-h187/Firma%20del%20coronel%20Noriega.png" width="355" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El coronel José Noriega participó en las campañas de Puertos Intermedios. En 1847 era coronel y subprefecto de Lambayeque.<br />(archivo del autor)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El profesor Peralta, en una obra de novísima aparición, destaca los aportes del recientemente fallecido historiador tacneño Luis Cavagnaro, que permitió rescatar del olvido a otros combatientes de la desafortunada expedición de Alvarado: <i>"Uno de ellos es el tacneño Francisco Deustua Pomareda, que quedó herido y prisionero, así también José Isidoro Alcedo, padre del autor del himno nacional, el músico Bernardo Alcedo. Del mismo modo, en un periódico de Lima, Cavagnaro halló u<span>na nómina de sobrevivientes de las batallas. Por la Legión Peruana recopiló los nombres de los capitanes José María Prieto y José Allende, el teniente Narciso Tudela Pinto, y los subtenientes Manuel Velásquez y Gabriel Ruiz. En el regimiento Río de la Plata anotó a los tenientes segundos Mariano Vivero y Estanislao Correa y Garay, el subteniente Manuel Taramona (al parecer, no sería el mismo de la Legión Peruana) y al cadete José Manuel Tineo. Finalmente, por el cuarto regimiento de Chile, rescató a los subtenientes José Noriega, Ignacio Morote y Ángel María Boza"</span></i><span>.</span></p><p class="MsoNormal"><span>Entre los nombres mencionados, destacaríamos a José Allende (quien llegaría a general, ocupando la presidencia del Consejo de Ministros en los gobiernos de Pezet y Balta), José Noriega (que sería subprefecto de Lambayeque bajo el primer gobierno de Castilla) e Ignacio Morote (que sería subprefecto de Chiclayo durante el Directorio de Vivanco, siendo enjuiciado por temas administrativos). Por otro lado, y sin ánimo de entrar en polémicas, en otras versiones, encontramos que el Alcedo que participó en Torata fue el compositor del Himno Nacional, del que se sabe que formó en el batallón N.° 4 de Chile, con el que partió al país del sur en donde ejercería funciones musicales en el ejército chileno y en la Catedral de Santiago, hasta su retorno al Perú en 1864. </span></p></span></div><h4 style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial; font-weight: normal;">El profesor Peralta destacó la cantidad de bajas en ambas batallas. <i>"El desastre fue de tal envergadura que solamente en Torata o en Moquegua murieron tantos patriotas como en Junín y Ayacucho, conjuntamente. En realidad, durante las batallas del 19 y 21 de enero de 1823 se perdieron más efectivos a favor de la independencia que en cualquier otra campaña realizada en el Perú durante el periodo subversivo comprendido entre la proclamación de la independencia y la capitulación de Ayacucho"</i>.</span></h4><p class="MsoNormal">Si el viaje desde el Callao hasta Iquique y Arica había sido accidentado, el tornaviaje no dejó de serlo. Los barcos que viajaron desde Iquique no tuvieron contratiempos, pero los que zarparon desde Ilo sufrieron contratiempos. El 30 de enero, la fragata <i>Trujillana</i>, que conducía 300 hombres, entre los que se encontraba el valiente Lavalle y sus granaderos, se estrelló contra la costa, a 12 leguas (58 kilómetros) de Pisco. Los náufragos llegaron a tierra e intentaron buscar el camino a Pisco, sin éxito. Acosados por la sed, quemados por el sol veraniego, peleando entre sí por conseguir un poco de agua cavando al pie de las pocas palmeras que pudieron ver en el desierto, los náufragos pasaron treinta y seis horas hasta ser rescatados por la caballería patriota. <i>"Muchos infelices expiraron antes de poder ser atendidos, y cerca de cien cadáveres insepultos esparcidos por la lúgubre mansión del desierto marcarán por siglos el camino que llevaron y perpetuarán el recuerdo de sus padecimientos"</i>, recordaría Miller. Otro transporte, el <i>Dardo</i>, que trasportaba al batallón N.° 5 de Chile, también naufragó, aunque no hubo muertos como consecuencia del siniestro. Ello hizo que Martínez abandonase el plan de marchar a Pisco, y se dirigiese directamente a Lima.</p><p class="MsoNormal">¿Y qué pasó con el Ejército del Centro? Arenales había insistido en la organización y apresto de sus
fuerzas, conocedor de su importancia para el éxito de la expedición de Alvarado,
pero entre la falta de apoyo de la división colombiana y la desatención del
Congreso hicieron fallar sus empeños. Ya sabemos que la división colombiana
terminó por causar al erario peruano gastos entre la manutención y el flete de
los barcos para devolverlos a su país. El Congreso, por su lado, tenía otros
intereses en lugar de la pronta terminación de la guerra. El 18 de enero, desde Lurín, Arenales y un grupo de oficiales firmaron un oficio al Congreso, en el cual, dentro de la debida subordinación, insistieron en que no era posible
que, hallándose el Estado en peligro, se limitasen al rol de espectadores;
propuso dirigirse a Pisco por mar, y desde allí, eliminado a la guarnición realista en Ica, se podría cortar o flanquear las fuerzas
que Canterac dejó en Jauja. Ya existían fuerzas operando en Cañete y Chincha, con oficiales tan capaces como Brandsen y Raulet, acosando a las fuerzas de Rodil, y podrían colaborar con el proyecto de Arenales. <i>“Con estos déviles elementos, sin acabarse de llenar las bajas resolví mi embarque, y una marcha cuyo triunfo consistía mas bien en la celeridad, que en la importancia de la fuerza, cuando en estas mismas circunstancias llega la funesta novedad de la derrota de Moquegua, y aparecen los tristes restos que se salvaron, y á su cabeza el brigadier D. Enrique Martinez”</i>, escribiría Arenales meses después.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">El 5 de febrero de 1823, la <i>Gaceta del Gobierno</i> publicó el parte que Alvarado escribió el 25 de enero. Mitre apuntaría: <i>"Las derrotas de Torata y Moquegua produjeron más irritación que desaliento en el pueblo. El triunfo definitivo de la independencia, era un hecho que estaba en la conciencia de los peruanos. La opinión hizo responsable al gobierno del mal éxito de la campaña. El ejército de Lima, situado en Miraflores, se puso en verdadero estado de insurrección contra el congreso, y especialmente contra el triunvirato, movido por el partido de Riva Agüero"</i>. Se avecinaba el primer golpe de estado del Perú republicano.</p></span></div></div><div><span style="font-family: arial;"><h3><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Albi de la Cuesta, Julio (2019). <i>El Ejército español en las guerras de Emancipación de América</i>. Madrid: Desperta Ferro Ediciones.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Basadre Grohmann, Jorge (2005). </span><i style="font-family: arial;">Historia de la República del Perú 1822-1933</i><span style="font-family: arial;"> (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Bulnes, Gonzalo (1897). <i>Últimas campañas de la independencia del Perú (1822-1826)</i>. Santiago de Chile: Imprenta y Encuadernadora Barcelona.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Colección Documental de la Independencia del Perú (1973-1975)<i>. Primer Congreso Constituyente</i> (3 volúmenes). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Colección Documental de la Independencia del Perú (1974)<i>. Asuntos Militares. Reimpresos de campañas, acciones militares y cuestiones conexas, años 1823-1826 </i>(tomo VI, volumen 9). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (1984). <i>El Ejército en la Independencia del Perú </i>(tomo IV, volumen 2).Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.</li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Dellepiane, Carlos (1964). <i>Historia militar del Perú</i> (tomo I). Lima: Ministerio de Guerra.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">García Camba, Andrés (1846). </span><i style="font-family: arial;">Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo II). Madrid: Establecimiento Tipográfico de D. Benito Hortelano.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Lorente, Sebastián (1876). <i>Historia del Perú desde la proclamación de la independencia. Tomo I. 1821-1827</i>. Lima: Imprenta Calle de Camaná.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Herrera, José Hipólito (1862). </span><i style="font-family: arial;">El álbum de Ayacucho. Coleccion de los principales documentos de la guerra de la independencia del Perú y de los cantos de victoria y poesía relativas a ella</i><span style="font-family: arial;">. Lima: Tipografía de Aurelio Alfaro.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Miller, John (2021). </span><i style="font-family: arial;">Memorias del general Miller al servicio de la República del Perú (selección)</i><span style="font-family: arial;">. Lima: Ministerio de Cultura del Perú.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Mitre, Bartolomé (1890). </span><i style="font-family: arial;">Historia de San Martín y de la emancipación sud-americana </i><span style="font-family: arial;">(tomo IV). Buenos Aires: Félix Lajouane Editor.</span></li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Odriozola, Manuel de (1873). <i>Documentos históricos del Perú</i> (tomo V). Lima: Imprenta del Estado.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Palma, Ricardo (1893). <i>Tradiciones Peruanas</i> (tomo II). Barcelona: Montaner y Simón Editores.<span style="font-family: arial;"></span></li><li>Palma, Ricardo (1896). <i>Tradiciones Peruanas</i> (tomo IV). Barcelona: Montaner y Simón Editores.</li><li><span style="font-family: arial;">Paz Soldán, Mariano Felipe (1870). <i>Historia del Perú independiente: Segundo período, 1822-1827</i> (tomo I). El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Peralta Casani, Pedro (2023). <i>Las batallas de Torata y Moquegua</i>. Tacna: Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann.</li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Torrente, Mariano (1830). <i>Historia de la revolución hispano-americana</i> (tomo III). Madrid: Imprenta de Moreno.</li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Vargas, Manuel Nemesio (1906). <i>Historia del Perú independiente</i> (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.</li><li style="border: none; font-family: "Times New Roman"; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Vargas Ugarte, Rubén (1971). </span><i style="font-family: arial;">Historia general del Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.</span></li></ul><div><b>Nota del autor:</b> Este texto estaba previsto para ser publicado el 21 de enero, cumpliendo el bicentenario de la batalla de Moquegua; sin embargo, al momento de terminar el presente texto, se nos informó de la publicación, por la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, de un libro sobre las batallas de Torata y Moquegua escrito por el historiador tacneño Pedro Peralta Casani. No pudimos resistir a la tentación de leerlo, y hemos modificado nuestro texto inicial en algunos puntos, en especial en lo referente al saqueo de Moquegua y a los hombres que lucharon en aquellos enfrentamientos.</div></div></span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-61009745625967670172023-01-07T04:48:00.023-05:002023-01-09T23:52:27.069-05:00La guerra de Balta<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Chiclayo, enero de 1868</span>.</h1><h4><br /></h4><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Este 7 de enero se cumplirá, entre la indiferencia oficial y el olvido colectivo, un aniversario del hecho más destacado de la historia de Chiclayo: la victoria frente a las fuerzas del gobierno tras varias semanas de asedio. </span><span style="font-family: arial;">Este texto fue publicado originalmente en el Semanario "Expresión" en cinco partes entre enero y febrero de 2018; queremos compartirlo (con modificaciones y adiciones) en un aniversario más de los hechos de 1868, hechos </span><span style="font-family: arial;">que, como veremos, contribuyeron a definir la realidad del departamento de Lambayeque</span>.</h4><div><br /></div><div><span style="font-family: arial;"><h3 style="font-family: "Times New Roman"; text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Un país en ebullición.</span></h3><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxN8Vc8BjBj5QS31evQ4ngJo2tAUvOC5UL-Eo_kGLavcS2LfQBMEANuxsI9spUbQw0x4fNfcM2z6_rK98PGPRx9IB0aX4GHWhWL90XeF--sf0cAheglbtlC0Reo6SFlGzJVlB4jCacDiv1gUwSJ-5EARZpIQQLCmCXxh-dPKU8kPAv59DidXPjELIcA/s1543/Grabado%20Callao%201866.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1111" data-original-width="1543" height="344" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsxN8Vc8BjBj5QS31evQ4ngJo2tAUvOC5UL-Eo_kGLavcS2LfQBMEANuxsI9spUbQw0x4fNfcM2z6_rK98PGPRx9IB0aX4GHWhWL90XeF--sf0cAheglbtlC0Reo6SFlGzJVlB4jCacDiv1gUwSJ-5EARZpIQQLCmCXxh-dPKU8kPAv59DidXPjELIcA/w478-h344/Grabado%20Callao%201866.png" width="478" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El combate del Callao, el 2 de mayo de 1866.<br />(revista <i>"Le Monde Illustré"</i>, junio de 1866)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">En 1866, la guerra con España había puesto de manifiesto la debilidad económica de la Republica, y la urgente necesidad de una reorganización del Estado. La Dictadura encabezada por el coronel Mariano Ignacio Prado, había reunido al célebre Gabinete de los Talentos, cuyo jefe e inspirador, el líder liberal José Gálvez, secretario de Guerra, sucumbió en el combate del Dos de Mayo. Sin la magnética figura de Gálvez, el coronel Prado continuó la tarea reorganizadora, destacando la labor del secretario de Hacienda, Manuel Pardo y del secretario de Relaciones Exteriores, Toribio Pacheco.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv-NEQdiloKwmc3dqkqo6WsO86OeXT3TaGvyfP9Udoy13QRyn-7tUi-6q0sUc1X_vAsmZXfGxBRevGftMXRbG1wP_nFLm9s78DhSsjQykz0caxZcXHonkKt4TflTDANP0SgtRYgU93HiWfM0UaxFJ3Rms6bQ46wjgujhBRvkeNggrvQSjw96d9-427Dg/s933/Grabado%20Prado%201909.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="608" height="509" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv-NEQdiloKwmc3dqkqo6WsO86OeXT3TaGvyfP9Udoy13QRyn-7tUi-6q0sUc1X_vAsmZXfGxBRevGftMXRbG1wP_nFLm9s78DhSsjQykz0caxZcXHonkKt4TflTDANP0SgtRYgU93HiWfM0UaxFJ3Rms6bQ46wjgujhBRvkeNggrvQSjw96d9-427Dg/w333-h509/Grabado%20Prado%201909.png" width="333" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato y firma del general Mariano Ignacio Prado.<br />(grabado inserto en la <i>Galería de retratos de los gobernantes del Perú independiente</i>, 1909)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Retiradas las fuerzas españolas del Pacífico, y habiendo entrado la guerra en un forzoso período de tregua (la paz con España no se firmaría sino hasta 1879), Prado, que ya no tenía ningún motivo para prolongar la Dictadura, convocó un Congreso Constituyente. El ambiente se enrareció debido a las prisiones y destierros de varios opositores al régimen de Prado. Entre los desterrados se contaba al anciano mariscal Ramón Castilla y al coronel José Balta. Varios oficiales navales, como Lizardo Montero y Miguel Grau, fueron enjuiciados por insubordinación y traición a la Patria (¡!) al negarse a acatar las órdenes de un almirante norteamericano, Tucker, contratado por el gobierno para comandar la escuadra aliada peruano-chilena contra las posesiones españolas en las Filipinas.</p><p class="MsoNormal">Instalado el Congreso Constituyente el 13 de febrero de 1867, fue sumamente parecido a la célebre Convención Nacional de 1855. Los liberales radicales, sin su líder Gálvez, aspiraban a lograr culminar sus ideas plasmadas en la derogada Constitución de 1856, tomar una suerte de revancha histórica con su sucesora de 1860. Con ello, continuaban con la manía peruana de vivir haciendo y deshaciendo constituciones (en frase del maestro Manuel Vicente Villarán), creyendo en las virtudes mágicas de las normas constitucionales para corregir las costumbres perniciosas. Ante el Congreso, Prado renunció, para ser elegido inmediatamente Presidente Provisional de la República.</p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgivGNDhbcy0s9CG84c5J62DG94JZVOTcQAxhp89E1NoSjlDx4JQ7L8EzeaytPdmQsJ2HeoOpyyJtC9gPwTifFTt82bDZVevsawnWyYLmqhs4MYioG6CdbX2z90YHPyNzSUbKFQC39klXfYceipcy_-31V1eXyZ1eP5QhJ7vpiMxa1FpFd9cH1Z0pAJGw/s1263/Muerte%20de%20Castilla.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="838" data-original-width="1263" height="323" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgivGNDhbcy0s9CG84c5J62DG94JZVOTcQAxhp89E1NoSjlDx4JQ7L8EzeaytPdmQsJ2HeoOpyyJtC9gPwTifFTt82bDZVevsawnWyYLmqhs4MYioG6CdbX2z90YHPyNzSUbKFQC39klXfYceipcy_-31V1eXyZ1eP5QhJ7vpiMxa1FpFd9cH1Z0pAJGw/w487-h323/Muerte%20de%20Castilla.jpg" width="487" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Muerte del mariscal Ramón Castilla en Tiviliche. El nonagenario coronel José Manuel Pereira recordaría en 1920, en una entrevista concedida a Ricardo Vegas García, que el viejo mariscal le comisionó para ganar para la causa al prefecto de Tarapacá, Zapata. <i>"Fracasó la misión. Cuando regresé a Pachica, donde había dejado a Castilla y a los nuestros, encontré a la puerta de la choza que los cobijaba, al general Rivas, con el rostro sombrío. Este me indicó con señas que Castilla estaba muriendo. ¡Calcule usted mi sorpresa y mi emoción! Descendí de mi cabalgadura y avancé. En eso, oi la voz del general, recia y dominante, que decía: “Un vaso de agua”. Corrió el general Rivas a alcanzárselo y le dijo: “General, acaba de llegar el coronel Pereyra. – ¡Que entre, inmediatamente! – dijo Castilla. Entré. El general estaba reclinado en el lecho, vestido y envuelto en su capote. Estaba acabado. – ¿Qué hay? – me dijo. – “¡Ha fracasado la misión, general! “¡Esto se lo ha llevado el diablo!”. El general Rivas y yo, tratamos de disuadirle, haciéndole reflexiones acerca de su estado. “¡Váyanse ustedes al cuerno!” – dijo. “¡Los hombres como yo, mueren a caballo!” Y salió montado, en seguida. Ordenó el general que Rivas hiciera marchar a la tropa, y yo que mandaba una división, eché adelante. De pronto, Castilla picó espuelas y se adelantó. Iba erguido como en sus mejores épocas. Pero, en un momento dado, cerca de la quebrada de “Tibiliche”, vaciló, deteniendo el caballo. Manuel Rivas, hijo del general, que marchaba a su lado, se acercó y lo auxilió. Pero ya era tarde. El mariscal se desplomó violentamente del caballo, arastrando tras de si a Rivas, sobre el cual cayó al suelo, ya cadáver. El general Beingolea, dijo entonces: “ha muerto”. Y yo senti que se acababa un grande hombre…"</i>. <br />(óleo del pintor Aurelio Longaray Dávalos, Museo del Real Felipe)</td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal">Desde Chile, el casi septuagenario mariscal Castilla emprendió su última revolución en defensa de la Constitución de 1860. Enfermo y agotado por las marchas forzadas, el 30 de mayo, el viejo tarapaqueño murió en el desierto de Tiviliche. El país se conmovió ante la noticia, la rebelión iniciada quedó ahogada en su cuna, y el Congreso aprobó amplios honores al fallecido, además de una amnistía a sus seguidores.</p><p class="MsoNormal">El Congreso Constituyente seguía su trabajo, en medio de pugnas con el Gobierno, conduciendo a la primera censura de todo un gabinete. El 29 de agosto de 1867 fue promulgada la nueva Constitución, edición más radical que la de 1856. Con la promulgación de la Constitución, el general Prado pasó de Presidente provisional a Presidente constitucional, pero el gobierno estaba desprestigiado. Aunque los pueblos del Perú juraron la nueva Carta, los enemigos del gobierno juzgaron a la nueva Constitución como impía, antisocial y contraria a la religión. Y en efecto, en Arequipa, estalló la rebelión de una forma tragicómica: varios cientos de señoras devotas protestaron contra la Constitución el mismo día de su jura, el 11 de septiembre, y todo acabó en un combate entre el pueblo y las tropas; el coronel Ginés, prefecto de Arequipa, fue asesinado y las fuerzas gubernamentales se rindieron.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-WfSZKTRx8dSkpLvgf-JgUl_csXSOqmayt3YYuGQ7VlFgICYzobHKeEPCbaNkiztW_fBwPkbDcsX4VejZnkzNLLcOL9ZChVlFumizsxRxMMuFychxLjK7jmeG_0w1q1Goho8ogP6n0Dn17Ig2YboWjB5nvQpQm-JO2G_IixdpnLMRad-MCwoDefpi4A/s1062/Constituci%C3%B3n%201867.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1062" data-original-width="697" height="423" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-WfSZKTRx8dSkpLvgf-JgUl_csXSOqmayt3YYuGQ7VlFgICYzobHKeEPCbaNkiztW_fBwPkbDcsX4VejZnkzNLLcOL9ZChVlFumizsxRxMMuFychxLjK7jmeG_0w1q1Goho8ogP6n0Dn17Ig2YboWjB5nvQpQm-JO2G_IixdpnLMRad-MCwoDefpi4A/w278-h423/Constituci%C3%B3n%201867.png" width="278" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La Constitución de 1867 fue una versión más radical del texto de 1856, buscando acentuar la importancia del Congreso frente al Presidente de la República.</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Rebelada la ciudad del Misti contra la Constitución de 1867, proclamó la vigencia del texto de 1860, y a pesar de haber vencido su mandato, se llamó al general retirado Pedro Diez Canseco, cuñado del difunto mariscal Castilla y segundo vicepresidente del gobierno del también difunto mariscal San Román, para que asumiese el mando de la República en aras de una restauración de la constitucionalidad.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG7Z9vTBOZxwVR-6F9_7xb-ryuJ5UWyB1rW-0_muzjvjsYyI7OeOtbYqhpIg0wLbEMYmOM7oGA8TcI0owGPvjkj15gWSreiRlElbujmAmhYgteGUpwwPvedoCSY9MkkvXdpq0FYgKOjKSsPAqNkoX6FaimPOSdwTXgsDGewPnv71CVjMBw-4M_h0JK7w/s933/Grabado%20Diez%20Canseco%201909.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="558" height="537" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG7Z9vTBOZxwVR-6F9_7xb-ryuJ5UWyB1rW-0_muzjvjsYyI7OeOtbYqhpIg0wLbEMYmOM7oGA8TcI0owGPvjkj15gWSreiRlElbujmAmhYgteGUpwwPvedoCSY9MkkvXdpq0FYgKOjKSsPAqNkoX6FaimPOSdwTXgsDGewPnv71CVjMBw-4M_h0JK7w/w321-h537/Grabado%20Diez%20Canseco%201909.png" width="321" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato y firma del general Pedro Diez Canseco.<br />(grabado inserto en la <i>Galería de retratos de los gobernantes del Perú independiente</i>, 1909)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><br /></p><h3 style="text-align: left;">Un limeño acogido en el Norte.</h3><p class="MsoNormal">Muerto el legendario gran mariscal Castilla y envejecidos los veteranos de Ayacucho, tocaba el turno del recambio generacional a cargo de los vencedores del Dos de Mayo, acción denominada la <i>“segunda independencia”</i>. Dos hombres encarnarían tal generación: Mariano Ignacio Prado y José Balta.</p><p class="MsoNormal">En 1856, Castilla afrontó una sublevación general contra la Constitución liberal de 1856, conservando apenas Lima y Callao: hasta la armada se sublevó; pero palmo a palmo el cazurro tarapaqueño logró reconquistar al país, hasta derrotar la rebelión con el asedio y asalto de Arequipa en 1858, para luego impulsar la moderada reforma constitucional de 1860. Transcurrieron casi diez años. De la escena de los vivos habían desaparecido el ideólogo conservador Bartolomé Herrera, el tribuno liberal José Gálvez y el carismático mariscal Ramón Castilla. Gobernaba un joven coronel, Mariano Ignacio Prado, con los frescos laureles del Dos de Mayo. Con él, los liberales radicales querían su revancha e imponer las reformas que anhelaban. Para ello, promulgaron la Constitución de 1867, pero una vez más, Arequipa se había levantado en contra, encabezada por el ex segundo vicepresidente de San Román y Pezet, general Pedro Diez Canseco. ¿Podría vencer? Nada estaba dicho aún, pero evidentemente Mariano Ignacio Prado, el caudillo huanuqueño, no era Ramón Castilla. Quizá Prado habría podido afrontar el desafío de haber tenido sublevado sólo al sur, ya que a diferencia del difunto mariscal, contaba con la armada, pero como en 1856, el levantamiento se extendió al norte encabezado por el coronel José Balta.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_bsUZocrAfOu0QYk-4U2WOcPW535x4yl5v7vvnyrg3Hhq7iPoBhlKq2p4UQ8zN-Dk7azOMzotAZBYRE3Y-5mNdEhXNCrekEURuT-oEoEilHdvnQV-KqBbLNKLNrQ53XDDJou0DIXALafy59aoNATyOYsmvrecLkwqRU2i0cLUWWCM4vr95Q4w0WGCRA/s933/Grabado%20Balta%201891.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="530" height="510" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_bsUZocrAfOu0QYk-4U2WOcPW535x4yl5v7vvnyrg3Hhq7iPoBhlKq2p4UQ8zN-Dk7azOMzotAZBYRE3Y-5mNdEhXNCrekEURuT-oEoEilHdvnQV-KqBbLNKLNrQ53XDDJou0DIXALafy59aoNATyOYsmvrecLkwqRU2i0cLUWWCM4vr95Q4w0WGCRA/w290-h510/Grabado%20Balta%201891.png" width="290" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato y firma del coronel José Balta.<br />(grabado inserto en la edición de las <i>Tradiciones Peruanas</i> de Ricardo Palma, 1896)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Balta era un personaje de bien ganada reputación de valentía. Nacido en 1814, era uno de los pocos militares verdaderamente profesionales en un país donde los ascensos por favor o por participación momentánea en algún conflicto eran lo usual, ya que estudió en el Colegio Militar fundado por el presidente Gamarra. Había combatido en defensa del presidente Orbegoso en el revés de Huaylacucho, presenciando luego el abrazo de Maquinguayo en 1834. Por el audaz Salaverry, se batió en el puente de Uchumayo y en el alto de Socabaya, siendo apresado y enviado a la sierra boliviana. Logró fugar, y en las acciones de Portada de Guía, Buin y Yungay, demostró tal coraje que ascendió a sargento mayor. Pese a haber combatido con Torrico en la debacle de Agua Santa (1842), y con el Supremo Director Vivanco (su antiguo director en el Colegio Militar) en la derrota de Carmen Alto (1844), logró ascender en el escalafón durante el apaciguamiento castillista, llegando a coronel. Pero el mantenerse fiel a la legalidad con el gobierno impopular de Echenique, dirigiendo el batallón Yungay en la cruenta batalla de la Palma, le costó ser dado de baja en 1855.</p><p class="MsoNormal">Cansado de los vaivenes de la política, Balta decidió dirigirse hacia el Norte, buscando como un romano antiguo, dejar la espada para consagrarse al arado. Así, empezó como agricultor en la hacienda Lurífico en el valle de Pacasmayo, entonces parte de la provincia de Chiclayo. Ahorrando progresivamente, pudo adquirir dicha hacienda, para luego, con los años, revenderla con buenas ganancias al empresario norteamericano Henry Meiggs. Su bonhomía y espíritu justo, pese a sus tremendos arranques de mal humor (que se harían legendarios en la Presidencia), le ganaron una franca popularidad. No se inmiscuyó en el levantamiento de 1856, y en 1861, logró ser rehabilitado y volver al servicio, siendo designado subprefecto de Chiclayo en 1863.</p><p class="MsoNormal">La labor de Balta como subprefecto fue amplia en beneficio del pueblo chiclayano. Se habilitó Pimentel como puerto, aunque sin efectos inmediatos en la economía local. Logró culminar el trabajo iniciado en los tiempos del coronel José Leonardo Ortiz para desviar la acequia que atravesaba el centro de la ciudad. Supo ganarse la simpatía del pueblo, y cuando se unió a la rebelión contra Pezet en 1865, el pueblo chiclayano lo respaldó.</p><p class="MsoNormal">Fugaz ministro de Guerra de Diez Canseco, Balta era una figura de cada vez mayor prestigio. Según Carmen McEvoy, la estricta política fiscal de la dictadura llevó a rechazar los pedidos de Balta para dar a sus milicianos los privilegios del ejército nacional. Preso y exiliado a Chile, cuando estalló la rebelión de Arequipa en septiembre de 1867, Balta se apresuró a retornar al Perú.</p><p class="MsoNormal">La noche del 14 de octubre de 1867, Trujillo se levantó en armas contra el gobierno de Prado; el prefecto coronel José Zavala cayó en la refriega. Al día siguiente, los rebeldes nombraron prefecto al doctor José Vicente Ampuero, vocal de la Corte Superior, y conocedores de la próxima llegada de Balta, lo designaron Jefe Superior Político y Militar del Norte. Ampuero envió mensajes a las provincias del departamento pidiendo su adhesión a la causa. El 19 de octubre, el subprefecto de Lambayeque, Antonio Pastor, respondió que <i>"no solo haré respetar al Gobierno y hacer cumplir la Constitucion, sino que en caso necesario sacrificaré gustoso mi vida y mis intereses en combatir contra los enemigos del órden"</i>, e informó ese mismo día a Lima, que <i>"Esta provincia y la inmediata de Chiclayo quedan en el mejor órden á la manera que el Rejimiento acantonado en dicha ciudad por la disposicion de sus jefes y fidelidad de los individuos de tropa"</i>. Dicho regimiento era el <i>"Coraceros de la Libertad"</i>, a órdenes del coronel José Manuel Bernal.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg56hZTN3fvtk1fzDjFQKKlTTf5gyPVwPqS4ta83aGyno9X0msrSANyRKAOItRYzv3LgVhx8w5eiF4N6-0ZvS4qYXW65A6Gk04VAO5kcMRGGvpvDxfhis8eX8U7BCBvrwLm3VEIQ5wZAl2ygrHuuXXTsk8JQYn0kzEU4RwMf1LBAndC-CSDk6LKRdxtuQ/s2779/Mapa%20del%20departamento%20de%20la%20Libertad%20Jouanny%201867.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2459" data-original-width="2779" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg56hZTN3fvtk1fzDjFQKKlTTf5gyPVwPqS4ta83aGyno9X0msrSANyRKAOItRYzv3LgVhx8w5eiF4N6-0ZvS4qYXW65A6Gk04VAO5kcMRGGvpvDxfhis8eX8U7BCBvrwLm3VEIQ5wZAl2ygrHuuXXTsk8JQYn0kzEU4RwMf1LBAndC-CSDk6LKRdxtuQ/w451-h399/Mapa%20del%20departamento%20de%20la%20Libertad%20Jouanny%201867.png" width="451" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Plano del departamento de La Libertad, publicado en el <i>Atlas del Perú</i> de L. A. Jouanny (1867).</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El gobierno movilizó sus fuerzas, y el 20 de octubre, Prado expidió el nombramiento de prefecto de la Libertad al coronel José Bernardo Goyburu, quien desde Pacasmayo, agradeció el nombramiento en el entendimiento <i>"que solo debe ser temporal, miéntras dure el actual estado de cosas y despues se dignará relevarme"</i>. A bordo de la corbeta <i>"América"</i>, el gobierno envió tropas leales, cuyo desembarco en Pacasmayo, Goyburu demoró hasta que las fuerzas de Bernal marchasen a Malabrigo, marcha que no llegaría a ocurrir, ya que la situación en las provincias de Chiclayo y Lambayeque se complicó.</p><p class="MsoNormal">Sucedió que un grupo de chiclayanos se pronunciaron en contra de Prado y a favor de Balta, proclamando a Chiclayo <i>Provincia Litoral</i>, y en número de 200, con el respaldo de motupanos y ferreñafanos, marcharon a Lambayeque y la ocuparon en la madrugada del sábado 23 de noviembre de 1867. Sin embargo, el coronel Bernal y sus fuerzas patrullaban los alrededores de la ciudad, y enterados de la presencia de los facciosos, a las ocho de la mañana, <i>"por diferentes direcciones mandé atacar sobre sus parapetos de la plaza, donde en cinco minutos fueron dispersados por todas direcciones y perseguidos hasta su completa destruccion"</i>, mientras que el subprefecto de Lambayeque, Antonio Pastor, al frente de una pequeña fuerza, hostigaba a los rebeldes desde la zona norte de la ciudad. El subprefecto de Chiclayo, J. C. Baca, informó al gobierno: <i>"Hoy han sido batidas y completamente derrotadas en la ciudad de Lambayeque, las fuerzas revolucionarias que se habian levantado en esta, desde el 17 del corriente al mando del titulado coronel D. Marcos Barrantes, por un escuadron del regimiento “Coraceros de la Libertad” á órdenes de su primer Jefe Sr. Coronel D. José Manuel Bernal, quedando en poder de éste los prisioneros y armas que se han tomado á los facciosos"</i>. A su vez, el coronel Bernal afirmó: <i>"Sin haber pasado por el dolor de lamentar desgracias, pues oficiales y tropa, generosos con los rendidos, no han sufrido atropellamientos; excepto el cabecilla de los Motupanos, Anselmo Prado, que con revolver en mano se resistia y ha sido levemente herido, y muerto su caballo: quedan pues, Sr. Coronel Prefecto, estas provincias libres de la plaga de conspiradores, lo que tengo el honor de comunicar por su órgano para que llegue al del Supremo Gobierno; á quien por el vapor de mañana comunicaré el buen éxito de mi comision"</i>. Incluso, el periódico lambayecano <i>La Estrella del Norte</i> publicó el 1.° de diciembre, un verso anónimo burlándose del movimiento chiclayano: <i>"Chiclayo se ha pronunciado / en Provincia Litoral / y a Canseco ha proclamado / como a jefe de Estado / ahora sí que estamos mal"</i>. Los hechos demostrarían que era errónea la seguridad del elemento pradista.</p><p class="MsoNormal">Mientras tanto, Balta había arribado a Trujillo el 22 de octubre, y acosado por las fuerzas enviadas por el prefecto Goyburu, se replegó hacia Otuzco, en la sierra liberteña. La noche del 1° de noviembre, Balta y sus fuerzas abandonaron Otuzco, que fue ocupada al día siguiente por las tropas gobiernistas al mando del comandante Benigno Febres. A la luz de los documentos oficiales, sabemos que Balta se retiró hacia la sierra, realizando varios tiroteos con las fuerzas de Febres; este informó al prefecto que sus tropas ardían en entusiasmo y que confiaban derrotar pronto a <i>"la montonera que capitanea el ciudadano Balta"</i>, pero no realizó mayores avances, pues recién salió con su fuerza a perseguir a Balta cinco días después.</p><p class="MsoNormal">Lo que ignoraba Febres, era que Balta, reforzado con los montoneros de Luis Herrera, había marchado a Huamachuco (14 de noviembre) y Cajabamba (16 de noviembre). El 21, atacó la ciudad de Cajamarca, defendida por fuerzas al mando del coronel Miguel Iglesias, cuya casa terminó saqueada por los asaltantes. En Cajamarca, Balta lanzó un manifiesto culpando a Prado de haber usurpado el poder el 28 de noviembre de 1865, proclamando la vigencia de la Constitución de 1860. El 27, las fuerzas de Balta marcharon hacia la costa, y tras enterarse de los hechos de Lambayeque, y decidió enrumbar hacia Chiclayo, pasando por Chepén y Guadalupe; Ricardo Palma, que era secretario general de Balta, recordaría en 1891, que le hastiaba oír cantar en las zamacuecas locales, una copla que le parecía particularmente sosa: <i>"Viva el sol, viva la luna, / viva la flor del picante, / viva la mujer que tiene / a un baltista por amante"</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCYaducryMl3Xlx9NOIVuQu1klu1jIc8xAV3IrVB66fyG0G6pyU1oyzhGAFSwzh5l9HAGhDjFPpgzUvIeLF6Jz1v19sLf0dsV2bqDUwXQmfvzyLrCepcccxFng4MFpcpmJqim8xs7fM13Tq9LjBbwSEXkI_04L7VLcokbcSTSazI0V2ffVRatAYz3qMQ/s785/Proclama%206%20de%20diciembre%201.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="505" data-original-width="785" height="279" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCYaducryMl3Xlx9NOIVuQu1klu1jIc8xAV3IrVB66fyG0G6pyU1oyzhGAFSwzh5l9HAGhDjFPpgzUvIeLF6Jz1v19sLf0dsV2bqDUwXQmfvzyLrCepcccxFng4MFpcpmJqim8xs7fM13Tq9LjBbwSEXkI_04L7VLcokbcSTSazI0V2ffVRatAYz3qMQ/w433-h279/Proclama%206%20de%20diciembre%201.png" width="433" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Proclama del coronel José Balta, jefe superior político y militar del Norte, a las fuerzas de su mando, acantonadas en Chiclayo (6 de diciembre de 1867).</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><br /></p><h3 style="text-align: left;">El asedio de Chiclayo.</h3><p class="MsoNormal">El 6 de diciembre de 1867, Balta ingresó triunfalmente a Chiclayo. Sus fuerzas eran aproximadamente 200 hombres (las fuentes oscilan entre 150 y 300) que se le habían unido en Cajamarca y Otuzco; dos piezas de artillería reforzaban su capacidad ofensiva. Sus fuerzas, pertrechadas con fusiles Minié y Winchester, pronto se cuadruplicaron con voluntarios de Chiclayo, la mayoría armados sólo con puñales. El poeta Carlos Augusto Salaverry, que acompañaba a las fuerzas de Balta, apuntaría: <i>“El pueblo los acogió con arcos de triunfo, banderas, coronas, aclamaciones entusiastas. El soldado vivaba al pueblo y el pueblo al soldado”</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgatBdoIdQ4Cb9gwab_46m73D0PBqXyJz-tHGB_pLhK9ahXNmX-JfZuV6WpaG2CN7I8itP_gyPGPUAfcA0y7j-qxOTHbQFPoaKOV5rN0Nse8RJ4bHb_hAbMUR9n1MGnwJ-4I45g2sDROJX79OlPqOILlIEdw1L7cK9QElTvOPdix3rOe7oNgvJWXav6zw/s766/Proclama%206%20de%20diciembre%202.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="647" data-original-width="766" height="369" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgatBdoIdQ4Cb9gwab_46m73D0PBqXyJz-tHGB_pLhK9ahXNmX-JfZuV6WpaG2CN7I8itP_gyPGPUAfcA0y7j-qxOTHbQFPoaKOV5rN0Nse8RJ4bHb_hAbMUR9n1MGnwJ-4I45g2sDROJX79OlPqOILlIEdw1L7cK9QElTvOPdix3rOe7oNgvJWXav6zw/w437-h369/Proclama%206%20de%20diciembre%202.png" width="437" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Proclama del coronel José Balta, jefe superior político y militar del Norte, a los pueblos de Chiclayo y Lambayeque (6 de diciembre de 1867).</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">En aquella época, Chiclayo era una ciudad mucho menos grande de lo que es hoy en día. Apenas superaría los contornos de las calles Bolognesi, Luis González, Pedro Ruiz y Sáenz Peña. La Iglesia Matriz y el Colegio San José erguían sus fuertes estructuras en el centro de la ciudad. Y fue en el Colegio donde Balta instaló su cuartel general, a la par que un rudimentario hospital de campaña. Examinando el mapa de Chiclayo, Balta comprendió que había que preparar la defensa para la inevitable reacción del gobierno: decidió cerrar las bocacalles de las tres calles que recorrían la ciudad de sur a norte, que corresponderían a las actuales calles Siete de Enero, José Balta y Alfredo Lapoint, para así impedir un posible acceso de las tropas gubernistas y tenderles emboscadas con facilidad. Además, fortificó con sacos de arena y adobes el Colegio, la Iglesia Matriz, y varias casas de utilidad estratégica, donde colocó expertos tiradores. Dos puntos destacaban: la trinchera construida en la parte posterior de la iglesia de la Verónica y la casa (llamada pomposamente <i>“fuerte”</i>) de Maradiegue (actual esquina de Siete de Enero e Izaga). Los chiclayanos tendrían que trabajar a toda prisa, puesto que la respuesta del gobierno no se haría esperar.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfVGgih0oTAuTgY75M01tjoqrTQ9k8SrZrmpLKkxsDKQWYamIVBsmeoIBkvrETXcnyHXB-QYclkeYe1OLyGr1o7YtA8kG-MqsZSi8LZ61Mh2kKEys67FQwK1Tcm3BzeH1El_YRIJr_vWyMqfpX9M-0M6CEqAuMLK7WxZ5Twrs-RubuIzNdhlBZyd07Ug/s860/Grabado%20Chiclayo%201891.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="860" data-original-width="820" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfVGgih0oTAuTgY75M01tjoqrTQ9k8SrZrmpLKkxsDKQWYamIVBsmeoIBkvrETXcnyHXB-QYclkeYe1OLyGr1o7YtA8kG-MqsZSi8LZ61Mh2kKEys67FQwK1Tcm3BzeH1El_YRIJr_vWyMqfpX9M-0M6CEqAuMLK7WxZ5Twrs-RubuIzNdhlBZyd07Ug/s320/Grabado%20Chiclayo%201891.png" width="305" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Vista de las calles de Chiclayo a fines del siglo XIX.<br />(grabado inserto en la edición de las <i>Tradiciones Peruanas</i> de Ricardo Palma, 1896)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Como era previsible, el gobierno de Prado tuvo que dividir sus fuerzas para derrotar la rebelión en ambos frentes. Como haría en 1879, Prado dejó encargado del mando al general Luis La Puerta, para hacerse cargo de sofocar la rebelión en Arequipa, buscando superar al mariscal Castilla y el asedio de 1858; para ello, proyectó trasladar pesados cañones Blackely para sitiar la ciudad blanca. De la tarea de enfrentar a Balta, se encargaría el ministro de Guerra, coronel Mariano Pío Cornejo.</p><p class="MsoNormal">Cornejo contaba con los batallones de infantería <i>“Pichincha”</i> y <i>“Arequipa”</i>, el regimiento de caballería <i>“Húsares de Junín”</i>, dos brigadas de artillería (es decir, 12 cañones) y dos columnas de celadores, con un total de 1750 soldados y oficiales. Además, el subprefecto de Lambayeque, Antonio Pastor, se le unió con 40 voluntarios. Y una semana después de la entrada triunfal de Balta en Chiclayo, el 13 de diciembre, Cornejo llegó a Reque, y emplazó sus fuerzas en los alrededores de la ciudad. Por órdenes de Cornejo, se ordenó a los propietarios del molino de pilar arroz propiedad del súbdito alemán Alfred Solf, el franqueo de habitaciones para depositar los fondos de la comisaría primero, y luego para hospital de sangre. Ello originó una protesta del señor Solf ante el cónsul de Chile, Gregorio del Castillo, y el cónsul de los Estados Unidos, Santiago C. Montjoy.</p><p class="MsoNormal">Al día siguiente, sábado 14 de diciembre de 1867, al romper el alba, las fuerzas gubernistas avanzaron hacia Chiclayo, y luego de tres horas de intenso tiroteo, acompañado por el fuego de sus cañones, instalados fuera del molino de Solf, fueron rechazados, dejando en el campo 80 muertos. Los baltistas tuvieron 20 bajas. Ante tal resistencia, Cornejo, levemente herido en la cabeza, optó por intentar ablandar a los defensores a través de un intenso bombardeo todo el día 15, a la vez que pedía refuerzos a Lima, antes de un asalto final.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ZuN5QG8uJC2veJ_OJemtOGsa6ofWYB9JuS6Hdikot9KN-H4FAmjhhTGHzd3FcsOW_dg1JDK2ss7gvtd146e31i3rcdsYkmbKPY3rsdkJCwpdfar_xEKw0JboVHWZhIH5DLsircvmVX7hrSgANj6I9G0vyb1d9nT5LYdM3n8fDZ0eSFvhQ9xq8C-Hug/s657/Asedio%20de%20Arequipa%20-%20detalle.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="657" data-original-width="517" height="412" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ZuN5QG8uJC2veJ_OJemtOGsa6ofWYB9JuS6Hdikot9KN-H4FAmjhhTGHzd3FcsOW_dg1JDK2ss7gvtd146e31i3rcdsYkmbKPY3rsdkJCwpdfar_xEKw0JboVHWZhIH5DLsircvmVX7hrSgANj6I9G0vyb1d9nT5LYdM3n8fDZ0eSFvhQ9xq8C-Hug/w325-h412/Asedio%20de%20Arequipa%20-%20detalle.png" width="325" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Detalle de una pintura de Ignacio Merino, ilustrando a los soldados del gobierno del general Prado, asediando Arequipa en 1867; se puede notar el uniforme afrancesado de los soldados peruanos (casaca azul y pantalón rojo).<br />(publicado en la <i>Historia General del Perú</i> de Vargas Ugarte)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El 16 y 17 continuó el bombardeo, causando bajas civiles. El 18, Balta intentó un contraataque fallido, ante lo que el fuego artillero no cesó hasta el 23 de diciembre. El 24, Balta lanzó otro contraataque a las trincheras del Gobierno, sin lograr expulsar a los gubernistas de sus posiciones. Al día siguiente, 25 de diciembre, se trabó una feroz lucha en la trinchera de la Verónica, debiendo replegarse las fuerzas atacantes. Siguieron dos días de tensa calma.</p><p class="MsoNormal">El 27 de diciembre, Cornejo recibió los refuerzos que esperaba: 150 hombres y 5 cañones con abundante munición, con la que reinició el bombardeo, centrado en la trinchera de la Verónica. El 30, luego del bombardeo, tropas del <i>“Pichincha”</i> intentaron asaltar la trinchera de la Verónica por tres horas, siendo rechazados por un ataque a retaguardia de los voluntarios armados con puñales. Un grupo de baltistas, arrebatados ante el éxito, se arrojaron contra las trincheras enemigas, siendo repelidos. El 31 de diciembre, último día de 1867, sólo se escuchó el tronar del cañón. Ambas partes estaban por jugarse el todo por el todo.</p><h3 style="text-align: left;">El asalto del 7 de enero.</h3><p class="MsoNormal">Tras casi un mes de asedio, entre lucha en las trincheras y bombardeos constantes, el coronel Cornejo esperaba una pronta rendición de la plaza; en caso contrario, intentaría emular al legendario mariscal Castilla con el atrevido asalto de Arequipa en 1858.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikZAAtddcqHyWFtGhhuw6_BwS1dSrfyhBh84sOv0-WXttO-HDsO53SSFBg97RxqTqS1TNvX_FIvy3hb2HAb4IPy6nazvAGH7G0YV37OMIJrNDyKMFLPK0RLDor4GevOnl7e5Gam2a52JfX3HdfKuOViX55flyhD38PoD3RnmGzc5-_pcHj8N0kOirR3A/s1217/Asalto%20de%20Arequipa%201858.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="1217" height="378" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikZAAtddcqHyWFtGhhuw6_BwS1dSrfyhBh84sOv0-WXttO-HDsO53SSFBg97RxqTqS1TNvX_FIvy3hb2HAb4IPy6nazvAGH7G0YV37OMIJrNDyKMFLPK0RLDor4GevOnl7e5Gam2a52JfX3HdfKuOViX55flyhD38PoD3RnmGzc5-_pcHj8N0kOirR3A/w494-h378/Asalto%20de%20Arequipa%201858.png" width="494" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La experiencia del asedio y asalto de Arequipa por las fuerzas de Castilla entre 1857 y 1858, fascinó tanto al general Prado como al coronel Cornejo frente a Arequipa y Chiclayo, respectivamente. El diario <i>El Comercio</i> apuntaría en su edición del 21 de diciembre de 1867 que <i>“Chiclayo ha venido a hacerle la competencia a Arequipa robándole en un instante la concentrada atención limeña. La forzada resistencia de Canseco se ha echado en olvido ante la atrevida audacia de Balta”</i>.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El día de Año Nuevo, tras un breve fuego de artillería entre ambas partes, los rebeldes lanzaron un asalto a una de las trincheras gubernamentales, arrebatándoles una bandera, armas y municiones. Tras tres días de esporádicos tiroteos, Cornejo consideró que las posiciones de los rebeldes chiclayanos habían sido debilitadas lo suficiente como para tomar por asalto la ciudad y terminar de una vez por todas con la obstinada resistencia baltista. Para ello, optó por iniciar con un intenso bombardeo el 5 de enero, y enviar sus tropas a ocupar las posiciones de Maradiegue y la Verónica. Balta, adelantándose a las intenciones del ministro de Guerra, ordenó el repliegue de sus fuerzas de dichas posiciones, ocupadas de inmediato por las tropas gubernistas. Era una trampa para estimular a avanzar a las tropas de Cornejo y estirar sus líneas dentro de las calles de Chiclayo, sitio ideal para emboscadas.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHg20EosKuVwNyqjWOffCgt6oBnHAAobH3otWY3YEo8q24Q9iPQaaGKJmVzX7hIWrikVyvfAVVNaE_fPFimcPj-Z3J9d-N8RoVSrk2rVx6cTVyO_YsV4CURsvXGnlQi7v94JQbihH6XrExbTskckN4Z5WprY-9Ylg9RR7Ys1avyYhbztAYET6f-iIYiA/s1857/Chicheria%20Chiclayo%201887.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1857" data-original-width="1753" height="421" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHg20EosKuVwNyqjWOffCgt6oBnHAAobH3otWY3YEo8q24Q9iPQaaGKJmVzX7hIWrikVyvfAVVNaE_fPFimcPj-Z3J9d-N8RoVSrk2rVx6cTVyO_YsV4CURsvXGnlQi7v94JQbihH6XrExbTskckN4Z5WprY-9Ylg9RR7Ys1avyYhbztAYET6f-iIYiA/w397-h421/Chicheria%20Chiclayo%201887.png" width="397" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El fervor popular hacia la figura de Balta se evidencia en este grabado de una chichería chiclayana en 1887, donde en la pared, se aprecia un retrato del coronel.<br />(revista <i>"El Perú Ilustrado"</i>, 21 de mayo de 1887)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">El 6 de enero, en medio de una tensa calma, apenas se registró un ligero tiroteo. Lejos de lo esperado por Cornejo, los chiclayanos tenían alta su moral. Basta con recordar el relato de Ricardo Palma, sobre los cánticos del pueblo: <i>“De los coroneles / ¿cuál es el mejor? / El coronel Balta / se lleva la flor”</i>. Dentro de la ciudad sitiada, se bailaba <i>“la polca raspada”</i> y <i>“la conga”</i>, brindando con chicha y pisco. Hasta mujeres participaban en la lucha, recordándose las figuras de la <i>“negra Nevado”</i> y la <i>“ñata Fidela”</i>. Algo de la euforia popular se puede entender por el hecho que en los 26 días del asedio, la artillería gubernamental disparó 1342 proyectiles con menos de 20 muertos entre combatientes y población civil. ¿Cómo pudo ser posible la falta de relación entre los proyectiles disparados y el número de muertos? Los daños materiales si fueron altos, teniendo en cuenta las promesas que haría Balta y las quejas de los extranjeros afectados.</p><p class="MsoNormal">Si los sitiados tenían la moral en alta, sucedía lo contrario en el campo de los sitiadores, y más bien, los baltistas devolvían el golpe: la misma noche del 6 de enero, mientras las tropas gubernamentales se sentían satisfechas con la toma del fuerte Maradiegue, se escuchó una tremenda explosión que hizo saltar los techos y derribó las paredes del edificio, matando a la mayor parte de sus ocupantes. Ocurrió que al replegarse los baltistas de Maradiegue, dejaron minado el edificio para hacer explosión en el momento preciso. Repuestas de la conmoción, los soldados del gobierno lucharon ferozmente, cuerpo a cuerpo, con los baltistas, debiendo retirarse ante el mayor número de los atacantes.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiaf6AYlWdcHDGyqFxFb74EP_hiyV8heHd0RU6bn4YmVUuYJ9NWWhPg4_Kf9LjJXWF4fsl-Np43xbHoJaJGGWmK4B-OrN2ZdTHnPtLYFC06yRJRrbD5XBNm8jGcGfor6JEPYKPRuwd0R-rMrAinD5Toek9UssJE3XcUb3o0x8ntW2jbVzG1-1OT_4yRg/s1098/IMG_5213.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="1098" height="378" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiaf6AYlWdcHDGyqFxFb74EP_hiyV8heHd0RU6bn4YmVUuYJ9NWWhPg4_Kf9LjJXWF4fsl-Np43xbHoJaJGGWmK4B-OrN2ZdTHnPtLYFC06yRJRrbD5XBNm8jGcGfor6JEPYKPRuwd0R-rMrAinD5Toek9UssJE3XcUb3o0x8ntW2jbVzG1-1OT_4yRg/w444-h378/IMG_5213.JPG" width="444" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Si bien esta escena ilustra la lucha en las calles de Arequipa en 1858, no habría sido distinta la épica defensa chiclayana. El diario <i>El Comerci</i>o apuntaría en su edición del 11 de enero de 1868, que las <i>“brillantes cargas de los asaltantes eran rechazadas heroicamente por los chiclayanos: cadáveres cubrían las calles y los techos"</i>.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Cornejo decidió entonces dejar de lado las acciones parciales y jugarse el todo por el todo en un asalto final. Los primeros fuegos iniciaron esa misma noche, a la una de la madrugada del 7 de enero de 1868. Pareció que la resistencia baltista se quebraba puesto que las fuerzas de Cornejo entraron al parque principal desde tres puntos que coincidirían con las actuales esquinas de Colón y Elías Aguirre, con la actual esquina de San José y Balta, y con la actual esquina de Siete de Enero y Elías Aguirre. Tras cuatro horas de lucha, las tropas baltistas cedían terreno, y varios soldados del gobierno, creyendo liquidado el asalto, empezaron a desbandarse para iniciar el saqueo, incendiando parte del Colegio de San José. Peor aún, en la oscuridad de la noche, los asaltantes de un extremo llegaban a tomar por enemigos a los de la esquina opuesta.</p><p class="MsoNormal">Era el momento que Balta esperaba para ordenar un ataque general: las puertas de las casas que ocultaban voluntarios rebeldes se abrieron para dar paso a una incontenible avalancha de hombres (armados de poncho y puñales en su mayoría) contra las tropas gubernamentales que trataron de repelerla en una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Era en vano: difícilmente podrían organizarse, dada la ubicación de los parapetos y paredes prolongadas construidas por los defensores. <i>“De repente una Compañía del batallón gobiernista “Arequipa” fraternizó con los defensores, pasándose a Balta y gritando su nombre con gran bulla y tumulto. Desmoralizados los sitiadores no pudieron resistir la carga de los chiclayanos que saliendo a la carrera de sus parapetos sin cuidarse de la metralla, se lanzaron sobre las tropas de Cornejo”</i>, apuntó <i>El Comercio</i> en su edición del 11 de enero de 1868.</p><p class="MsoNormal">Hacia las cinco y media de la mañana de aquel martes 7 de enero de 1868, las tropas sitiadoras se retiraron en completo desorden. Atrás dejaban 110 muertos, 220 heridos, 200 prisioneros, 9 cañones, 800 fusiles y el parque, todo en poder de los baltistas. Los vencedores llegaron al molino de Solf, y frenéticos en el triunfo, incendiaron el local, mientras entonaban nuevas coplas a la conga, recogidas por Palma: <i>“¿Qué dice del gallo / el cocorocó? / Dice viva Balta, / Cornejo corrió”</i>.</p><p class="MsoNormal">En palabras del padre Vargas Ugarte, <i>"la resistencia ofrecida por Chiclayo puede compararse a la ofrecida por Arequipa, y aun en cierto modo llegó a superarla. El sitio había durado 25 días, pero Chiclayo no podía ofrecer al enemigo los sólidos muros de cantería y de piedra berroqueña que abundaba en la ciudad del Misti. Apenas si algunos muros de adobe y otros más débiles aún de quincha. Aunque es verdad que los sitiadores no pasaron del millar, los sitiados no llegaban a la mitad, y, no obstante esta diferencia y el poderío de los cañones, Chiclayo resistió y se impuso al enemigo"</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDDy0TTTrDHVYIqX-pysEKcWHAvVPQGfvANcqaIZm9-fnCfFnVORS0qQ3vlZjWAHnSK1yq7SY8zLBqRLtxl1jZ1EIdIx_NujeivAgCijLtA0xaDra-gC4bkG-rhDfedhqI9ldM0T9Klek5C_M_y-2dEE1IgKM2F_ANmaC1mwotaf4OZIkTnKWSdCmP1g/s334/Soldado%20inv%C3%A1lido%20Manuel%20Garc%C3%ADa.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="334" data-original-width="218" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDDy0TTTrDHVYIqX-pysEKcWHAvVPQGfvANcqaIZm9-fnCfFnVORS0qQ3vlZjWAHnSK1yq7SY8zLBqRLtxl1jZ1EIdIx_NujeivAgCijLtA0xaDra-gC4bkG-rhDfedhqI9ldM0T9Klek5C_M_y-2dEE1IgKM2F_ANmaC1mwotaf4OZIkTnKWSdCmP1g/s320/Soldado%20inv%C3%A1lido%20Manuel%20Garc%C3%ADa.png" width="209" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La revista <i>Variedades</i>, en su edición del 5 de junio de 1915, ofrece el retrato de un veterano de los hechos de 1868: <i>“El soldado inválido más antiguo es don Manuel García, que resultó herido el año 1868, siendo soldado del regimiento Chiclayo, en una acción revolucionaria, al lado del coronel Balta”</i>.</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><br /></p><h3 style="text-align: left;">El desenlace.</h3><p class="MsoNormal">Figúrense la sorpresa del capitán Miguel Grau, comandante del vapor inglés <i>Quito</i>, entonces alejado del servicio, anclado aquella madrugada en el puerto de San José, cuando llegaron las primeras noticias del triunfo baltista en Chiclayo. Don Miguel había calculado, en base a las fuerzas gubernistas, que era una locura la resistencia en Chiclayo; no podemos evitar imaginar al futuro comandante del <i>Huáscar</i>, aquella madrugada, desde el castillo de proa de su barco, contemplando por medio de su catalejo, las lejanas llamaradas y fogonazos de la lucha en Chiclayo, escuchando a la distancia el feroz estruendo de la fusilería y artillería de sitiadores y sitiados. El agente de la <i>Pacific Steam Navigation Company</i> en San José, le informó que en Pacasmayo debía recoger al derrotado coronel Cornejo y a las autoridades pradistas de Trujillo, que partían a Lima a la brevedad, esperando retornar pronto. Pero a la altura de Supe, el <i>Quito </i>se cruzó con el <i>Arica</i>, otro barco de la <i>Pacific</i>, y al habla a través del megáfono, Grau transmitió las urgentes noticias: <i>“¡Cayó Chiclayo! ¡Balta es el nuevo jefe del norte!”</i>. La respuesta fue aún más sorprendente: <i>“¡Prado renunció después de su derrota en Arequipa! ¡Diez Canseco es el nuevo presidente! ¡Todo el país se pronuncia por la causa constitucional!”</i>.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcg6RJYBJ-znG9li9ylz6tduEqrQQyIfHl4Ri0e2Ji99h1Q4-bCqPLG7TJgukJ2KVXc9otPbvImqwOJhIK9RbSBjAtc9fujCSZL_1Ksb5R5ohjrwkn0uWtfpT52v6zFLcoUe0W9y4At47l69l490n9u1MHd2_-omid07mjK2MztSjjTlEs48zgIQndNw/s860/Tienda%20de%20campa%C3%B1a.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="860" data-original-width="662" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcg6RJYBJ-znG9li9ylz6tduEqrQQyIfHl4Ri0e2Ji99h1Q4-bCqPLG7TJgukJ2KVXc9otPbvImqwOJhIK9RbSBjAtc9fujCSZL_1Ksb5R5ohjrwkn0uWtfpT52v6zFLcoUe0W9y4At47l69l490n9u1MHd2_-omid07mjK2MztSjjTlEs48zgIQndNw/s320/Tienda%20de%20campa%C3%B1a.png" width="246" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Tienda de campaña utilizada por el general Prado en la campaña del sur.<br />(Museo del Real Felipe)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Sucedió que mientras Cornejo se afanaba en tomar Chiclayo, todo había cambiado. Cuando lanzó el asalto del 7 de enero, estaba defendiendo una causa ya muerta. Como dijimos anteriormente, el general Prado había marchado hacia Arequipa, mientras que el antiguo segundo vicepresidente, Diez Canseco, esperaba con calma la marcha de los oficialistas. Desde Puno y Moquegua, se surtía de plomo y pólvora para resistir, siguiendo la tradición rebelde de la Ciudad Blanca. El plan del presidente Prado era sitiar Arequipa, mientras desde Islay, marchaba con grandes dificultades un pesado cañón Blackely, de los usados en la defensa del Callao, para triturar las defensas arequipeñas. Es decir, repetir a Castilla, pero usando los últimos adelantos tecnológicos y ahorrar los ocho meses de asedio de 1857-1858. Entre oficialistas y rebeldes, se trabaron feroces combates sin resultados evidentes. Prado contaba con la llegada del cañón Blackely, pero su propia retaguardia era acosada por las partidas de montoneros rebeldes, y se selló su derrota cuando una partida audaz al mando del coronel Andrés Segura, atacó el convoy e inutilizó el cañón.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbqpxnMScXzfP7ZZIe3uZcSVONt5N0P9NEFfCmTvhzAlmypR4Uswy7DJhzRugmuoiawZB3-enmjQWWg5t7145XTFYoaS3Vio79MklQkegcsSfujMb7OAD2ziLOvxPJF5qNRmllnqJ-l8eBtxAmfV_fJp4zCmZIPxsgJDnOmfxfF1DwUb_iXd4gjWwsNQ/s1322/Asedio%20de%20Arequipa%20por%20Ignacio%20Merino.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="1322" height="308" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbqpxnMScXzfP7ZZIe3uZcSVONt5N0P9NEFfCmTvhzAlmypR4Uswy7DJhzRugmuoiawZB3-enmjQWWg5t7145XTFYoaS3Vio79MklQkegcsSfujMb7OAD2ziLOvxPJF5qNRmllnqJ-l8eBtxAmfV_fJp4zCmZIPxsgJDnOmfxfF1DwUb_iXd4gjWwsNQ/w436-h308/Asedio%20de%20Arequipa%20por%20Ignacio%20Merino.png" width="436" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Pintura de Ignacio Merino ilustrando el asedio de Arequipa en 1867.<br />(publicado en la <i>Historia General del Perú</i> de Vargas Ugarte)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Las tropas enviadas para proteger el convoy llegaron demasiado tarde y sólo encontraron heridos y a la gigantesca pieza de acero volcada y partida. La moral de las tropas gubernistas decayó, y cuando se intentó lanzar un asalto definitivo el 27 de diciembre de 1867, las fuerzas de Prado fueron rechazadas. Habiendo perdido la tercera parte de sus soldados, Prado debió retirarse a marchas forzadas sobre Islay. De allí pasó a Lima, donde fue objeto de hostilidad, por lo que el 6 de enero renunció, entregando el mando supremo al general La Puerta, quien buscó traspasarlo al septuagenario mariscal Antonio Gutiérrez de la Fuente, alcalde de Lima, quien se negó. Al final, el general Francisco Diez Canseco ocupó militarmente Lima, sin hacer violencias contra Prado (quien partió a Chile) o a sus partidarios; una junta de vecinos declaró que el mando legítimo correspondía al general Pedro Diez Canseco, quien llegó a Lima el 22 de enero.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN7sBcMQxhZ6WU85ho2cXwcRXCElDIb1XxsICd0UdHUGfkL0bBEDvdQtUKbxX6uu2ziV-t9bZYLe9kCLAgaNjUY0YZT9U7XKNBD7nqEYzyofvw_bHuw0_osEK619432ZmXszk_0oIrVRmH1N0cZXeoYWyYyR2uB9ePx6E52TNm_UGvP5H8mgP_MPGBCQ/s933/General%20Diez%20Canseco.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="686" height="468" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN7sBcMQxhZ6WU85ho2cXwcRXCElDIb1XxsICd0UdHUGfkL0bBEDvdQtUKbxX6uu2ziV-t9bZYLe9kCLAgaNjUY0YZT9U7XKNBD7nqEYzyofvw_bHuw0_osEK619432ZmXszk_0oIrVRmH1N0cZXeoYWyYyR2uB9ePx6E52TNm_UGvP5H8mgP_MPGBCQ/w344-h468/General%20Diez%20Canseco.png" width="344" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Retrato del general Pedro Diez Canseco, obsequiado por los oficiales de su guardia presidencial.<br />(colección Víctor Andrés García Belaúnde)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">En Chiclayo, Balta lanzó una proclama al pueblo chiclayano, aplaudiendo su lucha y ofreciendo que la Nación no olvidaría sus sacrificios. Dos días después, el 9 de enero, remitiría un telegrama al doctor Juan Manuel Polar, ministro general del general Diez Canseco, informándole de los hechos de Chiclayo: <i>"Después de 26 días de diario combate, de 7 de la mañana a 7 de la tarde, obtuvimos espléndida victoria derrotando al Coronel Mariano Pío Cornejo, haciéndole 110 muertos y 250 heridos, tomando nueve cañones y mucho armamento. Todos han sido valientes. En Chiclayo no ha habido un solo cobarde. Herido el Coronel Silvestre Gutiérrez"</i>. Ese mismo día, Balta dio un decreto para crear una Junta Valorizadora de los daños y perjuicios en la ciudad, <i>"para evitar se hagan más tarde reclamaciones exageradas y obviar embarazos para el esclarecimiento del perfecto derecho de los damnificados, es conveniente proceder a la mayor brevedad a valorizar los daños ocasionados por el enemigo a los defensores de la ciudad"</i>, elaborando al día siguiente, las cuentas de los gastos causados por la guerra, los que ascendieron a 49,525 pesos.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCvKUMtJPEIpn98VrjwkFYVRCoPeqcDBcW6Qi3YQH5FVTyC0vuj1Kl88Ac18rHYAEl9ql71IWm4HrZSZQmJzZeGd-DuKvMZnQUh9Op35LuqD0977wguNYohxIjIHNE7RZoLphplID-XSk7njd7b4TmtPQdtculu9zSYdPdAlYFkZTcv9pBxaCX7YhMKw/s763/Proclama%207%20de%20enero.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="763" height="312" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCvKUMtJPEIpn98VrjwkFYVRCoPeqcDBcW6Qi3YQH5FVTyC0vuj1Kl88Ac18rHYAEl9ql71IWm4HrZSZQmJzZeGd-DuKvMZnQUh9Op35LuqD0977wguNYohxIjIHNE7RZoLphplID-XSk7njd7b4TmtPQdtculu9zSYdPdAlYFkZTcv9pBxaCX7YhMKw/w416-h312/Proclama%207%20de%20enero.png" width="416" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Proclama del coronel José Balta, jefe superior político y militar del Norte, al pueblo de Chiclayo, tras la victoria ante las fuerzas del coronel Mariano Pío Cornejo, ministro de Guerra y Marina (7 de enero de 1868).</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Lamentablemente, la situación continuó inestable en la zona, dado que viejas querellas políticas y de tierras estallaron aprovechando que no existía fuerza en Lambayeque capaz de hacer respetar el orden público. Por ello, el 14 de enero, el cónsul norteamericano Montjoy, el cónsul chileno Del Castillo, el cónsul venezolano Tirado y Ponte, y el cónsul colombiano De Ñeco, firmaron una protesta conjunta ante los <i>“hechos de incendio, saqueo de propiedades valiosas de estranjeros y aun de nacionales, ejecutadas á la faz pública y de las autoridades nacionales”</i>, ya <i>“que cuando fundadamente se esperaba el inmediato desenlace de la cuestion armada para la toma de la plaza de Chiclayo, el restablecimiento del órden en estas Provincias, y que con él quedase garantida la vida y la propiedad, ha seguido un fatal desquiciamiento del órden social, destructor de la propiedad, justificado con el saqueo y el incendio de los establecimientos de los estrangeros Solf y Cª, en Chiclayo, Santiago Feeley, en el Distrito de Jayanca, y el de las haciendas “La Viña,” “Batan-grande,” y “Chocope,” propiedades de nacionales en las que han perdido numerosos empleados estrangeros todos sus efectos; que ademas están amenazadas con igual suerte esta ciudad, los fundos de “Errepon,” “Patapo,” “Molino de Santa Lucia” y otros, propiedad de ciudadanos estrangeros”</i>. Ante la protesta y las notas enviadas por el ministro norteamericano en Lima, general Alvin P. Hoovey, el gobierno suspendió y enjuició al subprefecto de Lambayeque, José Tomás Tello.</p><p class="MsoNormal">El gobierno provisorio del general Diez Canseco por acuerdo de 15 de enero de 1868 dispuso que el arquitecto Manuel José San Martin se constituyese en Chiclayo a fin valorizar los daños inferidos á los edificios por el bombardeo sufrido; el costo de los daños ascendió, según la tasación efectuada, a 73,119 pesos y 5 reales, sin poder hacer una valoración del molino de Solf por haber quedado totalmente reducida a escombros y cenizas, afirmando que <i>"parece que hubo en ella pisos altos, fábricas lujosas, depósitos de toda especie de mercaderías y excelentes máquinas"</i>. Ya bajo el gobierno del coronel Balta, se establecerían Comisiones mixtas, una entre el Perú y los Estados Unidos (convención del 4 de diciembre de 1868), y otra entre el Perú y el Imperio Alemán (convención del 26 de octubre de 1872), a fin de acordar el monto de las reparaciones a los extranjeros afectados por los conflictos intestinos peruanos. La lectura de dichos documentos diplomáticos en relación a los saqueos y daños personales (Montjoy reportó palizas a los trabajadores extranjeros, llegando los casos más extremos a un muerto, un inválido por herida de bala, y un trabajador que perdió un ojo a consecuencia de la violencia sufrida) no es ciertamente edificante. Carmen Mc Evoy equiparó las promesas al pueblo chiclayano a las que hizo el mariscal Castilla en la rebelión de 1854 y que condujeron a la creación del departamento de Cajamarca, añadiendo que la recompensa inmediata a los sectores populares fue el saqueo, del cual la jefatura baltista se hizo de la vista gorda, en tanto que para las aterradas y perjudicadas élites, la recompensa sería a través de las reparaciones, cuyo pago saldría de la caja fiscal.</p><p class="MsoNormal">Apenas arribado don Pedro Diez Canseco a Lima, se convenció que sólo la paz le daría prestigio, por lo que se abstuvo de caer en el vicio de perseguir a los enemigos vencidos: no desterró ni enjuició. Triunfó póstumamente el mariscal Castilla: Diez Canseco restauró la Constitución de 1860. Pero en esa óptica jurídica, terminó por retroceder en las reformas del régimen caído, pues declaró nulo y sin valor cuanto hizo Prado en la labor administrativa. Diez Canseco convocó a elecciones y se abstuvo de intervenir en ellas, siendo electo el <i>héroe de Chiclayo</i>, el coronel Balta.</p><p class="MsoNormal"><i>“Para mí no hay vencidos ni vencedores, caídos ni levantados, hombres del Sur ni del Norte. Para mí no hay más que peruanos, porque no soy el caudillo de un bando, sino el Jefe de la Nación”</i>, dijo Balta al asumir el mando. Siguió mostrando un estilo de vida sencillo: cuando se le ofreció ascender a general, prefirió seguir con el grado de coronel. Su obsesión con el progreso material del Perú motivó muchas de sus decisiones. Su gusto por la picante comida norteña le pasó factura con una molesta gastritis; sus arranques de mal humor se hicieron legendarios. Los cuatro años de Balta en Palacio de Gobierno se vieron marcados por la epidemia de fiebre amarilla, un catastrófico terremoto en el Sur en 1868, un devastador Niño en el Norte en 1871, por el polémico contrato Dreyfus, por la masiva construcción de ferrocarriles, por la corrupción de los funcionarios del gobierno, y por la fundación del primer partido político moderno en el Perú. La crisis de sucesión en 1872 hizo que Balta no concluyese su gobierno: faltando menos de una semana para concluir su mandato, la tarde de un viernes sangriento de julio, su cadáver, cubierto con un camisón de dormir, fue dejado en el patio del cuartel San Francisco, acribillado y cosido a bayonetazos, en medio del torbellino de horror que fue la rebelión de los Gutiérrez.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVuV0gxWunhCNrh-bAwlidNpVYhEUZ3qDEtHaelnzOQVi_zlKr-tBTT5brqRgCXyyGvzi_Xuaguz4CS0NTio5cfKTFpmlKYAuNZ3SBv8xDRqZ06DRPu7B77mGgfo9sYaUPOs0BU3FE3zhJYWpfplVpfIQp1097U4Ph1HcwBKKpn9XLkTS-aV8s6Hp8_A/s781/Balta%20a%20caballo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="781" data-original-width="497" height="429" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVuV0gxWunhCNrh-bAwlidNpVYhEUZ3qDEtHaelnzOQVi_zlKr-tBTT5brqRgCXyyGvzi_Xuaguz4CS0NTio5cfKTFpmlKYAuNZ3SBv8xDRqZ06DRPu7B77mGgfo9sYaUPOs0BU3FE3zhJYWpfplVpfIQp1097U4Ph1HcwBKKpn9XLkTS-aV8s6Hp8_A/w274-h429/Balta%20a%20caballo.jpg" width="274" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Tarjeta de visita con la imagen del coronel José Balta a caballo.<br />(Colección Eduardo Dargent Chamot)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal">Balta evidenció su agradecimiento con el pueblo chiclayano, al preguntar a una multitud lo que deseaban por el esfuerzo desplegado en aquellos días de 1868: templo y teatro fue la respuesta. La vieja Iglesia Matriz había sido dañada en el asedio, por lo que se optó por la construcción de un nuevo templo (la actual Catedral), cuya construcción demoraría más de medio siglo, por lo que Pedro Dávalos y Lissón decía a inicios del siglo XX que era <i>"prueba de la vanidad de los hombres que pidieron y malgastaron tan tristemente en tan innecesaria obra los tesoros de la República"</i>. Por otro lado, el teatro de Chiclayo sería un nuevo elemento en la puja con Lambayeque, que ya tenía una instalación similar desde 1851. En alguna ocasión, coincidimos con Dávalos y Lissón en las críticas a ese pedido, cuando se pudo solicitar <i>“agua potable que todavía no la hay y aumento de aguas para los valles”</i>. Balta incluso proyectó la creación del departamento de Lambayeque con capital en Chiclayo, frente a su émula Lambayeque; de hecho, en 1868, se propuso en un gesto de adulación, que las provincias de Lambayeque, Chiclayo y Pacasmayo, formasen el <i>"Departamento de Balta"</i>. Qué duda cabe que en las trincheras de Chiclayo, la figura de José Balta había pasado de ser un caudillo regional en un caudillo nacional, cambiando para bien y para mal, los rumbos del Perú decimonónico.</p><h3><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul><li>Archivo Regional de Lambayeque – Periódicos.</li><li>Arosemena Garland, Gerardo (1945). <i>El coronel José Balta 1814-1872</i>. Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.</li><li>Bachmann, Carlos J. (1921). <i>Departamento de Lambayeque: monografía histórico-geográfica</i>. Lima: Imprenta Torres Aguirre.</li><li>Basadre Grohmann, Jorge (2005). <i>Historia de la República del Perú 1822-1933</i> (tomo 6). Lima: Editora El Comercio.</li><li>Bonilla, Heraclio (1977). <i>Gran Bretaña y el Perú: Informes de los cónsules británicos 1826-1919</i> (tomo IV). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.</li><li>Dávalos y Lissón, Pedro (1922). <i>La primera centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y material del Perú en el primer siglo de su vida independiente</i> (tomo II). Lima: Librería e Imprenta Gil.</li><li>Dávalos y Lissón, Pedro (1926). <i>La primera centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y material del Perú en el primer siglo de su vida independiente</i> (tomo IV). Lima: Librería e Imprenta Gil.</li><li>Diario Oficial <i>El Peruano</i> – años 1867 y 1868.</li><li>Diario <i>El Comercio</i> – años 1867 y 1868.</li><li>Díaz Torres, Miguel Ángel. Blog <i>Del baúl bibliográfico lambayecano</i>.</li><li>Diez Canseco, Ernesto (1950). <i>Los Generales Diez Canseco. Episodios históricos</i>. Lima: Imprenta Torres Aguirre.</li><li>García y García, Aurelio (1870). <i>Derrotero de la costa del Perú</i>. Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Izquierdo Castañeda, Jorge. Blog <i>Lambayeque: Camino al Bicentenario</i>.</li><li>Jouanny, L. A. (1867). <i>Atlas del Perú</i>. Lima: P. V. Jouanny Editor.</li><li>León Barandiarán, Augusto (1949). <i>La guerra de Balta</i>. Lima: Librería e Imprenta Miranda.</li><li>McEvoy, Carmen (2017). <i>La utopía republicana. Ideales y realidades en la formación de la cultura política peruana (1871-1919)</i>. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.</li><li>Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú (1870). <i>Correspondencia diplomática relativa a la Comision mixta peruano-americana establecida por la convención de 4 de diciembre de 1868</i>. Lima: Imprenta Liberal.</li><li>Miranda, Ricardo A. (1927). <i>Monografía general del Departamento de Lambayeque</i>. Chiclayo: El Tiempo.</li><li>Palma, Ricardo (1896). <i>Tradiciones Peruanas</i> (tomo IV). Barcelona: Montaner y Simón Editores.</li><li>Pareja Pfluker, Piedad (2015). <i>Del antiguo esplendor de Lambayeque</i>. Lambayeque: edición de la autora.</li><li>Quiroz, Alfonso W. (2013). <i>Historia de la corrupción en el Perú</i>. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.</li><li>Raimondi, Antonio (1874). <i>El Perú</i> (tomo I). Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Riva Agüero y Looz Corswarem, José de la (1874). <i>Memoria que el Ministro de Estado en el despacho de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Ordinario de 1874</i>. Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Secretaria de Estado de los EE. UU. (1869). <i>Papers Relating to the Foreign Relations of the United States </i>(parte II). Washington: Government Printing Office.</li><li>Thorndike, Guillermo (2005). <i>Grau. Caudillo, la Ley</i> (tomo 3). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</li><li>Vargas Ugarte, Rubén (1971). <i>Historia general del Perú</i> (tomo IX). Lima: Editorial Milla Bartres.</li><li>Zevallos Quiñones, Jorge (1995). <i>Historia de Chiclayo (Siglos XVI, XVII, XVIII y XIX)</i>. Lima: Librería Editorial Minerva.</li></ul></div></span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-78666683214042820722022-12-17T01:00:00.015-05:002023-02-25T12:25:54.374-05:00Las Bases de la Constitución de 1822.<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Bicentenario de la República Peruana</span>.</h1><h4><br /></h4><h4><span style="font-family: arial;">En los actuales momentos, tan críticos para el país, vale la pena revisar nuestra historia constitucional peruana, para comprender la accidentada génesis de nuestra república. El 20 de septiembre de 1822, el protector San Martín instaló el </span><i style="font-family: arial;">“Soberano Congreso Constituyente”</i><span style="font-family: arial;">, y le dejó las riendas del poder, invocando la unión nacional, advirtiendo que de lo contrario, la anarquía devoraría al Perú independiente.</span></h4><div><span style="font-family: arial;"><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyxSKviJe7ressFznRf39eI33vPrxg_-I7DF6tULuU2jT9FBTpZl5Or4CNfzkfXkqCBLlNik_HIr7YckaKVbxClJQ41TvbiH1kXxFDjDDPTgTxZdoWkAgOSij5Jjo3rcmwDh6aQ1ZhtlHkHHTd4TYNci9To-WlceJHUEyyDOXLAOSqTL1bZzxobvNfOg/s811/Iglesia%20de%20la%20Caridad.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="326" data-original-width="811" height="193" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyxSKviJe7ressFznRf39eI33vPrxg_-I7DF6tULuU2jT9FBTpZl5Or4CNfzkfXkqCBLlNik_HIr7YckaKVbxClJQ41TvbiH1kXxFDjDDPTgTxZdoWkAgOSij5Jjo3rcmwDh6aQ1ZhtlHkHHTd4TYNci9To-WlceJHUEyyDOXLAOSqTL1bZzxobvNfOg/w478-h193/Iglesia%20de%20la%20Caridad.png" width="478" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Ilustración del pintor Germán Suárez Vértiz en el reverso de los billetes de 100 soles de oro (emitidos entre 1968 y 1974), representando la sede del primer Congreso Nacional.</span></td></tr></tbody></table></span></div><div><span style="font-family: arial;">Mariano Felipe Paz Soldán apuntaría en 1870: <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>Inmensa era la responsabilidad que pesaba sobre el primer cuerpo representante del naciente Estado: tenía que crear y organizar todo: San Martin, en la grandeza de su alma y en la pureza de sus intenciones y abnegado patriotismo, dió á los reglamentos y disposiciones que dictó el carácter de provisorios y mientras el Perú legítimamente representado adoptara las leyes que le conviniera</i></span><i style="font-family: arial;">"</i><span style="font-family: arial;">.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El primer decreto del Congreso declaró <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>Que el Congreso Constituyente estaba solemnemente instalado, que la soberanía residía en la Nación y su ejercicio en el Congreso que legítimamente la representa</i></span><i>"</i><span style="font-family: arial;">, conforme las palabras de su primer presidente, Francisco Javier de Luna Pizarro</span><span style="font-family: arial;">. Por ello, el Congreso </span><span style="font-family: arial;">consideró que no podía legalmente elegir un poder ejecutivo mientras no existiese una Constitución. Pero su solución no dejó de ser polémica, pues, inspirándose en el ejemplo de la revolución francesa, decidió mantener el poder en su seno, confiándolo a una comisión de tres diputados </span><span style="font-family: arial;">que no tenía otras facultades que sancionar sus resoluciones</span><span style="font-family: arial;">. El tribuno José Faustino Sánchez Carrión justificó dicha idea, sosteniendo que la presencia de un individuo en el poder le recordaba la figura del rey, añadiendo que tres personas no se unirían para oprimir.</span></p></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYcZ2HfwxqBCXar0d_Q3EBQal0fXIjnC3-Qz7o10sLQ9NHKsiHdTmIlSsRBcKSwqxq7grNHHA0YMDMdfgRZbuLE7W83r-9zKqDz2MOosZ4ZOa_nI2SVUEOSUGGVgV6x9gTswti8Y-UgkaVX896rvfQE5kZxl4Y2xo06F-Cyl11h-4L0JyTovYrwGo3GQ/s906/Instalaci%C3%B3n%20de%20la%20Junta%20Gubernativa.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="619" data-original-width="906" height="343" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYcZ2HfwxqBCXar0d_Q3EBQal0fXIjnC3-Qz7o10sLQ9NHKsiHdTmIlSsRBcKSwqxq7grNHHA0YMDMdfgRZbuLE7W83r-9zKqDz2MOosZ4ZOa_nI2SVUEOSUGGVgV6x9gTswti8Y-UgkaVX896rvfQE5kZxl4Y2xo06F-Cyl11h-4L0JyTovYrwGo3GQ/w501-h343/Instalaci%C3%B3n%20de%20la%20Junta%20Gubernativa.png" width="501" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Decreto del 21 de septiembre de 1822 que estableció la Junta Gubernativa del Perú. Firman el decreto, Francisco Javier de Luna Pizarro como presidente del Congreso, y como secretarios José Faustino Sánchez Carrión y Francisco Javier Mariátegui.<br />(Archivo del Congreso de la República)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p></span></div><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><div><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Así, la <i>"Junta Gubernativa del Perú"</i> estuvo
conformada por el mariscal José de la Mar (nacido en Cuenca en la audiencia
quiteña, veterano del ejército realista, hombre honesto y carente de ambiciones
personales), el aristócrata Manuel Salazar y Baquíjano (conde de Vista Florida,
quien tendría una destacada figuración en la naciente República), y el jurista
Felipe Antonio Alvarado (nacido en Salta en el virreinato rioplatense, hermano
del general Rudecindo Alvarado, jefe del Ejército). Pese a ello, el poder de la
Junta emanaba del Congreso, y sus decisiones debían ser aprobadas por la misma
institución, lo que reducía su capacidad de gestión.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Queriendo alejar la posibilidad de un gobierno personalista, el Congreso acabó tomando un curso errado. Paz Soldán juzgó que al entregarse el mando a un <i>"triunvirato inerte"</i>, abrió las puertas a la conspiración por parte del activo Riva Agüero. El mismo Riva Agüero, juez y parte en los eventos, bajo el seudónimo de <i>Pruvonena</i>, escribió en las postrimerías de su vida, que lo que debió hacer el Congreso fue dividir los poderes y no reasumirlos en sí, recayendo seguramente el Ejecutivo en alguna persona apta, capaz de concluir la independencia en poco tiempo sin experimentar <i>"la vergüenza de terminarla despues con auxiliares; y la de que estos se hiciesen los amos, y saqueasen, corrompiesen la moral, y envileciesen el pais"</i>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv70bVxkg8EdV2DgG45Tf6PpusJKDTl88kktUyHHJNCzWguPnsdQ_f4crYo9KWJ80Mrl-7FceMF_nHGKIcFmqHHeLZG0nNALOq2rICq2txJSPBGI_TRxkGLU_6S76PI0NP9Bn7I4T6-9P4vCn18eZVbDHCgvekBIT3ka_cQ0-uaPtE5YxqAvjvuxaA_w/s789/Firmas%20de%20los%20miembros%20de%20la%20Junta.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="437" data-original-width="789" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv70bVxkg8EdV2DgG45Tf6PpusJKDTl88kktUyHHJNCzWguPnsdQ_f4crYo9KWJ80Mrl-7FceMF_nHGKIcFmqHHeLZG0nNALOq2rICq2txJSPBGI_TRxkGLU_6S76PI0NP9Bn7I4T6-9P4vCn18eZVbDHCgvekBIT3ka_cQ0-uaPtE5YxqAvjvuxaA_w/w414-h229/Firmas%20de%20los%20miembros%20de%20la%20Junta.jpg" width="414" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Firmas de los miembros de la Junta Gubernativa del Perú.<br />(vendido en ebay)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El mismo La Mar estaba incómodo con esta situación. En una carta al general San Martín, el 27 de noviembre, el militar cuencano reconoció considerarse <i>"insuficiente para estar al frente de los negocios (aunque auxiliado de dos dignísimos compañeros, los señores Vistaflorida y Alvarado), he pedido francamente que se me destine a filas, según parezca conveniente"</i>, lo que no se concedió por sus problemas de rodilla.</span></p></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid8yMMCQrCkteN9QkSSpihj8orlM-yXl56rgvHzUQvcuvomkhj_n6F6wtP6hLz7bAu2UMFtp7GeMRSpSX2ZqtphaFlql_i97ezgO8zRxYwoslCXf7PWOwM2zmrziQS7ifEAYWMw7je_PjdjzZNWWEU-ZOSNxrQkeRV_Znfa1R_WwGAWn5hTVWzaJQ2Pw/s883/Mariscal%20La%20Mar.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="883" data-original-width="617" height="532" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid8yMMCQrCkteN9QkSSpihj8orlM-yXl56rgvHzUQvcuvomkhj_n6F6wtP6hLz7bAu2UMFtp7GeMRSpSX2ZqtphaFlql_i97ezgO8zRxYwoslCXf7PWOwM2zmrziQS7ifEAYWMw7je_PjdjzZNWWEU-ZOSNxrQkeRV_Znfa1R_WwGAWn5hTVWzaJQ2Pw/w373-h532/Mariscal%20La%20Mar.png" width="373" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Mariscal José Domingo de la Mar y Cortázar, miembro de la Junta Gubernativa<br />(retrato del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú</span>).</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><i>“El personal de la Junta no era capaz de correjir el vicio
fundamental de la institución, porque no habia en ella un hombre que descollara
por sus talentos o importancia en el grado necesario para imponerse a sụs
compañeros o al Congreso. Por el contrario, dos de sus miembros eran verdaderas
nulidades: Alvarado, un comerciante arjentino que habia sido designado para ese
puesto solo por ser hermano del jeneral que estaba indicado para mandar la
espedicion de Intermedios; i Salazar i Baquíjano, una gran posicion social por
su apellido i fortuna, pero sin irradiaciones políticas ni servicios públicos.
El único que tenia situacion propia era el jeneral La Mar, pero ofrecia el
inconveniente de ser colombiano, i de haber servido hasta mui poco tiempo ántes
en el ejército español; así es que ni podia contar con el apoyo del país, ni
aspirar al prestijio que estaba reservado a los que se habian ilustrado por sus
servicios a la causa de la revolución”</i> (Bulnes).<o:p></o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd0eo-dqnuaQ0c81i5nVk6VZ4oxKivoAy9UeAtgc2uZUzl3CmqD__0xeGezbAh3TV26fT6uusjXZPfrNFrD5az8i5TaMoXVIlBW1muyQE_UUOs14tDzG5_WgM0_jiJL01NZUzepEV799vlcZt4ALPaSAbrllOrG9lRueuGXKpoFm4JeDns62LITKgQnQ/s366/IMG_2213.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="313" data-original-width="366" height="337" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd0eo-dqnuaQ0c81i5nVk6VZ4oxKivoAy9UeAtgc2uZUzl3CmqD__0xeGezbAh3TV26fT6uusjXZPfrNFrD5az8i5TaMoXVIlBW1muyQE_UUOs14tDzG5_WgM0_jiJL01NZUzepEV799vlcZt4ALPaSAbrllOrG9lRueuGXKpoFm4JeDns62LITKgQnQ/w394-h337/IMG_2213.JPG" width="394" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Medallón con la efigie de Manuel Salazar y Baquíjano en el frontis del Museo del Congreso y de la Inquisición.<br />(fotografía del autor, 2013)</span></td></tr></tbody></table></div><div><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">El maestro Basadre apuntaría que las grandes figuras del
Congreso fueron Francisco Javier de Luna Pizarro y José Faustino Sánchez
Carrión. Uno era un sacerdote arequipeño, cercano del antiguo obispo Chávez de
la Rosa, a quien acompañó a España en la época de las Cortes de Cádiz, de donde
emanaba su conocimiento del parlamentarismo, evidenciado en las reglas que dio
a sus inexpertos colegas; el otro era un abogado huamachuquino, discípulo de
Rodríguez de Mendoza en San Carlos, orador vehemente en defensa de la
República, atacando la propuesta monárquica de Monteagudo, del que lo separaba
un odio profundo. <i>"No obstante la identidad de sus convicciones, había, en
los dos tribunos del Congreso Constituyente notables diferencias. El uno había
sido cauto en la época virreinal; el otro, perseguido; el uno tenía la
ductilidad del hombre que ha vivido y viajado; el otro, las estridencias de sus
revoltosos años de estudiante en San Carlos. Y así también en el Congreso, Luna
actuó, mientras Sánchez Carrión habló; Luna dirigió los conciliábulos, mientras
Sánchez Carrión entusiasmó a los auditorios; Luna fue presidente y Sánchez
Carrión secretario del Congreso; de Luna se recuerda su influencia y de Sánchez
Carrión sus producciones; Luna pudo ser comparado con el titiritero que maneja
su retablo, y Sánchez Carrión con el ave que enseña su plumaje y su
canto"</i>.<o:p></o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfXSSWTqtuI9twXu0EpA4DmidjhOq8ibSOGwmZMZJjXU4poYAw7bjyP-vNraJpS5zwyhAiG4jXZoWy69dGpr3mwPPT9l2wADRtbMxv6Uqq3fOGQrUwl3XKuYfWn4IXP1iCJ6qi-LMT-p5Bn8nA7pJGuru8f4ybPw7eKgYhbRJwL1g1r6JzLIbG1AHKVQ/s1288/Estampillas.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="932" data-original-width="1288" height="348" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfXSSWTqtuI9twXu0EpA4DmidjhOq8ibSOGwmZMZJjXU4poYAw7bjyP-vNraJpS5zwyhAiG4jXZoWy69dGpr3mwPPT9l2wADRtbMxv6Uqq3fOGQrUwl3XKuYfWn4IXP1iCJ6qi-LMT-p5Bn8nA7pJGuru8f4ybPw7eKgYhbRJwL1g1r6JzLIbG1AHKVQ/w480-h348/Estampillas.png" width="480" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Estampillas emitidas en 1971, con motivo del sesquicentenario de la Independencia, con los retratos de Luna Pizarro y Sánchez Carrión.<br />(estampillas a la venta en ebay)</span></td></tr></tbody></table></div><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">El Congreso se afanó en organizar la nueva República, diseñando la división territorial que hasta hoy persiste: departamentos, provincias y distritos. El trabajo fue distribuido en diferentes comisiones; una de ellas, instalada el 24 de octubre de 1822, se encargó de preparar las bases de la futura Constitución, siendo integrada por el arequipeño Luna Pizarro, el ariqueño Hipólito Unanue, el guayaquileño José Joaquín Olmedo, el limeño Manuel Pérez de Tudela y el lambayecano Justo Figuerola.</p><p class="MsoNormal">Llevados de un espíritu nacionalista, los diputados aprobaron la ley del 4 de noviembre de 1822, según la cual todas las vacantes civiles y eclesiásticas debían ser cubiertas de preferencia por peruanos; otra ley, del 13 de noviembre, establecía lo mismo para las vacantes el ejército y armada. La Junta manifestó que la ley era anti política y generaría conflictos, sobre todo teniendo en cuenta que de sus tres miembros, sólo Salazar y Baquíjano era peruano. Tras dos sesiones secretas a inicios de noviembre, el Congreso incluso hizo saber a la Junta su desconfianza en el ministro de Guerra, coronel Tomás Guido, cercano colaborador del Protector San Martín. Este espíritu, en medio de los preparativos para una próxima expedición patriota, llevaría a Nemesio Vargas a juzgar que: <i>“La expedición á Intermedios no fué contra los españoles, sino la tentativa que se hizo [por parte del Congreso] para conservar el poder. Era menester perder la última esperanza de independizarnos con elementos propios, antes de apelar á los ajenos”</i>.<br /></p></span></div><div><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal">Una de las motivaciones del Congreso era la erradicación de la idea monárquica que el odiado ministro de San Martín, Bernardo de Monteagudo, había propiciado. Así, el 4 de noviembre promulgó una amplia amnistía, excluyendo únicamente a Monteagudo. Luego, el 22 de noviembre, canceló los poderes de los comisionados García del Río y Paroissien, enviados por San Martín con el propósito de buscar un monarca para el Perú.</p><p class="MsoNormal">Sin embargo, la medida más contundente se plasmó en la sesión del 16 de diciembre de 1822, sesión presidida por Juan Antonio de Andueza. Se trataba de la aprobación de las <i>“Bases de la Constitución Política de la República Peruana”</i>, documento que fue promulgado por la Junta Gubernativa al día siguiente. En sus 24 artículos, las Bases recogían los principios <i>“más adecuados para establecer las relaciones entre los ciudadanos y funcionarios del Poder Nacional, con arreglo a los derechos, obligaciones y facultades respectivas”</i>.</p></span></div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7FkuA8odgkG_6mgZ0yq2uZamPsm3DYsa3ZSe9IsSZ8X_m68h6SnCyJFMant6jjs23__0ljQSkMXiPNZC6EZGwQZAtKKYWvcwGj077nJumKGxI4_mLWw7XLWo3xEklG1aDj4C-hqWNIsRbdz3-c4zFSnx78pVL0Myjwz4IuNJYveW9o1i_s1fdJ8sdQ/s1922/Bases%20de%20la%20Constituci%C3%B3n%201822.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="733" data-original-width="1922" height="187" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7FkuA8odgkG_6mgZ0yq2uZamPsm3DYsa3ZSe9IsSZ8X_m68h6SnCyJFMant6jjs23__0ljQSkMXiPNZC6EZGwQZAtKKYWvcwGj077nJumKGxI4_mLWw7XLWo3xEklG1aDj4C-hqWNIsRbdz3-c4zFSnx78pVL0Myjwz4IuNJYveW9o1i_s1fdJ8sdQ/w491-h187/Bases%20de%20la%20Constituci%C3%B3n%201822.png" width="491" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Con las Bases de la Constitución de 1822, se desechó la idea de una monarquía constitucional peruana. Por ello, se puede afirmar que la República en el Perú nació realmente con la promulgación de las Bases; no es de sorprender que el maestro Jorge Basadre utilizase el año 1822 como punto de arranque de su <i>Historia de la República</i>.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Por ello, el doctor Domingo García Belaúnde afirmó que las Bases de 1822 </span><i>“es, si se quiere, el documento fundacional del nuevo estado constitucional peruano, pues aquí se sentaron, por vez primera, los principios relacionados con la organización de los poderes del Estado y la defensa de los derechos individuales, acorde con la filosofía liberal e iluminista predominante de entonces”</i><span style="font-family: arial;">.</span></p><p class="MsoNormal">Así, todas las provincias del Perú reunidas en un solo cuerpo formarían la Nación Peruana, bajo la denominación de <i>“República Peruana”</i> (que se mantuvo hasta 1979). La soberanía residía en la Nación, independiente de la Monarquía Española, y de toda dominación extranjera, y no podía ser patrimonio de ninguna persona o familia, con lo desechaba definitivamente la idea monárquica, definiendo al Gobierno como popular y representativo.</p><p class="MsoNormal">Las Bases declararon que la religión del Estado sería la Católica, Apostólica y Romana, <i>"con exclusión del ejercicio de cualquier otra confesión religiosa"</i>, adición realizada por Justo Figuerola (con el argumento de aún no estar lista la población peruana para aceptar la libertad de culto, como lo habría evidenciado el que la discusión se filtrase a la calle, juntándose firmas entre la población, como denunció Francisco Javier Mariátegui en la sesión del 2 de diciembre). Este artículo, el 5.°, sería objeto de observaciones al momento de votar la aprobación de las Bases el 16 de diciembre. Representantes como Mariátegui, Manuel Ferreyros, José Pezet y José Joaquín de Olmedo se manifestaron de acuerdo en todo con las Bases, <i>"menos en la intolerancia religiosa"</i>; inclusive representantes pertenecientes al clero, como el caso de Toribio Rodríguez de Mendoza y Luna Pizarro, manifestaron <i>"no admitir la intolerancia religiosa"</i>. Pero la mayoría de votos aceptó la exclusividad de la religión católica en el Perú.</p><p class="MsoNormal">Según las Bases, la Nación elaboraría su Constitución y sus leyes por medio de sus representantes, debiendo ser ratificada por un Congreso General, compuesto de los diputados de las provincias libres, y de todas las que serían desocupadas por el ejército realista. Todos los ciudadanos tenían el derecho a voto, fundando la representación en base a la población, principio que se abandonaría en 1860.</p><p class="MsoNormal">En materia de derechos, las Bases de 1822 establecían que la nueva Constitución protegería la libertad de los ciudadanos, la libertad de imprenta, la seguridad personal y la del domicilio, la inviolabilidad de las propiedades y del secreto de las cartas, la igualdad ante la ley <i>“ya premie, ya castigue”</i>, el reparto equitativo de las contribuciones y cargas públicas según las facultades de cada uno, el derecho individual de presentar peticiones o recursos al Congreso o al Gobierno; y la abolición de toda confiscación de bienes, de todas las penas crueles, de la infamia trascendental, de los empleos y privilegios hereditarios, y del comercio de negros. Además, las Bases declaraban el derecho de todo peruano a la educación, encargando al Congreso la misión de disponer lo conveniente para la instrucción primaria y las de bellas artes y ciencias.</p><p class="MsoNormal">Las Bases declaraban que el principio más necesario para establecer y conservar la libertad del Perú era <i>“la división de las tres principales funciones del poder nacional, llamadas comunmente tres poderes, que deben deslindarse, haciéndolas independientes unas de otras en cuanto sea dable”</i>.</p><p class="MsoNormal">El Poder Legislativo era unicameral, concentrando el monopolio de la iniciativa de las leyes y de la creación de impuestos. Los diputados serían inviolables e irresponsables por sus opiniones. Si bien se proponía un <i>"Senado Central"</i>, este sólo tendría funciones administrativas.</p><p class="MsoNormal">El ejercicio del Poder Ejecutivo no sería ni vitalicio ni hereditario. Quienes ejercieran el Poder Ejecutivo y los Ministros de Estado eran responsables solidarios por las resoluciones tomadas en común, y cada Ministro en particular por los actos de sus despachos.</p><p class="MsoNormal">El Poder Judicial (que al igual que en el Estatuto sanmartiniano de 1821, era denominado <i>“Judiciario”</i>) sería independiente, garantizando la inamovilidad de sus jueces, estableciendo el juicio público y con jurados.</p><p class="MsoNormal">Tales fueron las Bases de la Constitución, un texto doctrinario, liberal mas no radical, defensor de la soberanía popular y de los derechos individuales. La Junta se preocupó de establecer el mecanismo de la juramentación de las Bases, continuando la costumbre hispánica de la jura: primero se juraba a cada nuevo rey (siendo la última ocasión la jura de Fernando VII el 13 de octubre de 1808), luego (buscando mantener el ceremonial tradicional y las innovaciones liberales) se juró la Constitución de Cádiz (13 de octubre de 1812), seguida por la proclamación y jura de la independencia (28 de julio de 1821).</p></span></div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrbHVxeDCFKi8BnfBKCIqpUX4kyI7DahJFaK-8d8T-woPwFY8wt8MHut-hplvn5jnFKfZs93CKgVU3VqnXjSHh1Ml2Mw3OOQbwaLEFRYRvK9nByMNZhBX1QTMoxYwfVvLFFC-IuW3MOgskg_QiuGclqkz5y5WbNSRCnhuKERdXg9G8mtEo8i8Jd0UzBg/s1220/Bando%20de%20promulgaci%C3%B3n%20de%20las%20Bases%20de%20la%20Constituci%C3%B3n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="793" data-original-width="1220" height="312" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrbHVxeDCFKi8BnfBKCIqpUX4kyI7DahJFaK-8d8T-woPwFY8wt8MHut-hplvn5jnFKfZs93CKgVU3VqnXjSHh1Ml2Mw3OOQbwaLEFRYRvK9nByMNZhBX1QTMoxYwfVvLFFC-IuW3MOgskg_QiuGclqkz5y5WbNSRCnhuKERdXg9G8mtEo8i8Jd0UzBg/w479-h312/Bando%20de%20promulgaci%C3%B3n%20de%20las%20Bases%20de%20la%20Constituci%C3%B3n.jpg" width="479" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El 17 de diciembre de 1822, la Suprema Junta Gubernativa promulgó las Bases de la Constitución, estableciendo los lineamientos para su jura en las provincias.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Habría que mencionar, que al día siguiente, en sesión del 18 de diciembre de 1822, la Junta Gubernativa envió un oficio al Congreso relativo <i>"a que </i></span><span style="font-family: arial;"><i>habiendo concedido el Gobierno provisorio los títulos de ciudad a las poblaciones de Lambayeque y Huamachuco, ponía esta conseción en conocimiento de la Soberanía, a fin de que se sirviese confirmarlos, o resolver lo que fuese de su Soberano agrado, y el Congreso en consideración a los eminentes servicios que ambas poblaciones han prestado en favor de la Independencia las confirmó inmediatamente</i></span><i>"</i><span style="font-family: arial;">.</span></p></span></div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx51k-WIsh8bwjqAk__tQUU0AGUjxg8M-KwYU2Mz2Rrms-1jFNV4EWAlmbk_ldcZNP_2Al7G1wWYiTbJZN6Te8htJMxaRxCAXA-tZrDL9WZyDWn8AwUN68VceR896rnUy8d5m6eGQRAWeTXBU2dJtoDUwZnDdhfSZ1jGE2-mghzHrY2n9MoXmE8u0bow/s1037/Ley%2018%20de%20diciembre%20de%201822.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1037" data-original-width="386" height="619" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx51k-WIsh8bwjqAk__tQUU0AGUjxg8M-KwYU2Mz2Rrms-1jFNV4EWAlmbk_ldcZNP_2Al7G1wWYiTbJZN6Te8htJMxaRxCAXA-tZrDL9WZyDWn8AwUN68VceR896rnUy8d5m6eGQRAWeTXBU2dJtoDUwZnDdhfSZ1jGE2-mghzHrY2n9MoXmE8u0bow/w230-h619/Ley%2018%20de%20diciembre%20de%201822.png" width="230" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Ley del 18 de diciembre de 1822, confirmando el título provisional de ciudad, a la población de Lambayeque, con el renombre de generosa y benemérita.<br />(Archivo Digital de la Legislación Peruana</span><span style="font-family: arial;">)</span> </td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><div style="font-family: "Times New Roman";"><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Las autoridades lambayecanas se enteraron dichas normas a principios del año siguiente. A las 11 de la mañana del viernes 17 de enero de 1823, sesionó el personal de la Municipalidad de Lambayeque, bajo la presidencia del alcalde de primera nominación, coronel Baltazar Muro de Rojas. Delante de las autoridades reunidas, se procedió a abrir los pliegos de las órdenes recibidas. Al enterarse de la confirmación del título de ciudad, se acordó dar al Congreso <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>las mas espresivas gracias á nombre de los ciudadanos que representan</i></span><i>"</i><span style="font-family: arial;">. En cuanto a la jura de las Bases de la Constitución, se programó la realización de tal ceremonia en la Sala Consistorial a las 9 de la mañana del domingo 19 de enero de 1823.</span></p></span></div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrUCx02-_veTzrpK3vyD4NPcXmKHQMWcIj0nu3G6vQNKxuA80yTd7_pWxgSQMxTqpN8yp8CGxzc8rt4A7lKRzcN6bnYw_4rnCM6oUPMOCUV9PfLj-AIaJThvnT5t-talFdcdbKZl5557hVnpGqfzXVvpuakPDXM0cO8Ff5lsTkwzchx7b5JEkfsjyDnw/s1600/02264b30-e417-4ecb-b191-0ce67f846340.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="457" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrUCx02-_veTzrpK3vyD4NPcXmKHQMWcIj0nu3G6vQNKxuA80yTd7_pWxgSQMxTqpN8yp8CGxzc8rt4A7lKRzcN6bnYw_4rnCM6oUPMOCUV9PfLj-AIaJThvnT5t-talFdcdbKZl5557hVnpGqfzXVvpuakPDXM0cO8Ff5lsTkwzchx7b5JEkfsjyDnw/w343-h457/02264b30-e417-4ecb-b191-0ce67f846340.jpg" width="343" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Inauguración del busto del prócer de la independencia, coronel Baltazar Muro de Rojas, en la plaza de Ferreñafe, el 11 de diciembre de 2022.<br />(cortesía Alfredo Muro Flores)</span></td></tr></tbody></table><div><span style="font-family: arial;"><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;">Sin embargo, el horizonte para la causa patriota se volvió crítico a inicios de 1823, pues mientras el Congreso Constituyente se dedicaba a una intensa labor legislativa, descuidaba la continuación de la guerra contra los realistas. Los problemas en la organización de la campaña militar en el sur, la falta de autoridad de la Junta, la ceguera del Congreso, y las contundentes derrotas independentistas en Torata y Moquegua en enero de 1823, terminarían por precipitar lo que el maestro Basadre denominaría el </span><i>“primer choque entre Parlamentarismo y Militarismo”</i><span style="font-family: arial;">. Y en lo que sería un ominoso presagio para la estabilidad de la nueva República, el primer presidente del Perú, José de la Riva-Agüero, llegaría a tan alto cargo a través de un golpe de estado.</span></p></span></div></div><div><h3 style="font-family: arial;"><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Altuve-Febres Lores, Fernán (2003). La fiesta de la fidelidad. Las juras reales en los reinos del Perú. <i>Revista Chilena de Historia del Derecho</i>, (19), 47-62.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Basadre Grohmann, Jorge (2005). </span><i style="font-family: arial;">Historia de la República del Perú 1822-1933</i><span style="font-family: arial;"> (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Bulnes, Gonzalo (1897). <i>Últimas campañas de la independencia del Perú (1822-1826)</i>. Santiago de Chile: Imprenta y Encuadernadora Barcelona.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Colección Documental de la Independencia del Perú (1973-1975)<i>. Primer Congreso Constituyente</i> (3 volúmenes). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">D'Medina, Eugenio (2019). <i>Faustino. Pragmatismo y utopía en el republicanismo liberal de Sánchez Carrión</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Gálvez, José Francisco (2002). <i>La política como pasión. Breve historia del Congreso de la República (1822-1968)</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">García Belaunde, Domingo (1990). El constitucionalismo peruano en la presente centuria. <i>Derecho PUCP</i>, (43-44), 59-101.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Hernández García, Elizabeth (2019). <i>José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete (1783 - 1858). Primer Presidente del Perú</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Mariátegui, Francisco Javier (1869). <i>Anotaciones a la Historia del Perú independiente de don Mariano F. Paz-Soldán</i>. Lima: Imprenta de El Nacional.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Mazzeo, Cristina (2019).</span><span style="font-family: arial;"> </span><i style="font-family: arial;">Francisco Javier Mariátegui. Liberal, constitucionalista y republicano (1793-1884)</i><span style="font-family: arial;">. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Obin, M. J. y Aranda, R. (1895). <i>Anales parlamentarios del Perú</i>. Lima: Imprenta del Estado.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Paz Soldán, Mariano Felipe (1870). <i>Historia del Perú independiente: Segundo período, 1822-1827</i> (tomo I). El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale.</span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Pruvonena, P. (1858). <i>Memorias y documentos para la historia de la independencia del Perú y causas del mal éxito que ha tenido ésta</i> (tomo I). París: Librería de Garnier Hermanos</span></span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Vargas Ugarte, Rubén (1971). </span><i>Historia general del Perú</i><span style="font-family: arial;"> (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.</span></span></li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><span style="font-family: arial;">Villanueva, Carmen (2016). <i>Francisco Javier de Luna Pizarro: parlamentario y primer Presidente del Congreso Peruano</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</span></li></ul></div></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-34584742154366487542022-10-08T09:50:00.006-05:002022-10-09T16:50:18.014-05:00Los héroes lambayecanos del "Huáscar"<h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Este artículo fue publicado originalmente en el Semanario "Expresión" en el mes de abril de 2018; queremos compartirlo (con algunos detalles adicionales) en un aniversario más de la epopeya de Angamos.</span></h4><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKbaUcjBAOyheNtc2dJfYjbLVJUZiY0UDP0o0zYJ-aKbFL-4HJTa_YzI9SNeldWa4yH6S_r30MTBG6xIiec6fx-ENySTeh0xg9VRpwBy4bDUhmFAkwpw8i8Obfh_eMpacJ41mXBmC0bL3g5afKfZ7GVYF18lCGQY4MZIgKIDeSq_UaTfXNhCGX30YweA/s960/579217_10150814339016649_1743159884_n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="545" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKbaUcjBAOyheNtc2dJfYjbLVJUZiY0UDP0o0zYJ-aKbFL-4HJTa_YzI9SNeldWa4yH6S_r30MTBG6xIiec6fx-ENySTeh0xg9VRpwBy4bDUhmFAkwpw8i8Obfh_eMpacJ41mXBmC0bL3g5afKfZ7GVYF18lCGQY4MZIgKIDeSq_UaTfXNhCGX30YweA/w409-h545/579217_10150814339016649_1743159884_n.jpg" width="409" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Monumento de mármol que fue instalado en 1895 en la plazuela Elías Aguirre de Chiclayo, trasladado en 1924 (al instalarse el monumento actual) a la sede de la Sociedad Obreros de la Unión en la que fue la casa natal del marino chiclayano.<br />(fotografía del autor)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">El 10 de abril de 1948, hace setenta años, fallecía humildemente el grumete Alberto Medina, el último superviviente de la plana menor del legendario monitor “<i>Huáscar”</i>. Trece años después, en 1961, fallecía Manuel Elías Bonnemaison, el último superviviente del <i>“Huáscar”</i>, quien asistió a la campaña naval como guardiamarina. Queremos aprovechar el aniversario de la muerte de Medina, para brindar algunos apuntes sobre los veteranos del <i>“Huáscar”</i>, aquel monitor que se agiganta en nuestra memoria al paso de los años, en feliz frase del presidente Bustamante y Rivero.</span><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvEDjmj8gsBxtBNdltx4zy4I_1f6d9BSTBSagtmvOjMEdsTlZbLh3H1axPbHK_GqLBKFu0lutHT3oZ0rYasXnbHb0MNsii6h5TzJvFwpv2Mik1P71qqnFUX_QwNL6m1gnmBkS0EuJFk6NqKeY1iLixBMTtZNH1hB0qfYITczyuzeoruaVlGhItCIwZ8A/s2021/La%20Ilustraci%C3%B3n%20espa%C3%B1ola%20y%20americana.%201879-11-30_page-0001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1489" data-original-width="2021" height="378" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvEDjmj8gsBxtBNdltx4zy4I_1f6d9BSTBSagtmvOjMEdsTlZbLh3H1axPbHK_GqLBKFu0lutHT3oZ0rYasXnbHb0MNsii6h5TzJvFwpv2Mik1P71qqnFUX_QwNL6m1gnmBkS0EuJFk6NqKeY1iLixBMTtZNH1hB0qfYITczyuzeoruaVlGhItCIwZ8A/w513-h378/La%20Ilustraci%C3%B3n%20espa%C3%B1ola%20y%20americana.%201879-11-30_page-0001.jpg" width="513" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El combate de Angamos, según un grabado de la época.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(revista <i>"La Ilustración Española y Americana"</i>, noviembre de 1879)<br /></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Normalmente, de la nómina de tripulantes del monitor </span><i style="font-family: arial;">“Huáscar”</i><span style="font-family: arial;">, el departamento de Lambayeque recuerda al capitán de corbeta Elías Aguirre Romero (1843-1879) y al teniente primero Diego Ferré Sosa (1844-1879), caídos en Angamos y sepultados con los debidos honores en la Cripta de los Héroes. Pero se puede ampliar la lista de lambayecanos que navegaron bajo la insignia del contralmirante Grau, con tres tripulantes rescatados del olvido por la acuciosa pluma del investigador Manuel Zanutelli Rosas.</span></div><div><p></p><p></p><ul style="text-align: left;"><li><span style="font-family: arial;">Hijo natural, Tomás de Aquino Esteves nació en 1835 en Pacasmayo (hasta 1864, Pacasmayo formó parte de la provincia de Chiclayo). Desde joven, se enroló en la marina de guerra, combatiendo en Abtao (1866), y luego en la campaña naval. Sobrevivió a Angamos, y ante la virtual desaparición de nuestra marina, debió dedicarse al pequeño comercio. Falleció a los 84 años en febrero de 1919.</span></li><li><span style="font-family: arial;">El caso del grumete José Encarnación Mantilla es triste teniendo en cuenta su breve vida. Nacido en 1861 en el puerto de San José, son pocos los datos sobre Mantilla. Enrolado como grumete en el monitor, sirvió en la torre Coles del monitor, puesto en el que sucumbió en Angamos, con apenas dieciocho años. Su madre, Petronila Gamarra, presentó la solicitud para cobrar la pensión por el sacrificio de su hijo.</span></li><li><span style="font-family: arial;">Darío San Ginés era parte de los <i>“buitres”</i> de la Columna <i>“Constitución”</i>, fuerza de infantería de marina embarcada en el monitor, compuesta mayoritariamente por negros y zambos, de donde se desprende la denominación. San Ginés sobrevivió a la guerra, pasando a residir en Eten, de donde presumimos era oriundo. En 1912, solicitó al gobierno una pensión, la cual le fue denegada por no estar en servicio.</span></li></ul><p></p><p></p><p><span style="font-family: arial;">El paso del tiempo transcurrió inexorable para los veteranos del monitor, los que debieron subsistir en un país empobrecido y dolido luego de la derrota. Debieron indignarse ante el gesto del dictador Nicolás de Piérola al nombrar al almirante Grau, su heroico jefe, como un héroe de segunda clase en 1880, y luego en 1897, con su gesto de alabar al comandante del </span><i style="font-family: arial;">“Huáscar”</i><span style="font-family: arial;">. Año a año, acudían a las ceremonias, luciendo con orgullo sus uniformes; otros acudían con los modestos trajes de diario (como se puede apreciar en la imagen inferior). La muerte reducía con el tiempo las filas de los sobrevivientes. Personas de modesto nivel social, los veteranos de la guerra se hundieron en el anonimato. Otras veces eran ninguneados por la fría burocracia, cuando reclamaban la modesta pensión con la que este país de gentes ingratas les reconocía sus esfuerzos y sufrimientos. Y muchas veces, debido a la pobreza del Estado en reconstrucción, tal pensión era sumamente irrisoria: por ejemplo, la madre del marinero Aparicio Robles, caído en Angamos, recibió una pensión de 4 soles de plata con 50 centavos.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQxrb5StcIMkw0FaKFg0Izr6kPr6PhX0kX3yYYm7G6A1fkk2V2neK9NHF7YeNKmE0vgOFMOXSgAOblAeunxC5dVQ8Igdk9fiPItbU9VPkfht25dGmoIJo_b3Skw7AAXOT2vL8WYn89rK9mfW0Lyzg2Sfy4Ez6Sz6d9aP79u6YsMNYNkW-82wJPGoZaxg/s2040/108166118_150242876713730_875410677927245965_n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="color: black; font-family: arial;"><img border="0" data-original-height="1380" data-original-width="2040" height="313" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQxrb5StcIMkw0FaKFg0Izr6kPr6PhX0kX3yYYm7G6A1fkk2V2neK9NHF7YeNKmE0vgOFMOXSgAOblAeunxC5dVQ8Igdk9fiPItbU9VPkfht25dGmoIJo_b3Skw7AAXOT2vL8WYn89rK9mfW0Lyzg2Sfy4Ez6Sz6d9aP79u6YsMNYNkW-82wJPGoZaxg/w464-h313/108166118_150242876713730_875410677927245965_n.jpg" width="464" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El capitán de fragata José Leónidas Rivadeneira reunido con cinco sobrevivientes de la corbeta "Unión" en la Municipalidad de Chiclayo, el 27 de julio de 1934, centenario del nacimiento del almirante Grau.<br />(Archivo Histórico y Biblioteca Central de Marina)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">En diciembre de 1910, por Resolución Legislativa N.º 1357, se dispuso el pago de haberes a <i>“los individuos de la tripulación y guarnición ó que, por contrata especial, hubiesen asistido al combate de Angamos, á bordo del monitor “Huascar””</i>. En noviembre de 1917, otra Resolución Legislativa, la N.º 2509, ordenó expedir cédulas para <i>“los tripulantes del Monitor “Huascar” don Manuel Mejía, don Eduardo Price, don Faustino Colán, don Eleodoro Dávila, don Ramón Galicia, don Ramón Tejada, don Tomás Estevez, don José Velásquez, don Alberto Medina, don José Santos Calderón y don Modesto Ruidias”</i>. Diez años después, en abril de 1927, por Ley N.º 5802, se concedió una gratificación de 25% sobre <i>“sus haberes o pensiones, a los sobrevivientes que a bordo del “Huáscar” o de la corbeta “Unión”, hubiesen asistido a alguno de los combates mantenidos por esos barcos durante la guerra de 1879”</i>, otorgando a los veteranos del monitor el derecho a una medalla (de oro, si hubiesen asistido a toda la campaña de 1879; de plata, si sólo concurrieron a algún combate).</span><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7CTmpoPKudFAY0t7BjSkJ0iz8bo8lkqIJD5gvZMJuq-CAfVxtgu9ckC8L_Bf5PXtk05QV7BiUBscfujkZo7nOmoLTa5iDxTcd338kSxIezKCdC5zJzdH3NAeCP6EPoqiOiddxik0eyHU7jDE9IVLklTbnacU9g6Gku7XnbOf9tBX26m0Q5Ryrq6uSfw/s925/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="636" data-original-width="925" height="339" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7CTmpoPKudFAY0t7BjSkJ0iz8bo8lkqIJD5gvZMJuq-CAfVxtgu9ckC8L_Bf5PXtk05QV7BiUBscfujkZo7nOmoLTa5iDxTcd338kSxIezKCdC5zJzdH3NAeCP6EPoqiOiddxik0eyHU7jDE9IVLklTbnacU9g6Gku7XnbOf9tBX26m0Q5Ryrq6uSfw/w493-h339/image.png" width="493" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><i>"El señor Leguía rodeado de los sobrevivientes del combate de Angamos que fueron a saludarlo"</i>.<br />Con esta leyenda, el semanario limeño <i>"Sudamérica"</i> en su edición del 15 de febrero de 1919,publicó esta célebre fotografía, cubriendo el regreso de Leguía al Perú para postular a la presidencia por segunda ocasión.<br /></span><span style="font-family: arial;">(colección Eduardo Dargent Chamot)</span></td></tr></tbody></table><div><span style="font-family: arial;">Meses después, en julio de 1927, el Centro Naval del Perú, en un gesto de justicia con aquellos valientes y con la epopeya que representaban, decidió incorporar como socios honorarios de la institución a los jefes, oficiales y tripulantes que estuvieron presentes en Angamos. Apenas si quedaban vivos un jefe (Manuel Melitón Carvajal), un oficial (Manuel Elías Bonnemaison), y cuatro tripulantes (Francisco Ramos Spiell, Faustino Colán, Alberto Medina y José Santos Calderón). Y cuando el 28 de octubre de 1946, la gratitud nacional inauguró el monumento al almirante Grau en Lima, sólo acudieron dos de los veteranos de Angamos: el grumete Alberto Medina, sujetando aún el estandarte rojiblanco, y el antiguo guardiamarina Bonnemaison.</span></div><div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-FcPg_IAvmlmLj1N84N9nGql-SSTt8Gwt5VJ0A4tc5Nor0GIb4nln4jIAnUW-tYea6zYMypXq9nVcRzKGvZMfX4bSIubPEX5GdsOWrDecaDdqjwEEK99vtta5GD_a8SpucDW5glX_I6Bihw4AyPkr45Psy6sn-GcrSntEOD994YS6YToHo_RWxMI9NQ/s2048/311237128_518025350332323_1115167214785304815_n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1456" data-original-width="2048" height="355" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-FcPg_IAvmlmLj1N84N9nGql-SSTt8Gwt5VJ0A4tc5Nor0GIb4nln4jIAnUW-tYea6zYMypXq9nVcRzKGvZMfX4bSIubPEX5GdsOWrDecaDdqjwEEK99vtta5GD_a8SpucDW5glX_I6Bihw4AyPkr45Psy6sn-GcrSntEOD994YS6YToHo_RWxMI9NQ/w498-h355/311237128_518025350332323_1115167214785304815_n.jpg" width="498" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Composición alegórica mostrando a los héroes del "Huáscar".<br />En el centro, el contralmirante Miguel Grau, flanqueado por el capitán de fragata Manuel Melitón Carvajal y el capitán de corbeta Elías Aguirre.<br />En la sección izquierda, se destaca el teniente primero José Melitón Rodríguez. La primera columna muestra, de arriba a abajo, al teniente segundo Jorge Velarde (muerto en el combate de Iquique), al alférez de fragata Ricardo Herrera y al cirujano mayor Santiago Távara. La segunda columna al teniente primero Pedro Gárezon, al teniente segundo Gervasio Santillana y al teniente segundo Fermín Diez Canseco.<br />En la sección derecha, se destaca el teniente segundo Enrique Palacios. La primera columna muestra al teniente segundo Carlos de los Heros (muerto en el combate de Antofagasta), al sargento mayor José M. Ugarteche y al sargento primero Francisco Retes. La segunda columna al teniente primero Diego Ferré, al contador Juan Alfaro y al cirujano de primera clase Felipe Rotalde.<br />(Museos Navales del Perú)</span></td></tr></tbody></table><p><span style="font-family: arial;">Sirvan estas líneas en homenaje a aquellos marinos, de distintas culturas y razas, que combatieron por el Perú, que fueron homenajeados a la hora de los discursos, que sufrieron el olvido del Estado y luego la indiferencia de la posteridad. Aunque tarde, vale la pena rescatar su memoria.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjEB2Vs8ykhWB96GW5-bmlJhawejM1hDwLZ52BXdQuoYBV5LU6Lzj_-4j-ioqMae7L-_-cQMMOaSZFCiDpWZv2t26ZtsmHMQ0Ica1VHGMlvuVdGcMm-Kzasq-99vMmfEEwVT90yetqFAMqvWHGy1KGCZJ0jalK_VtoWRm1HvVD6J5ZOdICWeeAezsZPA/s1942/IMG_8420.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="763" data-original-width="1942" height="189" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjEB2Vs8ykhWB96GW5-bmlJhawejM1hDwLZ52BXdQuoYBV5LU6Lzj_-4j-ioqMae7L-_-cQMMOaSZFCiDpWZv2t26ZtsmHMQ0Ica1VHGMlvuVdGcMm-Kzasq-99vMmfEEwVT90yetqFAMqvWHGy1KGCZJ0jalK_VtoWRm1HvVD6J5ZOdICWeeAezsZPA/w482-h189/IMG_8420.JPG" width="482" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El </span><i style="font-family: arial;">"Huáscar"</i><span style="font-family: arial;"> y la </span><i style="font-family: arial;">"Unión"</i><span style="font-family: arial;"> en alta mar.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(Museos Navales del Perú)</span></td></tr></tbody></table><p></p></div></div></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-69115936900303234632022-10-07T09:00:00.004-05:002022-10-11T16:52:09.976-05:00Germán Leguía y Martínez, el "Tigre"<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Poeta, historiador y político</span>.</h1><h4><span style="font-family: arial;"><br /></span></h4><h4><span style="font-family: arial;">Una de los intelectuales más notables de las primeras décadas del siglo XX peruano, fue sin duda, Germán Leguía y Martínez. Sin embargo, su faceta literaria e histórica quedó postergada ante su dedicación a la magistratura y a la política, actuación vinculada, con luces y sombras, a la figura de su primo hermano, el presidente Augusto B. Leguía. <i>“De alta estatura, ligeramente encorvado, tenía unos ojos penetrantes y burlones tras de las gafas de dorado arco; el bigote le caía canoso y desigual sobre la boca sarcástica; peinaba con raya a un lado, y lucía un pabellón sobre el lado derecho. Su apodo era el de “El Tigre”</i>, robado a Clemenceau”, lo describiría Luis Alberto Sánchez.</span></h4><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqu6u2mxE2juZvsBPIr8aAlbH__tF2GiflibjxOnlm8ONP5Ru_Inrud24yzxV1QDz9jft5oq5LiZHJkpcwy-b6PgQgH5rI4dDSrSBM8ABcv9eYWo_UU1F5-QFEmGWAjhf2aRKGXfp142umvUOi6qV8EFeTdA6eHzXXTkJTabiBftDzGz5tf3F4CLBaBg/s438/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="438" data-original-width="319" height="351" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqu6u2mxE2juZvsBPIr8aAlbH__tF2GiflibjxOnlm8ONP5Ru_Inrud24yzxV1QDz9jft5oq5LiZHJkpcwy-b6PgQgH5rI4dDSrSBM8ABcv9eYWo_UU1F5-QFEmGWAjhf2aRKGXfp142umvUOi6qV8EFeTdA6eHzXXTkJTabiBftDzGz5tf3F4CLBaBg/w255-h351/image.png" width="255" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;">Retrato de Germán Leguía y Martínez a fines de los años 1880.</span><br />
(revista <i>"El Perú Ilustrado"</i>, septiembre de 1890)</span></td></tr></tbody></table><br /><div><span style="font-family: arial;">Bisnieto de un burócrata virreinal, nieto de un prócer de la independencia, hijo de un magistrado itinerante, Germán Leguía y Martínez nació en Lambayeque en abril de 1861. Huérfano de madre a tierna edad, acompañó a su padre en sus cargos judiciales en Lambayeque y Cajamarca. Pese a ello, su afecto por Lambayeque fue intenso, como lo expresaría en uno de sus poemas: </span><i style="font-family: arial;">“¡Oh Lambayeque, Lambayeque amado, que guardas de mi madre los despojos; [...] áureo sol, aire puro, suelo amigo, yo os amo, yo os venero, yo os bendigo!”</i><span style="font-family: arial;">.</span></div><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El literato.</span></h3><div><span style="font-family: arial;">Germán estudió derecho en San Marcos, pero por motivos de salud, volvió a Cajamarca, donde desde la tribuna de los periódicos <i>"La Juventud"</i> primero, y <i>"La Locomotora"</i> después, junto con su amigo Pedro Centurión, se opuso al caciquismo de Miguel Iglesias. En marzo de 1877, Leguía y Centurión sufrieron un ataque en la inauguración de una sociedad de instrucción popular, siendo Centurión ultimado a palos y quedando Leguía contuso, por lo que se vio forzado a dejar Cajamarca.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">De regreso a Lima, el joven se hizo conocido con su </span><i style="font-family: arial;">“Canto a mi Patria”</i><span style="font-family: arial;">, declamado en el salón de actos de la Universidad en julio de 1879, en los primeros meses de la guerra con Chile; el ministro de Justicia e Instrucción, Mariano Felipe Paz-Soldán costeó la impresión de este poema. Nombrado secretario adscrito a la legación peruana en Quito en 1880, retornó al Perú, desarrollando una activa labor en Lambayeque entre 1883 y 1887: fundó un colegio secundario, el <i>"Instituto Lambayeque"</i>, editó el periódico <i>"El Fénix"</i> y escribió el drama </span><i style="font-family: arial;">“La Calumnia” </i><span style="font-family: arial;">(estrenada en el Teatro Olimpo en 1891), además de corregir una </span><i style="font-family: arial;">“leyenda dramática”</i><span style="font-family: arial;"> titulada </span><i style="font-family: arial;">“El Manchay-Puito” </i><span style="font-family: arial;">(concluida en 1887, publicada en 1908). También contrajo matrimonio con doña Francisca Iturregui y Martínez, con quien tuvo descendencia; uno de sus hijos sería el prematuramente fallecido historiador Jorge Guillermo Leguía.</span></div><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNIMnK456iC8L95alfRywNTqOtkrNsJHoaaGBzexCh4iD2d9Q2iUpZZ3nFXdl7IP1hSATz5FfvSi0_Ov3Xd4vzLdBrLip9KlxzE4hU-_VQPVgGf6IhEEBBGTXNruvGvPtWbboMrxteIprWn1h5aB9z5qg2t31NEfYAQHaZ33-sGVTxUBJE6oSWXimxwg/s1811/IMG_0780.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1811" data-original-width="1115" height="439" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNIMnK456iC8L95alfRywNTqOtkrNsJHoaaGBzexCh4iD2d9Q2iUpZZ3nFXdl7IP1hSATz5FfvSi0_Ov3Xd4vzLdBrLip9KlxzE4hU-_VQPVgGf6IhEEBBGTXNruvGvPtWbboMrxteIprWn1h5aB9z5qg2t31NEfYAQHaZ33-sGVTxUBJE6oSWXimxwg/w270-h439/IMG_0780.JPG" width="270" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">Portada de las <i>"Poesías"</i> de Germán Leguía y
Martínez.</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br /></span><div><span style="font-family: arial;">La obra literaria inicial de Leguía y Martínez fue poética, género romántico por excelencia. Cantó al sentimiento patrio (<i>“Canto a mi Patria”</i>, <i>“8 de Octubre”</i>, <i>“Á los héroes del Huáscar, á los vencedores de Tarapacá y á los mártires de Arica”</i>, <i>“Tacna y Arica”</i>, <i>“Á la Juventus peruana, en la repatriación de los restos de sus héroes”</i>), a la naturaleza del terruño (<i>“Impresiones de un viaje”</i>, <i>“Á orillas del mar”</i>, <i>“En una noche de luna”</i>, <i>“Á orillas del Lambayeque”</i>, <i>“Á Lambayeque”</i>), al afecto familiar (<i>“Dedicatoria a mi padre”</i>, <i>“Á mi hermana, en su cumpleaños”</i>), al amor (<i>“Su retrato”</i>, <i>“Ensueño”</i>, <i>“Tu amor y el mío”</i>, <i>“El primer beso”</i>, <i>“Así te quiero más”</i>), a los hombres ilustres de su tiempo (<i>“En la muerte de Carlos Heros”</i>, <i>“Lorente”</i>, <i>“En la muerte del Dr. Paz Soldán”</i>, <i>”Á Wenceslao Valera”</i>, <i>“Á Jorge Isaacs”</i>). Algunos de estos poemas fueron publicados en la célebre revista <i>"El Perú Ilustrado"</i>, y posteriormente serían compilados en un volumen de </span><i style="font-family: arial;">"Poesías"</i><span style="font-family: arial;">, publicado en 1893.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLfEWFhaqjSOXWtcLnjCBbGURCYR55Hzr4icrX7q0el6eS7FyFK_lpYC24yJMy2X1frcLh3AVkGVqwR4r8A06kS49SEQpvK9NgCzPQVia67bE-3hcpbG3U28Mv69taxgcWfyxoxx9G3fqCIuO_458qRmPRp3wWyIKFGzw-CWcynoftgUXn8elrA8DssQ/s1713/Aut%C3%B3grafo%20BNP.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1713" data-original-width="1158" height="422" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLfEWFhaqjSOXWtcLnjCBbGURCYR55Hzr4icrX7q0el6eS7FyFK_lpYC24yJMy2X1frcLh3AVkGVqwR4r8A06kS49SEQpvK9NgCzPQVia67bE-3hcpbG3U28Mv69taxgcWfyxoxx9G3fqCIuO_458qRmPRp3wWyIKFGzw-CWcynoftgUXn8elrA8DssQ/w285-h422/Aut%C3%B3grafo%20BNP.jpg" width="285" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Autógrafo de Germán Leguía y Martínez en el álbum de Juana Rosa de Amézaga.<br />(Biblioteca Nacional del Perú)</span></td></tr></tbody></table></div><div><span style="font-family: arial;">Paulatinamente transitó a un cierto realismo, evidenciado en la prosa vívida de sus textos históricos. En sus inicios literarios, Leguía y Martínez tuvo como ejemplo a seguir al tradicionalista Ricardo Palma, cuyos consejos fueron claves en la depuración de su estilo. Sin embargo, con los años, don Germán se acercó a la prédica de don Manuel González Prada, siendo quien lo propuso en 1912 para ejercer la dirección de la Biblioteca Nacional ante la renuncia del </span><i style="font-family: arial;">“bibliotecario mendigo”</i><span style="font-family: arial;">.</span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDzWvTn0AoV8AZceGbI9gUQiKdChM9gdhYeelHbpw0Y9_Jp49nA4MrWFBYWj6r4fgJLw5g3pgMf2SB40ZT8uo5c6WQ-rRnCWLeOeDkmysY5Q--2LzHHYdbp_zAXVyoGpBYjRcPVtBmrnAduEqnyxYRrz7q0qNXAqFzWNMRLn2wwBAfULJGN51_0mPrA/s1308/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="666" data-original-width="1308" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDzWvTn0AoV8AZceGbI9gUQiKdChM9gdhYeelHbpw0Y9_Jp49nA4MrWFBYWj6r4fgJLw5g3pgMf2SB40ZT8uo5c6WQ-rRnCWLeOeDkmysY5Q--2LzHHYdbp_zAXVyoGpBYjRcPVtBmrnAduEqnyxYRrz7q0qNXAqFzWNMRLn2wwBAfULJGN51_0mPrA/w497-h254/image.png" width="497" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Carta de Germán Leguía y Martínez a don Ricardo Palma, de agosto de 1881, agradeciéndole las observaciones a su obra <i>"El Manchay-Puito"</i>.<br />(Biblioteca Nacional del Perú)</span></td></tr></tbody></table><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El historiador.</span></h3><div><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDNG19npYisaUUBHCjB1xpD_08b3GzMoyx-MBhRbG2mEVfqWsJx91EAudviALI16fTNs24QXw44RHWd0VJKme6uOMUkLzW3U29YZowQAQEOW6JjWHFmwwPm2pMmf96qNCbdG0iYk2Q6IJ_LI0tOAEBAJqYGo7lC0e1NPmfddzTh3RKH7ghpA3OYf5igQ/s1283/IMG_8450.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="704" data-original-width="1283" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDNG19npYisaUUBHCjB1xpD_08b3GzMoyx-MBhRbG2mEVfqWsJx91EAudviALI16fTNs24QXw44RHWd0VJKme6uOMUkLzW3U29YZowQAQEOW6JjWHFmwwPm2pMmf96qNCbdG0iYk2Q6IJ_LI0tOAEBAJqYGo7lC0e1NPmfddzTh3RKH7ghpA3OYf5igQ/w470-h259/IMG_8450.JPG" width="470" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES" style="line-height: 18.4px;">Germán Leguía y Martínez leyendo su </span><i>"Elogio a Bolívar"</i> en julio de 1921.<br />(<i>"El Perú en el primer Centenario de su Independencia"</i>, 1922)</span></td></tr></tbody></table><p><span style="font-family: arial;">Trabajador infatigable, Germán Leguía y Martínez aprovechó cada uno de sus diversos destinos para entregarse a la labor investigadora, tanto en la esfera jurídica como en el estudio histórico. Cuando dejó la prefectura de Piura, llevaba los primeros apuntes de su </span><i style="font-family: arial;">“Diccionario geográfico, histórico, estadístico del departamento de Piura”</i><span style="font-family: arial;">, editado en 1914, del que solo apareció el primer volumen. Cuando terminó su magistratura en Arequipa, había iniciado la redacción de su ambiciosa </span><i style="font-family: arial;">“Historia de Arequipa”</i><span style="font-family: arial;">, de la que sólo se editaron los dos primeros volúmenes en 1912 y 1914.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Desde la vocalía suprema, Leguía y Martínez intentó actualizar el monumental diccionario de García Calderón con su inconcluso <i>“Nuevo diccionario de la legislación peruana”</i>, del que se publicaron solo dos volúmenes en 1914 y 1921; con el detallismo que empleó, juzgó Basadre, quizá la obra completa habría requerido más de cincuenta volúmenes. Durante su destierro, don Germán logró concluir su <i>“Diccionario de legislación criminal del Perú”</i>, publicado póstumamente en 1931.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Habría que mencionar que don Germán trabó amistad con el célebre investigador alemán Hans Heinrich Brüning. Sin duda, se conocieron en los años 1880, e intercambiaron información sobre el pasado lambayecano. Cuando un anciano Brüning, abrumado por las dificultades, decidió vender su colección y la ofreció al Estado; la angustia por el destino del trabajo de su vida lo abrumó, como se manifestó en la correspondencia con intelectuales como Victor Larco Herrera y Julio C. Tello. En enero de 1921, escribió a don Germán, para pedir </span><span style="font-family: arial;">sus buenos oficios ante su primo don Augusto, para lograr concluir la transacción con el Estado para la entrega de su colección. Todo ello cristalizaría en el Decreto N.º 16550 del Ministerio de Instrucción </span><span style="font-family: arial;">Pública del 10 de julio de 1921, que creó el </span><span style="font-family: arial;">primer </span><span style="font-family: arial;">museo regional estatal en el norte peruano, el llamado Museo Brüning.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigms7P7nI1xJSArKD5wtIB32gDweIRsBw5W-7I6JgxB7Hrn6wzu_Byn2mhWR_x9b8t5yvveksXZhHkHiPajn0mIJBcl3A2Im9GUIG2pHddTYU-JgouE5XI3FR85Iqgn5pVgBqsq3oMNIsdiAJfipfFYEOy6NAzEPhb8y9jWM5nuzmqK_5ZEya5Yej3ag/s568/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="390" data-original-width="568" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigms7P7nI1xJSArKD5wtIB32gDweIRsBw5W-7I6JgxB7Hrn6wzu_Byn2mhWR_x9b8t5yvveksXZhHkHiPajn0mIJBcl3A2Im9GUIG2pHddTYU-JgouE5XI3FR85Iqgn5pVgBqsq3oMNIsdiAJfipfFYEOy6NAzEPhb8y9jWM5nuzmqK_5ZEya5Yej3ag/w396-h272/image.png" width="396" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Facsímil del manuscrito original de la <i>“Historia de la emancipación del Perú, el protectorado”</i>.<br />(Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú) </span></td></tr></tbody></table><p><span style="font-family: arial;">Pero la principal obra de don Germán fue la </span><i style="font-family: arial;">“Historia de la emancipación del Perú, el protectorado”</i><span style="font-family: arial;">. Este trabajo, escrito a mano en cien cuadernos con un total de 9207 hojas, sería publicada póstumamente en siete volúmenes por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia en 1971. Su intención era analizar el paso de San Martín por el Perú, rescatando del olvido el esfuerzo peruano en la lucha por la Independencia, como un paso inicial de una historia integral de la República, idea que deja entrever en algunas de las páginas de esta obra y en las últimas anotaciones en su manuscrito. Sin embargo, el tiempo y las actividades a las que don Germán se dedicó, le impidieron llegar a la época bolivariana; no obstante, fue notable el </span><i style="font-family: arial;">"Elogio a Bolívar"</i><span style="font-family: arial;"> que declamó durante las celebraciones del Centenario en 1921, y que le mereció un voto de aplauso del Senado. Es de destacar el estilo vigoroso de la prosa de Leguía y Martínez, su utilización de fuentes directas (es por ejemplo, la fuente que dio a conocer el acta del pueblo llano y bajo de Lambayeque del 31 de diciembre de 1820) y de la tradición oral que aún se conservaba. Su visión patriótica hacía que por momentos no fuese secamente objetivo, justificando el calificativo de </span><i style="font-family: arial;">“historiador romántico”</i><span style="font-family: arial;"> dado por Raúl Porras, lo que desde luego no desmerece su trabajo.</span></p><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El magistrado y político.</span></h3><p><span style="font-family: arial;">En 1887, Leguía y Martínez desempeñó algunos cargos en Lambayeque: fue representante de San José en el Concejo Provincial y miembro de la Sociedad de Beneficencia local. Poco después, se trasladó a Lima, estableciendo su hogar en la calle de Juan Pablo N.º 671 (actual cuadra sexta del jirón Azángaro), culminando sus estudios en San Marcos y trabajando en la Cancillería. A la par, entró en el Círculo Literario fundado por el vehemente don Manuel González Prada. Años después, la viuda de González Prada recordaría al círculo de intelectuales que formaron dicho círculo, y que darían pie a un intento de partido llamado <i>Unión Nacional</i>. Mientras criticaba a los altisonantes y vehementes, doña Adriana apuntaría que <i>"</i></span><span style="font-family: arial;"><i>Germán Leguía y Martínez, Eduardo Lavergne y el doctor Gregorio Mercado, </i></span><span style="font-family: arial;"><i>formaban el núcleo serio que dejaba hablar, pelear y batallar a los jóvenes"</i>.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqNnReQPn7D5no4X4gBp2jcb0kpIPV13s5cviWQcpoZ9pefuUscFdROjQQz8905_Z8Y7UmDomhKZroKpVZf28mEFaEGfpYWxZczmHg98ado2eZ_l8andQk_tFOD-8ZabALeo49KEI-opmKgIC052kdcrERgros9bMyYn4YHcNXgPWYq_b1eIyEDkWqqA/s1657/IMG_8434.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1657" data-original-width="1227" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqNnReQPn7D5no4X4gBp2jcb0kpIPV13s5cviWQcpoZ9pefuUscFdROjQQz8905_Z8Y7UmDomhKZroKpVZf28mEFaEGfpYWxZczmHg98ado2eZ_l8andQk_tFOD-8ZabALeo49KEI-opmKgIC052kdcrERgros9bMyYn4YHcNXgPWYq_b1eIyEDkWqqA/w333-h425/IMG_8434.JPG" width="333" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;">Retrato de Germán Leguía y Martínez durante su período
parlamentario.<br /></span>(revista <i>"Ilustración Peruana"</i>, septiembre de
1909)</span></td></tr></tbody></table><p><span style="font-family: arial;">No es de sorprender que al ser electo diputado en 1895, Germán Leguía y Martínez fuese un combativo opositor al gobierno de Nicolás de Piérola, encabezando la censura al gabinete de Antonio Bentín (noviembre de 1895), defendiendo la reforma electoral y oponiéndose a la reforma constitucional que promovía la creación de un Consejo de Estado (1896). Con González Prada apartado del escenario político, Germán Leguía y Martínez optó por apoyar la fundación del Partido Liberal en 1902, grupo <i>"</i></span><i><span style="font-family: arial;">a la derecha de la exangüe </span><span style="font-family: arial;">Unión Nacional y a la izquierda del declinante Partido Demócrata</span></i><span style="font-family: arial;"><i>"</i>, formando parte de su primera junta directiva.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgilujeb8gpfUQzkdT9iP7S6r1UJNWnG5R6pBxK840h_RuJSmNY2CFCY6KGWMd4v9eBZhH1RCx-kb9c0jspfKwiHnRCl3-lb2UEStZ4uf9mrSj4ApChdqM1UZAU4_zmAOgEwH7HQvxREcD5fb0BCgaDfbz62kUH2VOXwQyTFB7R6vlVFvmttSr_QKQYUQ/s1217/IMG_8442.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="924" data-original-width="1217" height="382" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgilujeb8gpfUQzkdT9iP7S6r1UJNWnG5R6pBxK840h_RuJSmNY2CFCY6KGWMd4v9eBZhH1RCx-kb9c0jspfKwiHnRCl3-lb2UEStZ4uf9mrSj4ApChdqM1UZAU4_zmAOgEwH7HQvxREcD5fb0BCgaDfbz62kUH2VOXwQyTFB7R6vlVFvmttSr_QKQYUQ/w502-h382/IMG_8442.JPG" width="502" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;">De izquierda a derecha, Rafael Villanueva (presidente del
Senado), Augusto B. Leguía (presidente de la República), Juan de Dios Salazar y
Oyarzábal (presidente de la Cámara de Diputados) y Germán Leguía y Martínez
(ministro de Relaciones Exteriores), escuchando el discurso del Dr. Aníbal
Maúrtua durante la inauguración de las obras de canalización del Rímac.<br /></span>(revista <i>"Variedades"</i>, septiembre de 1912)</span></td></tr></tbody></table><p><span style="font-family: arial;">Dedicado al foro y a la docencia, fue nombrado prefecto de Piura en 1905, impulsando iniciativas patrióticas como el reconocimiento de la casa natal del almirante Miguel Grau. De allí, pasó a la magistratura, como su padre: vocal superior en Arequipa en 1908 y vocal superior en Lima en 1909. Luego don Germán desempeñó cargos diplomáticos durante el primer gobierno de su primo hermano Augusto: ministro en Ecuador en la crisis diplomática de 1910, y ministro de Relaciones Exteriores en 1911, tras lo cual fue designado vocal de la Corte Suprema en 1912; Clemente Palma criticaría acremente su nombramiento. En ese cargo, votó de forma singular, acusando al coronel Oscar R. Benavides, presidente provisorio de la República, del cobarde asesinato del general Enrique Varela, presidente del Consejo de Ministros y ministro de Guerra, durante los hechos del pronunciamiento militar de febrero de 1914.</span></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx45OxxQa8aCOaoKorua728iibSGLJzICtzNm2pTAgzIuRKTeNMrM4IMlSr1kpcObC1CXLJQhQbNrtNf4QrdKQo6H-isiIt2pBX_la05guzsqtMVQQhlkw9aAD6yHZSjcDaAS46hkM8ECCh8Nt70UCfuVhxm7hkc40ArMOfO_bxOmcRr6k5OGziAVI1g/s1844/IMG_8451.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1844" data-original-width="1149" height="454" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx45OxxQa8aCOaoKorua728iibSGLJzICtzNm2pTAgzIuRKTeNMrM4IMlSr1kpcObC1CXLJQhQbNrtNf4QrdKQo6H-isiIt2pBX_la05guzsqtMVQQhlkw9aAD6yHZSjcDaAS46hkM8ECCh8Nt70UCfuVhxm7hkc40ArMOfO_bxOmcRr6k5OGziAVI1g/w282-h454/IMG_8451.JPG" width="282" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES" style="line-height: 115%;">Retrato de Germán Leguía y Martínez durante su vocalía suprema</span>.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Su momento de mayor figuración (y mayor polémica) fue durante el </span><i style="font-family: arial;">“Oncenio”</i><span style="font-family: arial;"> de su primo Augusto B. Leguía, siendo ministro de Gobierno y presidente del Consejo de Ministros entre diciembre de 1919 y octubre de 1922. Ambos primos tenían visiones distintas del mundo, debido principalmente a su formación: mientras don Augusto había hecho fortuna a través de las finanzas, entrando a la vida política del brazo del civilismo de Manuel Candamo, don Germán había permanecido más cercano al mundo académico, ingresando a la política bajo la influencia de la prédica de González Prada.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWsHnGjUYWkN3WpqlDOmN7rMkiFJLrkBVpmfnI-cNyeGUHr6jKehNVjQL2sF87YQ1N18gUFWihOjrfIqd5v1CrnjM1XFf5FbXoLGTP9hRjWjGqtveYS83-n0mD4Bfnjs--rachCzChOBScFBMFcNd_M3JB8Of42PQXIpgWt7-Wo6En0rx-pYO12-V9YA/s1939/IMG_8448.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1939" data-original-width="1319" height="449" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWsHnGjUYWkN3WpqlDOmN7rMkiFJLrkBVpmfnI-cNyeGUHr6jKehNVjQL2sF87YQ1N18gUFWihOjrfIqd5v1CrnjM1XFf5FbXoLGTP9hRjWjGqtveYS83-n0mD4Bfnjs--rachCzChOBScFBMFcNd_M3JB8Of42PQXIpgWt7-Wo6En0rx-pYO12-V9YA/w306-h449/IMG_8448.JPG" width="306" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El gabinete presidido por Germán Leguía y Martínez en 1921.<br />(<i>"El Perú en el primer Centenario de su Independencia"</i>, 1922)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Un contemporáneo diría: </span><i>"Augusto B. Leguía era más dúctil, don Germán Leguía y Martínez, más intransigente. Augusto B., era más intuitivo; don Germán, más letrado. Augusto B., creía en la eficacia del perdón y eso lo perdió; don Germán, creía en la eficacia del castigo y eso lo perdió también. Augusto B., creía que nuestros males se deben a nuestro atraso, sin exculpar por cierto a los civilistas; don Germán, creía que toda la culpa de nuestros males la tienen los civilistas. Augusto B., creía que las reformas políticas, sociales y económicas requieren tiempo; don Germán creía, como Joaquín Capelo, en la necesidad de una política quirúrgica, inmediata y eficaz"</i><span style="font-family: arial;">.</span><p style="font-family: "Times New Roman";"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfZfvjXfzZV_2aYTYiE3Be5uWcwv9lJmgoEtzTxFo58BxXU4vVDoxfAzakBrVhyh6WckQHsu4PJqIMo-Emhtq7wFCiR6ob0FBBObwLxDuBdh353aQmaMvmJ0RpG3N7DZ3Dw_UslUAQUbEYxNvURH3KY3auxKL89xtUjd0WlTzm53kb1yXXhmuI5U9eSA/s1440/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1440" data-original-width="966" height="502" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfZfvjXfzZV_2aYTYiE3Be5uWcwv9lJmgoEtzTxFo58BxXU4vVDoxfAzakBrVhyh6WckQHsu4PJqIMo-Emhtq7wFCiR6ob0FBBObwLxDuBdh353aQmaMvmJ0RpG3N7DZ3Dw_UslUAQUbEYxNvURH3KY3auxKL89xtUjd0WlTzm53kb1yXXhmuI5U9eSA/w338-h502/image.png" width="338" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Caricatura en relación a la mano dura de don Germán como ministro de Gobierno.<br />(revista <i>"Variedades"</i>, enero de 1921)</td></tr></tbody></table><br />La mano dura de don Germán como ministro de Gobierno y Policía fue notable: violó las garantías individuales (como en el caso de los hábeas corpus interpuestos a favor de Luis Pardo y Barreda, y de Juan Durand), procedió a detener y desterrar opositores, convirtió la isla de San Lorenzo en prisión para los opositores, desacató las decisiones del Poder Judicial (motivando las protestas del presidente de la Corte Suprema, doctor Carlos Erausquin), impuso restricciones a la libertad de imprenta, avaló la expropiación del diario La Prensa. Sin embargo, su actitud resuelta atrajo la atención de sectores jóvenes que creyeron ver en el antiguo magistrado una diferencia con su primo, surgiendo así, el llamado <i>“germancismo”</i>, con el objetivo, ideario aparte, de consagrar a don Germán como sucesor de don Augusto en el sillón presidencial.</span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKP1K5InOp6UUqBvIC5sEwSry1ZOi--KFiGqG6yoLHs8laIupIrfAfe4VYHrNk88IA2Cuz3BVKrvubj1lMxqbvy4eCrlyk4Eb07p1xW2mI9KkQc4R_Umfqeju72CQ-0W1x6P29ITFjG1L8QaI4Zg3iLCpcAnOmlqSXB4SxTrMRPPuQAaj97f8XN6YBzg/s2225/ABL-F-0052.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1685" data-original-width="2225" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKP1K5InOp6UUqBvIC5sEwSry1ZOi--KFiGqG6yoLHs8laIupIrfAfe4VYHrNk88IA2Cuz3BVKrvubj1lMxqbvy4eCrlyk4Eb07p1xW2mI9KkQc4R_Umfqeju72CQ-0W1x6P29ITFjG1L8QaI4Zg3iLCpcAnOmlqSXB4SxTrMRPPuQAaj97f8XN6YBzg/w420-h318/ABL-F-0052.jpg" width="420" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Dibujo de Raúl Vizcarra (1963) sobre el enfrentamiento entre don Germán y don Augusto.<br />(Archivo Histórico Riva-Agüero)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Valdría la pena analizar lo que significaba el </span><i style="font-family: arial;">“germancismo”</i><span style="font-family: arial;">. Quizá podríamos partir de las palabras de don Germán en un ágape ofrecido en su honor en diciembre de 1921:</span><span style="font-family: arial;"> </span><i style="font-family: arial;">“Hasta ahora imperaron irrestrictos, los derechos del hombre: el individuo era todo; el Estado casi nada. En el día deben imperar, e imperan ante todo, los derechos de la colectividad: la Nación es la esencia; el individuo, lo accesorio; éste es casi nada; aquélla lo es todo. Instituciones y leyes; elementos y fuerzas; fines y medios: todo tiende a socializarse. El deber de los que gobiernan no está en tolerar las demasías de los menos, sino en contemplar y defender los intereses de los más”</i><span style="font-family: arial;">.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Don Germán terminó por ser víctima del equipo represor que había establecido y utilizado. Detenido en noviembre de 1923 junto con sus hijos Óscar y Jorge Guillermo, fue desterrado a Panamá; regresaría ya enfermo, falleciendo en noviembre de 1928. </span><span style="font-family: arial;">Con él, sin duda, se perdió una posibilidad interesante (no exenta de polémica) para convertir al leguiísmo en un movimiento más duradero, en vez de un empeño modernizador autoritario basado en la figura presidencial de don Augusto.</span></div><div><div><div><h3 style="font-family: arial;"><b><br /></b></h3><h3 style="font-family: arial;"><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul><li style="font-family: arial;">Basadre Grohmann, Jorge (2005). <i>Historia de la República del Perú 1822-1933</i> (tomo 14). Lima: Editora El Comercio.</li><li style="font-family: arial;">Centurión González, Freddy (2020). <i>Leguía antes de la vida política: 1863-1903</i>. Chiclayo: Semanario Expresión.</li><li style="font-family: arial;">González Prada, Adriana de (1947). <i>Mi Manuel</i>. Lima: Editorial Cultura Antártica.</li><li style="font-family: arial;">Guerra Martiniere, Margarita (1994). "La República 1899-1948". En: <i>Historia General del Perú</i> (tomo VIII). Lima: Editorial Brasa.</li><li style="font-family: arial;">Hooper López, René (1963). <i>Leguía: ensayo biográfico</i>. Lima: Ediciones Peruanas.</li><li style="font-family: arial;">Paz-Soldán, Juan Pedro (1917). <i>Diccionario biográfico de peruanos contemporáneos</i>. Lima: Librería e Imprenta Gil.</li><li style="font-family: arial;">Planas Silva, Pedro (1994). <i>La república autocrática</i>. Lima: Fundación Friedrich Ebert.</li><li style="font-family: arial;">Porras Barrenechea, Raúl (1963). <i>Fuentes históricas peruanas</i>. Lima: Instituto Raúl Porras Barrenechea.</li><li style="font-family: arial;">Ramos Nuñez, Carlos (2015). <i>Ley y justicia en el Oncenio de Leguía</i>. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.</li><li><span style="font-family: arial;">Schaedel, Richard (1988). <i>La etnografía muchik en las fotografías de H. Brüning, 1886-1925</i>. Lima: Ediciones COFIDE.</span></li><li style="font-family: arial;">Tauro del Pino, Alberto (2001). <i>Enciclopedia ilustrada del Perú</i>. Lima: PEISA.</li></ul></div></div></div></div></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-76801114175965015992022-09-20T20:00:00.185-05:002023-01-18T13:26:59.584-05:00Bicentenario del Congreso de la República<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Los inicios del parlamentarismo peruano</span><span style="font-family: arial;">.</span></h1><h4><br /><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfIlqnHSHabsg_h3skxq1XGRTuXsAKeHhWUepQ8hHDG61DFVkUtLV01soWKACw4c3rKqrNFcf8rUWafJimpcE4K_EZ6H6yU46IUDEj-4W1u4hW6WiIQ1J5dajN0wufjuQFlu-op0UW3HrgNpOyOxgnSXFLrz_T0E9bc_AOt_ymAVRghca9R281YJQIDA/s1675/Primer%20Congreso%20Constituyente%20del%20Per%C3%BA%20(Francisco%20Gonz%C3%A1lez%20Gamarra).png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="848" data-original-width="1675" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfIlqnHSHabsg_h3skxq1XGRTuXsAKeHhWUepQ8hHDG61DFVkUtLV01soWKACw4c3rKqrNFcf8rUWafJimpcE4K_EZ6H6yU46IUDEj-4W1u4hW6WiIQ1J5dajN0wufjuQFlu-op0UW3HrgNpOyOxgnSXFLrz_T0E9bc_AOt_ymAVRghca9R281YJQIDA/w490-h248/Primer%20Congreso%20Constituyente%20del%20Per%C3%BA%20(Francisco%20Gonz%C3%A1lez%20Gamarra).png" width="490" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El viernes 20 de septiembre de 1822, en una solemne ceremonia, el Protector San Martín instaló el Congreso Constituyente.<br />(pintura de Francisco González Gamarra)</span></td></tr></tbody></table></h4><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Habiendo proclamado la independencia del Perú el 28 de julio de 1821 (aunque en rigor, sólo se controlaba los territorios de las antiguas intendencias de Trujillo y Lima, además de Jaén y la comandancia general de Maynas), el general José de San Martín resolvió asumir provisionalmente el mando del nuevo país con el título de Protector el 3 de agosto, estableciendo los primeros ministerios (Gobierno y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, y Hacienda y Comercio).</span></h4><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBIUJ0Ba3U9Vyf6VE6y8-OTiBPELXJNDKHtDHrfSID1f3H3tfbtvRoUUkAuz4ujOgsq1cmEZ8l-PNCvxiUsu0mNigr8u9widR9CF5wkklhV2BmRf4zP9fsNoKayzRJtHvlvNv3pm8uiOb0qzlbEAkabq8SDMCP92rWkCCoYWsEkWU3DCNmPZP4Q8QPZg/s789/IMG_6390.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="552" height="413" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBIUJ0Ba3U9Vyf6VE6y8-OTiBPELXJNDKHtDHrfSID1f3H3tfbtvRoUUkAuz4ujOgsq1cmEZ8l-PNCvxiUsu0mNigr8u9widR9CF5wkklhV2BmRf4zP9fsNoKayzRJtHvlvNv3pm8uiOb0qzlbEAkabq8SDMCP92rWkCCoYWsEkWU3DCNmPZP4Q8QPZg/w289-h413/IMG_6390.JPG" width="289" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato del general José de San Martín, protector del Perú entre agosto de 1821 y septiembre de 1822.<br />(Congreso de la República)</span></td></tr></tbody></table><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El 8 de octubre, el Protector promulgó un Estatuto Provisorio para delimitar sus atribuciones y garantizar el desenvolvimiento de las actividades cotidianas, asumiendo las atribuciones ejecutivas y legislativas, absteniéndose de entrometerse en los asuntos judiciales. El Estatuto fijaba su vigencia </span><i style="font-family: arial;">“hasta que se declare la independencia en todo el territorio del Perú, en cuyo caso se convocará inmediatamente un Congreso general que establezca la Constitución permanente y forma de Gobierno que regirá en el Estado”</i><span style="font-family: arial;">.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><h3 style="text-align: left;">El contexto de la elección.</h3><div><br /></div><div>El 27 de diciembre de 1821, el Protector San Martín convocó a elecciones para un Congreso Constituyente, encargado de establecer la forma de gobierno del naciente Estado Peruano y de elaborar la Constitución <i>“que mejor convenga al Perú según las circunstancias en que se hallan su territorio y población”</i>, mismo que se reuniría el 1° de mayo de 1822. El decreto aclaraba que los poderes dados por los pueblos a los diputados, <i>“se contraerán exclusivamente á estos objetos y serán nulos los que se excedan de ellos”</i>. El decreto estableció, además, que se crearía una comisión para presentar un adecuado plan de elecciones y un proyecto de Constitución.</div></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNg73qbsJMwCLTiqnNzDrzTXdR401SboL3JdFEkl_ASm0qx0blGy5px2mlOGwAdklK1pPy8vt1r1t1Ku7c-c34B9fLUoDZQzzhVxsewxiOXkq8f3l44l5tFGTkxffCTmEEVledw7or0Ij6bd7e7-qDqiy4b_3NcS_TKi3mGTnDVlTfOffoJd-Uiu7D_Q/s752/Decreto%2027-12-1821.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="752" data-original-width="674" height="535" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNg73qbsJMwCLTiqnNzDrzTXdR401SboL3JdFEkl_ASm0qx0blGy5px2mlOGwAdklK1pPy8vt1r1t1Ku7c-c34B9fLUoDZQzzhVxsewxiOXkq8f3l44l5tFGTkxffCTmEEVledw7or0Ij6bd7e7-qDqiy4b_3NcS_TKi3mGTnDVlTfOffoJd-Uiu7D_Q/w481-h535/Decreto%2027-12-1821.png" width="481" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Por decreto del 27 de diciembre de 1821, el Protector San Martín convocó a elecciones para el que sería el primer Congreso peruano.</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;">Sin embargo, como la comisión no logró presentar los proyectos esperados, el Supremo Delegado José Bernardo de Tagle, por decreto del 27 de abril de 1822, postergó la reunión del Congreso para el 28 de julio. Tampoco se pudo instalar el Congreso esa fecha, debido al retraso surgido por la entrevista de Guayaquil entre el Protector San Martín y el general Simón Bolívar, presidente de Colombia. El 19 de agosto, el Protector desembarcó en el Callao, enterándose de los sucesos acontecidos en su ausencia, especialmente la caída de su autoritario ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Bernardo Monteagudo. San Martín, que venía decidido a retirarse del Perú tras su conversación con Bolívar, ratificó su decisión, y por decreto del 18 de septiembre, fijó la reunión del Congreso para el 20 de septiembre.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIpmR6XfuvTpZwst-Lv_ENW85VZcEUoibA12a41pPLfKdAsnPMXF1L2nL77YB8Iz9SSL5s1SFPuhhKocSj1PqfrCMIvHJAMzY3uRUhIfE4lwBaOFZ7wBlhy7yk_EStpjnj9gEYDls98BYzuUzQXnGKeWQLrjXzA2Sh_zdjYiTxwgRu58T1ql6A56CEeQ/s999/Decreto%2018-09-1822.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="999" data-original-width="749" height="522" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIpmR6XfuvTpZwst-Lv_ENW85VZcEUoibA12a41pPLfKdAsnPMXF1L2nL77YB8Iz9SSL5s1SFPuhhKocSj1PqfrCMIvHJAMzY3uRUhIfE4lwBaOFZ7wBlhy7yk_EStpjnj9gEYDls98BYzuUzQXnGKeWQLrjXzA2Sh_zdjYiTxwgRu58T1ql6A56CEeQ/w392-h522/Decreto%2018-09-1822.png" width="392" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Decreto del 18 de septiembre de 1822.</td></tr></tbody></table><div>Con anterioridad, el Supremo Delegado, por decreto del 15 de junio de 1822, y hasta que se construyese un edificio a propósito para las labores del Congreso, destinó a tal función el edificio de la Universidad de San Marcos, institución que se trasladaría provisionalmente al colegio de San Pedro.</div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikc2wqyuQJ7yBdgp4fMkJjmdezjCCx3A2hvelovsxSnvV5VsurvzngRgNmKNsvsXe_03-G4evgQbRzeqhhiuBdkICYHFteZMJ34kjOSmhf_4IWrgFL_kZazqAOWbZyqHXVVQk_CwAcgThF9H0TLBHnQS2i23zOZ9kS2fnTfuGsvZR9SbEE7OUaiClMVw/s965/Decreto%2015-06-1822.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="965" data-original-width="410" height="712" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikc2wqyuQJ7yBdgp4fMkJjmdezjCCx3A2hvelovsxSnvV5VsurvzngRgNmKNsvsXe_03-G4evgQbRzeqhhiuBdkICYHFteZMJ34kjOSmhf_4IWrgFL_kZazqAOWbZyqHXVVQk_CwAcgThF9H0TLBHnQS2i23zOZ9kS2fnTfuGsvZR9SbEE7OUaiClMVw/w303-h712/Decreto%2015-06-1822.png" width="303" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Decreto del 15 de junio de 1822.</td></tr></tbody></table><div>Al final, sobre la base de los datos poblacionales de 1797, se estableció que habría un diputado por cada 15 mil personas. La elección fue indirecta, y en el caso de las provincias aún dominadas por las fuerzas realistas, se optó por elegir diputados suplentes entre los nativos de esas provincias residentes en Lima. Fueron elegidos 79 congresistas propietarios y 38 suplentes. De los diputados electos, 14 eran extranjeros: nueve grancolombianos, tres rioplatenses, un chileno y un altoperuano. La mayor parte de representantes fueron abogados y eclesiásticos, con reducido número de militares.</div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1FYVpjfnFZlPH89FAmWQiEQYXLg6a-T5_0ihZk7YMOXAOVM2yVqU5-AW6UU_2h2uYc2RfBS36oUWz009LLVMefU3u8DlE1sOwBFTGfmxRJwZ2mB6Wjym67ru8NuRaC6nEo_hriihT-Oa2KEu45laY0aP7W62fBHQgKhmr9SItfFKmipqvFyhh1Co1Zw/s512/Figuerola.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="402" height="376" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1FYVpjfnFZlPH89FAmWQiEQYXLg6a-T5_0ihZk7YMOXAOVM2yVqU5-AW6UU_2h2uYc2RfBS36oUWz009LLVMefU3u8DlE1sOwBFTGfmxRJwZ2mB6Wjym67ru8NuRaC6nEo_hriihT-Oa2KEu45laY0aP7W62fBHQgKhmr9SItfFKmipqvFyhh1Co1Zw/w295-h376/Figuerola.png" width="295" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Justo Figuerola y Estrada, lambayecano de nacimiento, catedrático en San Marcos, llegó a presidir los tres poderes del Estado, en diferentes momentos de la historia republicana. Falleció en Lima en mayo de 1854.<br />(colección del autor)</td></tr></tbody></table><div>Por el departamento de Trujillo, fueron elegidos 15 diputados titulares y 7 suplentes. Representaron al partido de Lambayeque, los abogados Justo Figuerola y Estrada, Mariano Quesada y Valiente, y Pedro Antonio López Vidaurre; los dos primeros como titulares, el último como suplente. Ninguno estuvo presente en la sesión inaugural del 20 de septiembre de 1822, incorporándose al Congreso en los siguientes días: Figuerola el 17 de octubre y Quesada el 15 de noviembre.</div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvhmRQ74Bfecoe_ieobAqryrAG1wVZxtY3P2aYNLeHRdKfWuXnrj7tibzXVznvT9M76y_PMx96VHW3MyVVDF-43cGpKmZqp2uycMdIAS35PS8W7QR-a9GjF-iPq6CafV721CLy16Fv6UXFnKHJJ6_I4ErCS9Q0tDiOdKHRfY5ktQGMnsZ4Lwxsf66nxw/s363/Firma%20de%20Quesada.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="122" data-original-width="363" height="108" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvhmRQ74Bfecoe_ieobAqryrAG1wVZxtY3P2aYNLeHRdKfWuXnrj7tibzXVznvT9M76y_PMx96VHW3MyVVDF-43cGpKmZqp2uycMdIAS35PS8W7QR-a9GjF-iPq6CafV721CLy16Fv6UXFnKHJJ6_I4ErCS9Q0tDiOdKHRfY5ktQGMnsZ4Lwxsf66nxw/s320/Firma%20de%20Quesada.png" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El doctor Mariano Quesada y Valiente, de importante actuación en el movimiento lambayecano de 1820, fue elegido diputado en el primer Congreso Constituyente. Falleció en Trujillo en octubre de 1845.<br />(Archivo Regional de Lambayeque)</td></tr></tbody></table><div><br /></div><h3 style="text-align: left;">La instalación del Congreso.</h3><div><br /></div><div>El viernes 20 de septiembre de 1822, los 51 diputados que se encontraban en Lima, se dirigieron al antiguo Palacio virreinal. Luego, acompañados por el Protector, se dirigieron a la Catedral donde escucharon la misa de acción de gracias a cargo del deán Francisco Javier de Echagüe, quien exhortó a los diputados sobre el rol de la fe y el juramento que prestarían. Tras el sermón, el ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso leyó la fórmula del juramento: <i>“¿Juráis conservar la santa religión católica, apostólica, romana, como propia del Estado; mantener en su integridad el Perú; no omitir medio para libertarlo de sus opresores; desempeñar, fiel y legalmente, los poderes que os han confiado los pueblos; y llenar los altos fines para que habéis sido convocados?”</i>. Los diputados juraron, después de lo cual, pasaron de dos en dos a tocar las Sagradas Escrituras. Para finalizar el acto, el Protector San Martín añadió: <i>“Si cumpliereis lo que habéis jurado, Dios os premie; y, si no, Él y la Patria os lo demanden”</i>.</div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD2HSFf6SkSTjGQp682swKVBAPBYI846GtTrgGPYktH3NSedMMTS_5_u-5Gey2msnZhi-W2BJeC9keHue1BGccwZ11eVf7j-n14XUKubX340cgFWKLN8yrdV0RxVW_7eb6ICNW0kkQVZ29QDCyu_UvalT4vx8vmUYBz3BQEVCl_1NZiS5Q8M073TDqnQ/s604/Antigua%20Universidad.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="406" data-original-width="604" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD2HSFf6SkSTjGQp682swKVBAPBYI846GtTrgGPYktH3NSedMMTS_5_u-5Gey2msnZhi-W2BJeC9keHue1BGccwZ11eVf7j-n14XUKubX340cgFWKLN8yrdV0RxVW_7eb6ICNW0kkQVZ29QDCyu_UvalT4vx8vmUYBz3BQEVCl_1NZiS5Q8M073TDqnQ/w456-h306/Antigua%20Universidad.png" width="456" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Edificio donde funcionaba la Universidad de San Marcos, donde sesionó el primer Congreso peruano, y donde hoy se levanta el Palacio Legislativo.<br />(Universidad Nacional Mayor de San Marcos)</td></tr></tbody></table><div>A continuación se entonó el tedeum, mientras en la plaza mayor, la artillería saludó con una salva de 22 cañonazos, repetidos en el Callao por los cañones de la fortaleza del Real Felipe y los buques de la escuadra. Culminada la ceremonia en la Catedral, la comitiva se dirigió al local de la Universidad de San Marcos, situada en la plaza de la Inquisición, en medio del repicar de las campanas de la ciudad y de la lluvia de flores desde los balcones. La tropa apostada en el trayecto presentó armas a los representantes.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;">La dimisión de San Martín.</h3><div><br /></div><div>Dentro de la capilla de la Universidad, el Protector se sentó bajo el dosel central, en compañía del coronel Guido, ministro de Guerra, y del doctor Valdivieso, ministro de Gobierno, y aguardó a que los 51 diputados ocupasen sus asientos. Solemnemente, el Protector se desprendió de la banda bicolor que cruzaba su pecho, y la depositó en la mesa: <i>“Al deponer la insignia que caracteriza al Jefe Supremo del Perú, no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi corazón. Si algo tienen que agradecerme los peruanos, es el ejercicio del supremo poder, que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy, que, felizmente, lo dimito, yo pido al Ser Supremo el acierto, las luces y el tino que esta asamblea necesita para hacer la felicidad de sus representados”</i>, y añadió con voz potente: <i>“¡Peruanos: desde este momento queda instalado el Congreso Soberano, y el pueblo reasume el poder supremo en todas sus partes!”</i>.</div><div><br /></div><div>Tras unos instantes de silencio, desde las galerías se escuchó un <i>“¡Viva el Libertador del Perú!”</i>, grito coreado por la concurrencia, mientras el general San Martín depositaba seis pliegos lacrados en la mesa, y salía de la sala, acompañado por sus exministros y seis diputados. En la calesa palaciega, San Martín se dirigió a Palacio de Gobierno por última ocasión, recogió sus papeles y objetos personales, y se dirigió al pueblo de la Magdalena.</div></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZtZQnJG-fOYcxlFOdUTK8t7YQ4RLej-cRoNPps7a-Ty_dBVvkQQ3QaKrXtCHJUhFcm1fZwmMcwPCIq3djGJZ6L1sIlzj2L1OVA_ui7uH2WYQ_FM6ZQqUS3w6SPd_czzGTwZ5-CwltaLeaVv-FNdxB7h2gzZ8nF4-RpKJh5E92tdWpo821q-BGUXFPQQ/s869/Proclama%20San%20Mart%C3%ADn.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="869" data-original-width="553" height="467" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZtZQnJG-fOYcxlFOdUTK8t7YQ4RLej-cRoNPps7a-Ty_dBVvkQQ3QaKrXtCHJUhFcm1fZwmMcwPCIq3djGJZ6L1sIlzj2L1OVA_ui7uH2WYQ_FM6ZQqUS3w6SPd_czzGTwZ5-CwltaLeaVv-FNdxB7h2gzZ8nF4-RpKJh5E92tdWpo821q-BGUXFPQQ/w298-h467/Proclama%20San%20Mart%C3%ADn.png" width="298" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Proclama de despedida del general San Martín.</span></td></tr></tbody></table><div><br /></div><h3 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La primera sesión del Congreso.</span></h3><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Mientras San Martín se alejaba de la plaza de la Inquisición, el Congreso procedió, a propuesta del doctor Francisco Javier Mariátegui, a instalar una mesa momentánea para presidir el Congreso hasta elegir la mesa definitiva. Por aclamación, se designó al viejo maestro de San Carlos, Toribio Rodríguez de Mendoza, y al vehemente <i>“solitario de Sayán”</i>, José Faustino Sánchez Carrión, como presidente y secretario, respectivamente. Por 48 votos, se eligió presidente del Congreso al sacerdote Francisco Javier de Luna Pizarro, vicepresidente al conde de Vistaflorida, Manuel Salazar y Baquíjano, y como secretarios a Sánchez Carrión y a Mariátegui.</span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl1Ccv2S9eIu_Hha5nxGCS7ptuzWBBInNxletNEhy4xUvFfe8NUF5vvvH48UwCxJhigChoREhDoptfFltYzAMK-1KDb7bAhTWrIgfYgEGNmn-ca0GK8eF739QeX8ojLWXpN4tbCiTU2OHWfsEXd2N8rlfMWIwxpWsZXUGwYpT4HaU9eJIp_m4sc77BYg/s1024/Acta%2020-09-1822.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="724" height="493" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl1Ccv2S9eIu_Hha5nxGCS7ptuzWBBInNxletNEhy4xUvFfe8NUF5vvvH48UwCxJhigChoREhDoptfFltYzAMK-1KDb7bAhTWrIgfYgEGNmn-ca0GK8eF739QeX8ojLWXpN4tbCiTU2OHWfsEXd2N8rlfMWIwxpWsZXUGwYpT4HaU9eJIp_m4sc77BYg/w348-h493/Acta%2020-09-1822.png" width="348" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Acta de la primera sesión del primer Congreso peruano.<br />(Archivo del Congreso de la República)</span></td></tr></tbody></table></div><div><span style="font-family: arial;">Ya en la curul de la presidencia, Luna Pizarro se puso de pie y proclamó: <i>“El Congreso Constituyente del Perú queda solemnemente constituido e instalado; la soberanía reside en la Nación, y su ejercicio, en el Congreso, que legítimamente la representa”</i>. A continuación, se abrieron los pliegos dejados por el Protector, y tras su lectura, impuestos de su retiro, se propuso (y se aprobó) declarar al general San Martín generalísimo de las armas del Perú, al mando de las fuerzas militares, además de brindársele un voto de gracias por sus eminentes servicios a la Nación.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Finalmente, a propuesta del poeta José Joaquín de Olmedo, se ratificó la declaración de independencia. Los diputados, en medio de una lluvia de aplausos, renovaron el juramento de hacer que el Perú fuese libre, y quedase emancipado de la dominación española, así como de la de cualquier otra nación extranjera. A las cinco de la tarde, Luna Pizarro levantó la sesión, citando a los diputados para otra sesión a las siete de la noche, ese mismo día; en esa sesión, impuestos los diputados de la respuesta del general San Martín agradeciendo el título de Generalísimo, pero renunciando al mando de las fuerzas militares, se insistió en un nuevo oficio que saldría tarde, pues a las diez de la noche, el ex Protector abordaba el bergantín <i>Belgrano</i>. Se alejaba del Perú para siempre.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Con la salida de San Martín, concluía una administración que buscó garantizar la institucionalidad necesaria para construir un nuevo estado en medio de una situación inestable; la construcción aún era frágil, y el Protector lo intuía al invocar a la unión en su proclama de despedida. Sin embargo, los congresistas de 1822, animados por las ideas liberales opuestas a la concentración del poder, optaron (en palabras del diputado Mariano José de Arce) por considerar que <i>“el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable, para hacer cumplir sus determinaciones y corriendo el riesgo de que un ejecutivo extraño aislado y separado de él, aunque hechura suya, le pueda formar un partido de oposición, como lo hizo una de las Regencias con las cortes de Cádiz”</i>. Tal decisión tendría consecuencias en una equivoca aplicación de la división de poderes, y daría pie a golpes de Estado que darían más atribuciones al Ejecutivo. No es de sorprender que Nemesio Vargas, apuntase en 1906: <i>"El primer congreso del Perú fué una imagen fiel de lo que serían los posteriores, es decir, una agrupación de aspirantes políticos en la que sobresalían algunos; inconscientes de su alta misión; entidades parlamentarias nulas; con pretensiones de grandes oradores; incapaces de valer por sí mismos con raras excepciones; sin más importancia que la del puesto, ni otra malicia que la de hacer pagar bien sus servicios al Estado"</i>.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;"><h3><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul><li>Basadre Grohmann, Jorge (2005). <i>Historia de la República del Perú 1822-1933</i> (tomo 1). Lima: Editora El Comercio.</li><li>Colección Documental de la Independencia del Perú (1973-1975)<i>. Primer Congreso Constituyente</i> (3 volúmenes). Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</li><li>D'Medina, Eugenio (2019). <i>Faustino. Pragmatismo y utopía en el republicanismo liberal de Sánchez Carrión</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</li><li>Gálvez, José Francisco (2002). <i>La política como pasión. Breve historia del Congreso de la República (1822-1968)</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</li><li>Leguía y Martínez, Germán (1972). <i>Historia de la Emancipación del Perú: el Protectorado</i>. Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.</li><li>Mazzeo, Cristina (2019). <i>Francisco Javier Mariátegui. Liberal, constitucionalista y republicano (1793-1884)</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</li><li>Obin, M. J. y Aranda, R. (1895). <i>Anales parlamentarios del Perú</i>. Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Paniagua, Valentín (2003). <i>Los orígenes del gobierno representativo en el Perú. Las elecciones (1809-1826)</i>. Lima: Fondo Editorial de la PUCP - Fondo de Cultura Económica.</li><li>Vargas, Manuel Nemesio (1906). <i>Historia del Perú independiente</i> (tomo II). Lima: Imprenta de La Abeja.</li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Vargas Ugarte, Rubén (1971). <i>Historia general del Perú</i> (tomo VI). Lima: Editorial Milla Bartres.</li><li style="border: none; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;">Villanueva, Carmen (2016). <i>Francisco Javier de Luna Pizarro: parlamentario y primer Presidente del Congreso Peruano</i>. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.</li></ul></div></span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-76396672916945107612022-07-26T19:12:00.006-05:002023-01-04T16:28:29.840-05:00A 150 años del golpe de los Gutiérrez (II)<h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El dictador de las cien horas.</span></h1><h4 style="text-align: left;"><br /></h4><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_fyoaHBSkZ9DaS9I0J2QbYF0hpxapUlO0UTf3F_vTiROpOooG2t7IUtoLM35kGrB3ihcrn9O3r8FbV_X8xHd5QEyn-FsT6-f1zl9WUoXHsAAEsEP4yy_hpaFdqUYvCRDulv2GbDWxnEHreupcniW2ncLOGnjKSr0-s4z9H8Rk2xIL5-qbMcTe9o_3cw/s1483/IMG_3711.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1438" data-original-width="1483" height="433" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_fyoaHBSkZ9DaS9I0J2QbYF0hpxapUlO0UTf3F_vTiROpOooG2t7IUtoLM35kGrB3ihcrn9O3r8FbV_X8xHd5QEyn-FsT6-f1zl9WUoXHsAAEsEP4yy_hpaFdqUYvCRDulv2GbDWxnEHreupcniW2ncLOGnjKSr0-s4z9H8Rk2xIL5-qbMcTe9o_3cw/w447-h433/IMG_3711.JPG" width="447" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El gobierno de José Balta concluyó en medio del golpe de los hermanos Gutiérrez, golpe que tendría un sangriento corolario. En la fotografía, se aprecia la hoguera en la que fueron calcinados los restos de los hermanos rebeldes la tarde del 27 de julio de 1872.<br />(fotografía publicada por Pedro Felipe Cortázar en la colección Documental del Perú, 1966)<br /></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">El gobierno de Balta había iniciado en medio de calamidades como la epidemia de fiebre amarilla y el terremoto del sur. Había saneado la economía con el contrato Dreyfus, pero, obnubilado por la fiebre de las obras públicas, comprometió las rentas nacionales con dos empréstitos sucesivos, primero por 59 millones de soles, y luego por 75 millones de soles. Al apostar por el francés Dreyfus, había roto con los consignatarios nacionales; <i>"pasamos en cuerpo y alma al poder de Dreyfus, que daba con mano pródiga los millones, y de Meiggs que los recibía y manejaba, deslizándolos entre los dedos"</i> diría Carlos Lissón al recordar el despilfarro de aquellos años. La consecuente tensión política llevaría al trágico final de su gobierno en julio de 1872.</span></h4><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">En su gestión, Balta designó ministros de las administraciones de Echenique y Pezet, a las que había servido en su carrera militar, pero su gobierno lejos de mostrar tendencias ideológicas definidas, se enfocó en temas económicos y de obras públicas mas que en asuntos políticos. Si bien, al inicio de su gestión no había encontrado mayor oposición gracias a sus llamados a la concordia nacional, a medida que avanzaba en su mandato, empezó a enajenarse el apoyo de varios sectores. Los antiguos consignatarios no le perdonaban el contrato Dreyfus. Los militares no estaban satisfechos con la composición de sus gabinetes y por sus políticas; Balta incluso se jactó en el mensaje presidencial de 1870, de no haber conferido ascensos. Los liberales se irritaron con las actitudes despóticas del régimen, como la violenta disolución de una manifestación en honor al primer aniversario de la toma de Roma por el reino de Italia. Y el mismo Balta se suscitó enemigos cuando dejó entrever la intención de imponer su sucesor.</span></div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipyr9LORQe3WKTsaEQcVtTpruwGW0fNeILVP-7wYOFpLhJJhiFNP0YtBLhHbvdUzQxBXJa9R4QFvPhzaXXaXFExvCp-myGfQXYc62OLg6w6KShFA6xhp_0JC9JMyFgJ7Lb1VjzNwmUdoIczE2hkg9cojKTBHuDD8hnytT2-3y9gNjCY6O7G3fPznvBhw/s1134/IMG_6940.PNG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1134" data-original-width="704" height="510" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipyr9LORQe3WKTsaEQcVtTpruwGW0fNeILVP-7wYOFpLhJJhiFNP0YtBLhHbvdUzQxBXJa9R4QFvPhzaXXaXFExvCp-myGfQXYc62OLg6w6KShFA6xhp_0JC9JMyFgJ7Lb1VjzNwmUdoIczE2hkg9cojKTBHuDD8hnytT2-3y9gNjCY6O7G3fPznvBhw/w317-h510/IMG_6940.PNG" width="317" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retrato y firma del presidente José Balta.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(grabado inserto en la <i>Galería de retratos de los gobernantes del Perú independiente</i>, 1909)</span></td></tr></tbody></table><br /><div><div style="font-family: arial;">Si bien Balta era una persona carismática (como lo mostraba el entusiasmo que generó entre la población chiclayana durante la lucha de enero de 1868), tenía un gran defecto: su irritabilidad, que lo hacía propenso a tomar medidas arbitrarias. Como jefe de tropa había ganado fama de rudo en los castigos, y como presidente, hubo numerosas escenas en las discusiones con los ministros, llegando a los gritos y volcar muebles. Un caso ocurrió en octubre de 1869, cuando el presidente pidió informes al cajero fiscal pasando por encima del ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, quien irrumpió en el despacho, e impuso su autoridad al hacer salir al cajero, enzarzándose en una discusión con el presidente y su hermano Juan Francisco, ministro de Guerra y Marina. Era también influenciable, una vez producido el estallido. En marzo de 1870, un anónimo publicado en El Comercio, atacaba al presidente, a su esposa y sus hijas; el director del periódico, Manuel Amunátegui, fue conducido ante un furibundo Balta que llegó a ordenar su fusilamiento, siendo el presidente aplacado por el ministro Piérola, revocando la orden.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><h3 style="font-family: arial; text-align: left;">El surgimiento del civilismo.</h3><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Desde principios de 1871, se empezó a agitar el ambiente electoral. En abril de 1871, más de una centena de notables se reunieron en casa de José Antonio García y García a fin de organizar un grupo político, la Sociedad Independencia Electoral, de la cual surgiría el Partido Civil. <i>“Para su advenimiento coincidieron tres cosas: la presencia de un leader excepcional con las características positivas de un caudillo, la formulación de un programa (cuyas notas más sencillas ante las masas fueron la reacción contra el militarismo y el anuncio de una "República práctica") y la enérgica e inmediata aptitud para ir a los hechos dentro de los cauces de un intenso y combativo proceso electoral”</i>, apuntaría el maestro Basadre.</span></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7Fc1GB_bpPKVuhdNn6fpudEIgbTOvnCCPO7wwz-umR_bBC5VyMl6yDZVYtqapmZ2pNN8ViWRg7dfr7Un_xtuTRaIiC6RdXUMpjULASNN31ZM7X-dXocI3zIhEKiCc6qHm0Z26NuePXStEzyT1CurcWVbnx4fIVlrxXMu_doERMpXLUjaxiIdbRiFsA/s2161/IMG_3784.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2161" data-original-width="2017" height="357" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7Fc1GB_bpPKVuhdNn6fpudEIgbTOvnCCPO7wwz-umR_bBC5VyMl6yDZVYtqapmZ2pNN8ViWRg7dfr7Un_xtuTRaIiC6RdXUMpjULASNN31ZM7X-dXocI3zIhEKiCc6qHm0Z26NuePXStEzyT1CurcWVbnx4fIVlrxXMu_doERMpXLUjaxiIdbRiFsA/w334-h357/IMG_3784.jpg" width="334" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Grabado del periódico italiano L'Illustrazione Popolare retratando a Manuel Pardo.<br />(colección del autor)</span></td></tr></tbody></table></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div><span style="font-family: arial;">Ese líder era el dinámico empresario e intelectual Manuel Pardo y Lavalle. Antiguo consignatario, secretario de Hacienda durante la guerra con España, había alcanzado relieve por su actuación como director de la Beneficencia Pública durante la epidemia de fiebre amarilla, y luego por su labor progresista como alcalde de Lima. Desde aquella época, </span><span style="font-family: arial;">Pardo preparaba activamente su candidatura presidencial, escribiendo cartas a sus amigos en provincias para sondear sus posibilidades, logrando articular una eficaz red de colaboradores en provincias. </span></div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbU8CJgDINqQQgjpk9rNkF6SB5PuJi4deznt8bKeFrFt-Mgb38RT3fSBpAoOno09zfxCUkyz5YJBU8f86hQ4KG4WaJRFfGlvFJZnIaUEhHvpCptJEQmJDNTeyNjSPRQhRRa7Sa5awbr_2SEr1mjkgvHZwDakHXse1JSaikcPPFbYCH0bIG_KH8ZSDAow/s528/Candidatura%201872.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="528" data-original-width="373" height="423" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbU8CJgDINqQQgjpk9rNkF6SB5PuJi4deznt8bKeFrFt-Mgb38RT3fSBpAoOno09zfxCUkyz5YJBU8f86hQ4KG4WaJRFfGlvFJZnIaUEhHvpCptJEQmJDNTeyNjSPRQhRRa7Sa5awbr_2SEr1mjkgvHZwDakHXse1JSaikcPPFbYCH0bIG_KH8ZSDAow/w299-h423/Candidatura%201872.png" width="299" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Noticia del periódico <i>El Chiclayano</i> del 17 de febrero de 1872, en relación con la candidatura presidencial de Manuel Pardo.<br />(Archivo Regional de Lambayeque)</span></td></tr></tbody></table><br /><div><span style="font-family: arial;"><div>Se ha sostenido que el Partido Civil fue fruto de la revancha de los consignatarios frente a la decisión del gobierno de Balta de apartarlos del negocio guanero. Sin embargo, hay que notar que a lo largo de los cincuenta años republicanos, se habían producido varias transformaciones en la sociedad peruana, apuntando al surgimiento de un partido político moderno. De hecho, un análisis de dichos colaboradores (a través de la correspondencia de Pardo), muestra que integraba a amplios sectores del país, a través de profesiones y oficios claves: militares retirados, periodistas, agricultores, hacendados, escribanos, comerciantes, abogados, catedráticos, empleados públicos, telegrafistas, obreros, artesanos, joyeros, plateros, carpinteros, jueces, mineros, industriales, estudiantes universitarios, impresores. Este grupo, presentado oficialmente el 2 de mayo siguiente, buscaba articular a los sectores laboriosos del país a fin de establecer una fuerza superior al de las individualidades aisladas, replanteando el sueño republicano.</div><div><br /></div></span></div><div style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Se había rumoreado insistentemente que Balta favorecía a su hermano Juan Francisco, presidente del Consejo de Ministros y ministro de Guerra y Marina, de notoria influencia sobre su hermano. Sin embargo, Juan Francisco Balta publicó una carta el 15 de abril de 1871, rechazando su candidatura, actitud elogiada por la prensa. Se voceó también la candidatura del general Andrés Segura o del senador Evaristo Gómez Sánchez, sin llegar a mayor alcance. El doctor Manuel Toribio Ureta, rival de Balta en la elección de 1868, volvió a presentarse como candidato, haciendo una campaña reposada. </span>Pero pareció que el gobierno se inclinaba por la candidatura del expresidente José Rufino Echenique.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6kg1OGNrlLk8mt1EunWHBOvosBMDtoNVeuFLmlYUNBRDMZnak0USnQvOTBJji6LOfiBzG7z0wJdCs6H9h2P_dULZJXAXm98-IvYOg-9imxeVmvIBfqv1UnF5EGjDpkzPB__Yz7y0qmPeGQgA4ev1UjKMaoZk6n__r1TKWJ0WSJT9oAKn_a3nsF0NOfw/s735/Caricatura%201871.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="459" data-original-width="735" height="271" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6kg1OGNrlLk8mt1EunWHBOvosBMDtoNVeuFLmlYUNBRDMZnak0USnQvOTBJji6LOfiBzG7z0wJdCs6H9h2P_dULZJXAXm98-IvYOg-9imxeVmvIBfqv1UnF5EGjDpkzPB__Yz7y0qmPeGQgA4ev1UjKMaoZk6n__r1TKWJ0WSJT9oAKn_a3nsF0NOfw/w433-h271/Caricatura%201871.png" width="433" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Caricatura de 1871 mostrando a los candidatos presidenciales: Evaristo Gómez Sánchez, Manuel Pardo, José Rufino Echenique, Manuel Toribio Ureta, y el general Andrés Segura.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(Archivo Riva Agüero)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Según la legislación vigente en 1872, las elecciones tenían dos etapas: elegir a los electores que se integrarían en Colegios Electorales, y dichos Colegios elegirían al Presidente de la República, a los Vicepresidentes de la República y a representantes al Congreso. Pues bien, al realizarse las elecciones preliminares, el 15 de octubre de 1871, los partidarios de Pardo se impusieron frente a los de Echenique. El presidente Balta, cada vez más inquieto ante la ardorosa lucha electoral, intentó proponer una candidatura de unidad nacional. En un manifiesto en noviembre de 1871, el presidente presentó dicha iniciativa, presentando la candidatura del jurista Antonio Arenas; Echenique aceptó, e incluso llegó a referirse a Arenas como <i>"otro yo"</i>, cediéndole su fuerza política. Los partidarios de Pardo se opusieron por ser un principio contrario al sistema representativo y a la soberanía popular ya expresada en las elecciones primarias.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div><span style="font-family: arial;">El voto emitido por Balta sólo sirvió para crear conflictos y enturbiar la misma situación que pretendía aclarar. En provincias, algunas autoridades convirtieron lo que se publicó </span><span style="font-family: arial;">como una simple recomendación oficial, en una imposición, lo que al final, llevó a que los sectores opuestos a Balta, cerrasen filas en torno a la candidatura de Pardo. En tal contexto, en mayo de 1872, se llevaron a cabo las elecciones por los Colegios Electorales. </span><span style="font-family: arial;">Como los abusos continuaban, la prensa aumentó sus ataques al Gobierno, que apresó parlamentarios y periodistas, y </span><span style="font-family: arial;">cerró los periódicos El Nacional y El Comercio. Mientras tanto, la Comisión Permanente revisaba las actas, y el ejército incrementaba sus efectivos, realizando un ejercicio en la pampa de Amancaes, seguido de un lúcido desfile el 15 de julio. A la cabeza, marchaba el ministro de Guerra y Marina, coronel Tomás Gutiérrez.</span></div><div style="font-family: arial;"><br /></div><h3 style="font-family: arial; text-align: left;">La polémica figura de Gutiérrez.</h3><div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Comprender y analizar lo más imparcialmente posible los hechos de julio de 1872, se requiere prestar atención a las demonizadas figuras de los hermanos Gutiérrez.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjccBfCSNqnsUQXxlOKE6yT1JEjByZPoz7JZ1vzBh0iVv-t5g7hkePMmt872cd7txRT-6mIwudVezYleY0C9TmFNLjDd48fvDA6dVw6xMYqfnb3fW6fwF8pSZ-suoYPmJRHlLVpJxptoRq9cy5EST4EXC_onPHRUc3UjIy67Fa9zLg3E4DCjDl8A74QNA/s1170/IMG_3644.PNG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1170" data-original-width="684" height="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjccBfCSNqnsUQXxlOKE6yT1JEjByZPoz7JZ1vzBh0iVv-t5g7hkePMmt872cd7txRT-6mIwudVezYleY0C9TmFNLjDd48fvDA6dVw6xMYqfnb3fW6fwF8pSZ-suoYPmJRHlLVpJxptoRq9cy5EST4EXC_onPHRUc3UjIy67Fa9zLg3E4DCjDl8A74QNA/w237-h406/IMG_3644.PNG" width="237" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Tarjeta de visita con el retrato de Tomás Gutiérrez.<br />(retrato a la venta en ebay)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Tomás Gutiérrez, oriundo de la sierra arequipeña, tenía algo más de cincuenta años cuando el 7 de diciembre de 1871, asumió el cargo de ministro de Guerra y Marina en la administración Balta. Modesto arriero, se unió al ejército en los años 1850. Sargento mayor en 1854, ascendió a coronel en marzo de 1858 por su conducta en el asalto de Arequipa a las órdenes del mariscal Castilla. Fugaz diputado en el Congreso de 1858, participó en la campaña de Ecuador, y se mantuvo fiel a los gobiernos de San Román y Pezet. De hecho, este último quiso premiar su lealtad ascendiéndole a general de brigada, ascenso que quedó sin efecto por la caída de Pezet en noviembre de 1865. Como soldado raso, acudió al combate del 2 de mayo de 1866, siendo reincorporado al escalafón. Desterrado a Chile junto con el coronel Balta por conspirar contra el gobierno de Prado, Tomás Gutiérrez se puso a las órdenes del mariscal Castilla en su última expedición; don Ramón le reconoció su grado de general, y Gutiérrez acompañó al viejo tarapaqueño hasta su muerte en Tiviliche, tras lo cual, se retiró a Arequipa. Al estallar la rebelión contra el gobierno de Prado, Gutiérrez respaldó al vicepresidente Diez-Canseco, siendo ascendido nuevamente a general de brigada; caído Prado, Diez-Canseco encomendó a Gutiérrez la misión de restablecer el orden, primero en Chiclayo, y luego en Huancayo, misiones que cumplió de forma pacífica, ganándose fama de hombre sagaz y prudente. Balta confió a Gutiérrez la Inspectoría General del Ejército, pero el ascenso a generalato quedó pospuesto; el gobierno propuso al Congreso su ascenso en 1870, pero la propuesta nunca llegó a ley. Quizá entonces, surgiese un resentimiento en Tomás Gutiérrez hacia el Legislativo que le negaba el ascenso que le habían otorgado Pezet, Castilla y Diez-Canseco.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz6xG3Qe_r-L9Y2mjur_Mw5fxMo2pDpvMlOofYCcX5rkcgSzNonkrBrQ4ZI_VEvSiPy4jmRROYxYEgFIYN4_zUwDn17DqgWjFM8qDZr_AEzqlp-Ys1oLnZhE9vbxcGTbQ5sBVFP1eBjrzTO8jjXwwGMY6rdU2xZiTWrpYW3XZdg5iguKGOE4TfQgZGSQ/s730/Retratos.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="730" height="255" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz6xG3Qe_r-L9Y2mjur_Mw5fxMo2pDpvMlOofYCcX5rkcgSzNonkrBrQ4ZI_VEvSiPy4jmRROYxYEgFIYN4_zUwDn17DqgWjFM8qDZr_AEzqlp-Ys1oLnZhE9vbxcGTbQ5sBVFP1eBjrzTO8jjXwwGMY6rdU2xZiTWrpYW3XZdg5iguKGOE4TfQgZGSQ/w437-h255/Retratos.png" width="437" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Retratos de Marceliano y Silvestre Gutiérrez.<br />(grabados de La Ilustración Española y Americana, 1872)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Silvestre, Marceliano y Marcelino no tenían el prestigio de Tomás, pero a su sombra habían hecho carrera. Durante la rebelión contra Prado en 1867, Silvestre y Marcelino lucharon al lado de Balta en las trincheras de Chiclayo, siendo herido Silvestre y ganándose el apodo de <i>"cabeza rota"</i>. Marceliano había participado en las conjuras contra Prado en Lima; Ricardo Palma lo recordaría como un <i>"soldado bravo como el león de las selvas, de avinagrado carácter y que en la vida social trascendía siempre a cuartel"</i>. Silvestre y Marceliano tenían reputación de oficiales valientes y enérgicos, aunque violentos e irritables; en abril de 1871 se habían hecho reos del delito de flagelación, juicio que terminó por ser cortado. Marcelino pasaba incoloro frente a la personalidad de sus tres hermanos; el general Juan Buendía bromearía diciendo que Marcelino era <i>"el menos Silvestre de los Gutiérrez"</i>. Los tres mandaban importantes batallones: Silvestre estaba a cargo del Pichincha N° 2, Marceliano del Zepita N° 3 y Marcelino del Ayacucho N° 4.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Basadre apuntaría sobre los cuatro hermanos: <i>"En medio de las prodigalidades en que les tocara vivir, los cuatro hermanos habían sido honrados. Sencillos, consideraban en una actitud exagerada, como un desastre para su profesión, la llegada al poder del civilista Pardo. Altivos, no podían pensar en plegársele. Violentos, se sentían naturalmente inclinados hacia las soluciones de la fuerza. Poderosos, la tentación los circundaba. En Lima se les miraba con cierto miedo, no exento de respeto"</i>.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw7oWJArpfe_fvZnaqeVAORxjlENmxSRuMzj-byYRTQ0D1DSKRkbclja5CTkgzXDs70MCgATKz-yXw6K6AkiL6y6qZl7ny_nBUaFWoivdVusZ4V29cJ6qlIwhzBDmQQnHDOtD6kNRPl9xwjbHnZLYYZT5D24pCvvEZMuC0DwJjLDkPZnP3UyLtiq1idw/s591/gutierrez.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="591" data-original-width="341" height="398" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw7oWJArpfe_fvZnaqeVAORxjlENmxSRuMzj-byYRTQ0D1DSKRkbclja5CTkgzXDs70MCgATKz-yXw6K6AkiL6y6qZl7ny_nBUaFWoivdVusZ4V29cJ6qlIwhzBDmQQnHDOtD6kNRPl9xwjbHnZLYYZT5D24pCvvEZMuC0DwJjLDkPZnP3UyLtiq1idw/w230-h398/gutierrez.png" width="230" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Coronel Tomás Gutiérrez, ministro de Guerra y Marina.<br />(Biblioteca Municipal de Guayaquil)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Era vox populi que el presidente Balta no estaba dispuesto a entregar el poder a Pardo, y sus colaboradores en esa tarea eran los Gutiérrez, que habían reforzado al ejército, hasta contar con siete mil hombres. <i>"Esos hombres habian sido el baluarte, puede decirse así, el mas poderoso sosten de la Administracion pasada; ellos se habian atraido el ódio del pueblo, no solo por la severidad en sus castigos como jefes de cuerpo, sino tambien por la perseverancia con que hubieron de servir á aquel gobierno. Apoyados en ellos, tuvieron lugar todas las violencias, todos los ataques á las libertades y garantías de los ciudadanos, y el gran derroche de la hacienda pública. Eran en fin militares y sostenedores de un gobierno que se enajenó la opinion con su proceder tortuoso é incierto, ¿qué porvenir se les esperaba, pues, con el triunfo de la candidatura civil, mucho mas cuando entre todos sus defectos brillaba al parecer la honradez, virtud harto rara en nuestros hombres públicos? ninguno, su perdicion era completamente inevitable..."</i>, apuntaría el anónimo <i>"Un creyente"</i> (aunque algunos consideran que detrás de ese seudónimo se ocultaba Federico Panizo).</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><h3 style="font-family: arial; text-align: left;">El pronunciamiento.</h3><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Sin embargo, a último momento, el presidente Balta, aconsejado por varios amigos, entre ellos Enrique Meiggs, cambió de opinión: en la mañana del lunes 22 de julio de 1872, en una borrascosa entrevista con Tomás Gutiérrez, se negó a emprender acciones subversivas. Esa tarde, el presidente se encontraba reunido con su esposa, doña Melchora Lizarzaburu, y con el ministro de Hacienda, Felipe Masías. Esa noche, se iba a realizar el matrimonio de su hija Daría, y se ultimaban los preparativos. Se suponía que esa jornada, la guardia de Palacio estaría a cargo del batallón Legión Peruana N° 1, pero esa mañana, se cambió la orden, asignando tal servicio al batallón Pichincha N° 2, al mando del coronel Silvestre Gutiérrez.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPn3nEek-Vo830RqAAE5RUpMGolgnx--p9fs9NsGcfM9eiilYocKu4oA6qoQ68cLLSC0SsoFKCiXbkCOmPtGWpPh3vQcpDOb2K2pFNQJe-iVwsHcI2XuUZRa73RCRGVvdx4pNG2cRqWGkV5wIWkkMA6NGkZ4GiQuYUxqclfhYWy5gJkG5OhOuvZ687Ng/s640/BR3bPK4,6g__60_57.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="398" height="394" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPn3nEek-Vo830RqAAE5RUpMGolgnx--p9fs9NsGcfM9eiilYocKu4oA6qoQ68cLLSC0SsoFKCiXbkCOmPtGWpPh3vQcpDOb2K2pFNQJe-iVwsHcI2XuUZRa73RCRGVvdx4pNG2cRqWGkV5wIWkkMA6NGkZ4GiQuYUxqclfhYWy5gJkG5OhOuvZ687Ng/w245-h394/BR3bPK4,6g__60_57.JPG" width="245" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Coronel José Balta, presidente de la República.<br />(retrato vendido en ebay)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">A eso de las dos de la tarde, las compañías que restaban del batallón, marcharon a Palacio. Habiendo sometido a la Escolta, cuyo jefe estaba ausente, Silvestre dirigió personalmente a dos compañías hacia las habitaciones del presidente. Ordenó al edecán de servicio, teniente coronel Rueda, que intimase la rendición al presidente. Ante la demora, Silvestre se dio cuenta que Balta intentaría salir por las habitaciones interiores, le dio alcance y lo tomó prisionero. Luego el presidente fue llevado al cuartel San Francisco en un coche de plaza; la guardia intentó rendirle honores, lo que fue impedido por Silvestre. Según el joven Faustino Silva, cuando Balta era llevado al coche, se había formado ya una multitud de curiosos en la plaza; el presidente depuesto se sacó el sombrero y gritó <i>"los que yo creía mis hijos me han traicionado"</i>, a lo que Silvestre lo empujó al coche antes que dijera algo más. La multitud se agitó y empezó a vivar a Balta y a Pardo, y a lanzar mueras a los Gutiérrez; no hizo más porque Marceliano Gutiérrez, que había formado su batallón Zepita en las gradas de la Catedral, <i>"dominando el tumulto y haciendo uso de su voz de trueno que llenó la plaza imponiéndose"</i>, ordenó preparar y apuntar las armas, lo que desató el pánico en la gente que despejó la plaza.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Despejada la plaza, Silvestre Gutiérrez marchó con sus tropas a la Plaza Mayor y proclamó solemnemente a su hermano, el <i>"general"</i> Tomás Gutiérrez, Jefe Supremo de la República, en medio de los vivas entusiastas de la tropa. El nuevo Jefe Supremo en tanto, recorría los cuarteles, asegurando la lealtad de los distintos batallones; otra fue la respuesta de numerosos oficiales de artillería que rehusaron apoyar el golpe, y Gutiérrez se limitó a dejarles en libertad. En el Callao, el coronel Chariarse, al mando del batallón Lima N° 6, tomó posesión del puerto, sin la menor resistencia del prefecto, coronel Pedro Balta, hermano del depuesto presidente; es célebre el asombro mostrado por Pedro Balta: <i>"¡Cómo! ¿Mi hermano no está metido en esto?"</i>. Dominada la situación, Tomás Gutiérrez se dirigió a Palacio, dictando los usuales decretos y proclamas.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuiMQfYvhdlp-3XT5RyekZZGecVxw7eV2zziYr5ysaBJSKQ1BZsNRoWbvUKS3Kf7udXieLAw0ihChpB-J-PK2zSM6aO9MrEvh9SySj0fS3T9VkoJb0rhA_Bi_UP6J-pswzrUj3AXvZqlxXq2LAjj30JQuwWcZ85W43uypEwpGa-JQn0W7BmtcoMyuUZw/s1816/Proclama.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1816" data-original-width="760" height="663" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuiMQfYvhdlp-3XT5RyekZZGecVxw7eV2zziYr5ysaBJSKQ1BZsNRoWbvUKS3Kf7udXieLAw0ihChpB-J-PK2zSM6aO9MrEvh9SySj0fS3T9VkoJb0rhA_Bi_UP6J-pswzrUj3AXvZqlxXq2LAjj30JQuwWcZ85W43uypEwpGa-JQn0W7BmtcoMyuUZw/w278-h663/Proclama.png" width="278" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Proclama del Jefe Supremo Tomás Gutiérrez a la Nación el 22 de julio de 1872.</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Mientras tanto, en el Congreso de la República sesionaban las juntas preparatorias, cuando se apercibieron de la retirada de la guardia, y la concentración en la plaza de la Inquisición de una fuerza de celadores y parte del batallón Callao N° 5. Ante ello, y habiendo escuchado sobre el cuartelazo, la Cámara de Diputados solicitó la formación de Congreso Pleno, reuniéndose bajo la presidencia del expresidente general Echenique, senador por Lima y presidente del Senado. Se designó entonces una comisión compuesta por los senadores Manuel F. Benavides y Antonio Gutiérrez de la Fuente, y por los diputados José Simeón Tejeda, Luciano Benjamín Cisneros y Ricardo W. Espinoza para redactar una protesta, la cual fue aprobada por unanimidad.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipe2n00OOAe2QTTCVln0cP7H7lM-Kv7SCRcgKfMgBEt1HPJ-ovjQ3WsbY7pW7yRxc-k0oUdjb0gOPxc0fektpRh8lK75KanTnpiDtqi01LJ212r12YWnLpYERBqX29bXWkx0VU5Wi9vpWXAfL8pRL6KrNAgI8bkOLpFV7Pbzzvu0e_NT1her3WX_85pg/s900/Proclama%20del%20Congreso.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="738" height="412" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipe2n00OOAe2QTTCVln0cP7H7lM-Kv7SCRcgKfMgBEt1HPJ-ovjQ3WsbY7pW7yRxc-k0oUdjb0gOPxc0fektpRh8lK75KanTnpiDtqi01LJ212r12YWnLpYERBqX29bXWkx0VU5Wi9vpWXAfL8pRL6KrNAgI8bkOLpFV7Pbzzvu0e_NT1her3WX_85pg/w338-h412/Proclama%20del%20Congreso.png" width="338" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Proclama del Congreso de la República ante el golpe de los coroneles Gutiérrez.<br /></span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Pero al declarar a los golpistas <i>fuera de la ley</i>, se contradecía con lo establecido en el vigente Código Penal de 1863 en el libro segundo, sección tercera, título II, artículos 127° a 132°, en relación con el delito de rebelión. Ningún delincuente está <i>fuera de la ley</i>, sino que su delito, sea doloso o culposo, se encuentra <i>dentro de la ley</i>, en este caso de la ley penal, que señala una pena como castigo por la infracción cometida; es lo que en el ámbito jurídico se da en conocer como principio de tipicidad. Al establecer que los Gutiérrez estaban fuera de la ley, implícitamente se dejaba su sanción a la ley del más fuerte; sin duda, en el apasionamiento del momento, los parlamentarios que rubricaron la protesta del Congreso no se apercibieron de tal cuestión.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJc84zMVpWCMuN9ZhCL6ydWB9lQGNW_MZd3m88u_ByMbNgFJm7YYEG1gkeHzCpDLrG0AbR_TMW5QY95CqgjHgNLrGjf9v509sIaAJsxpPPubtmrmuwEtYxt7OehRKAwjMBhUwyPvfWuvLHFwPR2sx0tbjJMEaG_zEnokneV8aP5PV86zz094kkSh-pgQ/s1299/C%C3%A1mara.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="969" data-original-width="1299" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJc84zMVpWCMuN9ZhCL6ydWB9lQGNW_MZd3m88u_ByMbNgFJm7YYEG1gkeHzCpDLrG0AbR_TMW5QY95CqgjHgNLrGjf9v509sIaAJsxpPPubtmrmuwEtYxt7OehRKAwjMBhUwyPvfWuvLHFwPR2sx0tbjJMEaG_zEnokneV8aP5PV86zz094kkSh-pgQ/w410-h306/C%C3%A1mara.png" width="410" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Interior de la Cámara de Diputados antes de su disolución por la fuerza armada.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(grabado inserto en la obra Revolución de Lima)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Cuando los congresistas se encontraban en la firma de la protesta, ochenta celadores al mando de un comandante Bartra, ingresaron a la sala de sesiones y desalojaron a culatazos a los representantes.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;"><h3>La tensa calma del 23, 24 y 25 de julio.</h3><div><br /></div></div><div style="font-family: arial;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjZwtD_0yaj9_UhkvXlg6tGk4TzeL1W-BLjLx-9t95xn0f39sjcfjqw5vraTBJMTdxcGzo_p9hraI11El_MmNH8PNuw3lFeQ_iftVyxR-xWfCDj5neozM2JnSRG4H4Od8_6Pkr2b-ex25NYXgxVtbeqYk_tBNVaep-Z_q17DUsxXQiSpso2nFJ8UwuyQ/s1085/Decreto.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1085" data-original-width="729" height="517" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjZwtD_0yaj9_UhkvXlg6tGk4TzeL1W-BLjLx-9t95xn0f39sjcfjqw5vraTBJMTdxcGzo_p9hraI11El_MmNH8PNuw3lFeQ_iftVyxR-xWfCDj5neozM2JnSRG4H4Od8_6Pkr2b-ex25NYXgxVtbeqYk_tBNVaep-Z_q17DUsxXQiSpso2nFJ8UwuyQ/w348-h517/Decreto.png" width="348" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Decreto de Tomás Gutiérrez, invistiéndose como Jefe Supremo de la República.</span></td></tr></tbody></table></div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">El 23 de julio, se emitió la usual serie de proclamas y decretos, con el aval del nuevo secretario general, el abogado y orador liberal Fernando Casós, quien justificó su actitud en la necesidad de evitar una dictadura castrense y ultramontana. Se dio a los funcionarios públicos el plazo de cuarenta y ocho horas para reincorporarse a sus puestos, bajo apercibimiento de considerarlos renunciantes. Se garantizó la libertad de la prensa como <i>"necesidad de la existencia política en el régimen republicano"</i>, pero estableciendo la detención precautoria en casos de difamación. Se ordenó la publicación quincenal de los ingresos y egresos de la Caja Fiscal.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Pero esa madrugada, la Marina de Guerra rehusó acatar a Tomás Gutiérrez, ofreciendo sus elementos a la Nación para hacer frente al gobierno de facto. Las pocas unidades listas para navegar habían zarpado: la fragata <i>Independencia</i> vigilaría entre el Callao y Pisco, el monitor <i>Huáscar</i> viajaría al sur, y la fragata <i>Apurímac</i> y el transporte <i>Chalaco</i> anclarían en Islay. Manuel Pardo había logrado escaparse del destacamento que el día anterior, acudió a su domicilio en la calle Pileta de la Trinidad (séptima cuadra del Jirón Lampa), que había logrado escapar de Lima, logró unirse a la escuadra que lo trasladó a Pisco.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgBBIylCOerSEsIS3abAyAbURo7pBsnX5lDKp73OGwvsQF1NhFVN0Wv5I3MN5CUiYBGi6xtnLAikgiBQzc3LVYYPzOxdo08MDqlVxgL7Uobak8T0dGm10LxlFDuzzSsOrPLlsb7b5yOKhXF0MbWDBNAm-Pfs7rhaVMKYaJd6txZ9KyVwoxM9NvBSKK1A/s1172/Proclama%20de%20la%20Marina.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1172" data-original-width="768" height="519" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgBBIylCOerSEsIS3abAyAbURo7pBsnX5lDKp73OGwvsQF1NhFVN0Wv5I3MN5CUiYBGi6xtnLAikgiBQzc3LVYYPzOxdo08MDqlVxgL7Uobak8T0dGm10LxlFDuzzSsOrPLlsb7b5yOKhXF0MbWDBNAm-Pfs7rhaVMKYaJd6txZ9KyVwoxM9NvBSKK1A/w341-h519/Proclama%20de%20la%20Marina.png" width="341" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Proclama de la Marina de Guerra, oponiéndose al golpe de los hermanos Gutiérrez.</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">El 23 y 24 de julio, pese a todo, empezaron a darse casos de deserciones entre las tropas golpistas. Se dijo que la maquinaria civilista prodigó dinero y alcohol para incitar esta situación, por lo que el 25 de julio, se decretó la creación de un jurado especial para quienes intentasen trastocar la lealtad de las tropas, aduciendo que se pretendió corromper la lealtad del ejército con cheques falsos contra los bancos, enemistar a jefes y tropa e incitar al asesinato de jefes de batallón. El Callao se sublevó ese día, y Silvestre Gutiérrez fue enviado a pacificar el puerto, lo que consiguió al menos en apariencia.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikODkm3lioo4-U9wsVc-LY8nYUNQUDqbuKm0Cjfrvsku-yBi3HlmEIPJO7Knu8vgLHIGCQVZD4QAUStVaQ_d8NkJ1djxCMuVFY5FPXrE-NUYdIxwV76nBxf2vUgXC4NAKPEFhbTUThaoenjgoqC2FF7DagyNbv7qjof3mCqZUgT-7hVjMfwBDX3pBFzA/s1908/Decreto%2025.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1908" data-original-width="828" height="716" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikODkm3lioo4-U9wsVc-LY8nYUNQUDqbuKm0Cjfrvsku-yBi3HlmEIPJO7Knu8vgLHIGCQVZD4QAUStVaQ_d8NkJ1djxCMuVFY5FPXrE-NUYdIxwV76nBxf2vUgXC4NAKPEFhbTUThaoenjgoqC2FF7DagyNbv7qjof3mCqZUgT-7hVjMfwBDX3pBFzA/w311-h716/Decreto%2025.png" width="311" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Decreto de Tomás Gutiérrez del 25 de julio de 1872.</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">En las ediciones del diario oficial El Peruano del 24 de julio de 1872, junto con los decretos del nuevo Jefe Supremo, se publicaron los telegramas y notas de apoyo en provincias, o al menos en un sector del aparato estatal, opuesto al ascenso del civilismo. Figuras como Nicolás Rebaza en Trujillo, Ladislao Espinar en Ica, o Gregorio Relayze en Chincha, telegrafiaron su aceptación al nuevo gobierno.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBUA_oNCIb-Ha89W0mm9GKGkTz815tGaCR92GpbXx_k49K6rbwvdVHdopnbWx10f766vvJzJxFjDLom1atik4Q_ZBW_-fyjYsL2scWc9iurr1fka_yjvj-fLF1eoRpXm8fRswBQC7JBt_SF1FMObd-c4pRqEY_gJoqzE67vfoCLkQWgrjKQ9j6VPd1Kg/s347/Telegramas%201872.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="347" data-original-width="279" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBUA_oNCIb-Ha89W0mm9GKGkTz815tGaCR92GpbXx_k49K6rbwvdVHdopnbWx10f766vvJzJxFjDLom1atik4Q_ZBW_-fyjYsL2scWc9iurr1fka_yjvj-fLF1eoRpXm8fRswBQC7JBt_SF1FMObd-c4pRqEY_gJoqzE67vfoCLkQWgrjKQ9j6VPd1Kg/s320/Telegramas%201872.png" width="257" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Telegramas de adhesión al gobierno de Gutiérrez publicados en El Peruano del 24 de julio de 1872.</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">En Lambayeque, el coronel Agustín Bedoya informó telegráficamente el 23 de julio la adhesión al régimen de Gutiérrez, pero al pedir más datos para disipar la alarma local, se produjo una interrupción en la línea; cabe la posibilidad de algún sabotaje por parte de los opuestos al pronunciamiento. Por eso, al día siguiente, reparada la avería, Bedoya reiteró su apoyo al gobierno de facto.</div><div style="font-family: arial;"><div><br /></div><div>Es curiosa la reiterada mención a la existencia de un acta de adhesión al régimen gutierrista, la cual, evidentemente y a la luz de los hechos de los siguientes dos caóticos días, fue destruida para evitar incomodidades políticas en las provincias lambayecanas. Otro sería el tenor de El Peruano el 25 de julio, dictando medidas para afianzar el régimen de facto, y aún más distinto, sería el tenor de El Peruano del 27 de julio, después de la dantesca víspera.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;">El viernes 26.</h3><div><br /></div></div><div style="font-family: arial;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCO-Cb5YfhhKT3y-4sKe1krKY_EGO_EdX9PuhJohAU-oEFWrwWhP_2-t6jMotGq2oyBXNVh6fF0wr7PRXoxJ2SSUNrooVviHyz8w7BLI0zyl7Q_0Af4ObPfY0Yw9onmw3ROLAXRov7zkyfi9VrxMu387fSbtIAKx-QVdDE8qYy3nieR_j23aiZWx_spA/s579/Plano%20Lima%201904%20detalle.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="579" data-original-width="549" height="385" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCO-Cb5YfhhKT3y-4sKe1krKY_EGO_EdX9PuhJohAU-oEFWrwWhP_2-t6jMotGq2oyBXNVh6fF0wr7PRXoxJ2SSUNrooVviHyz8w7BLI0zyl7Q_0Af4ObPfY0Yw9onmw3ROLAXRov7zkyfi9VrxMu387fSbtIAKx-QVdDE8qYy3nieR_j23aiZWx_spA/w364-h385/Plano%20Lima%201904%20detalle.png" width="364" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div><span style="font-family: arial;">En este mapa del centro de Lima, se pueden apreciar los escenarios del drama de julio de 1872: (A) Palacio de Gobierno; (B) Calle Pileta de la Trinidad, donde vivía Manuel Pardo; (C) Congreso de la República; (D) Estación de San Juan de Dios, donde fue victimado Silvestre Gutiérrez; (E) Iglesia de los Huérfanos, a donde fue trasladado su cadáver; (F) Cuartel de San Francisco, donde fue asesinado el presidente Balta; (G) Cuartel de Santa Catalina, última resistencia de Tomás Gutiérrez; (H) Plazuela de la Merced, donde se encontraba la botica <i>"La Unión Peruana"</i>, en la que fue asesinado Tomás Gutiérrez. La línea naranja es el recorrido de Tomás Gutiérrez desde Santa Catalina hasta su final.</span></div><span style="font-family: arial; text-align: left;"><div style="text-align: center;">(Detalle del plano de Lima del Ing. Santiago M. Basurco hecho en 1904)</div></span></td></tr></tbody></table></div><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><div style="font-family: arial;">Amaneció el viernes 26 de julio de 1872. Temprano en la mañana, Silvestre Gutiérrez condujo tropas al Callao, regresó a Lima para informar que la situación estaba controlada, y volvió a salir hacia la estación del ferrocarril de San Juan de Dios (actual plaza San Martín). Llevaba quince mil soles y despachos en blanco para premiar la lealtad de sus subordinados. Caminó solo, haciendo gala de valor, a través de grupos hostiles que lo veían pasar en silencio. Pero al llegar a la estación, un grupo de exaltados decidió atacarlo. Ante los vivas a Pardo, el irritable Silvestre salió a la puerta de la calle Quilca, y disparó al grupo, que le respondió el fuego, hasta que una bala impactó en el lado derecho del cráneo de Silvestre. Cuando el coronel cayó, la turba se lanzó sobre su cadáver, dejándolo casi desnudo; un inglés Kilpatrick llevó el cadáver a la iglesia de los Huérfanos. Era cerca del mediodía.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Mientras tanto, Tomás Gutiérrez almorzaba en Palacio con el coronel Rosa Gil, abriendo la posibilidad de someterse al segundo vicepresidente, general Francisco Diez-Canseco, a cambio de quedar en libertad para retirarse del país con sus hermanos y los comprometidos que deseasen irse. Pero al llegar la noticia de la muerte de Silvestre, considerado como el brazo derecho de Tomás, la serenidad abandonó al dictador. Ya no podía abrigarse esperanzas en el arreglo pacífico ofrecido por Rosa Gil; lo único que quedaba era defenderse y lo primero que hizo Tomás, fue informar lo ocurrido a Marceliano, que estaba al mando de su batallón en el cuartel San Francisco, custodiando al depuesto presidente Balta.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Y es en este momento, que surge una de las grandes preguntas de aquel día terrible. Marceliano formó a su batallón Zepita, y marchó a Palacio para reunirse con Tomás. Los testimonios coinciden en señalar que Marceliano ya había salido con su batallón, cuando se escucharon detonaciones en el interior del cuartel: en esos momentos, el mayor Narciso Nájar, el teniente Juan Patiño y el capitán Laureano Espinoza ingresaron a la habitación en la que el depuesto presidente Balta dormía después de almorzar y lo acribillaron a balazos. Producto de los impactos, el cadáver cayó del catre. Según la autopsia practicada, el cadáver del presidente exhibía once heridas, diez de armas de fuego disparadas a bocajarro y un bayonetazo en el cuello; la muerte debió ser instantánea y el bayonetazo fue para cerciorarse del deceso. No hubo tiempo a los auxilios médicos o religiosos que algunos testigos afirmaron luego.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA1A3wMy8ozbgn3U5KiKXNKG-03XHl0-SFnMPQ0mUtcRpvMpye7Znzpi6HuPTdq9JCxVUTuBewN6s-4D7dgOw3v7vGOnbs9WgeipP92p3DwoBe8cLBZdLXONVV1crfwloI4pm6sm-VVA6bcaDxplIgP7PinnrozTPuhw_OcZfTW5-MPIl3mCKuzxwg4w/s1290/content%20(1).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="846" data-original-width="1290" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA1A3wMy8ozbgn3U5KiKXNKG-03XHl0-SFnMPQ0mUtcRpvMpye7Znzpi6HuPTdq9JCxVUTuBewN6s-4D7dgOw3v7vGOnbs9WgeipP92p3DwoBe8cLBZdLXONVV1crfwloI4pm6sm-VVA6bcaDxplIgP7PinnrozTPuhw_OcZfTW5-MPIl3mCKuzxwg4w/w430-h282/content%20(1).jpg" width="430" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El asesinato del presidente José Balta en la habitación donde estaba prisionero.<br />(grabado inserto en la obra Revolución de Lima)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Los asesinos del presidente afirmaron luego que actuaron por órdenes de Marceliano, y ello sirvió a Nájar y Patiño para eludir la pena de muerte usando dichas supuestas órdenes como atenuante; Espinoza había sido condenado a prisión debido a que no llegó a disparar contra el presidente. Pero habría que tener en consideración que Nájar era enemigo personal del coronel Balta, desde 1854, en que el futuro presidente, jefe entonces del batallón Yungay, hizo flagelar duramente al entonces sargento Nájar. Por otro lado, existen testimonios en el sentido que Marceliano Gutiérrez había insistido en deportar a Balta, propósito que no se había realizado por retraso del barco respectivo. El mismo Tomás Gutiérrez, al momento de ser detenido, se sorprendió: <i>"¿Cómo? Habrá sido asesinado por la tropa"</i>; ello indicaría que, o Marceliano no se atrevió a contar el crimen a su hermano, cosa dudosa dada la subordinación entre hermanos, o que tampoco Marceliano tenía conocimiento del asesinato de Balta. Pero el secretario general Fernando Casós, afirmó que presentó verbalmente su renuncia a Gutiérrez al enterarse del asesinato del presidente, y se asiló en la legación ecuatoriana, tras redactar su renuncia en la misma puerta de la legación. Así pues, quizá nunca sepamos a ciencia cierta si los Gutiérrez dieron o no la orden de asesinar al presidente.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRxKIayix8L5wAfEBVnHIJddo9a1JINRc8KbKIIgs3aEji924a7blUM82C6mVOWJxF5Zf5t2QZlxJCqV8jwjHDrbtsXLRYu_QHqWDntjpe4pnJI4Gkn8OIJbMiazLLLOS0gVFX6YHSpMh5lfcpLDbvwsWliiZtJ8FIVvFbMxfowsqV5tAuesIEQTWFIQ/s2176/IMG_3735.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1328" data-original-width="2176" height="258" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRxKIayix8L5wAfEBVnHIJddo9a1JINRc8KbKIIgs3aEji924a7blUM82C6mVOWJxF5Zf5t2QZlxJCqV8jwjHDrbtsXLRYu_QHqWDntjpe4pnJI4Gkn8OIJbMiazLLLOS0gVFX6YHSpMh5lfcpLDbvwsWliiZtJ8FIVvFbMxfowsqV5tAuesIEQTWFIQ/w423-h258/IMG_3735.JPG" width="423" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Funerales del presidente Balta el 31 de julio de 1872.</span><br style="font-family: arial;" /><span style="font-family: arial;">(Biblioteca Nacional del Perú)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Lo que sí sabemos es lo que ocurrió luego. Marceliano y Tomás Gutiérrez se dirigieron con el batallón Zepita al fuerte de Santa Catalina, donde estaba Marcelino con su batallón. Allí, se habría producido una discusión entre los hermanos sobre el rumbo a tomar, marchando Marceliano y su batallón al Callao. Nunca más volverían a verse: Marceliano fue muerto mientras intentaba girar los cañones de la fortaleza del Real Felipe hacia la población. Una versión sostiene que el tiro fatal partió del pueblo; otra sostiene que le disparó un sargento apellidado Fernandini, muerto en el acto por los leales al coronel.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC2X6tgO-PjAJYbmK-6oChJIT2EAt33_HuZNfoEIjWbsV28qA5NZlOkO7bMe4CWLyZwjp0MS0rtM_XjTtSmVDKIgrjLs66SGX-0kqbEMogmftYDXepWdXsWsmQNBXpZk7R3I4omKrepd0hBkoSlLRBc-z84j-o9POcJzZPjLCXhsYNMJ-Qhy81L1-zVQ/s1290/Barricadas.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="826" data-original-width="1290" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC2X6tgO-PjAJYbmK-6oChJIT2EAt33_HuZNfoEIjWbsV28qA5NZlOkO7bMe4CWLyZwjp0MS0rtM_XjTtSmVDKIgrjLs66SGX-0kqbEMogmftYDXepWdXsWsmQNBXpZk7R3I4omKrepd0hBkoSlLRBc-z84j-o9POcJzZPjLCXhsYNMJ-Qhy81L1-zVQ/w426-h273/Barricadas.jpg" width="426" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Barricada en las cercanías del cuartel de Santa Catalina.<br />(grabado inserto en la obra Revolución de Lima)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">El dictador había dejado Palacio de Gobierno a cargo del prefecto Darío Navarro, pero tras un corto tiroteo, a eso de las cinco y treinta de la tarde, Navarro rindió sus fuerzas de celadores al segundo vicepresidente, general Francisco Diez-Canseco. Diez-Canseco ordenó buscar y traer al primer vicepresidente, coronel Mariano Herencia Zevallos, quien en el acto lo nombró ministro de Guerra. Mientras tanto, la población hostil al golpe había formado barricadas alrededor de Santa Catalina, rodeando a Tomás y Marcelino; se temía un ataque de las tropas a Palacio, y a las nueve de la noche, una violenta salida de las tropas de Santa Catalina, pareció corroborar ese temor. En realidad, sin agua o luz, y con las municiones agotándose, la salida servía para permitir el escape de Tomás y Marcelino, vestidos de paisano. Se separarían en la esquina del cuartel; Marcelino logró asilarse en una casa amiga, mientras que Tomás tomó otra ruta que le fue fatal.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Acompañado por su ayudante Corrales y embozado en una capa, Tomás Gutiérrez intentó esquivar las calles céntricas, cuando topó con una partida al mando del coronel Domingo Ayarza, que lo reconoció a pesar que Tomás lanzó un viva a Pardo. Sin mayor resistencia, el fallido dictador entregó su arma a Ayarza, pidiendo ser llevado a la casa de Francisco Diez-Canseco en la calle Boza (actual cuadra octava del Jirón de la Unión). Había sido Jefe Supremo de la República por cien horas.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Ayarza testimonió luego, que <i>"en los momentos que nos dejaban tranquilos las gentes que nos rodeaban me dijo con tono de arrepentimiento: 'He hecho esta salvajada: pero cualquiera otro en mi situacion, habria hecho lo mismo: todos los jefes y oficiales han estado comprometidos.' Que mas tarde me dijo: 'Sé que ha muerto mi hermano Silvestre;' á lo que le respondi: 'Si; pero tambien ha sido asesinado el Presidente:' '¡como!' esclamó al parecer sorprendido '¿habria sido asesinado por la tropa'? No, le repuse; quien le ha asesinado es Marceliano tu hermano: á esta respuesta bajo la cabeza, y siguió en silencio hasta que nos separamos"</i>.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Poco más adelante, tras avanzar en medio de gritos y disparos de una creciente turba furiosa, en la esquina de Espaderos (quinta cuadra del Jirón de la Unión) y Plateros de San Pedro (primera cuadra del Jirón Ucayalí), Ayarza entregó al prisionero al capitán de navío Lizardo Montero, destacado dirigente del civilismo, y se dirigió a Palacio a informar a Herencia Zevallos. Montero apenas pudo avanzar una cuadra, pues en la plazuela de la Merced, se concentró una caldeada multitud dispuesta a no dejar pasar a Gutiérrez (el que era llevado de los brazos por Daniel Nieto y por un francés que se decía su amigo); el marino no pudo aplacar a la turba, que incluso empezó a pedir por su cabeza, por lo que al final, volvió grupas hacia la Plaza Mayor, dejando al prisionero a su suerte.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">El boticario Francisco Esteban Valverde, propietario de la botica <i>"La Unión Peruana"</i>, intentó socorrer al fallido dictador haciéndole entrar en su establecimiento a fin que pudiera salvarse por la puerta falsa. Pero Tomás Gutiérrez ya no podía casi caminar, pues <i>"se hallaba poseido de una fuerte convulsion nerviosa у de un frio general en su cuerpo"</i>, quejándose que ya no podía más y que nada traía: <i>"hasta el reloj que traía me lo ha quitado este francés de la vuelta amigo mio"</i>. Lo escondieron en un baño lleno de cajones. La turba, detenida en la puerta por Valverde y otras personas, se abrió paso por la puerta falsa, encontró a Tomás Gutiérrez en el baño y una descarga lo mató instantáneamente. Valverde recordaría luego: <i>"Hasta ese momento creia yo que ya habria salvado el general, y en esa persuacion decia á los que se precipitaban en el establecimiento que nadie habia ya dentro, cuando vi que sacaban al general arrastrado de dentro de las habitaciones, y con disgusto presencié que algunas personas decentes, le dispararon tiros despues de muerto; otros tomaban los frascos y se los tiraban á la cara"</i>. El cadáver fue arrastrado, baleado y acuchillado; un individuo sableó el pecho de Tomás Gutiérrez, gritándole <i>"¡Dictador! ¡querias banda, toma banda!"</i>. Eran algo más de las diez de la noche.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAcbVfkaIExOkfEp0zpod_2p9HMiwOyms6yXAxXm1sGWn6rSC4WQuQASzJ-OW75CkhUG5bSf1oCTiNtHZ7hS4Nb1ASF6mhOBBf7bXxtjpduaXeQpsUIwya70CakEPP_KRTwPvGwpOvrHXWFpdXZhrgMku9c-WvHfQapnuFuxvI1-C_KPhv-Mn2vyX3BQ/s2163/IMG_3712.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2163" data-original-width="1668" height="624" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAcbVfkaIExOkfEp0zpod_2p9HMiwOyms6yXAxXm1sGWn6rSC4WQuQASzJ-OW75CkhUG5bSf1oCTiNtHZ7hS4Nb1ASF6mhOBBf7bXxtjpduaXeQpsUIwya70CakEPP_KRTwPvGwpOvrHXWFpdXZhrgMku9c-WvHfQapnuFuxvI1-C_KPhv-Mn2vyX3BQ/w483-h624/IMG_3712.JPG" width="483" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Los cadáveres de Tomás (colgado más alto) y Silvestre Gutiérrez colgados de las torres de la Catedral de Lima la mañana del 27 de julio de 1872; en esa fotografía se inspiró la célebre fotografía editada que muestra los cadáveres de un tamaño desproporcionado a fin de hacerlos notar.<br />(fotografía publicada por Pedro Felipe Cortázar en la colección Documental del Perú, 1966)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Un grupo de exaltados se dirigió a la iglesia de los Huérfanos por el cadáver insepulto de Silvestre para unirlo con el de Tomás; ambos fueron arrastrados hacia la Plaza Mayor, donde fueron colgados en dos farolas. A las cuatro de la madrugada, el vicepresidente Herencia Zevallos ordenó que fueran descolgados y colocados en la prevención de la puerta principal de Palacio. A eso de las ocho de la mañana, surgió el grito de colgar a los Gutiérrez de las torres de la Catedral, entonces llena de andamios por reparaciones. La escasa guardia de Palacio no pudo o no se atrevió a oponerse a la turba, que colgó a ambos hermanos de las torres.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Cincuenta años después, Faustino Silva recordaría con disgusto lo ocurrido: <i>"El cadáver de Silvestre conservaba el calzoncillo puesto y tenía el frente hacia la plaza; el de Tomás sin ninguna ropa, como ya he dicho, por el modo como le habían puesto la soga en el cuello tendía a dar la espalda a la plaza, por lo que un muchacho que estaba encaramado en una claraboya inmediata, empujaba el cadáver con un palo, como medio de obligar al cuerpo a dar frente a la plaza; detalle que no olvido por la impresión que me causó; el comentario del pueblo a cada vuelta del cadáver, no es para repetirse"</i>.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Hacia el mediodía, después de echar con cajas destempladas a un grupo de frailes dominicos que intentaban apaciguar a la turba, se escucharon los gritos de quemar a los Gutiérrez. El cadáver de Silvestre fue bajado lentamente, mientras que el cadáver de Tomás fue dejado caer de golpe, estrellándose contra las baldosas. Con leña sacada de una panadería de propiedad de Silvestre, los cadáveres fueron incinerados. El viajero italiano Perolari Malmignati diría que hubo negros ebrios que comieron de las carnes asadas; el testigo Faustino Silva rechazaría esa versión afirmando que el calor de la hoguera fue tal que habría sido <i>"imposible aproximarse ni a dos metros de distancia"</i>. La hoguera fue avivada en la tarde para echar el cadáver de Marceliano, exhumado de la fosa común del cementerio de Bellavista. Al anochecer, todo había concluido.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpvfdvVmA6PRssJukBTyY5eOWcvk-NnkRBaOoUWLkGqE-98QJkO7VusdLpbTaIWWl8ix2rQvvSoQ7eIcIsr3KawZd-a8wtkHQBFreRpux_jPsPBGDgpx4A2K4cLwSUc2gL1ovEX50VX4NmKBFXHyBxbldF7U-yIn88A3DMB_OaMsUkZ6CY4m3KJ70-dQ/s1312/Marceliano%20arrastrado.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="918" data-original-width="1312" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpvfdvVmA6PRssJukBTyY5eOWcvk-NnkRBaOoUWLkGqE-98QJkO7VusdLpbTaIWWl8ix2rQvvSoQ7eIcIsr3KawZd-a8wtkHQBFreRpux_jPsPBGDgpx4A2K4cLwSUc2gL1ovEX50VX4NmKBFXHyBxbldF7U-yIn88A3DMB_OaMsUkZ6CY4m3KJ70-dQ/w437-h306/Marceliano%20arrastrado.png" width="437" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">El cadáver de Marceliano Gutiérrez arrastrado desde la estación del ferrocarril hacia la Plaza Mayor.<br />(grabado inserto en la obra Revolución de Lima)<br /></span></td><td class="tr-caption"><br /></td><td class="tr-caption"><br /></td></tr></tbody></table><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Al día siguiente, 28 de julio, Manuel Pardo, virtual candidato ganador en las elecciones, retornó a Lima, siendo recibido apoteósicamente. Desde los balcones de su casa, lanzó un breve discurso al pueblo de Lima:</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial; text-align: center;"><i>"¡PUEBLO DE LIMA!</i></div><div style="font-family: arial;"><div style="text-align: center;"><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>Habeis realizado una obra terrible pero una obra de justicia. Despues de un año de sufrimientos, de persecucion y de abusos sin cuento, en un solo dia habeis castigado a los miserables que, con mano criminal, profanaron el arca santa de nuestras leyes. Las manifestaciones de que soy objeto en este instante, no las recibo sino como el hombre representante de un partido, que ha sido el blanco de las persecuciones del poder y de vejaciones de todo género.</i></div><div style="text-align: center;"><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>Subo al mando por la voluntad del pueblo; y aquellos tres cadáveres que se ostentan frente à nuestra Metropolitana, envuelven una tremenda leccion que no olvidaré jamas!</i></div><div style="text-align: center;"><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>Colocado en el poder, lo habré sido por el pueblo, y si él me eleva, tambien él sabrá sostenerme: mi gobierno será el vuestro y vuestros brazos serán mis defensores!"</i></div></div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW8OqdWMcPg6vWnPx83bZ42R4Xd2A8l1auDBpO9CfDvExL_SRWxN9JOz0czSq_fkGOQum8sPFULa66Fs_kRVfhaYXNu6j-dYyUbVn32YMaUqehyFY6JDdt5ooWREn_iFhiiqRX1kAmU7atda3moZgfYhJseze4BVCH23xiHTnWyrNF98eRCr6yqUQm0w/s905/Desembarco%20de%20Manuel%20Pardo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="657" data-original-width="905" height="331" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW8OqdWMcPg6vWnPx83bZ42R4Xd2A8l1auDBpO9CfDvExL_SRWxN9JOz0czSq_fkGOQum8sPFULa66Fs_kRVfhaYXNu6j-dYyUbVn32YMaUqehyFY6JDdt5ooWREn_iFhiiqRX1kAmU7atda3moZgfYhJseze4BVCH23xiHTnWyrNF98eRCr6yqUQm0w/w456-h331/Desembarco%20de%20Manuel%20Pardo.jpg" width="456" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Desembarco de Manuel Pardo en el Callao el 28 de julio de 1872.<br />(grabado inserto en la obra Revolución de Lima)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;">Fue en tal espiral de violencia que el primer vicepresidente, coronel Mariano Herencia Zevallos, asumió el mando para completar los días que faltaban al gobierno de Balta. Dio medidas para avanzar el proceso contra los asesinos de Balta y contra los funcionarios que se unieron al golpe, y acató la decisión del Congreso que el 1° de agosto de 1872, proclamó presidente electo a Manuel Pardo, quien asumiría su expectante gobierno al día siguiente.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGS0xW6ZJkg9kA56izSyZo6njnHBljYtgbJnani5dUHnVdBgaCRIerI380xq8SLrEBHlc0RbJMZdY7H5GmdzlPPtzlvJ4eSlgcXMaS0iHa0y7W8hv-stzB6XJiMOOpTijryRA9qQwHvXW42U4FDNrCVu6l0dZOAFzjsnPW1I0U5ffnyXnv7SWZT-XsPQ/s815/Herencia%20Zevallos.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: arial;"><img border="0" data-original-height="815" data-original-width="557" height="471" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGS0xW6ZJkg9kA56izSyZo6njnHBljYtgbJnani5dUHnVdBgaCRIerI380xq8SLrEBHlc0RbJMZdY7H5GmdzlPPtzlvJ4eSlgcXMaS0iHa0y7W8hv-stzB6XJiMOOpTijryRA9qQwHvXW42U4FDNrCVu6l0dZOAFzjsnPW1I0U5ffnyXnv7SWZT-XsPQ/w322-h471/Herencia%20Zevallos.png" width="322" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Coronel Mariano Herencia Zevallos, vicepresidente encargado del mando.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</span></td></tr></tbody></table><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">El juicio histórico ha sido contundente en cuanto a condenar tanto el golpe de los hermanos Gutiérrez, como la orgía sangrienta que se vivió el 26 de julio de 1872. Lejos estamos de romantizar los hechos de julio de 1872 como la lucha de un pueblo justiciero frente a la tiranía militarista. Tampoco podemos caer en el extremo de considerarla el estallido de una turba delincuencial azuzada a los peores extremos. Sin duda, se mezclaron en esa multitud, desde personas que condenaron el golpe, a los agitadores y propagandistas favorables al civilismo, y a la población desempleada y incómoda ante los problemas del costo de vida (que José Gálvez Barrenechea, en conversaciones con Jorge Basadre, llamaría <i>"hampa ferrocarrilera"</i>).</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;">Y es que como apuntaría Emilio Romero, <span style="text-align: justify;"><i>“Como el Perú se convirtió en
monoproductor de guano, todas sus demás actividades se redujeron al mínimum. En
consecuencia, el renglón de importaciones creció en forma gigantesca. El Perú,
que había sido clásicamente un productor que abastecía de alimentos a su
población y aun a otros países, debió convertirse en país importador de
alimentos. [...] Además, la inflación monetaria causada por los grandes
empréstitos y las emisiones de billetes bancarios habían producido un alza
tremenda de precios, haciendo difícil y casi imposible el costo de la vida.
Este hecho no es mencionado ni advertido por los historiadores generales,
quienes solamente observan el brillo político de los generales o mariscales y
la trascendencia de sus obras públicas, sin mencionar las grandes tragedias del pueblo"</i>.</span></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div style="font-family: arial;">Margarita Giesecke dedicó un amplio estudio a los hechos de 1872, concluyendo que dada la naturaleza paternal de la sociedad peruana, existió una alianza coyuntural entre la élite civilista y el pueblo, donde unos encauzaron la ira de los otros por la situación socioeconómica para lograr el derrocamiento de los Gutiérrez, sin calcular lo lejos que podría llegar un sector cuya agresividad fue liberada por la declaración del Congreso.</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj79FMj3jAeOXdOtWlS0kXAFbz5SBOR9awKV5I7S53hi5dpngSLL0aFuFpsl7XRbPdKNJ6xG5ZTKwGeRaMkkA8Ao5sVDzKGGB_shyB8QJr-FWhPbvAm6waWNJjfrp1HvjMVP1i1z3oOMbxFanoN9H-Z8X-XseElHyFEUOE2eJBOenL4FqEd8NVAjuJADw/s600/Tom%C3%A1s%20Guti%C3%A9rrez.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="385" height="462" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj79FMj3jAeOXdOtWlS0kXAFbz5SBOR9awKV5I7S53hi5dpngSLL0aFuFpsl7XRbPdKNJ6xG5ZTKwGeRaMkkA8Ao5sVDzKGGB_shyB8QJr-FWhPbvAm6waWNJjfrp1HvjMVP1i1z3oOMbxFanoN9H-Z8X-XseElHyFEUOE2eJBOenL4FqEd8NVAjuJADw/w296-h462/Tom%C3%A1s%20Guti%C3%A9rrez.png" width="296" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;">Coronel Tomás Gutiérrez, Jefe Supremo de la República en julio de 1872.<br />(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</span></td></tr></tbody></table><br /><div style="font-family: arial;"><i>"Un creyente"</i> cerraría su opúsculo con las siguientes palabras, de las que aún existen enseñanzas válidas a 150 años de distancia:</div><div style="font-family: arial;"><br /></div><div style="font-family: arial;"><div style="text-align: center;"><i>"Entretanto, del fondo del cuadro que acabamos de bosquejar, tomado de los hechos ocurridos en las jornadas del 26 y 27 de Julio, se destaca el cadáver de un personaje respetable para el pais entero por el puesto que ocupaba y muy particularmente para los que le dieron muerte. Ese cadáver es una gran enseñanza para los que mandan.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>La política tortuosa é insegura que observó el Coronel Balta, preparó la revolucion que trajo en pos de sí su asesinato. ¡Cuán cierto es, que nadie puede preveer hasta donde llevará á un gobernante un paso falso!</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>Nosotros vemos la enseñanza y el ejemplo en el sacrificio de esta víctima... las cuerdas que sostuvieron los cadáveres de los Gutierrez, y la hoguera que los convirtió en cenizas, no evitarán las revoluciones, sino que harán mas cautos y precavidos á los revolucionarios.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>Empero, esas cuerdas y esa hoguera, hacen temer mucho que se realize una vez mas este vaticinio de un ilustre publicista: el porvenir de la corrupcion es la barbarie.</i></div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: center;"><i>¡Dios nos salve!"</i></div></div><div style="font-family: arial;"><br /></div><h3 style="font-family: arial;"><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div style="font-family: arial;"><ul><li>Arosemena Garland, Gerardo (1945). <i>El coronel José Balta 1814-1872</i>. Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.</li><li>Basadre Grohmann, Jorge (2005). <i>Historia de la República del Perú 1822-1933</i> (tomos 6 y 7). Lima: Editora El Comercio.</li><li>Dávalos y Lissón, Pedro (1926). <i>La primera centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y material del Perú en el primer siglo de su vida independiente</i> (tomo IV). Lima: Librería e Imprenta Gil.</li><li>Diario Oficial <i>El Peruano</i> – año 1872.</li><li>Diez Canseco, Ernesto (1950). <i>Los generales Díez-Canseco: episodios históricos</i>. Lima: Imprenta Torres Aguirre.</li><li>Fuentes, Manuel Atanasio (1876). <i>Repertorio judicial</i> (tomo II). Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Giesecke, Margarita (1978). <i>Masas urbanas y rebelión en la historia. Golpe de Estado: Lima 1872</i>. Lima: CEDHP.</li><li>González Prada, Manuel (1938). <i>Figuras y figurones. Manuel Pardo - Piérola - Romaña - José Pardo</i>. París: Tipografía de Louis Bellenand et Fils.</li><li>Mc Evoy, Carmen (2017). <i>La utopía republicana: Ideales y realidades en la formación de la cultura política peruana 1871-1919</i>. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.</li><li>Quiroz, Alfonso W. (2013). <i>Historia de la corrupción en el Perú</i>. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.</li><li>Romero, Emilio (2006). <i>Historia económica del Perú</i>. Lima: Fondo Editorial de la UNMSM.</li><li>Seoane, Guillermo (1873). <i>La revolución de julio</i>. Lima: Imprenta de "El Nacional".</li><li>Silva, Faustino (1927). <i>La revolución de los Gutiérrez en julio de 1872</i>. Lima: Imprenta C. Ruiz.</li><li>"Un creyente" (1872). <i>Las Jornadas del 26 y 27 de julio. Reflexiones acerca de las causas y consecuencias de los horrores cometidos en estos memorables días</i>. Lima: Imprenta de La Patria.</li><li>Varela, Héctor Florencio (1872). <i>Revolución de Lima: reseña de los acontecimientos de julio</i>. París: Imprenta Hispano-Americana.</li><li>Vargas Ugarte, Rubén (1971). <i>Historia general del Perú</i> (tomo IX). Lima: Editorial Milla Bartres.</li></ul></div></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-90371113110123001312022-07-22T13:15:00.008-05:002022-10-05T22:55:34.938-05:00A 150 años del golpe de los Gutiérrez (I)<h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Después de una década apartado del blog, consagrado exclusivamente a labores académicas y docentes, regresamos al blog con investigaciones más amplias. Algunas actualizando y ampliando temas ya vistos. Otras sobre la base de documentación analizada a lo largo de los meses de pandemia y en los archivos locales. De cuando en cuando, serán opiniones sobre la lamentable actualidad nacional.</span></h4><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Empezaremos con el 150° aniversario del cuartelazo de los hermanos Gutiérrez y el dantesco final que tuvo. Para ello, trataremos ese momento en tres entradas, intentando enfocar dicho momento desde el ámbito regional encuadrada dentro del momento histórico del Perú decimonónico.</span></h4><div><span style="font-family: arial;"><br /></span></div><h4 style="text-align: left;"><div style="text-align: center;">--- o ---</div><span style="font-family: arial;"><span></span></span></h4><div><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></h2><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">A 150 años del golpe de los Gutiérrez (I).</span></h2></div><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">Las provincias de Lambayeque y Chiclayo durante el gobierno de José Balta.</span></h1><h4 style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsClXf1PHuGKqVGBzU8zfj3ZZzbDRLNCM7hJioG646udBd4oP4A0KHlJEQ0LlW6_hLW_5VOwNe66XzWg4TiPjOkZykS99ZETkk4mUnyck_VizWysQrDvkvAqaFsH2-nUay6Jq41y_G6P0orMVBWMCyQXoSmWzTbwlfIhhGPCddO67whMwgdy1HQCWgrw/s657/IMG_3425.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="657" data-original-width="492" height="367" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsClXf1PHuGKqVGBzU8zfj3ZZzbDRLNCM7hJioG646udBd4oP4A0KHlJEQ0LlW6_hLW_5VOwNe66XzWg4TiPjOkZykS99ZETkk4mUnyck_VizWysQrDvkvAqaFsH2-nUay6Jq41y_G6P0orMVBWMCyQXoSmWzTbwlfIhhGPCddO67whMwgdy1HQCWgrw/w275-h367/IMG_3425.JPG" width="275" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Coronel José Balta, presidente de la República entre 1868 y 1872.<br /><div style="text-align: center;">(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)</div></td></tr></tbody></table><br />Tras el triunfo de la rebelión contra el gobierno del general Mariano Ignacio Prado, logrado en las luchas en Arequipa y Chiclayo entre diciembre de 1867 y enero de 1868, el general Pedro Diez Canseco asumió interinamente la Presidencia, convocando a elecciones y restaurando la vigencia de la Constitución de 1860. El coronel José Balta, vencedor en las trincheras de Chiclayo, fue elegido presidente y asumió el mando el 2 de agosto de 1868.</span></h4><div></div><div><span style="font-family: arial;"><div><br /></div><div>Pocos días después, la tarde del 13 de agosto, un sismo de aproximadamente 8 grados en la escala de Ritcher, devastó el sur del Perú, generando luego un maremoto con olas de hasta 16 metros de altura, que arrasó con las ruinas de los puertos sureños. En Lambayeque, se encontraba en esos momentos el sabio italiano Antonio Raimondi, quien apuntó que días antes del terremoto se sintió un constante aumento de la presión atmosférica, y que en el momento del sismo, se apreció un pequeño movimiento de mar en el puerto de San José <i>“que hizo entrar un poco de agua en algunas bodegas”</i>.</div><div><br /></div><div>La población se movilizó en recaudar fondos para auxiliar a los damnificados del Sur. En San José, los vecinos encabezados por Rosendo Sánchez y por el vicecónsul británico William V. Fry, realizaron una suscripción, logrando recaudar 170 soles y 40 centavos. El mismo vicecónsul Fry donó 80 soles para apoyar a los damnificados. En Chiclayo, don Manuel I. Prieto levantó otra suscripción, logrando recaudar 560 soles. Dichos fondos fueron girados al ministerio de Gobierno, que lo transfirió al ministerio de Hacienda para su adecuado uso.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;">El contexto nacional.</h3><div><br /></div><div>La gran polémica del régimen baltista fue la originada por el contrato Dreyfus. Balta y su joven ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, teniendo en contra al dictamen de la Comisión Permanente y a la misma Corte Suprema, rompieron el control de los consignatarios nacionales sobre la renta guanera, entregándosela a la parisina Casa Dreyfus, logrando la aprobación del Congreso, tras ardorosos debates y denuncias de sobornos.</div><div><br /></div><div><i>“Por primera vez en el Perú, la cuestión política quedó de un lado. Lo económico primó sobre la lucha partidista, y los asuntos públicos quedaron reducidos a una disputa entre negociadores peruanos y negociadores extranjeros para apoderarse del manejo de los recursos del Fisco. Como la fiebre ferrocarrilera enardecía los ánimos y la mayoría de las gentes esperaba de las obras públicas una era de prosperidad, nadie luchaba por Dreyfus o por los consignatarios peruanos, sino a favor de la lluvia de oro que debía traer al Perú la venta de dos millones de toneladas de guano”</i>, recordaría Pedro Dávalos y Lissón.</div><div><br /></div><div>En tal ambiente, varios ayuntamientos de la República enviaron actas solidarizándose con el gobierno. Uno de dichos municipios fue el de Lambayeque, fechando el acta de los vecinos, en 22 de junio de 1870. Los vecinos consideraban que el coronel Balta <i>“ha correspondido leal y dignamente á las esperanzas que en él concibieron los pueblos de la República”</i>, que había protegido la educación, y que había realizado obras en provecho de la provincia, como <i>“la instalacion de su colegio”</i> y la financiación de las obras de canalización del río Lambayeque, <i>“á fin de que desaparezcan los peligros de toda inundacion; esta amenaza perpétua de que, anteriores Gobiernos, jamas quisieron ocuparse”</i>.</div><div><br /></div><div>No deja de sorprender las lisonjeras palabras hacia el presidente Balta, teniendo en cuenta la rivalidad constante entre Lambayeque y Chiclayo: la candidatura presidencial de Balta surgió de las trincheras de Chiclayo tras el triunfo del 7 de enero de 1868 sobre el gobierno del general Prado, a quien respaldaba Lambayeque. Sin embargo, la gestión de Balta se enfocó en la idea del progreso material, y ambas provincias no dejaron de recibir su parte en las obras del gobierno baltista.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;">El contexto local.</h3><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjox0ZnorAJt0A79O6TZN4u_jHmQJxZrkVgD5x_bRwhr7ogvYWV3S32DMqHAriVduywxWb1tuK9SWcBxlUtZg4qHlI9uIV48_NHGKH7ICAl2S7hOFyW9-hLcy3MtbI7A1dMKuJ9cg512kmOCIPmErRp8hG7tHVw5PlusOdYdn4Q6OUDrdwCphJnV7sNSg/s2719/Departamento%20de%20la%20Libertad%201860.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2719" data-original-width="2279" height="417" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjox0ZnorAJt0A79O6TZN4u_jHmQJxZrkVgD5x_bRwhr7ogvYWV3S32DMqHAriVduywxWb1tuK9SWcBxlUtZg4qHlI9uIV48_NHGKH7ICAl2S7hOFyW9-hLcy3MtbI7A1dMKuJ9cg512kmOCIPmErRp8hG7tHVw5PlusOdYdn4Q6OUDrdwCphJnV7sNSg/w351-h417/Departamento%20de%20la%20Libertad%201860.png" width="351" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Mapa del departamento de la Libertad hacia la década de 1860.<br />(David Rumsey Map Collection)</td></tr></tbody></table><br /><div>Para 1868, las provincias de Lambayeque y Chiclayo formaban aún parte del departamento de la Libertad. No sorprende que para conocer la realidad de dichas provincias, se acuda a los informes del prefecto de la Libertad en las visitas realizadas conforme al artículo 35° de la Ley de Organización Interior de la República del 17 de enero de 1857: <i>"Los prefectos residirán ordinariamente en la capital del departamento, y deberán visitarlo una vez en todo el período de su mando, para conocer sus necesidades, examinar si las leyes se observan puntualmente, oír las quejas que se le dirijan contra todos los funcionarios públicos, y promover cuanto pueda contribuir al progreso de las provincias del departamento, y al de sus intereses materiales, dando cuenta al Gobierno y á la junta departamental en su caso, del resultado de la visita"</i>. Sin embargo, debido a la inestabilidad política de aquellas épocas, pocos prefectos podían cumplir con el período de dos años establecido en el artículo 38° de la misma Ley, y por ende, tiempo no les alcanzaba para poder cumplir con la visita anual.</div><div><br /></div><div>Sin embargo, con la relativa tranquilidad pública, en 1870, el prefecto del departamento de la Libertad, doctor Aníbal Víctor de la Torre, efectuó una minuciosa visita a las provincias de Pacasmayo, Chiclayo y Lambayeque, y tras ordenar los datos recabados, redactó para el Supremo Gobierno los informes respectivos sobre el avance de las obras públicas (fechado el 30 de diciembre de 1870), y la situación en dichas provincias (fechado el 1° de enero de 1871). En su visita, el doctor de la Torre notaba cómo en las provincias de Lambayeque y Chiclayo, luego de las ardorosas luchas que se veían desde 1854, <i>“han ido desapareciendo las mezquinas ideas de provincialismo y se vá comprendiendo que el progreso moral y material de nuestros vecinos, no solo no puede perjudicarnos, sino que por el contrario fomentará el nuestro, proporcionalmente”</i>.</div><div><div><br /></div><div>Sobre la provincia de Chiclayo, el prefecto atestiguó la miseria y abandono en Lagunas, la inseguridad en Saña, las obras ferroviarias en Eten, la exigencia de un mejor local escolar en Monsefú, las posibles mejoras en Santa Rosa, la reparación de la escuela y cárcel en Reque, el entusiasmo y laboriosidad en Chiclayo, la mala situación de Picsi, la pobreza del puerto de Pimentel, y la modernización de las haciendas.</div><div><br /></div><div>En la provincia de Lambayeque, el prefecto apuntó la calidad de las instalaciones escolares, cárcel y hospital de Lambayeque, el adelanto de Ferreñafe, la falta de cementerio en Mochumí, de local escolar en Túcume, la falta de agua en Íllimo, la reparación de la iglesia de Pacora, los problemas educativos en Jayanca, las posibilidades de Motupe, la inseguridad de la cárcel de Salas, la repetición de esos problemas en Penachi, la carencia de establecimientos en Incahuasi, Cañaris y Calaya, las refacciones necesarias en Olmos, los abusos en los entierros en Mórrope, la renta aduanera de San José. El prefecto confiaba en el civismo de los locales para borrar la discordia y el espíritu de partido, y darle impulso a la <i>“antigua y patriota”</i> ciudad; pero dos problemas le preocupaban: la distribución de las aguas y el derecho a las tierras de sembrío, para lo cual esperaba que el Supremo Gobierno dictase los reglamentos correspondientes y practicase un deslinde judicial.</div><div><br /></div><div>Mientras se trabajaba en la línea férrea entre Lambayeque y Eten, y se levantaba una nueva iglesia en Chiclayo, el prefecto apuntaba que para prevenir nuevas inundaciones en Lambayeque y promover el desarrollo agrícola de la región, era necesario proseguir <i>“la importante obra de limpiar y ensanchar el cauce del río, que en realidad no puede decirse que existía, pues obstruido por un monte de añejos y robustos árboles, se había cegado casi por completo, derramándose sus aguas en gran extensión de terreno, con grave daño de los fondos ribereños de las poblaciones”</i>.</div></div><div><br /></div><div>Hay que mencionar un tema en relación con la población asiática. En julio de 1868, poco antes de la asunción al mando de Balta, se denunciaron hechos de violencia contra los chinos en la hacienda Capote, que según los documentos, parecieron ser falsos. Sin embargo, un año después, en junio de 1869, el subprefecto accidental de Chiclayo, José D. Reaño, marchó hacia la hacienda Pátapo, donde se produjo <i>"una sublevacion de asiáticos y peonada, de carácter y proporciones alarmantes"</i>, que causó <i>"6 muertos y 14 heridos asiáticos y 6 heridos paisanos"</i>. El incidente surgió debido a choques entre los peones nacionales con el administrador, que sacó en su defensa a los peones asiáticos.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;"><b>Las obras públicas y las inundaciones de 1871.</b></h3><div><br /></div><div>En el mensaje al Congreso de 1872 que no llegaría a pronunciar, el coronel Balta decía: <i>“Las obras públicas en las que os toca envidiable honra de la iniciativa han sido objeto de mis constantes desvelos. La República, semejante al cuerpo humano, necesitaba de arterias, que representadas por líneas férreas, cruzasen su territorio para dar rápido paso a la civilización, al comercio y a la industria, y para estrechar los vínculos entre apartadas regiones”</i>. Para ello, en el caso de las provincias de Lambayeque y Chiclayo, el gobierno tomó las siguientes disposiciones:</div><div><ul style="text-align: left;"><li>Se encargó la formulación de estudios para construir un ferrocarril entre Chiclayo y Lambayeque, y examinar las condiciones para la reconstrucción de la iglesia y hospital de Chiclayo (noviembre de 1868)</li><li>Se autorizó a don Andrés Álvarez-Calderón a emprender los estudios para un ferrocarril entre Huacho y Lambayeque (enero de 1869).</li><li>Se ordenó la construcción de un nuevo templo en Chiclayo (febrero de 1869), cumpliendo así la promesa dada por el coronel Balta al pueblo chiclayano tras los combates de enero de 1868.</li><li>Se aclaró los conflictos entre los concesionarios de las líneas de Eten y de Pimentel (junio de 1869).</li><li>Se aprobó la ramificación del ferrocarril de Pimentel hacia las haciendas de Tumán y Pátapo (noviembre de 1870)</li><li>Se autorizó a don Mariano Pastor Sevilla a realizar los estudios de un ferrocarril entre Lambayeque y Motupe (enero de 1871).</li></ul></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhS8aiVE0VfDLSfSrtcwAK9d1kiyXtT-Izp12KCCCEPzpUb2suZ7kZVUSQ_8QPky7mHldgdbhrzTz7HkbQL7OwwKN6gKJXraVY3iu7Vhep5zBWJT-lesTAxRmVxXRpg5P2obE7Y95S5SClgtC3p7ygg4r513ZtjpexP36-HKOqo9WedtWQVQZM-tOZJvg/s764/Chiclayo.%20Vista%20general.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="558" data-original-width="764" height="308" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhS8aiVE0VfDLSfSrtcwAK9d1kiyXtT-Izp12KCCCEPzpUb2suZ7kZVUSQ_8QPky7mHldgdbhrzTz7HkbQL7OwwKN6gKJXraVY3iu7Vhep5zBWJT-lesTAxRmVxXRpg5P2obE7Y95S5SClgtC3p7ygg4r513ZtjpexP36-HKOqo9WedtWQVQZM-tOZJvg/w422-h308/Chiclayo.%20Vista%20general.png" width="422" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Vista de Chiclayo a inicios del siglo XX. Nótese el inconcluso templo iniciado en tiempos de Balta.<br />(Biblioteca Nacional del Perú)</td></tr></tbody></table><br /><div>Mientras tanto, la <i>"Comisión Agraria en las provincias de Lambayeque, Chiclayo y Pacasmayo"</i>, al frente del coronel Tomás Gómez Villabazo, debió suspender sus trabajos a consecuencia de las fuertes lluvias de febrero de 1871; el coronel Gómez Villabazo marchó a Lima para informar al gobierno de la situación, dejando a cargo de la vigilancia de los trabajos a fuerzas de la marina al mando de su ayudante, teniente Diego Ferré, futuro héroe de Angamos.</div><div><br /></div><div>Mientras tanto, el periódico local <i>"El Liberal"</i> aseguraba el peligro de una nueva inundación, ante lo cual, el secretario de la Comisión, y el subprefecto de Lambayeque, teniente coronel Manuel Hernández, convocaron a ocho vecinos notables para efectuar un reconocimiento a las obras; en dicho reconocimiento, el 5 de marzo de 1871, los vecinos convocados manifestaron <i>“que no han encontrado un solo punto que determine la posibilidad de un peligro, y al contrario, todo seguro, perfectamente seguro; la campiña seca y los agricultores preparando y cuidando sin temor sus sementeras”</i>.</div><div><br /></div><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji70EMfqVw0cEzl0nUDP4SaSbz58RLNShktkfiep58X7Qe6WUVlqpfiPjjNM5CNiZ8w_30yDJv535WdB0g73rpWvrvGlvs24_C1fQ_o1y1suqfluPxGUUetKZEctmlczFPz9N27tOOm-UWIpxPwoPbRyeQKgdWelCKqSbmrvIPXSbgKDqXlTBOBJ8TJA/s756/Lambayeque.%20Entrada%20a%20la%20ciudad.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="565" data-original-width="756" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji70EMfqVw0cEzl0nUDP4SaSbz58RLNShktkfiep58X7Qe6WUVlqpfiPjjNM5CNiZ8w_30yDJv535WdB0g73rpWvrvGlvs24_C1fQ_o1y1suqfluPxGUUetKZEctmlczFPz9N27tOOm-UWIpxPwoPbRyeQKgdWelCKqSbmrvIPXSbgKDqXlTBOBJ8TJA/w408-h305/Lambayeque.%20Entrada%20a%20la%20ciudad.png" width="408" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Vista de Lambayeque a inicios del siglo XX.<br />(Biblioteca Nacional del Perú)<br /></td></tr></tbody></table></div><div>Sin embargo, una semana después, la realidad fue más contundente que el optimismo: la noche del lunes 13 de marzo, las aguas inundaron la ciudad y convirtieron en canales las calles de la ciudad, registrándose en los muros de la Iglesia de San Pedro, un <i>“Hasta aquí llegaron las aguas el 71”</i>: 1 metro y 10 de altura. Cincuenta años después, el presidente Augusto B. Leguía, testigo de aquel desastre, recordaría: <i>“Había agua por doquiera y nos vimos precisados a salir de la casa. Aún me es posible recordar gentes que remaban en botes por la plaza anegada. Las aguas subieron a la altura de un metro y medio y las condiciones de la inundación duraron un mes”</i>. Las familias que veraneaban en San José quedaron incomunicadas, teniendo que recibir víveres de Huanchaco para no morir de hambre.</div><div><br /></div><div>El gobierno envió entonces al ministro de Justicia, Instrucción, Culto y Beneficencia, doctor José Araníbar, para inspeccionar y llevar alivio a las zonas damnificadas. Entre el 25 de marzo y el 3 de abril, Araníbar recorrió la devastada provincia de Lambayeque, repartiendo fondos para auxilios, obras, herramientas y útiles por un valor cercano a los 15 mil soles. El 24 de abril, los vecinos de Lambayeque firmaron un acta expresando con descarnada franqueza: <i>“Que tan generoso proceder nos dá fundadas esperanzas de que el distinguido Jefe del Estado, continúe su decidida y eficaz proteccion, porque existiendo aun los campos inundados, las sementeras perdidas, las vias de comunicación interrumpidas, los ríos sin puentes, la industria y el comercio paralizados, los artesanos sin labor; y en fin, casi todos los vecinos en estado de completa indijencia, los esfuerzos de éstos serian del todo estériles para levantarse de la postracion á que los ha reducido tan diversas y repetidas calamidades”</i>, pidiendo la construcción de obras para impedir futuras inundaciones, la reconstrucción del hospital y de las iglesias de Ferreñafe, Jayanca y Pacora, la refacción de la iglesia de Lambayeque, y la protección de los indígenas afectados.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;"><b>La creación (condicional) del departamento.</b></h3><div><br /></div><div>Una idea constante en la población de las provincias de Lambayeque y Chiclayo era la de separarse del departamento de La Libertad y formar un departamento propio. Ya en 1868, se propuso convertir a Lambayeque en <i>“Provincia Litoral”</i>, con la incorporación de los pueblos de Cachén y Tocmoche, aduciendo las facilidades del transporte en dicha zona. Sin embargo, el desastre de 1871 rebajó las posibilidades de convertir a la ciudad de Lambayeque en cabeza del proyectado departamento, y el proyecto presentado por el Ejecutivo daba la primacía a Chiclayo, pero el Congreso no alcanzó a dar su aprobación.</div><div><br /></div><div>Así, el 7 de enero de 1872, un decreto firmado por el presidente Balta y su ministro de Gobierno, Manuel Santa María, considerando que las provincias de Chiclayo y Lambayeque, <i>“se encuentran de tal modo separadas de las otras y de la Capital del Departamento [de la Libertad], que la distancia viene á debilitar en ellas la influencia de la autoridad”</i>, creó de forma condicional, el departamento de Lambayeque con capital en Chiclayo, <i>“tan luego como merezca la aprobacion del Cuerpo Legislativo, á cuyo fin será sometido al próximo Congreso”</i>. No sería así.</div><div><br /></div><div>La pugna por la capitalidad se extendería también al ámbito marítimo, criticándose la idoneidad de San José, en la provincia de Lambayeque, como puerto mayor. Como el tráfico mercantil seguía en constante aumento, se optó por dar preferencia a Eten, en la provincia de Chiclayo, pese a su mar brava.</div><div><br /></div><div>En 1870, se publicó el <i>"Derrotero de la costa del Perú"</i> del marino Aurelio García y García, hermano del contratista del ferrocarril de Eten, José Antonio García y García, quien apuntaba en relación a Eten: <i>"Es indudable que este nuevo puerto, ofrece grandes ventajas sobre los de Pimentel y San José de que hoy se sirven las provincias de Chiclayo y Lambayeque; siendo las principales: su mayor profundidad que permite fondear mas cerca de tierra: la menor extension de la tasca ó rompiente y el abrigo que dan al muelle que se construye, tanto el morro, como la puntita que se desprende de él. Por manera que á la conclusion de los trabajos actuales, que se espera sea antes de finalizar el año de 1871, quedarán cerrados de hecho los antiguos puertos, desde que nadie querrá exponer, su persona é intereses á tan positivos riesgos"</i>.</div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfD4Q3aH8U6KEgJwRLhXN5qGQbcwqIKwNqKhHtwFfUA91fI5N0-WdsjhwFIt9hMBpxKuK6lXEvmC-ThdMf5oyknadkPOrWEFT9XXxSaOl2d42uyY-W4CGyt-flcBiRHjYm8WLDFaaw5bxPZ4r4FHVxwvWThiM3bgMurZ-zvWVK-7HaaoBeBLSNXYr15g/s4562/P%2001.037.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3263" data-original-width="4562" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfD4Q3aH8U6KEgJwRLhXN5qGQbcwqIKwNqKhHtwFfUA91fI5N0-WdsjhwFIt9hMBpxKuK6lXEvmC-ThdMf5oyknadkPOrWEFT9XXxSaOl2d42uyY-W4CGyt-flcBiRHjYm8WLDFaaw5bxPZ4r4FHVxwvWThiM3bgMurZ-zvWVK-7HaaoBeBLSNXYr15g/w419-h300/P%2001.037.JPG" width="419" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Plano del ferrocarril y muelle de Eten hacia 1900.<br />(Repositorio Institucional de la PUCP)</td></tr></tbody></table><br /><div>En agosto de 1871, se declaró puerto mayor abierto al comercio extranjero al de Eten, rebajando a San José a puerto menor. Esta medida sería derogada en marzo de 1872 ante los gastos que generaría crear una aduana en Eten. Quizá influyó el caso de un naufragio en el puerto de Eten debido al <i>"estado borrascoso del mar"</i>; no tenemos el detalle del nombre del barco siniestrado, de lo que tenemos noticia por el periódico local <i>"El Chiclayano"</i>. Finalmente, el 30 de julio de 1872, tras los días de violencia de que hablaremos en el siguiente artículo, se confirmaría el decreto de 1871, quedando Eten como puerto mayor y San José como mera caleta habilitada.</div><div><br /></div><h3 style="text-align: left;"><b>FUENTES CONSULTADAS.</b></h3><div><ul style="text-align: left;"><li>Archivo Regional de Lambayeque – Periódicos.</li><li>Arosemena Garland, Gerardo (1945). <i>El coronel José Balta 1814-1872</i>. Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.</li><li>Basadre Grohmann, Jorge (2005). <i>Historia de la República del Perú 1822-1933</i> (tomos 6 y 7). Lima: Editora El Comercio.</li><li>Bonilla, Heraclio (1977). <i>Gran Bretaña y el Perú: Informes de los cónsules británicos 1826-1919</i> (tomo IV). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.</li><li>Dávalos y Lissón, Pedro (1926). <i>La primera centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y material del Perú en el primer siglo de su vida independiente</i> (tomo IV). Lima: Librería e Imprenta Gil.</li><li>Diario Oficial <i>El Peruano</i> – años 1868, 1869, 1870, 1871 y 1872.</li><li>Díaz Torres, Miguel Ángel. Blog <i>Del baúl bibliográfico lambayecano</i>.</li><li>García y García, Aurelio (1870). <i>Derrotero de la costa del Perú</i>. Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Izquierdo Castañeda, Jorge. Blog <i>Lambayeque: Camino al Bicentenario</i>.</li><li>Pareja Pfluker, Piedad (2015). <i>Del antiguo esplendor de Lambayeque</i>. Lambayeque: edición de la autora.</li><li>Quiroz, Alfonso W. (2013). <i>Historia de la corrupción en el Perú</i>. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.</li><li>Raimondi, Antonio (1874). <i>El Perú</i> (tomo I). Lima: Imprenta del Estado.</li><li>Revista <i>Ciudad y Campo y Caminos</i> – año 1928.</li><li>Romero, Emilio (2006). <i>Historia económica del Perú</i>. Lima: Fondo Editorial de la UNMSM.</li><li>Vargas Ugarte, Rubén (1971). <i>Historia general del Perú</i> (tomo IX). Lima: Editorial Milla Bartres.</li></ul></div></span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-79116357654255293472012-02-12T21:31:00.002-05:002012-02-13T16:31:08.050-05:00Augusto B. Leguía: 80 años después<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhZnnzyrJasq5Cal9wi2uq8Go42OQ-wwoqRrVTR4A1hLTCKBlK-ZBx5eJrBoswDH_FFbftDILL9HS8BR2gZEi1T1yAW58TKIBjY3zyUGEckqB1LhbH9AEkfbQ3PV9em8dHBr-Xi71DhAFm/s1600/Retrato+MPL+5.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhZnnzyrJasq5Cal9wi2uq8Go42OQ-wwoqRrVTR4A1hLTCKBlK-ZBx5eJrBoswDH_FFbftDILL9HS8BR2gZEi1T1yAW58TKIBjY3zyUGEckqB1LhbH9AEkfbQ3PV9em8dHBr-Xi71DhAFm/s320/Retrato+MPL+5.JPG" width="288" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El pasado lunes se han cumplido 80 años de la cruel muerte del ex presidente del Perú, don Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, uno de los personajes más interesantes y controvertidos de la historia nacional, personaje al cual no se le ha enfocado con la serenidad que da el paso de los años. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Leguía representa en nuestra historia, el final de la República Aristocrática (como denomina Basadre al período entre 1895 y 1919), preludiando la irrupción de las masas en la política en la década de 1930. Personaje de innegable desempeño, sin Leguía sería muy distinta la Historia del Perú.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Leguía nació en San José, en Lambayeque, el 19 de febrero de 1863. Su familia era de origen vasco, dedicada al comercio, y su abuelo tuvo destacada participación en la independencia. En su juventud luchó en los reductos de Miraflores (1881) y trabajando en diversas compañías de seguros y fundos azucareros hizo una fortuna. A los cuarenta años ingresó en la vida pública como Ministro de Hacienda, y fue Presidente de la República entre 1908-1912 y 1919-1930.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Leguía entró en la política con el Partido Civil, del cual se apartó, a medida que forjó su idea de lo que debía ser el Perú. En 1919 tuvo la virtud de hacerse representante de todas las clases: de la burguesía, del capital extranjero, de la clase media. Puso fin al poder político ostentado por la oligarquía civilista, aunque no tocó su sustento económico. Lejos de ser una simple dictadura personalista, el régimen de Leguía buscó modernizar al Perú en base a la clásica idea positivista de “orden y progreso”. Subrayó el crecimiento material del país, representado por la nueva fisonomía de la capital, el asfaltado y la construcción de nuevas urbanizaciones, el saneamiento de las principales ciudades, y la construcción de vías de comunicación, aumentando así el espíritu de empresa tanto particular como pública.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkHVCBMB-IhQgwxdZ38zGQ2_2Nb6eJ5ln2ecOgZqVqzoeZOhq0f3k4XqaeWCZMGmSJraQ_IY-9_rUE-bF0NBdipKaMjVAsLQkTYNMbRuSNooSGURDqBtL6oOejv72qqymFh7PKZ7TTp0rC/s1600/59648-d5Tk9Wq3Wk6Xx2I.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkHVCBMB-IhQgwxdZ38zGQ2_2Nb6eJ5ln2ecOgZqVqzoeZOhq0f3k4XqaeWCZMGmSJraQ_IY-9_rUE-bF0NBdipKaMjVAsLQkTYNMbRuSNooSGURDqBtL6oOejv72qqymFh7PKZ7TTp0rC/s400/59648-d5Tk9Wq3Wk6Xx2I.jpg" width="400" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pequeño de estatura y siempre bien vestido, Leguía no sólo atrajo devociones pasajeras e interesadas, sino también afectos hondos y perdurables, como lo revela la subsistencia de un partido (el Democrático Reformista), que funcionó varios años después de 1930 con el programa de vindicar su nombre. Fue un hombre centrado, pero que debido a la mucha adulación creyó ser indispensable para el progreso nacional. En su texto de renuncia, el 25 de agosto de 1930, pareciera estar demostrado al decir <i>“Si se cree que el Perú puede progresar sin mí, en buena hora. Pero lo esencial es que ese progreso no se detenga…”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El régimen leguiísta reformó la legislación imperante en aquella época. Frutos de esa época fueron la Constitución de 1920, que contenía importantes logros de la Constitución mexicana de 1917 y de la Constitución de Weimar; el Código Civil de 1936, cuya redacción se hizo en la década de 1920; el Código Penal de 1924, los nuevos Códigos de Procedimientos en Materia Criminal y el Código de Procedimientos Aduaneros, entre otros. También, a Leguía se le deben la legalización de las comunidades campesinas y los inicios de la legislación del empleado.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En materia social, Leguía buscó estimular una vigorosa clase media, defendiendo al indígena y condenando al gamonalismo llegando a combatirlo a sangre y fuego (como en el caso de la rebelión de Benel en Chota, pese a lo cual, varios gamonales fueron parlamentarios), creando así el Día del Indio (hoy Día del Campesino).</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En materia de defensa nacional, Leguía adquirió los primeros aeroplanos y los primeros submarinos para nuestras Fuerzas Armadas, cooperando como Ministro de Hacienda en la construcción de los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi. A Leguía, también se le debe la creación del Ministerio de Marina y la contratación de una Misión naval norteamericana. Igualmente, Leguía buscó organizar de forma eficiente a la Policía Nacional, al contratar una Misión de la Guardia Civil Española que trajeron un nuevo concepto del trabajo policial, con profesionalismo, disciplina y vocación de servicio.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV-kTdeRlTkMk3y3MZO-jqUXdGoaCy44cvJs9em-Xi6R7fklBGEdBmFFANkcU8pjvm4b4Hr7X-eqO45kOGjdxWQ-zcaP7upgm6cGpdTxPpj4RzcbOOmLQPAdlYANIJfywFp4VMN5IKHpIj/s1600/Mapa+del+Per%25C3%25BA+1940.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV-kTdeRlTkMk3y3MZO-jqUXdGoaCy44cvJs9em-Xi6R7fklBGEdBmFFANkcU8pjvm4b4Hr7X-eqO45kOGjdxWQ-zcaP7upgm6cGpdTxPpj4RzcbOOmLQPAdlYANIJfywFp4VMN5IKHpIj/s320/Mapa+del+Per%25C3%25BA+1940.jpg" width="204" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Además, su gobierno buscó delimitar nuestras fronteras. En su primer gobierno, resolvió los problemas con Brasil y Bolivia, mientras que en su segundo gobierno resolvió la cuestión de Colombia (de forma criticable) y consiguió la reincorporación de Tacna al suelo nacional, aunque se tuvo que ceder Arica. Las fronteras del Perú actual, son en gran parte obra de Leguía. Como dijo Raúl Porras, <i>“nuestros tratados de límites estuvieron a la altura de las circunstancias”</i>, un tema que ya tratamos en otro post.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En materia fiscal, como Ministro, Leguía creó nuevos impuestos y buscó asegurar nuevas fuentes de recursos para el Estado. Ya como Presidente, implantó el impuesto progresivo a la renta, creó el Banco de Reserva, anticipo del actual Banco Central de Reserva, defendiendo el valor de la moneda peruana, la cual apenas sí alteró su valor en diez años. No sólo eso, convencido de que era necesario irrigar la costa para ampliar nuestra frontera agrícola, beneficiando a los pequeños agricultores, Leguía contrató al ingeniero Sutton para desarrollar las obras de El Imperial en Cañete y Olmos en Lambayeque. Además, creó la Contraloría General de la República, para examinar la legalidad y corrección de los gastos públicos.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero como todo ser humano, junto a sus méritos y servicios positivos al Perú, Leguía exhibe también un lado negativo. Dio un golpe de estado, mediante el que derrocó a José Pardo y disolvió el Congreso, eligiendo a uno sumiso después. La experiencia de su primer gobierno, donde un bloque parlamentario le hizo continua oposición, y la experiencia de la caída de su sucesor Billinghurst en 1914 le habían servido de lección sobre los males del parlamentarismo, por lo que en la Constitución de 1920, robusteció el poder presidencial.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Don Augusto también llevó a cabo una política económica pródiga basada en la contratación de empréstitos, muchos de ellos para el desarrollo de grandes obras productivas, como el caso de las irrigaciones y el saneamiento de las ciudades. Sí bien bajo el gobierno de Leguía hubieron casos de corrupción, ello no significó que el Presidente fuera ladrón como se lo acusó. Por el contrario, Leguía murió pobre y endeudado, hasta el punto de que hasta su seguro de vida estaba hipotecado.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El régimen leguiísta no toleró ninguna oposición, ni frenó el servilismo. Las reelecciones sucesivas en las que se embarcó Leguía (1924 y 1929), afectaron su figura histórica. En sus mejores años le decían <i>“Júpiter Presidente”</i>, <i>“Viracocha”</i>, <i>“Gigante del Pacífico”</i> y cuando cayó fue atacado por todos aquellos a quienes había ayudado, salvo excepciones honrosas.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El gobierno de Leguía fue también manchado por los abusos en la aplicación de la Ley de la Conscripción Vial, ley promulgada con un fin positivo, y que acabó siendo considerada una de las manchas negras de la República. También se hirió al sentimiento nacional con algunas soluciones de límites, como los efectuados con Colombia y Chile, y también con el criticable arreglo de la cuestión La Brea y Pariñas.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Leguía quiso siempre tejer con los Estados Unidos una amistad duradera y una alianza de recíprocos intereses. Tenía la convicción de que el Perú no era querido en América del Sur, de allí lo fundamental de procurar un fuerte aliado que le devolviera a nuestro país la tranquilidad suficiente para consagrarse a su progreso. Por ello, aunque no lo justifica, Leguía fue demasiado deferente con los Estados Unidos.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRg3omGmD1MhmPaPGJj89I7OsY13NHMTI7AJJfRhCVHlBkn5PAmWATHbEqVJKHX_r3MxUBXU2_ccfIKXYkeAWKCopcRfYtlIvoXDzogILXM0y1DksFDQ5AkMW3MAuh_jBxP3lqzyogHe9y/s1600/C%25C3%25A1ceres+y+Legu%25C3%25ADa.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRg3omGmD1MhmPaPGJj89I7OsY13NHMTI7AJJfRhCVHlBkn5PAmWATHbEqVJKHX_r3MxUBXU2_ccfIKXYkeAWKCopcRfYtlIvoXDzogILXM0y1DksFDQ5AkMW3MAuh_jBxP3lqzyogHe9y/s320/C%25C3%25A1ceres+y+Legu%25C3%25ADa.JPG" width="320" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ninguno de los grandes personajes de nuestra historia fue un dios que hiciera todo perfecto, pero tampoco fueron demonios para hacer todo negativo. Fueron hombres, nada más que hombres, pero el fruto positivo que dejaron es superior al fruto negativo que pudieron dejar. No en vano, Haya de la Torre llegó a decir que Augusto B. Leguía <i>“fue el mejor presidente del Perú del siglo XX”</i>, a pesar de haber sido perseguido en su juventud por el mismo Leguía.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Luis Alberto Sánchez diría en su <i>Testimonio Personal</i>: <i>“Si se hace el balance de aquel período, habría que reconocer que, sin mengua del régimen represivo y policial y los abusos de poder por parte de algunos familiares y adherentes del Presidente, no era posible olvidar cierto orgullo público al ver a Leguía, en la plenitud de su capacidad y su poder, dirigiendo las ceremonias de los Centenarios de 1921 y 1924; su don de gentes; su empaque frío y señoril; su </i>savoir faire<i> político; la forma cómo se manejaba entre príncipes y embajadores, cardenales y arzobispos, </i><i><span lang="ES-PE">llamáranse</span></i><i> como se llamaran. Aquel viejito fisgón, de ojos resueltos y perenne sonrisa cortés, de ademanes medidos, erguido, ágil, tenía pasta de monarca. Coronado por el sombrero de pelo, protegido bajo su </i>pardessus<i> de neto corte londinense, daba la impresión de un cazador en perpetuo acecho”</i>.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLPlAj4yguYW7pVeA2LN8DfeZN_oSZJHj-IXFbaBblvIAVYPooZSrg65JBzBYgkDNUkeNT1Po-9YoFlJuLSUK0m86OcvgEzQiLdHkV6Uk01mqnx4I4s05wfyyI9rFbbaZJgEI9zQKFUq40/s1600/59645-a6Sz8Hb7Pm3Uk2P.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLPlAj4yguYW7pVeA2LN8DfeZN_oSZJHj-IXFbaBblvIAVYPooZSrg65JBzBYgkDNUkeNT1Po-9YoFlJuLSUK0m86OcvgEzQiLdHkV6Uk01mqnx4I4s05wfyyI9rFbbaZJgEI9zQKFUq40/s320/59645-a6Sz8Hb7Pm3Uk2P.jpg" width="320" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de haber gobernado el Perú durante 11 años, Leguía sufrió la venganza de los sectores desplazados con su gestión. Su casa fue saqueada, incendiada y demolida, y el mismo Leguía fue encarcelado y juzgado por un Tribunal al margen de los tribunales de justicia. Se le negó el derecho a defenderse y los servicios médicos que su salud requería. Agobiado por una prostatitis, Leguía solo contó con la compañía de su hijo Juan. Cuando fue llevado al hospital de Bellavista, ya era tarde para él. Sus enemigos incluso quisieron matarlo con una bomba. Dios se apiadó de él: Leguía murió la madrugada del 6 de febrero de 1932, pesando poco más de <metricconverter productid="30 kilogramos" w:st="on">30 kilogramos</metricconverter>. Ni siquiera tenía un traje apropiado para su delgadez, por lo que fue enterrado con un traje prestado por uno de sus antiguos Ministros. Una multitud acudió a su funeral.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 6pt 0cm;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pese a todo, su muerte no fue suficiente. Se buscó extirparlo de la historia nacional. El silencio y el olvido cayeron sobre su memoria, olvidando sus obras. Federico More, que lo combatió cuando estaba en el poder, diría tras su muerte, que Leguía fue audaz como Piérola y vivaz como Castilla, pero que terminó desdichado como Salaverry, reconociendo que ocupaba sitio junto a los varones esenciales de nuestra República. Su muerte en medio de la pobreza y con cristiana resignación, después de ser derrocado y de haber vivido el infierno en las mazmorras del Panóptico, no tiene paralelo en nuestra historia y lo dignifica al extremo. Y sin embargo, parece que su figura recobra interés en una serie de artículos en diferentes medios de prensa (Caretas, La República, Correo, La Primera, por mencionar algunos) por su aniversario luctuoso, como una suerte de repulsa a la indignidad que significó su lento martirio en las mazmorras de la Penitenciaria.</span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-60346588984693383512011-12-27T18:11:00.000-05:002011-12-27T18:11:32.279-05:00Lambayeque en 1863 (II)<div align="center" style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">III</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjj2n7IcZnMzER6QAsByBgnI7WHlkQFnVepeXwcGh6QC4jxP3QZ2kU4RYxb0nu5jUSNWQI8VIQim9N7494RBlPh2ONZnB5RF_4Z_9ie0BitesODxY2udrbe90nxLTB8uQGBJ3jDI5WVaUCt/s1600/Plaza+de+Lambayeque+1897.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="210" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjj2n7IcZnMzER6QAsByBgnI7WHlkQFnVepeXwcGh6QC4jxP3QZ2kU4RYxb0nu5jUSNWQI8VIQim9N7494RBlPh2ONZnB5RF_4Z_9ie0BitesODxY2udrbe90nxLTB8uQGBJ3jDI5WVaUCt/s320/Plaza+de+Lambayeque+1897.jpg" width="320" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Entre 1820 y 1840, Lambayeque formaba parte del departamento de <personname productid="La Libertad" w:st="on">La Libertad</personname>, pero su situación se mantuvo en un punto muerto por la profunda desarticulación interna de la economía peruana tras las guerras de independencia y la consolidación nacional. Sin embargo y a pesar de la creación de <personname productid="la Aduana" w:st="on">la Aduana</personname> de Lambayeque en 1827 y de <personname productid="la Beneficencia Pblica" w:st="on">la Beneficencia Pública</personname> en 1836, la ciudad inició una lenta e irremisible decadencia, que comenzó en 1828, cuando a causa del fenómeno del Niño, el cual ya había afectado a la ciudad en 1791 y en 1815, las lluvias torrenciales y el desborde del río entre el 14 y 16 de marzo, inundaron la ciudad de Lambayeque destruyendo numerosas viviendas, perdiéndose grandes extensiones de terrenos cultivables, agravándose la situación con el terremoto del 30 del mismo mes, lo que empobreció a la población dando lugar a que se entablase numerosas demandas por deudas y a que lo poco que se podía recaudar como contribuciones se invierta en la provincia. Las constantes levas hacían más difícil el cobro de los impuestos, pues los tributantes abandonaban sus hogares, huyendo para no ser levados. Para colmo, los pocos efectivos del orden no podían tampoco dar seguridad a los pueblos apartados, muestra de la desorganización inicial de <personname productid="la Repblica." w:st="on">la República.</personname></span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Tras el desastre, la importancia de Lambayeque empezó a decrecer en provecho del pequeño pueblo de Chiclayo, que se convirtió en el nuevo eje regional, con la cual comenzó una rivalidad que duró a lo largo del siglo XIX, y que se expresaba en detalles como la filiación política, pues si Lambayeque apoyaba a un determinado caudillo (Santa Cruz en 1836, Vivanco en 1856 y Prado en 1867), los chiclayanos apoyaban al caudillo opuesto (Salaverry en 1836, Castilla en 1856 y Balta en 1867). La rivalidad incluso llegó a aflorar en devociones religiosas como en mayo de 1834, durante la fiesta de San Isidro en Chiclayo, llegando el Gobierno al extremo de enviar batallones para controlar el orden entre ambas ciudades (1853). En medio de las vicisitudes del breve gobierno del general Felipe Santiago Salaverry, gracias a las gestiones de José Leonardo Ortiz, en abril de 1835, se elevó a Chiclayo a la categoría de Ciudad y se creó la creación de la provincia de Chiclayo, medida confirmada por el gobierno restaurador del mariscal Agustín Gamarra en marzo de 1839.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy8R64EL5boUiQvviyp52CJVVMDsgLzc6xIqTfB6pYhE0RMd9TLgYMuWmDTPpHKSGP_cBRf22RuMxJ8nE1xcL7tNPrlm0hHSUcsE9ynQTBoY4R0Ydp1gAxWmBCa_D9sIJpqToIWuFPcOLf/s1600/Lambayeque+1864.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="243" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy8R64EL5boUiQvviyp52CJVVMDsgLzc6xIqTfB6pYhE0RMd9TLgYMuWmDTPpHKSGP_cBRf22RuMxJ8nE1xcL7tNPrlm0hHSUcsE9ynQTBoY4R0Ydp1gAxWmBCa_D9sIJpqToIWuFPcOLf/s320/Lambayeque+1864.JPG" width="320" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">En el censo de 1853, Lambayeque contaba con 8551 habitantes, lo que indica, al margen de las deficiencias metodológicas, que la población disminuyó en un 28,88% con respecto al censo de 1784, confirmando la decadencia lambayecana y el creciente empuje chiclayano. Además, a mediados del siglo XIX los nuevos buques de vapor exigían mejores puertos que el Puerto Mayor de San José (la antigua Santa Rosa de Lambayeque), por lo que paulatinamente Pimentel y Eten, puertos de la provincia de Chiclayo, pasaron a ser los puertos de desembarque y embarque de mercaderías, lo que se consolidaría en los años 1870 con las empresas ferroviarias y portuarias de Eten y Pimentel.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Pero pese a ello, se vislumbraban expectativas de recuperación para Lambayeque. El arroz, como en los tiempos virreinales y como en la actualidad, formaba parte integral de la economía lambayecana. Lo mismo sucedía con el azúcar. Hacia 1875, de las 235 plantaciones de caña de azúcar a nivel nacional, 62 plantaciones estaban en la nueva provincia de Chiclayo y 29 en la provincia de Lambayeque. Además, el estanco chileno del tabaco se proveía en Lambayeque, hasta su supresión en 1872, y la casa Delgado Hermanos e Hijos cultivó tabaco en las haciendas de Batán Grande y <personname productid="La Vi�a" w:st="on">La Viña</personname>, y en Motupe, manteniendo la posesión de estos contratos hasta 1869, tras lo cual cesaría el cultivo del tabaco en Lambayeque, perdiéndose tan lucrativa industria.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">En enero de 1868, las fuerzas del coronel José Balta triunfaron sobre las tropas del gobierno del coronel Mariano Ignacio Prado en Chiclayo. Como si eso no fuera suficiente, poco después estalló la terrible epidemia de fiebre amarilla, que diezmó a Chiclayo y a los pueblos vecinos. Pero increíblemente y pese a ser un lugar rodeado de charcas y lagunas de agua estancada propicias para desarrollar miasmas palúdicos y malas condiciones sanitarias, Lambayeque <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“no fue atacada por la fiebre amarilla que grasaba en todas las poblaciones situadas en sus alrededores; y si hubo algunos enfermos fueron personas que trajeron el mal de fuera”</i>. La escasez de víveres llegó a un extremo desesperado en Chiclayo: el queso, el trigo, las papas, la carne y demás productos de la sierra faltaron, pues los pobladores de esa región se abstenían de bajar a la costa, por miedo a enfermarse, lo que favoreció que algunos comerciantes acapararan alimentos y se hicieran ricos. Pese a la epidemia, Raimondi comentaría en 1868, que en Lambayeque se observaban muestras de una antigua opulencia, pero que <em><span style="font-family: "Arial", "sans-serif";">"si actualmente Chiclayo progresa todos los días, Lambayeque va al contrario, decayendo un poco; se diría que la primera población le absorbe toda su vida; aún su principal industria, la fabricación de jabón, tan floreciente en el siglo pasado, está actualmente abatida..."</span></em></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn-jcwUihtF0K0hJaVRoU3fnB9VmVPDiplAJOuaQg2fQEssv96atGYxEY36E1BcCHYjzdtbtZEsJ1D4iprXhsQRefrfPxV6OMp34ZsWm_J5x-pcXH8x7y1yyOy7PAHM33-4_vm1W1Gsa_h/s1600/Manuel+Pardo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="185" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn-jcwUihtF0K0hJaVRoU3fnB9VmVPDiplAJOuaQg2fQEssv96atGYxEY36E1BcCHYjzdtbtZEsJ1D4iprXhsQRefrfPxV6OMp34ZsWm_J5x-pcXH8x7y1yyOy7PAHM33-4_vm1W1Gsa_h/s200/Manuel+Pardo.jpg" width="200" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Pero faltaba la estocada final: en marzo de 1871, un devastador Fenómeno del Niño, selló la decadencia de Lambayeque, otrora rica, ostentosa y señorial, digna émula de Trujillo y Piura. No en vano el sabio Raimondi dijo que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la población de Lambayeque tiene en el río que la baña, su ruina y su sentencia de muerte, hallándose amenazada casi todos los años por inundaciones”</i>. La noche del 13 de marzo, las aguas inundaron la ciudad y convirtieron literalmente en canales las calles de la ciudad, registrándose en los muros de <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname> de San Pedro, un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Hasta aquí llegaron las aguas el 71”</i>: <metricconverter productid="1 metro" w:st="on">1 metro</metricconverter> y 10 de altura. Las consecuencias de la inundación de 1871 fueron terribles: se perdieron las cosechas, la tierra se convirtió en pantanos, y los caminos se hicieron impracticables. De tal forma que cuando el 1º de diciembre de 1874, el presidente Manuel Pardo creó el departamento de Lambayeque, la capitalidad del departamento pasó a Chiclayo, que así ganó definitivamente la puja con Lambayeque sobre la capitalidad del antiguo partido de Saña.</span></div><div align="center" style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">---</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9D2lXzjMgn7wwUeexRh5Gz6yeLZHWmubcv1gMQdu2rVjTiH774Uf8npIU_NnRkSV-S2bRoUBC0D4GWZyir6Z7bZVz9OQVYoaI_KTVSBysRTYhulFmFGGld4QqTN9TOhD9x_VjnMWsVwQp/s1600/Legu%25C3%25ADa.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9D2lXzjMgn7wwUeexRh5Gz6yeLZHWmubcv1gMQdu2rVjTiH774Uf8npIU_NnRkSV-S2bRoUBC0D4GWZyir6Z7bZVz9OQVYoaI_KTVSBysRTYhulFmFGGld4QqTN9TOhD9x_VjnMWsVwQp/s1600/Legu%25C3%25ADa.JPG" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Fue en este ambiente de decadencia de esta ciudad, originalmente una reducción indígena, luego una opulenta villa colonial, donde pasó sus primeros años de vida, quien sería el presidente que gobernó más tiempo en el Perú: Augusto B. Leguía.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><br />
</div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">BIBLIOGRAFÍA</span></b></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">BASADRE, J. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia de <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname> del Perú 1822-1933</i>. Diario <personname productid="La Repblica-Universidad Ricardo" w:st="on">La República-Universidad Ricardo</personname> Palma. 8º edición. Lima, 1999.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">CAMINO CALDERÓN, C. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El daño</i>. Ediciones PEISA. Lima, 1973.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">IZQUIERDO CASTAÑEDA, J. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Casa de <personname productid="la Real Aduana" w:st="on"><personname productid="la Real" w:st="on">la Real</personname> Aduana</personname> en Lambayeque</i>. En: Suplemento Dominical. Diario <personname productid="La Industria. Chiclayo" w:st="on"><personname productid="La Industria." w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Industria</i>.</personname> Chiclayo</personname>, 13 de noviembre de 2005.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">IZQUIERDO CASTAÑEDA, J. <personname productid="La Plaza" w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Plaza</i></personname><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> de Armas de Lambayeque</i>. En: Suplemento Dominical. Diario <personname productid="La Industria. Chiclayo" w:st="on"><personname productid="La Industria." w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Industria</i>.</personname> Chiclayo</personname>, 12 de febrero de 2006.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">IZQUIERDO CASTAÑEDA, J. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sociedad Secreta se reunió en casa de Pascual Saco</i>. En: Suplemento Dominical. Diario <personname productid="La Industria. Chiclayo" w:st="on"><personname productid="La Industria." w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Industria</i>.</personname> Chiclayo</personname>, 12 de agosto de 2007. pp. 4-5.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">LEÓN BARANDIARÁN, A. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mitos, leyendas y tradiciones lambayecanas. Contribución al folklore peruano</i>. Club de Autores y Lectores de Lima. Lima, 1938.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">LEQUANDA, J. I. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Descripción del Partido de Saña o Lambayeque</i>. En: <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Mercurio Peruano. </span>Tomo IX Nº 1.2.3.4. Lima, 1793.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">MENDOZA SAMILLÁN, E. R. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lambayeque en el siglo XIX</i>. Alberto Vélez de Villa Mesa Editor. Chiclayo, 2008.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">MENENDEZ RÚA, Á. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Boceto Histórico de <personname productid="la Yglesia" w:st="on">la Yglesia</personname> de Lambayeque</i>. Imprenta <personname productid="La Gaceta. Lambayeque" w:st="on">La Gaceta. Lambayeque</personname>, 1935.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">MIRANDA, R. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Monografía del Departamento de Lambayeque</i>. El Tiempo. Chiclayo, 1927.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">PARDO, M. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ensayo sobre el Partido de Saña o Lambayeque en la colonia</i>. En: MC EVOY, C. <personname productid="La Huella Republicana" w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Huella Republicana</i></personname><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Liberal en el Perú. Manuel Pardo. Escritos fundamentales</i>. Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima, 2004.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">REBAZA, N. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Anales del Departamento de <personname productid="La Libertad" w:st="on">la Libertad</personname> en <personname productid="la Guerra" w:st="on">la Guerra</personname> de <personname productid="la Independencia. Editorial" w:st="on">la Independencia<span style="font-style: normal;">. Editorial</span></personname><span style="font-style: normal;"> EDIGRAFI. Trujillo, 1971.</span></i></span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-3989213855184851492011-12-27T17:09:00.006-05:002011-12-27T18:06:20.490-05:00Lambayeque en 1863 (I)<div align="center" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: ""sans-serif"", "serif"; font-size: 8.5pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.5pt;">Hoy, 27 de diciembre, se conmemora un aniversario más del grito de independencia, que haría que Lambayeque fuese declarada "Benemérita" por el Primer Congreso Peruano. Estos párrafos son parte de un trabajo efectuado sobre Augusto B. Leguía, donde describe tanto el origen, apogeo y decadencia de Lambayeque entre los siglos XVI y XIX, y sirvan como mi conmemoración de esta fecha.</span><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"></span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzw8Bfzv7-BdlwADnidLmsTelJBHmm_c9tcKHSSi8y50BxZsa30R6jth4MLiyayecYVlwicDyp1yV5FnIL9X8EMkrzzSK97g07jcRdS46zaBO5oI-QVZPindSyCcXyKL5xCo3luLhyUEni/s1600/El+Per%25C3%25BA+ilustrado+1887+a.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzw8Bfzv7-BdlwADnidLmsTelJBHmm_c9tcKHSSi8y50BxZsa30R6jth4MLiyayecYVlwicDyp1yV5FnIL9X8EMkrzzSK97g07jcRdS46zaBO5oI-QVZPindSyCcXyKL5xCo3luLhyUEni/s200/El+Per%25C3%25BA+ilustrado+1887+a.JPG" width="146" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">En 1863, la ciudad norteña de San Pedro de Lambayeque, conservaba aun su aire colonial. Al norte de la ciudad corría el río, llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Faquisllanga</i> en los tiempos prehispánicos, conocido actualmente como Chancay o de Lambayeque, mientras que al sur corre una vertiente del mismo, y más al sur, al costado del camino a Chiclayo un campo de dunas con amplia vegetación, como eucaliptos, molles y algarrobos. Al norte, atravesando el río, existía (y aún existe) una pampa semidesértica en el camino a la cercana localidad de Mochumí. La ciudad estaba rodeada por vastas extensiones de bosques secos ecuatoriales, cuya vegetación estaba compuesta de especies adaptadas a las duras condiciones del norte del Perú, como los algarrobales y los ceibales. En esos bosques, pastaban rebaños productores de lana y sebo.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><personname productid="La Plaza" w:st="on"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">La Plaza</span></personname><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;"> mayor o principal, era limpia y cuadrada, con una antigua pileta en el centro. Seguramente tenía alguna arboleda, mayor que la de los años coloniales, en los cuales, <personname productid="La Plaza" w:st="on">la Plaza</personname> servía para los ejercicios militares de las milicias locales. Desde 1791, para las fiestas navideñas, aproximadamente hasta los años 1880, <personname productid="La Plaza" w:st="on">la Plaza</personname> se adornaba con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“toldos”</i>, es decir, con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“cuartos o salones amplios, improvisados con palos y cañas, petates, esteras, etc., forrados en madapolán o picardía (ricos géneros blandos de la época) y llenos de billares u otros juegos (bolos, trucos, etc.) y de mesas para exhibir las viandas, despacharlas y comerlas”</i>, todas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“encendidos como ascuas, por un cúmulo de luces y farolillos de color”</i>.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwtrR3o-MFIAMtrYpsisOPthD6L34Xb4-2Yo57trG-K4HATFysBqA_DxdVKRZGUWRPI4NSk_LXgEJvKa61HNTdzXZTZcLbvobJS9gzwpVrdXcA5bu6WHj4l9aelFE9xs0b1nK2D5CBfYmf/s1600/El+Per%25C3%25BA+ilustrado+1887+b.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwtrR3o-MFIAMtrYpsisOPthD6L34Xb4-2Yo57trG-K4HATFysBqA_DxdVKRZGUWRPI4NSk_LXgEJvKa61HNTdzXZTZcLbvobJS9gzwpVrdXcA5bu6WHj4l9aelFE9xs0b1nK2D5CBfYmf/s200/El+Per%25C3%25BA+ilustrado+1887+b.JPG" width="147" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">A la plaza la rodeaban las calles San Roque (hoy Dos de Mayo; cuyas cuadras tenían distintas denominaciones como del Río, del Cabildo y de <personname productid="la Aduana" w:st="on">la Aduana</personname>), del Comercio (hoy Ocho de Octubre; en la época colonial llamada de los Mercaderes y en 1825 de <personname productid="la Independencia" w:st="on">la Independencia</personname>), <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ña</i> Medina (hoy Atahualpa; su nombre se debía a dos vecinas propietarias de dos solares en dicha manzana, doña Teodora y doña Teresa Medina y Búcaro, descendientes de una familia avecindada en Lambayeque tras la ruina de Saña) y San Isidro (hoy Simón Bolívar; continuación de la recta de Alto Perú). En el perímetro de la plaza estaban, partiendo desde la esquina de San Roque y Escribanos, <personname productid="la Municipalidad" w:st="on">la Municipalidad</personname>, <personname productid="la Aduana" w:st="on">la Aduana</personname> en la siguiente cuadra, varias casonas particulares como las de los Leguía, los Iturregui y los Salcedo completaban el perímetro, hasta llegar por último y no menos importante, a <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname> de San Pedro.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">Los arrabales estaban al oeste y al este, alrededor de la ciudad. El centro de la ciudad estaba lleno de casonas solariegas. Estas casonas estaban hechas de materiales tradicionales: adobe en el primer piso y quincha en el segundo. La mayoría de las casonas tenían dos pisos con balcones y enrejados, de los que actualmente quedan muy pocas muestras. Al este de la plaza existe una colina que era cruzada por la calle conocida como Alto Perú (hoy Bolívar).</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">En <personname productid="La Plaza" w:st="on">la Plaza</personname>, se vendían todos los días los productos producidos por los poblados aledaños. Los pescadores de San José vendían róbalos, tollos y rayas, pescados en sus caballitos de totora. De Chongoyape, se traía cacao y café. Desde Illimo llegaban las vivanderas que ofrecían la densa chicha contenida en odres. De las huertas de Jayanca, se traían los racimos de uvas en canastos de carrizo. Los arrieros de Olmos traían tamarindo de Piura, brea de Amotape, azufre de Sechura, y paja toquilla que los balseros paiteños obtenían en Guayaquil. Los comerciantes de San Pedro de Lloc exhibían oloroso anís de Paiján, lana de ovejas cajamarquinas y añil de Costa Rica. Los habitantes de la cabecera de la sierra traían trigo, cebada y papa seca. Los indígenas de Catache, y los brujos de Salas ofrecían medicinas para todo tipo de males.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ffSQLFgmzYR0_2sqq_F4P6CY7PLHnbjW_XFyyWOLQvmCjei8nMjbCePquJ-DFbApSQlkOhNAyCVRm7eraZtjZyaU6g73dmGfesprZNOnITyIxMmOYZudOcRH546MzwSBlNgl6YPFukuW/s1600/Casa+Montjoy+1.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ffSQLFgmzYR0_2sqq_F4P6CY7PLHnbjW_XFyyWOLQvmCjei8nMjbCePquJ-DFbApSQlkOhNAyCVRm7eraZtjZyaU6g73dmGfesprZNOnITyIxMmOYZudOcRH546MzwSBlNgl6YPFukuW/s320/Casa+Montjoy+1.jpg" width="320" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">Importantes eran también la recta de San Antonio, Santa Catalina (también conocida como de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“mano peluda”</i>, en cuya esquina con San Roque, se hallaba <personname productid="la Casa" w:st="on">la Casa</personname> de <personname productid="la Logia" w:st="on">la Logia</personname>, de importante papel en la independencia de Lambayeque), de <personname productid="la Gallera" w:st="on">la Gallera</personname> (conocida a inicios del siglo XX como Mariano Pastor Sevilla, hoy llamada José de San Martín), del Mercado, Callejón Rojo, de doña Rosa Cotera de los Ríos, del Correo y del Molino, todas las cuales formaban una sola recta, que desde 1866 sería llamada Constitución (sería en el siglo XX que llegaría al actual nombre de Miguel Grau); Chancay (llamada así por conducir a las chacras del valle de Chancay, actualmente llamada Francisco Bolognesi), del arrabal de Vulcano (hoy Juan Manuel Iturregui), Tres Cruces (hoy Junín), de <personname productid="la Ladrillera" w:st="on">la Ladrillera</personname> (hoy 28 de julio), del Palmo (hoy Huáscar) y Tancún (hoy Emiliano Niño).</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK5Hi1b3wENTAR1IwqEIThpnImCDFdoILXO2zzTXJcanxSHCwFg29xbQJZud6hazsf5kbhw2_Vm_HXLXYlxh0CjWNpYz6Y_ZhLw1WojQientvQppIzgU6kYiuXDXInUn0QDeY0UwIZyxSF/s1600/Iglesia+San+Pedro+1911.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK5Hi1b3wENTAR1IwqEIThpnImCDFdoILXO2zzTXJcanxSHCwFg29xbQJZud6hazsf5kbhw2_Vm_HXLXYlxh0CjWNpYz6Y_ZhLw1WojQientvQppIzgU6kYiuXDXInUn0QDeY0UwIZyxSF/s200/Iglesia+San+Pedro+1911.jpg" width="161" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Desde cualquier calle se podía contemplar la torre octogonal de <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname> de San Pedro, donde el maestro trujillano Nicolás Zevallos colocaría en 1864 un reloj donado por don Manuel Salcedo. La construcción de <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname> de San Pedro había empezado en 1563 y tras haber sido afectada por el fenómeno del Niño de 1720, fue refaccionada, siendo concluida en 1739. <personname productid="la Iglesia" w:st="on">La Iglesia</personname> contaba con 3 puertas de arco, que aun existen. La principal tiene a sus costados una columna con pedestal, sosteniendo un frontón inconcluso, en cuyo centro superior existe una ventana. <personname productid="la Iglesia" w:st="on">La Iglesia</personname> era magnífica por dentro: su altar mayor (el segundo en su historia) estaba hecho de pan de oro, que se perdería en un incendio en 1891.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Al costado de <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname>, formando una calle lateral, se alineaban las capillas de San Francisco, Santa </span><span lang="ES-PE" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-PE;">Catalina</span><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">, San Roque y Santa Lucía, parroquias autónomas, existentes desde inicios del siglo XVII. Durante <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname>, Santa Catalina y Santa Lucía fueron rematadas, sobreviviendo San Roque y San Francisco, funcionando sus pilas bautismales hasta 1863 en que San Pedro quedó como única parroquia local. En la actualidad, de las antiguas capillas laterales, sólo se conserva la capilla de San Francisco, la cual está siendo refaccionada, y la fachada de la capilla de Santa Catalina, la cual se encuentra tapiada.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Los vecinos eran gente honesta, trabajadora: eran comerciantes nacionales y extranjeros, labradores y artesanos. Había una mayor cantidad de indígenas, seguidos por los mestizos, los pardos, los blancos y los negros. Incluso había varios consulados, como el italiano y el norteamericano, situados en las Casa Descalzi y Montjoy respectivamente. En la zona este de la ciudad se hallaba el Hospital de Belén, fundado en 1781. Además algo alejadas de la ciudad, se hallaban las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“tinas”</i> donde, en tiempos coloniales, se fabricaba jabón y se </span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">curtía</span><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;"> cuero.</span></div><div align="center" style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">I</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">El nombre antiguo de la ciudad fue <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Yampallec</i>, pero los españoles la llamaron Lambayeque cuando pasaron por allí a fines de octubre de 1532. Al efectuarse los primeros repartimientos, Lambayeque estuvo asignado al conquistador Juan de Barbarán y San Pedro, personaje muy cercano al Marqués Pizarro, hasta el punto que fue quien enterró los restos del Conquistador, casi a escondidas, aquella trágica noche del 26 de junio de 1541. Fundada en la segunda mitad del siglo XVI, en una fecha que no ha llegado hasta nosotros, aunque la tradición la ubica en 1553, San Pedro de Lambayeque era sólo una reducción indígena, una urbe de adobes, con techos de vigas de sólida madera de algarrobo.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoCvaUyu6k4cEG1c9ysXTpISR_BzWq4tkuU4NivEldddvt2cdmOT6iRK-gZPbwTFeM9tBIylvYXIibgzLSlSYUQ592LBuNHVIV2Omc-Evw0PXWV2DqV-aFRwxqfc9QI59jSGaTUUa55XHV/s1600/Mapa+de+Lambayeque+1784.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="229" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoCvaUyu6k4cEG1c9ysXTpISR_BzWq4tkuU4NivEldddvt2cdmOT6iRK-gZPbwTFeM9tBIylvYXIibgzLSlSYUQ592LBuNHVIV2Omc-Evw0PXWV2DqV-aFRwxqfc9QI59jSGaTUUa55XHV/s320/Mapa+de+Lambayeque+1784.JPG" width="320" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Es a partir del siglo XVII que Lambayeque se convierte en una urbe española, con las calles partiendo de una plaza. El saqueo de la opulenta ciudad de Saña por el pirata Davis en 1686 y su destrucción por una inundación en 1720, llevaron a su abandono por las autoridades y pobladores en provecho de Lambayeque. En 1784, según el Obispo Martínez de Compañón, Lambayeque contaba con 12,024 habitantes, contando con más de 50 tinas y trapiches con importantes volúmenes de producción, contando con el importante puerto de Santa Rosa de Lambayeque. La población estaba conformada por habitantes de diferentes etnias: españoles, mestizos en menor cantidad, indígenas, negros esclavos, mulatos y zambos.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">La importancia de Lambayeque era tal, que tras la creación de las intendencias en 1781, entró a formar parte de la intendencia de Trujillo como cabeza del partido de Saña, que abarcaba los valles de <personname productid="La Leche" w:st="on">La Leche</personname> (o Motupe), Chancay (con sus tres vertientes: canal Taymi, Lambayeque y Reque) y Saña. <personname productid="La Corona" w:st="on">La Corona</personname> se preocupó por promover el desarrollo de la ciudad, fundando instituciones como el Colegio del Príncipe y el Hospital de Belén, que sólo estaban en ciudades importantes.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">La principal riqueza lambayecana era la agricultura, favorecida gracias a un suelo feraz. Sus variados frutos alimentaron en tiempos coloniales un comercio constante y frecuentado con los importantes mercados de Lima, Guayaquil, Panamá y Chile. La importancia de Lambayeque llamó la atención de los virreyes y por ende, del gobierno de la metrópoli que dirigía una protección que, aunque mal dirigida por la doctrina económica de la época, el mercantilismo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“no era por ello menos solícita y casi paternal”</i> en palabras de Manuel Pardo, siendo disculpable era que la corona española estancara el tabaco y reglamentara la industria de los cordobanes.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Después del tabaco, del arroz y del azúcar, el principal movimiento agrícola y comercial que se realizaba era la cría y engorde del ganado vacuno y cabrío para el que los algarrobales y prados naturales de la zona daban ancho campo. Pero no quedaba aquí el movimiento comercial de la zona. Aunque no tan extensa como las anteriores, no era menos importante la industria de tejidos tanto de paja como de algodón. Entre los primeros figuraban los sombreros y los petates. El cultivo del algodón servía apenas para el tejido local.</span></div><div align="center" style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">II</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbaSF70aZixR1V0Dda5bicYi0G38VWfqCRFyEvpoNykS2yI-OfDCTDJ8F6r7XvBp7vuy4Qa1qaFNv8IThKOIegVtHQNfrI4ckag42Y8hn2zJ20T6UpwxXzyoJ7L8MsmeGPbEcP0AZiEx4Z/s1600/1924-29%252520varios%2525208c%252520negro.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbaSF70aZixR1V0Dda5bicYi0G38VWfqCRFyEvpoNykS2yI-OfDCTDJ8F6r7XvBp7vuy4Qa1qaFNv8IThKOIegVtHQNfrI4ckag42Y8hn2zJ20T6UpwxXzyoJ7L8MsmeGPbEcP0AZiEx4Z/s200/1924-29%252520varios%2525208c%252520negro.jpg" width="169" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD;">Al iniciar el siglo XIX, Lambayeque fue uno de los principales focos de insurrección patriota. El caudillo de los patriotas en Lambayeque fue Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, quien en 1820 era Alcalde de españoles y Coronel de las Reales Milicias de Ferreñafe, con la cooperación de su hermano José Ignacio; de Antonio López Vidaurre, Alcalde de Primera Nominación; de Melchor Sevilla, Alcalde de Segunda Nominación; del síndico procurador Mariano Quesada y Valiente; del coronel de milicias Juan del Carmen Casós; del capitán de milicias Pascual Saco Oliveros, de los hermanos José, Santiago y Romualdo de Leguía y Meléndez, y de numerosos ciudadanos, cuyos nombres se pueden leer en la actualidad en cuatro piletas de mármol en cada esquina de la Plaza de Armas de Lambayeque, llamada precisamente “27 de diciembre”.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Es punto de controversia entre los lambayecanos y los trujillanos, qué población juró primero la independencia. Los lambayecanos sostienen que lo hicieron el 27 de diciembre de 1820, es decir dos días antes que los trujillanos, existiendo varias evidencias documentales que lo confirmarían, aunque el memorialista liberteño Nicolás Rebaza sostenga lo contrario, afirmando que el Acta del 27 se firmó en secreto, haciéndose pública recién después de recibir el aviso de la proclamación en Trujillo el 29.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjepjJHgDcXXSPakUcFqbP3Imr28rs_bngd_7OyUrCHIPI7Go_hq84799dqx9TUaqbrR0ndA_RMZwhBxauboamye15_3WlbbvGVPZnYOqKanCdTAPTgxGZzh7BNE29YNuVRUi2uEn75IbkZ/s1600/1924-29%252520varios%2525201s%252520sepia.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjepjJHgDcXXSPakUcFqbP3Imr28rs_bngd_7OyUrCHIPI7Go_hq84799dqx9TUaqbrR0ndA_RMZwhBxauboamye15_3WlbbvGVPZnYOqKanCdTAPTgxGZzh7BNE29YNuVRUi2uEn75IbkZ/s200/1924-29%252520varios%2525201s%252520sepia.jpg" width="167" /></a></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">El hecho es que el 27 de diciembre, desde tempranas horas, llegaron a Lambayeque, las milicias de Ferreñafe a órdenes del capitán Baltasar Muro, un grupo de patriotas chiclayanos al mando de José Leonardo Ortiz, y milicianos de los pueblos cercanos, que sumados a los patriotas lambayecanos, podían derrotar fácilmente a las dos compañías de Dragones, las cuales, compuestas por 84 hombres al mando del sargento mayor Antonio Gutiérrez de <personname productid="la Fuente" w:st="on">la Fuente</personname> se atrincheraron en el local de <personname productid="la Aduana. Esa" w:st="on">la Aduana. Esa</personname> noche y tras la conminación de Pascual Saco, quien ingresó solo y desarmado a <personname productid="la Aduana" w:st="on">la Aduana</personname>, los Dragones se rindieron, permitiéndose su retirada a Trujillo, evitando un inútil derramamiento de sangre, tras lo cual el Cabildo, ya con el Acta firmada en la casa de don Melchor Sevilla (actual esquina de 8 de Octubre y Bolívar, detrás de la Iglesia de San Pedro), juró la libertad, proclamando la independencia de Lambayeque. El 31 de diciembre, tras enterarse de los hechos de Trujillo, se volvió a jurar la independencia en dos actos: uno, más popular, en las primeras horas de ese día, en la casa del síndico Quesada y Valiente, y otro, de carácter más protocolar, horas más tarde, en el Cabildo. Pocos días después, el 14 de enero de 1821, se proclamó solemnemente la independencia.</span></div><div style="line-height: 150%; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial", "sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 150%;">Los patriotas reunieron dinero para ayudar al general don José de San Martín y su ejército en Huaura, y formaron dos escuadrones de 800 hombres al mando de Iturregui y de Pascual Saco Oliveros, tropas que serían la base para el Regimiento de Coraceros del Perú, que instruidos por el comandante tarapaqueño Ramón Castilla, fueron llamados Húsares del Perú y que tras decidir la victoria peruana en la batalla de Junín en agosto de 1824, serían llamados Húsares de Junín. Antes, Torre Tagle dio a Lambayeque el título de Ciudad por Decreto del 15 de junio de 1822, y por ley de 18 de diciembre de 1822, el Primer Congreso Constituyente concedió a Lambayeque el apelativo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Generosa y Benemérita</i> por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“haber dado el ejemplo a los demás pueblos del Departamento al proclamar <personname productid="la Independencia" w:st="on">la Independencia</personname>”</i>.</span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-23460469825788834582011-10-31T15:38:00.005-05:002011-10-31T15:49:26.180-05:00De Gamarra a Castilla (1839-1855)<div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span style="font-size: xx-small;">En este artículo, revisamos los años de <personname productid="la Anarquía" w:st="on">la Anarquía</personname> que siguió a la muerte de Gamarra y el surgimiento de la figura del Mariscal Ramón Castilla, quien restauró el orden y el imperio de las leyes, iniciando una época de progreso para <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, marcada por varios altibajos.</span></span></div><div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYHW6KP3wDA0q1u7pwsUKvnwwGtV86tskAEVcliNqtholk1SACug91BjXx1gulrJiL-NKydnHpt32FWjphK7H7RejSjH4tddhimW5ankIAcpwi4bPrWUuoNBWVNsmqewh-PSmNbnqSAlPz/s1600/Batalla_de_Ingavi.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="215" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYHW6KP3wDA0q1u7pwsUKvnwwGtV86tskAEVcliNqtholk1SACug91BjXx1gulrJiL-NKydnHpt32FWjphK7H7RejSjH4tddhimW5ankIAcpwi4bPrWUuoNBWVNsmqewh-PSmNbnqSAlPz/s320/Batalla_de_Ingavi.jpg" width="320" /></a></span>En 1841, el Presidente Gamarra invadió Bolivia, pues aspiraba a rehacer la obra de Santa Cruz, pero desde el Perú. Sin embargo, no tuvo éxito: los caudillos bolivianos se unieron en torno del general José Ballivián, antiguo protegido de Gamarra, quien el 18 de noviembre, presentó batalla a Gamarra en Ingavi. En esta batalla, quizá la peor derrota de nuestra historia militar, el ejército peruano fue derrotado (en parte gracias a la retirada inesperada de la caballería al mando de San Román, cuando aún la batalla no se hallaba decidida) y el Mariscal Gamarra cayó muerto (en un hecho que generaría rumores de haber sido un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“crimen perfecto”</i>), limpiando así, según José de <personname productid="la Riva-Agero" w:st="on">la Riva-Agüero</personname>, una parte de las tremendas responsabilidades que tiene su memoria.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial;">Envalentonados con este éxito, los bolivianos invadieron el sur del Perú, donde enfrentaron una gran resistencia, llegándose a ver episodios anecdóticos, pero demostrativos de la voluntad de defender <personname productid="la Patria" w:st="on">la Patria</personname> del pueblo puneño, moqueguano, tacneño y tarapaqueño. Fue precisamente en Tarapacá, donde inclusive los pobladores llegaron a fundir las imágenes de plomo de <personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</personname>, dando origen a la historia de las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“balas del niño Dios”</i> recogida por Palma en una de sus <em>Tradiciones Peruanas</em>. Ante el peligro, todos los caudillos militares se unieron en la defensa del Perú, respetando <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname> del civil Manuel Menéndez, Presidente del Consejo de Estado. Al final, la guerra concluyó por el Tratado de Puno, de junio de 1842, donde ni Bolivia ni el Perú se anexionarían algún territorio, retornándose al statu quo previo a la guerra.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial;">Pero si durante la guerra, los caudillos se unieron por la defensa del Perú, al concluir el conflicto, volvieron a las andadas. Primero fue el general Juan Crisóstomo Torrico, que manipuló primero y depuso después al débil Presidente Menéndez, manteniendo una pugna con el general Gutiérrez de <personname productid="la Fuente" w:st="on">la Fuente</personname>, jefe del Ejército del Sur, que a su vez, proclamó Presidente al general Francisco de Vidal (julio de 1842), quien era el segundo vicepresidente del Consejo de Estado (ya que el primer vicepresidente, el anciano jurista don Justo Figuerola se hallaba también en Lima)… Y en la batalla entre Torrico y Vidal, en las pampas de Agua Santa (octubre de 1842), se dio el espectáculo cómico y representativo de que ambos generales se creyeron vencidos y buscaron salvarse en la fuga.</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN7ZLEM5Rx5lgWLn-LAikGaf2a_9ZViBmyIhxZ9z8U1iEbc3-6lBBFbt7zUO0TmwAjRVKc8mkwiHPBenF6rGQB9CrtDGGsw91djlYEw-0b2CHdbLxxnUuWS0h8-VqPRyz2bapnzDeS6o40/s1600/Manuel_Ignacio_de_Vivanco.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN7ZLEM5Rx5lgWLn-LAikGaf2a_9ZViBmyIhxZ9z8U1iEbc3-6lBBFbt7zUO0TmwAjRVKc8mkwiHPBenF6rGQB9CrtDGGsw91djlYEw-0b2CHdbLxxnUuWS0h8-VqPRyz2bapnzDeS6o40/s320/Manuel_Ignacio_de_Vivanco.jpg" width="222" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pese a creerse derrotado, al final Vidal salió vencedor y asumió el poder, ejerciéndolo con probidad, pero no duraría mucho. Desde el Sur, el general Manuel Ignacio de Vivanco se proclamó Supremo Director de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname> (enero de 1843), y Vidal dejó el mando a don Justo Figuerola, encargado del mando (marzo de 1843), que llegó a arrojar la banda presidencial por el balcón de su casa, episodio recogido por las Tradiciones de Palma.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial;">El autoritarismo de Vivanco, en base al ejemplo del Chile portaliano, buscaba traer la paz y el progreso que el Perú anhelaba. Don Manuel Ignacio, caballero elegante y culto (incluso fue miembro correspondiente de <personname productid="la Real Academia" w:st="on"><personname productid="la Real" w:st="on">la Real</personname> Academia</personname>), llegó a los extremos del personalismo, exigiendo incluso un juramento de fidelidad a su persona. Pero su régimen ostentoso, fue muy represivo con sus enemigos… La oposición a Vivanco se encarnó en los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla, que se levantaron en defensa de <personname productid="la Constituci�n. Pero" w:st="on">la Constitución. Pero</personname> en plena campaña, el general Nieto, conocido como el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Quijote de <personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</personname>”</i>, falleció de enfermedad, asumiendo Castilla el mando de las operaciones, llevando a la derrota de Vivanco en la batalla de Carmen </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Alto (Arequipa) en julio de 1844, partiendo luego el Supremo Director al exilio, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“como cumple el soldado de honor (con) el enemigo que en buena guerra le ha vencido”</i>. Contra todo pronóstico, Castilla entregó el poder a don Manuel Menéndez, a fin de convocar a elecciones donde ganó… Castilla, que llegó a ser el único gobernante bajo la vigencia de <personname productid="la Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839, en cumplir con su mandato.</span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRVL3SncRgOhWWLlghVvHgniAXvsAvVUWeFEO-86aBfN90yNty_Ym26b4o3RjmWTr_SzfkAuoh1nYdQdZCCpOix_NlJkTJOxjdW3DbRZA3J4Yz7GYUUIYl23Gp6R-uKwBMKYJDc-BI5F38/s1600/RAMN_C%257E1.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="400" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRVL3SncRgOhWWLlghVvHgniAXvsAvVUWeFEO-86aBfN90yNty_Ym26b4o3RjmWTr_SzfkAuoh1nYdQdZCCpOix_NlJkTJOxjdW3DbRZA3J4Yz7GYUUIYl23Gp6R-uKwBMKYJDc-BI5F38/s400/RAMN_C%257E1.JPG" width="238" /></span></a><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ramón Castilla, una de las personalidades más importantes de nuestra historia republicana, no era un desconocido en la vida pública peruana. Nacido en Tarapacá en 1797, había hecho sus primeras armas en los ejércitos realistas, combatiendo en Chacabuco (1817). Tras un novelesco viaje hasta Río de Janeiro, hizo desde allí un largo viaje hasta Lima, atravesando <personname productid="la Amazonía" w:st="on">la Amazonía</personname>, conociendo de primera mano las inmensas posibilidades que ofrecían esas regiones.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Tras incorporarse a las filas patriotas, instruyó a los voluntarios norteños que formarían el escuadrón <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Húsares del Perú</i>, mismo que decidiría la batalla de Junín, siendo conocidos hoy como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Húsares de Junín</i>. Pese a no intervenir en esta batalla, si combatió en Ayacucho, donde fue herido. Años después siendo Presidente, cuando le ofrecieron una condecoración extranjera, don Ramón respondería con su clásica socarronería: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“para quien puede lucir la medalla de Ayacucho, las demás medallas son frioleras”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Castilla se opuso a <personname productid="la Vitalicia" w:st="on">la Vitalicia</personname> de Bolívar desde <personname productid="la Prefectura" w:st="on">la Prefectura</personname> de Tarapacá. Había respaldado a <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname> y a Orbegoso, pero no así a Santa Cruz, por lo que se exilió </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">durante los años de <personname productid="la Confederación. A" w:st="on"><personname productid="la Confederación." w:st="on">la Confederación.</personname> A</personname> su valor y decisión, se debió en gran parte la derrota de Santa Cruz en Yungay. Ministro de Gamarra, lo acompañó en la campaña de Ingavi, donde fue hecho prisionero, y se cuenta que fue vejado por el mismo Ballivián, de lo que derivaría el odio eterno entre ambos caudillos. Liberado por <personname productid="la Paz" w:st="on">la Paz</personname> de Puno, se opuso inicialmente a <personname productid="la Fuente" w:st="on">La Fuente</personname> y Vidal, convencido de que Menéndez era el gobernante legal, y luego se opuso a Vivanco, uniéndose a su viejo amigo, Nieto, para restaurar la legalidad, razón por la que fue conocido como el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Soldado de <personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</personname>”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcbOHHBV6eFw2RR8H7IIQqRfJnaxpDKKEj5BCvVniX1VHF7yCQZvOXvbz8vizLmeY6zaTZvlRn5Cht9DWEUOQYCWXJPAVaVHvjL76VL4Dxaa6-KHLHmT7_v6H0Kw4crvF8NmoRUDHs0qV8/s1600/primer-tren.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="206" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcbOHHBV6eFw2RR8H7IIQqRfJnaxpDKKEj5BCvVniX1VHF7yCQZvOXvbz8vizLmeY6zaTZvlRn5Cht9DWEUOQYCWXJPAVaVHvjL76VL4Dxaa6-KHLHmT7_v6H0Kw4crvF8NmoRUDHs0qV8/s320/primer-tren.jpg" width="320" /></span></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El progresista primer gobierno de Castilla (1845-1851) consolidó la paz pública, llamando a su gobierno incluso a antiguos enemigos políticos. Castilla reforzó la defensa nacional, construyendo instalaciones militares, consolidando el Servicio de Policía, adquiriendo nuevo material bélico como el transporte <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rímac</i>, primer barco de guerra a vapor del continente; y promovió el progreso material, encarnado en la construcción del primer Ferrocarril de Sudamérica, entre Lima y Callao (1851).</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Castilla también legisló sobre la educación y la administración pública, preparándose nuestro primer Código Civil, promulgado en el siguiente gobierno (1852). En el ámbito internacional, estuvo orientado por una franca política americanista, probada en el Primer Congreso Americano (1849). Toda esta obra, se vio respaldada gracias a los recursos originados por un nuevo producto: el guano de las islas, con lo cual el gobierno de Castilla puso orden en las finanzas, preparando el primer Presupuesto del Perú republicano para el bienio 1846-1847 (aunque en 1827, se había preparado ya un primer esbozo presupuestal). No sólo eso, sino que se puso al día el pago de la deuda externa, pagando inclusive una pensión al anciano Libertador San Martín (ya en sus últimos años), aparte de iniciar el pago de la deuda interna.</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha1XzvA4cuZCgSTCqfOfMY_5jL1cWnHw8Ss17OvJhQgsE5FXWk4hBwChTF-sUj-pyHHnUwRw06DBtxl7At6P5w-LF6ZS_-uCQJwLFWIRV_nKI5om3T6EU0uZ5RzIHk85HR4edf7GFgEMRJ/s1600/Bartolom%25C3%25A9+Herrera.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="200" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha1XzvA4cuZCgSTCqfOfMY_5jL1cWnHw8Ss17OvJhQgsE5FXWk4hBwChTF-sUj-pyHHnUwRw06DBtxl7At6P5w-LF6ZS_-uCQJwLFWIRV_nKI5om3T6EU0uZ5RzIHk85HR4edf7GFgEMRJ/s200/Bartolom%25C3%25A9+Herrera.jpg" width="146" /></span></a></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;">Paralelamente se vio un relanzamiento de las actividades culturales, y así, dentro de esta nueva intelectualidad, renacieron los debates doctrinarios, sucesores de aquellos conservadores y liberales de los primeros años republicanos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Los conservadores estaban liderados por el sacerdote Bartolomé Herrera, director del Convictorio de San Carlos, quien propugnaba el orden como base fundamental para cimentar el desarrollo, en base a un gobierno de los más capacitados, una soberanía de la inteligencia. Herrera ponía en duda la teoría de la soberanía popular afirmando que el pueblo no delega, sino que consiente.</span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMhwqhffF_ia7NDTJyIYYpUHgt6l57hRokClJM-NT-vKQDNNXEG2m9KndbelzIh8lzgb18spKOuSojHzXQ7lglUeEv7gkeALG23gXd1XTkS5zJaC1ZnYG5Va2wGTi0j3Nr5vntPwJsRCIB/s1600/Pedro_Galvez_Egusquiza.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="200" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMhwqhffF_ia7NDTJyIYYpUHgt6l57hRokClJM-NT-vKQDNNXEG2m9KndbelzIh8lzgb18spKOuSojHzXQ7lglUeEv7gkeALG23gXd1XTkS5zJaC1ZnYG5Va2wGTi0j3Nr5vntPwJsRCIB/s200/Pedro_Galvez_Egusquiza.jpg" width="159" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Frente a Herrera, estaba una generación de jóvenes liberales, donde destacaban los hermanos cajamarquinos Pedro y José Gálvez Egúsquiza, antiguos discípulos de Herrera en San Carlos, profesores del Colegio de Guadalupe, que defendían la idea de la soberanía popular.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">De esta forma, ambos centros, San Carlos y Guadalupe, se convirtieron en las trincheras de ambas ideologías, en un debate que se reflejó en la prensa y en el Congreso, sobre todo desde 1849, cuando Herrera y Gálvez fueron electos diputados. En frases de Luis A. Eguiguren, San Carlos encarnó la tradición, el orden, la disciplina; Guadalupe ostentaba el espíritu de la libertad, de la democracia, del laicismo.</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirLPLNvGaohvMVRUV6eDay8baa2GYBEHBpbqC4UJC5P1buq-8etPQigEiMqy5Uhh56TuBrRuu9BoL9X0aubV8hh5JEvik8affASPVMiM0TiQB-C7rybOuChAVIfE-V1eNs-CdpXCfV7vAz/s1600/Echenique.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="200" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirLPLNvGaohvMVRUV6eDay8baa2GYBEHBpbqC4UJC5P1buq-8etPQigEiMqy5Uhh56TuBrRuu9BoL9X0aubV8hh5JEvik8affASPVMiM0TiQB-C7rybOuChAVIfE-V1eNs-CdpXCfV7vAz/s200/Echenique.jpg" width="139" /></span></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En 1851, Castilla concluyó su mandato. Tras unas accidentadas elecciones, donde se vio surgir la primera candidatura civil, la del acaudalado comerciante don Domingo Elías, el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“hombre del pueblo”</i>, asumió <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname> el general José Rufino Echenique, que se rodeó de figuras conservadoras, continuando con la obra de progreso. Sin embargo, los escándalos surgidos a causa de la corrupción en el pago de la deuda interna (donde incluso se llegó a falsificar la firma del Libertador San Martín), dieron a los liberales la oportunidad de conseguir las reformas que ansiaban y de reformar <personname productid="la Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839. El gran alzamiento co</span>ntra Echenique fue encabezado por Castilla, que se unió cuando la revuelta era un hecho. Durante la campaña, Castilla, con ideólogos liberales de la talla de Pedro Gálvez y Manuel Toribio Ureta de su lado, dio los decretos de la libertad de los esclavos y la abolición del tributo indígena.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Con gran apoyo popular, Castilla venció a Echenique en la decisiva batalla de <personname productid="La Palma" w:st="on">La Palma</personname>, cerca de Lima, el 5 de enero de 1855. Lo que siguió, la Convención Nacional y la Constitución de 1856, merecen otro artículo...</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg__SpkOFO9iMgUYJCczNWnC-Iti5IEYqeKTplLT8QzQ_2egUDXjwY9BHB0ypsMpvtrzSxYaddGxcZhgMHMJCOnaetVR5pikGrLahEcTNIoCAVmGUp_BAfDg4Tx2tVehjcaybDGetVM9qON/s1600/williez17_0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="283" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg__SpkOFO9iMgUYJCczNWnC-Iti5IEYqeKTplLT8QzQ_2egUDXjwY9BHB0ypsMpvtrzSxYaddGxcZhgMHMJCOnaetVR5pikGrLahEcTNIoCAVmGUp_BAfDg4Tx2tVehjcaybDGetVM9qON/s400/williez17_0.jpg" width="400" /></span></a></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-49656101591937748702011-10-04T18:30:00.000-05:002011-10-04T18:30:25.237-05:00La Constitución conservadora (1839)<div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span style="font-size: xx-small;">En este artículo, revisamos <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> conservadora por antonomasia, el texto de 1839, obra de un Congreso sumiso a Gamarra y los restauradores, que priorizó el orden sobre todo, y a diferencia de los anteriores textos, tuvo una vigencia de 15 años, creando instituciones y figuras que continuarían hasta hoy.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIKmnKcnNlAvrgP81tNyXtV-nLG3JpyYQJC28f20P_c6wK6DqK_T1MnNQSVAgwuzhbSDSUVqU7FQnB6lLSvE9RkQEN2ddAtrInOjV2snTBlUZ8dUTGZiNp630d0lsMEpSHmG-W_QMF3enD/s1600/la_merced.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIKmnKcnNlAvrgP81tNyXtV-nLG3JpyYQJC28f20P_c6wK6DqK_T1MnNQSVAgwuzhbSDSUVqU7FQnB6lLSvE9RkQEN2ddAtrInOjV2snTBlUZ8dUTGZiNp630d0lsMEpSHmG-W_QMF3enD/s1600/la_merced.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Derrotada <personname productid="la Confederación" w:st="on">la Confederación</personname>, Agustín Gamarra volvió al poder, denominando a su régimen como <personname productid="la Restauración" w:st="on">la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Restauración</i></personname>, y convocó a un Congreso, a reunirse en la capilla de la Merced de Huancayo. Inaugurado el 15 de agosto de 1839 y clausurado el 29 de noviembre, el Congreso de 1839 declaró insubsistente a <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 (Ley de 23 de agosto de 1839). A este Congreso le bastó menos de tres meses para deliberar y votar una Constitución de 192 artículos, la cual fue promulgada por el mariscal Gamarra y sus Ministros Ramón Castilla y Benito Lazo, el 10 de noviembre de 1839.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El Perú arrastraba casi veinte años de continua agitación: la guerra de independencia, la dictadura bolivariana, el gobierno de <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname>, la invasión a Bolivia, el conflicto con <personname productid="la Gran Colombia" w:st="on">la Gran Colombia</personname>, el golpe de Gamarra y su despótico gobierno, la guerra civil entre Orbegoso y Bermúdez, la sublevación de Salaverry y las guerras de <personname productid="la Confederaci�n. Lo" w:st="on">la Confederación. Lo</personname> que se quería no era una Constitución modelo, un Gobierno perfecto o garantías extraordinarias. Lo que el Perú necesitaba era orden y paz. Para ello, se requería un Poder Ejecutivo eficiente, menos política y más administración.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo referente a <personname productid="la Naci�n" w:st="on">la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nación</b></personname>, <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839 reiteraba lo que afirmaban las constituciones anteriores sobre la definición de <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname> como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la asociación política de todos los peruanos”</i> y la prohibición de que fuera patrimonio de persona o familia, pero recordando el tiempo de <personname productid="la Confederación" w:st="on">la Confederación</personname>, se prohibía que se pudiera hacer pacto con cualquier Estado, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“que se oponga a su independencia y unidad”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo relativo a la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">religión</b>, se reiteraba lo que decían las Constituciones de 1823, 1828 y 1834, acerca de que <personname productid="la Religión" w:st="on">la Religión</personname> oficial era <personname productid="la Católica" w:st="on">la Católica</personname>, Apostólica y Romana, sin permitir la tolerancia de otros cultos.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh532UtKExaIHPzLKNDuO8GOn4-mXJvKLnyhQCvjaoGMKh1E3RZgMPxkPDLnVUQAu69lZFKZnTRz8vLfDjKs9LuP3RxCgyJaDAJ-IfxrwuXRmjUPxHe4KoTey-nZ2URIFXfCZqzoJ97YPU6/s1600/20110623-gallinazos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh532UtKExaIHPzLKNDuO8GOn4-mXJvKLnyhQCvjaoGMKh1E3RZgMPxkPDLnVUQAu69lZFKZnTRz8vLfDjKs9LuP3RxCgyJaDAJ-IfxrwuXRmjUPxHe4KoTey-nZ2URIFXfCZqzoJ97YPU6/s320/20110623-gallinazos.jpg" width="263" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">estado político de los peruanos</b>, <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839 distinguía nacionalidad de ciudadanía. Definía dos clases de peruanos: por nacimiento (hombres libres nacidos en el Perú, los hijos de padres peruanos al servicio de <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname> y nacidos en el extranjero, y los hijos de padres peruanos nacidos en el extranjero y registrados en la capital de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>) y por naturalización (los extranjeros admitidos al servicio del país, los que hubiesen servido en el Ejército o Armada, los avecindados antes de 1820, los extranjeros dedicados a actividades útiles, con 4 años de residencia y casados con peruana, y los españoles e hispanoamericanos que lo desearen).</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Para ser ciudadano, se debería ser peruano (en cualquiera de ambas clases), mayor a 25 años, saber leer y escribir, excepto los indígenas y mestizos hasta 1845, y pagar alguna contribución. Se suspendía su ejercicio por ineptitud física o mental, por ser deudor quebrado o moroso al Tesoro Público, por estar procesado y por llevar una vida escandalosa. Se perdería la ciudadanía por una sentencia que impusiese pena infamante, por naturalización en otro Estado, por aceptar honores de otro Estado sin autorización del Congreso, por quiebra fraudulenta, por votos religiosos, y por la rebelión contra el Gobierno legítimo, y sólo se podría recuperar la ciudadanía por rehabilitación del Congreso, salvo los votos religiosos o la traición a <personname productid="la Patria." w:st="on">la Patria.</personname></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><a href="" name="22"></a><a href="" name="24"></a><a href="" name="29"></a><a href="" name="36"></a><span style="font-family: Arial;">Sobre la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">organización del Estado</b>, se reiteraba la forma de gobierno popular representativo, consolidado en la unidad, responsable y alternativo. Como afirmaban todas las Constituciones anteriores (excepción claro está de <personname productid="la Constitución Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>), el ejercicio de la soberanía era compartida por los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, independientes entre sí y sujetos a una estricta obediencia a <personname productid="la Constitución." w:st="on">la Constitución.</personname></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Legislativo</b> como las Constituciones de 1828 y 1834, era bicameral, compuesto del Senado y de <personname productid="la Cámara" w:st="on">la Cámara</personname> de Diputados. Uno tenía iniciativa en materia de contribuciones y empréstitos; el otro redactaría las instrucciones para el Concordato y la formación de causa contra el Presidente y los altos funcionarios. Ambas Cámaras se reunirían en Congreso en ocasiones especiales, como el escrutinio de las elecciones presidenciales, para declarar vacante <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname>, para elegir consejeros de Estado, para declarar la guerra o a <personname productid="la Patria" w:st="on">la Patria</personname> en peligro, y para conceder facultades extraordinarias al Ejecutivo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Los requisitos de elegibilidad eran distintos en cuanto a edad y renovación de sus miembros, pese a lo cual, tenían poderes semejantes. Un diputado, mayor de 30 años, duraría 6 años en su puesto, con renovación por tercios cada 2 años. Un senador, mayor de 40, duraría 8 años, con renovación por mitades cada 4 años.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constitución" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución</span></personname><span style="font-family: Arial;"> de 1839 introdujo dentro de nuestro ordenamiento constitucional dos figuras: una que ha durado hasta nuestros días, es la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">inmunidad parlamentaria</i>, pues los representantes no podrían ser arrestados sino hasta 3 meses después de finalizadas las sesiones del Congreso. El otro, duró hasta 1879 y fue que el Congreso tendría reuniones bianuales.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5g8vnoK7DoAV_Hd8sj-MQGoF9Fgc8_g27XUJun9I8BK58I1cvjIGMDNdEBkTxlTFW3UqIdLQEvrkUFT_wGOv4vj52oGNPBJhN7TBIEeFfS_C4q_AHI29WEI2kO474klxbi4h7hHDcvknz/s1600/Agustin+Gamarra.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5g8vnoK7DoAV_Hd8sj-MQGoF9Fgc8_g27XUJun9I8BK58I1cvjIGMDNdEBkTxlTFW3UqIdLQEvrkUFT_wGOv4vj52oGNPBJhN7TBIEeFfS_C4q_AHI29WEI2kO474klxbi4h7hHDcvknz/s1600/Agustin+Gamarra.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo referente al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Ejecutivo</b>, su Jefe Supremo era el Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, cuyas atribuciones eran reforzadas notablemente, al igual que su mandato, que pasaba de <metricconverter productid="4 a" w:st="on">4 a</metricconverter> 6 años, sin reelección inmediata. El Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, que debía reunir las mismas calidades que un Consejero de Estado o un Senador, era elegido por los Colegios Electorales, por mayoría absoluta, en escrutinio supervisado por el Congreso en una sola sesión. Responsable de sus actos administrativos, esta responsabilidad se hacía efectiva al final de su mandato. Esto último, fortalecía la posición fáctica del Presidente, además de reducir la liberalidad de los representantes, que también fue limitada con la concesión de facultades extraordinarias al Ejecutivo para suspender garantías constitucionales, que pese a tener que contar con el Consejo de Estado, sirvió para poder mantener el orden frente a las asonadas, pronunciamientos y montoneras tan típicas del siglo XIX peruano.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constitución" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución</span></personname><span style="font-family: Arial;"> de 1839 dedicó mucha atención a la suspensión y vacancia de <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname> de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, como si presintiera los hechos de 1841. Si el Presidente se ponía a la cabeza del Ejército en caso de guerra, o si estaba enfermo, se suspendía el ejercicio de <personname productid="la Presidencia. La" w:st="on">la Presidencia. La</personname> Presidencia vacaba de hecho por muerte, o por cualquier pacto que haya celebrado contra la unidad e independencia nacional, con lo que evitaba toda tentativa de unión o confederación con Bolivia; y de derecho por admisión de su renuncia, término de su período constitucional e incapacidad permanente, no sólo física, sino también moral, figura que ha permanecido hasta la actualidad, pese a que, recordemos, los juicios morales no tienen más plataforma que la conciencia de los hombres. En cualquiera de estos casos se encargaba de <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname> de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, el Presidente del Consejo de Estado. Es decir, no se restauraba <personname productid="la Vicepresidencia." w:st="on">la Vicepresidencia.</personname></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Como dijimos, las facultades del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname> en <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de Huancayo fueron muy amplias comparado con las anteriores, aunque sin llegar a los extremos de <personname productid="la Constitución Vitalicia." w:st="on">la Constitución Vitalicia.</personname> Se encargaría de conservar el orden interior y seguridad exterior de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, hacer cumplir las leyes y las sentencias judiciales, aparte de requerir la pronta administración de justicia, de convocar a elecciones y al Congreso ya sea de forma ordinaria o extraordinaria. Se introdujo dentro del constitucionalismo peruano, la figura del Mensaje Presidencial al inicio de las sesiones del Congreso, y se le concedió potestad legislativa mediante la facultad de dar decretos y órdenes. El Presidente dirigía las fuerzas de mar y tierra, declaraba la guerra y hacía la paz con aprobación del Congreso, nombraba a la mayor parte de los funcionarios públicos, y podía observar los proyectos de ley que le pase el Congreso, oyendo previamente al Consejo de Estado.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglijWII-MdRH2vnF16wk2Pfu90CQAm02CLAC543X3kBsDwt1SlN3eQVIihN3fRiBI2qPRey3B3dCUHYnbvkKYxi_4Aoazt5GwBZz5lfu77StnkrRr00rYR1Gu3OMFnIgW90i8Az-mhCsw3/s1600/Jos%25C3%25A9+Gregorio+Paz+Sold%25C3%25A1n" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglijWII-MdRH2vnF16wk2Pfu90CQAm02CLAC543X3kBsDwt1SlN3eQVIihN3fRiBI2qPRey3B3dCUHYnbvkKYxi_4Aoazt5GwBZz5lfu77StnkrRr00rYR1Gu3OMFnIgW90i8Az-mhCsw3/s1600/Jos%25C3%25A9+Gregorio+Paz+Sold%25C3%25A1n" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre los Ministros, se limitaban a un máximo de 4 ministros, que debían tener las mismas calidades que un Senador. Se rescataba la incompatibilidad entre la función ministerial y la congresal, además de confirmar el refrendo ministerial y la responsabilidad correspondiente, y se les exigía una Memoria sobre su despacho, para la apertura de las sesiones del Congreso. Podían concurrir a los debates de las Cámaras, retirándose antes de las votaciones. De esta forma, el poder del Presidente sobre sus Ministros creció al punto que en 1848, José Gregorio Paz Soldán afirmó: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“</i></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 11.5pt;">El Presidente está persuadido que sus Ministros son simples secretarios que deben autorizar lo que él dispone sin concederles, muchas veces, la menor participación en sus medidas. Porque como puede removerlos, se cree autorizado para no respetarlos, y cree también que son empleados suyos y no de <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname>”</span></i><span style="font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 11.5pt;">.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Como en <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834, la de 1839 recogió la figura del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Consejo de Estado</i>, un ente asesor del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, encargado de velar por la observancia de <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> y las leyes, acordar sesiones extraordinarias del Congreso, y de dictaminar sobre los proyectos de ley del Presidente y en los casos que éste lo requiriese. Conformado por 15 personas miembros o no del Congreso, su Presidente y dos vicepresidentes eran electos por el Congreso y duraba lo que una Legislatura ordinaria.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvmLqB89jQDcFkbEeo-g35FAC5nWlelXFaKSNnzS9VJpUlPj4sFL2CtPn37B0w27yAvC3qLitxugLZykcF-B_sFfrLQ7UQeGjtFcFqQFt3LIOK5YQ3n5y7pfAV0D5FArmKjd3F-MmUWxm6/s1600/Felipe+Pardo+y+Aliaga.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvmLqB89jQDcFkbEeo-g35FAC5nWlelXFaKSNnzS9VJpUlPj4sFL2CtPn37B0w27yAvC3qLitxugLZykcF-B_sFfrLQ7UQeGjtFcFqQFt3LIOK5YQ3n5y7pfAV0D5FArmKjd3F-MmUWxm6/s1600/Felipe+Pardo+y+Aliaga.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder</b> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Judicial</b> perdía su inamovilidad: los magistrados podían ser trasladados, suspendidos y hasta removidos por el Ejecutivo. Sus magistrados eran designados por el Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname> a propuesta del Consejo de Estado, en el caso de <personname productid="la Corte Suprema" w:st="on">la Corte Suprema</personname> y las Cortes Superiores, o a propuesta de las Cortes Superiores, en el caso de los Jueces de primera instancia. Pese a todo, se siguió viendo una constante primacía de la política sobre el derecho, como en el caso de la destitución del vocal Felipe Pardo y Aliaga en 1844.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo relativo al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">régimen interior de <personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la República</personname></b>, <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839 suprimió los organismos locales, pues suprimió las Municipalidades, mantuvo la desactivación de las Juntas Departamentales, se limitó a mantener el sistema de prefectos, subprefectos y gobernadores, y además creó unos funcionarios administrativos, con facultades judiciales, ejecutivas y de seguridad pública: los intendentes de policía, designados por el Poder Ejecutivo y convertidos en único órgano de autoridad local.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En cuanto a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">derechos y garantías</b>, <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839 mantuvo el texto de 1834, aunque permitía tácitamente la esclavitud.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constitución" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución</span></personname><span style="font-family: Arial;"> de 1839 contenía además, un título especial sobre la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">observancia y reforma de <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname></b>, creando un núcleo duro de reforma, referido al gobierno popular representativo, fundado en la unidad, responsable y alternativo, y la separación de poderes. Sobre la reforma constitucional, se seguía una forma parecida a la de <personname productid="la Constitución Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>, con la diferencia que la propuesta podía ser hecha por cualquiera de las Cámaras, y una vez cumplido el procedimiento, bastaría mayoría absoluta para aprobar la reforma. Por este procedimiento tan complicado, Pareja dice que en la práctica, hacía a <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> inmutable.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constitución" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución</span></personname><span style="font-family: Arial;"> de Huancayo tuvo una relativamente larga vida, pues, recordemos, la primera Constitución nació abortada porque coincidió con la férrea dictadura de Bolívar y sólo rigió brevemente mientras se preparaba <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1828; <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> fue puro papel mojado; la de 1828, pese a su importancia histórica, rigió sólo cuatro años en medio de constantes violaciones; la de 1834, menos de un año, por la rebelión de Salaverry y las guerras de <personname productid="la Confederaci�n. En" w:st="on">la Confederación. En</personname> cambio, <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1839, pese a estar en suspenso en <personname productid="la Anarqu■a" w:st="on">la Anarquía</personname> entre 1842 y 1844, volvió a regir entre 1845 y 1854, llegando a regir efectivamente doce años, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“cifra sorprendente en comparación con las Constituciones precedentes”</i>.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuVNMnWDJMnNvXx4o9_Yj4leI4a1fB010Z75wRobP_5FrFbWz0xWJPM2Nn6ar6Y_vEwpvgtL9vqV2ogeL1J7EaMZBdAxfvQ9jiJh5aMPwW25warJkntKEdBFNG5pQGO_LvuE79a6NiMqDZ/s1600/Rugendas+-+Plaza+de+la+Caridad+%2528Lima%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuVNMnWDJMnNvXx4o9_Yj4leI4a1fB010Z75wRobP_5FrFbWz0xWJPM2Nn6ar6Y_vEwpvgtL9vqV2ogeL1J7EaMZBdAxfvQ9jiJh5aMPwW25warJkntKEdBFNG5pQGO_LvuE79a6NiMqDZ/s320/Rugendas+-+Plaza+de+la+Caridad+%2528Lima%2529.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En relación al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">poder constituyente</i>, a diferencia de las anteriores Asambleas Constituyentes, el Congreso de Huancayo no tuvo ideólogos que actuaran libremente y a la larga coactados por los militares, como en 1823, 1828 o 1834, sino que actuaron en todo momento como servidores del militarismo triunfante. No en balde, Basadre lo define como un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Congreso opaco, congelado y monolítico, sin grandes figuras representativas”</i>. Pero para Pareja, es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la primera Constituyente genuinamente peruana que adoptó definidamente la política del orden y de la paz, sobre todo”</i>, indudablemente con la cercana influencia del Chile portaliano, el cual con <personname productid="La Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> conservadora de 1833, había logrado un orden y una estabilidad no vistas en el resto de <personname productid="la América Latina" w:st="on">la América Latina</personname> independiente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En relación con los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">poderes del Estado</i>, esta Constitución redujo los poderes del Congreso, situándolo en la esfera estrictamente legislativa y controladora, pero no como codirectora del Gobierno nacional, como intentaron las Constituciones anteriores, excepción claro está de <personname productid="la Constitución Vitalicia." w:st="on">la Constitución Vitalicia.</personname> Mantuvo el régimen bicameral como forma de evitar una dictadura parlamentaria, pero amplió las atribuciones del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, y suprimió las municipalidades, demostrando tener una tendencia autoritaria y absorbente, en beneficio del Ejecutivo. No sólo eso, sino que redujo las facultades del Poder Judicial, y podía controlar a los magistrados por medio de su remoción, reduciendo al Poder Judicial, en la práctica, a la calidad de un mero órgano del Estado.</span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-83822706734671228042011-09-24T01:49:00.006-05:002011-09-24T02:08:07.752-05:00Santa Cruz y la Confederación (1835-1839)<div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">En este artículo, revisamos los dramáticos años de la Confederación Perú-Boliviana y su Constitución de 1837, en medio de la lucha entre Santa Cruz contra Salaverry, Gamarra y Portales, hasta llegar a la decisiva batalla de Yungay.</span></div><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiougHE8AY0z7zsnsbx-QCKhxNtMYO0wnmGagzHGbQS8dk_juPBcHG3RxlSYR4VtvvlmEXuaJVMaSOiBd_pqw63xBCpKGwN0kmP17gIY0Vw_en9BCmdqItAv1SEzLcmlG-ZHgI6XcA8lXiK/s1600/Santa+Cruz.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" hca="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiougHE8AY0z7zsnsbx-QCKhxNtMYO0wnmGagzHGbQS8dk_juPBcHG3RxlSYR4VtvvlmEXuaJVMaSOiBd_pqw63xBCpKGwN0kmP17gIY0Vw_en9BCmdqItAv1SEzLcmlG-ZHgI6XcA8lXiK/s320/Santa+Cruz.jpg" width="219" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En 1835, llamado por el presidente Orbegoso, el presidente boliviano Andrés de Santa Cruz entró al Perú al frente de su ejército. No era un desconocido en la historia peruana. Nacido en el Alto Perú en 1792, había servido a los ejércitos virreinales, hasta unirse a las fuerzas de San Martín, y había tenido papel decisivo en el motín de Balconcillo, la segunda expedición a intermedios y las campañas bolivarianas. Presidente de Bolivia en 1829, había </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">engrandecido a la joven República, convirtiéndola en una Estado progresista, respetable en el extranjero y en pleno desarrollo, siendo considerado el único período exitoso en la historia de Bolivia en el siglo XIX, puesto</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> que tras Santa Cruz, sólo seguiría la etapa que Alcides Arguedas denominó acertadamente, como de los <em>"caudillos bárbaros"</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNOG1MU-YPYoROqXyeC2jdpqG0_99RTrYH1UDvg8q0ScaEEYwSbE1wOEFXqbFM-OQmnHiVxDOBjYckHjC_HeuTBl9FZeOCmTce50Nx5GiOOD9Gr4r_noeekIRgmIQVwEsVxychMs36SzoH/s1600/F.+S.+Salaverry.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" hca="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNOG1MU-YPYoROqXyeC2jdpqG0_99RTrYH1UDvg8q0ScaEEYwSbE1wOEFXqbFM-OQmnHiVxDOBjYckHjC_HeuTBl9FZeOCmTce50Nx5GiOOD9Gr4r_noeekIRgmIQVwEsVxychMs36SzoH/s320/F.+S.+Salaverry.jpg" width="240" /></span></a>Con l</span></span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">a intervención boliviana, Salaverry, que había tomado medidas moralizadoras en la administración pública, se alió con su antiguo rival, Gamarra, decidido a defender la independencia nacional que veía amenazada por Santa Cruz. Si bien Gamarra fue derrotado y exiliado, Salaverry no se desalentó: organizó un ejército que le era fervorosamente leal y declaró la <em>“guerra a muerte”</em> contra los bolivianos. Pese a un triunfo inicial en Uchumayo (de donde deriva la marcha militar peruana por antonomasia, el <em>Ataque de Uchumayo</em>), el impetuoso caudillo peruano fue derrotado en la decisiva batalla de Socabaya. Capturado y juzgado, fue fusilado en Arequipa el 18 de febrero de 1836, no sin protestar por escrito y ante el pelotón por la <em>"bárbara conducta del conquistador"</em>. Apenas tenía 29 años.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh217Xa0XPD13MX4OMvhfGKTRA4gWPp7yofn5oo8aaRMCcOGIJnHb1N0EJ2eMN3O_OkgGzt0RM4kdt7q-w2GM0IZVSCYIeZJ2AN6s3Pfv-5UmE-tn8-1l8xL8zWKggqSBxVg4wk9aFIK_mC/s1600/Mapa+de+la+Confederaci%25C3%25B3n.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" hca="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh217Xa0XPD13MX4OMvhfGKTRA4gWPp7yofn5oo8aaRMCcOGIJnHb1N0EJ2eMN3O_OkgGzt0RM4kdt7q-w2GM0IZVSCYIeZJ2AN6s3Pfv-5UmE-tn8-1l8xL8zWKggqSBxVg4wk9aFIK_mC/s320/Mapa+de+la+Confederaci%25C3%25B3n.jpg" width="250" /></span></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Muerto Salaverry y desterrado Gamarra, Santa Cruz halló el momento </span>para lograr su proyecto de unir al Perú y Bolivia. Originalmente pensaba unir a Bolivia y al sur del Perú, pues comprendía que el norte del Perú no aceptaría la idea de la unión con Bolivia (<em>“si paso del Apurímac no solo me pierdo sino que pierdo a Bolivia… (que) sin mí se convertirá en una mazamorra”</em>), pero sus consejeros, en especial, José Joaquín de Mora le insistieron en el todo o nada, porque con <em>“el norte sin el sur como parte integrante suya, no tendrá Ud. paz nunca, nunca”</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Con tal idea, Santa Cruz dividió al Perú en dos estados: Estado Nor Peruano y Estado Sur Peruano, manteniendo la integridad de Bolivia, y luego </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">de tres asambleas preparatorias, en Sicuani, Tapacarí y Huaura, el 28 de octubre de 1836, Santa Cruz declaró establecida la Confederación Perú-Boliviana, y fue proclamado Protector de la misma, con omnímodos poderes. Al año siguiente, el 1 de mayo de 1837, en una Asamblea en Tacna, con tres representantes (un militar, un sacerdote y un jurista) por cada Estado, se aprobó la <em>Constitución Política de los Estados Nor, Sud Peruanos y Bolivia</em>. En este texto, que constaba de 45 artículos, se acordaba la creación de la Confederación en base a la unión de Bolivia y los Estados Nor y Sud Peruanos, con el objeto de mantener su seguridad interna y externa, además de su recíproca independencia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Si bien cada Estado confederado tendría su propio gobierno, con igualdad de derechos, incluida la ciudadanía, estarían sujetos a un Gobierno General de la Confederación, con atribuciones militares, diplomáticas y económicas, ejercidas por el Poder Ejecutivo general, el Poder Judicial general y el Poder Legislativo general. La religión de la Confederación era la Católica, Apostólica y Romana, sin mencionar alguna restricción al ejercicio de otros cultos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El <em>Poder Ejecutivo general</em> residía en el Jefe Supremo de la Confederación y en sus Ministros. El Jefe Supremo era el Protector, que contaba con omnímodos poderes militares, políticos, diplomáticos, además de tener la iniciativa legislativa en aspectos educativos y judiciales, y de poder nombrar y destituir a los Presidentes de los Estados confederados. Duraba 10 años en el cargo, con posibilidad de prorrogarse.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El <em>Poder Judicial general</em> sólo se ejercía en causas especiales, y contra los funcionarios susceptibles de ser procesados. Las Cortes Supremas y Superiores de los Estados confederados mantendrían sus funciones.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El <em>Poder Legislativo general</em> era bicameral, compuesto por un Senado y una Cámara de Representantes , que representaban a los Estados confederados.</span><br />
<ul><li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">El Senado, compuesto por 15 miembros mayores de 40 años y con mil pesos de renta anual, designados por el Protector, en base a propuestas de los Colegios Electorales departamentales; se encargaba irónicamente de juzgar al Protector por traición y retención indebida del poder, y a sus Ministros por los delitos cometidos en ejercicio de sus funciones; aprobaba o rechazaba los Tratados entre la Confederación y otros países; decretaba premios y honores a quienes prestasen servicios a la Confederación; examinaba las bulas y documentos pontificios para darles o negarles su aprobación, y permitiría a los ciudadanos de la Confederación el uso de honores extranjeros.</span></li>
<li style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">La Cámara de Representantes constaría de 25 miembros mayores de 30 años y con 500 pesos de renta anual, electos por el Congreso general de la Confederación, en base a los candidatos propuestos por los Colegios Electorales. Esta Cámara tenía iniciativa legislativa, salvo en los aspectos de los que se encargaba el Senado; aprobaba los Presupuestos, concedía o negaba carta de naturaleza a los extranjeros, iniciaba los trámites de empréstitos y su amortización.</span></li>
</ul><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh1Bf2tIWY16odq4yHkZGo3rpfLSC1BqH3bEyMC_AVgDUijTW-p8zUtDYa6siPAKChN1lSGZ_tc3qkaVyHbuuzIxJlNKW_oDfhkuA-oH_NFVMv1pa6h9YTJ4LD-VDXhr9LXe41lAPl8lOs/s1600/Bandera+confederada.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hca="true" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh1Bf2tIWY16odq4yHkZGo3rpfLSC1BqH3bEyMC_AVgDUijTW-p8zUtDYa6siPAKChN1lSGZ_tc3qkaVyHbuuzIxJlNKW_oDfhkuA-oH_NFVMv1pa6h9YTJ4LD-VDXhr9LXe41lAPl8lOs/s400/Bandera+confederada.JPG" width="400" /></a></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En materia de derechos, el texto de 1837 no reguló nada, dejando su regulación al arbitrio de cada Estado confederado, que a su vez conservaban su moneda, armas y pabellones. La bandera de la Confederación sería de color punzó con las armas de los Estados confederados unidos por un laurel.</span><br />
<span style="clear: left; cssfloat: left; float: left; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hca="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuWCCsxs875M2qHeQJYRGF7t0iiTcMfEaXybizKZzdRkp6Gsg1ahPiDr8hq0VFrH70g19Ln0fbS__w4qikuNq-4hVKQO5SE8-Si-P3kMZJqaWpPltOikNNvYxhJJajdn7KXD0iN9Toam0n/s320/Andr%25C3%25A9s+de+Santa+Cruz.jpg" width="204" /></span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El proyecto de la Confederación, el más ambicioso sin duda del siglo XIX peruano, dio lugar a un Estado extenso y poderoso, que gobernado por un estadista como Santa Cruz, quien había logrado verdaderos prodigios en Bolivia, podría llegar a ser una gran potencia. Desde el punto de vista geopolítico, la Confederación consagraba la relación geográfica, histórica y económica entre el Perú y Bolivia, establecida desde tiempos prehispánicos, afianzada en tiempos coloniales, y que el virrey don Manuel de Guirior destacase en su célebre carta de 1776 al criticar la creación del Virreinato del Río de la Plata.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin embargo, para forjar tal idea, Santa Cruz había atentado contra la unidad</span> peruana, y debió recurrir a medios sangrientos que necesariamente le habían atraído odios y resentimientos, por lo que su proyecto no podía durar mucho, pues muchos peruanos vieron en la intervención de Santa Cruz a una invasión boliviana, e hicieron todo lo posible para derribarla.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Los emigrados peruanos, donde destacaban Gamarra, Castilla, La Fuente, Vivanco, y Pardo y Aliaga, planearon desde el exilio, la forma de liquidar la Confederación. Su centro fue Chile, donde el gobierno del presidente José Joaquín Prieto, cuya principal figura era su ministro don Diego Portales, quien dejó una huella profunda en la evolución política chilena, siendo conocido como el <em>Organizador de la República</em> (aunque esa idea está siendo discutida en los últimos años por quienes lo ven como la decisiva desviación hacia el autoritarismo dentro de la historia chilena).</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn000gZ8xK3Ct47Kmln9-tIK__S4_Ew2jMfw5jVMpvYru-qycU5AcY8n-KvG-U6AsXyQBIBH02gM8Vglf6ZW6guf9kF9Po8NANUmMctw_R1jJDrNyhJTiBMn7P4T6D_XsxsIwRsIWjmlCo/s1600/Diego+Portales.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" hca="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn000gZ8xK3Ct47Kmln9-tIK__S4_Ew2jMfw5jVMpvYru-qycU5AcY8n-KvG-U6AsXyQBIBH02gM8Vglf6ZW6guf9kF9Po8NANUmMctw_R1jJDrNyhJTiBMn7P4T6D_XsxsIwRsIWjmlCo/s320/Diego+Portales.jpg" width="228" /></a>El conservador Portales impulsó ante todo el desarrollo comercial de Valparaíso, lo que por fuerza lo llevaba a la competencia con el Callao. Ya Portales consideraba una ventaja para Chile la división del Alto y el Bajo Perú, además de mantenerlo alejado de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Inicialmente primó la razón (no olvidemos el lema chileno) y se logró un acuerdo con Salaverry en 1835, pero la agitación en el Perú y la anulación de este tratado por Orbegoso, llevó a Portales a pensar en usar la fuerza, sobre todo cuando Santa Cruz proclamó la Confederación, y buscó contrarrestar la competencia comercial chilena y vitalizar el comercio del nuevo Estado. Portales entonces, valiéndose de una serie de pretextos, declaró la guerra a la Confederación. En una célebre carta, Portales afirmó que <em>“La posición de Chile frente a la Confederación... es insostenible… Unidos estos dos Estados (Perú y Bolivia), aun cuando no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias… debemos dominar para siempre en el Pacífico: esta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre”</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero Portales no llegaría a ver la destrucción de la Confederación: la guerra era impopular en Chile, todavía influido por el ideal americanista, y un grupo de oficiales se sublevaron y tomaron preso al omnipotente Ministro, exigiendo el final de las hostilidades, y ante el riesgo de ser derrotados, lo fusilaron y remataron a bayonetazos (junio de 1837). El crimen desató una reacción de furor nacionalista en Chile, que hizo popular la guerra, atribuyendo a Santa Cruz implicancias en el crimen.</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqZcRhXIb_W-q4SjaN2AKCBhJ-7Bdyb5hnKIA_DqL7jjIl8bnhAj6qsPyYSiBuFWd3w7IlkHrUgcGsZb5-bJh9s2rfGGJemDthG1pemddMwQjJGd7vN4Q9ooQ5W7d-4oGLjYM2QWdjwIzq/s1600/Batalla+de+Yungay.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hca="true" height="143" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqZcRhXIb_W-q4SjaN2AKCBhJ-7Bdyb5hnKIA_DqL7jjIl8bnhAj6qsPyYSiBuFWd3w7IlkHrUgcGsZb5-bJh9s2rfGGJemDthG1pemddMwQjJGd7vN4Q9ooQ5W7d-4oGLjYM2QWdjwIzq/s320/Batalla+de+Yungay.jpg" width="320" /></a><br />
Fueron necesarias dos expediciones del ejército chileno con el apoyo de los peruanos antisantacrucinos. La primera expedición restauradora, al mando del almirante Blanco Encalada, fue derrotada en Arequipa y debió firmar el Tratado de Paucarpata (noviembre de 1837), y en un acto que luego lamentaría, Santa Cruz permitió retirarse a las tropas chilenas. El Tratado de Paucarpata no fue aprobado por el gobierno chileno, y la guerra continuó. La segunda expedición restauradora, al mando del general Manuel Bulnes, y con el apoyo de Gamarra y Castilla, capturó Lima y venció a Orbegoso en Guía. Luego se retiraron hacia la sierra norte, hacia donde Santa Cruz los siguió, librándose la batalla decisiva en Yungay en enero de 1839. Santa Cruz fue derrotado, lo que significó el final de la Confederación y el derrumbe de su débil entramado, dependiente de la suerte de su caudillo, quien tras varias vicisitudes, acabaría en el exilio en Francia, donde moriría en 1865.</span></span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-66967577590838083572011-09-19T00:48:00.001-05:002011-09-19T00:55:29.153-05:00Entre Gamarra y Salaverry: la Constitución de 1834<div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span style="font-size: xx-small;">En este artículo, retomamos el hilo de nuestra evolución constitucional, revisando el lustro entre 1828 hasta 1833: la guerra con la Gran Colombia, el cuartelazo y posterior gobierno de Gamarra y <personname productid="la Convención Nacional" w:st="on"><personname productid="la Convención" w:st="on">la Convención</personname> Nacional de 1833</personname>, que dictaría <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834, copia casi literal del texto de 1828, y que como los anteriores textos, tendría poca vigencia.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: right;"><br />
</div><span style="font-family: Arial;"></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhUUtSzajmrnagmbEb9CVIDh23-ldx-qqcAUdsZc0DiF2sexxnLDic8msFmtKP7BwdVMGwqCrGEPywcZz-RreH1obbDUl8nJ1idnaqMSKAPmlodQl5oNySQkmJamcIUVGOh50LC30gkuTp/s1600/La+Mar.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhUUtSzajmrnagmbEb9CVIDh23-ldx-qqcAUdsZc0DiF2sexxnLDic8msFmtKP7BwdVMGwqCrGEPywcZz-RreH1obbDUl8nJ1idnaqMSKAPmlodQl5oNySQkmJamcIUVGOh50LC30gkuTp/s320/La+Mar.jpg" width="163" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;">Mayo de 1828: el general Agustín Gamarra, prefecto del Cuzco, sin contar con el permiso del Presidente <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname> ni mucho menos del Congreso, invadió Bolivia y derrocó de esta forma, al gobierno del mariscal Sucre. Este hecho empeoró las relaciones con <personname productid="la Gran Colombia" w:st="on">la Gran Colombia</personname>, aún gobernada por Bolívar, el cual tenía mucho que reprocharle al gobierno peruano. Con una furibunda proclama, el Libertador declaró la guerra al Perú en julio de 1828.<br />
En el mar, la escuadra peruana, al mando del almirante Guisse, obtuvo notables éxitos, llegando a tomar Guayaquil, pese a la muerte de Guisse (24 de noviembre) y el incendio de la fragata <em>Presidente </em>(18 de mayo de 1829). En tierra, el avance peruano sufrió dos reveses: Saraguro y Portete de Tarqui, dos reveses, que pese a no ser decisivos, forzaron al Presidente <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname>, al mando de las operaciones, a aceptar una tregua con el Convenio de Girón. Pero al igual que el Libertador, víctima de intrigas políticas en su propio campo, en el campo peruano, estos hechos sirvieron de pretexto a Gamarra, para tramar con <personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</personname> un golpe simultáneo para derrocar al Presidente <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname> (Piura) y al Vicepresidente Salazar y Baquíjano (Lima) en junio de 1829, anteponiendo sus ambiciones a los intereses de <personname productid="la Patria. Llamando" w:st="on">la Patria. Llamando</personname> las cosas por su nombre, esta conducta en medio de una guerra externa, no merece más calificativo que el de traición a <personname productid="la Patria" w:st="on">la Patria</personname>, calificativo que la mayor parte de la historiografía no utiliza (salvo la excepción de don Percy Cayo Córdova), quizás por las circunstancias de la muerte del Mariscal de Piquiza en Ingavi (que veremos en otro post).<span style="font-family: Arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjabO1CiXMPusQgjnV6BPCAu45VKgFtVLlhUEHo7D6ld9PoPdCQSYboPJLSGfz_cg3JZtm6Wcb_8c21W8rR5aNdu9h0_EgpwDzqtL6rCuL4w0yyGgq6Af0XydeY5LzqC6kjVkcd8G8jc4fr/s1600/Gamarra.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjabO1CiXMPusQgjnV6BPCAu45VKgFtVLlhUEHo7D6ld9PoPdCQSYboPJLSGfz_cg3JZtm6Wcb_8c21W8rR5aNdu9h0_EgpwDzqtL6rCuL4w0yyGgq6Af0XydeY5LzqC6kjVkcd8G8jc4fr/s320/Gamarra.jpg" width="188" /></a></span><br />
<span style="font-family: Arial;">A continuación, Gamarra pactó la paz con los colombianos y legalizó su mandato, convocando a las primeras elecciones del Perú independiente. Electo Presidente, llevó como Vicepresidente a <personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</personname>, pero para muchos, el verdadero poder fue su esposa, doña Francisca Zubiaga, la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Mariscala”</i>. El gobierno de Gamarra fue autoritario y conservador, al contrario del gobierno de <personname productid="La Mar" w:st="on">La Mar</personname>, quien moriría desterrado en Costa Rica en octubre de 1830. La oposición al gobierno gamarrista fue muy intensa, llegando a soportar 17 motines, asonadas y rebeliones en su contra, por lo cual Gamarra se instaló en el Cuzco, dejando a <personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</personname> en Lima, pero como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">doña Pancha</i> sospechó de que <personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</personname> pretendía deponer a su marido (además de ciertos problemas, relacionados con los negocios sobre las harinas), organizó un motín que obligó a <personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</personname> a huir por los techos de Lima en abril de 1831.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;">Conforme pasaba el tiempo, los liberales volvieron a alzar cabeza, y lanzaron una acusación constitucional contra el Presidente, la más famosa de nuestra historia, donde el diputado Francisco de Paula González Vigil lanzó las famosas palabras <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“yo debo acusar, yo acuso”</i>, que más de medio siglo después haría famosas Emile Zola. Pese a este gesto, la acusación no fue aprobada, pese a que durante su gobierno, Gamarra pasó olímpicamente por alto a <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución, pues como bien expresara su Ministro de Gobierno, Manuel Lorenzo de Vidaurre: <em>"callarán por un momento las leyes, para mantener las leyes"</em></personname>…</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"></div><span style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC3zDZGd3r_X9fFiVqe0IpNu0-vNdfG83C5dPeXZeH9txj858_bp17sC6sXPDNmPpu-n068EDNdDxh8we_mFRFh7X_PNvqKWrS9GQv9_N636xSe5Kto8sxgct7mUwCvSD8cNm5Zx8HXDFS/s1600/Gonz%25C3%25A1lez+Vigil.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC3zDZGd3r_X9fFiVqe0IpNu0-vNdfG83C5dPeXZeH9txj858_bp17sC6sXPDNmPpu-n068EDNdDxh8we_mFRFh7X_PNvqKWrS9GQv9_N636xSe5Kto8sxgct7mUwCvSD8cNm5Zx8HXDFS/s200/Gonz%25C3%25A1lez+Vigil.jpg" width="173" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;">En medio de una crítica situación ante la incertidumbre del siguiente gobierno, Gamarra convocó a los Colegios Electorales para elegir Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, convocatoria que vino a coincidir con el artículo 177° de <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1828, que convocaba una Convención Nacional en 1833 para ocuparse de examinar y reformar <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> total o parcialmente. Ante la incertidumbre en la elección presidencial, fue <personname productid="la Convención" w:st="on">la Convención</personname>, instalada el 12 de septiembre de 1833, bajo la presidencia de Vigil, la que se encargaría de elegir al Presidente, eligiendo al general Luis José de Orbegoso, un militar trujillano sin grandes ambiciones políticas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Gamarra y su candidato Pedro Pablo Bermúdez, se sublevaron contra el nuevo gobierno en enero de 1834. Pero el pueblo reaccionó y derrotó a los insurrectos en Lima, obligándolos a fugar a la sierra, donde se realizó una breve guerra civil. Sin embargo, los soldados de Bermúdez prefirieron deponer a su jefe y, cerca de Jauja, el 24 de abril en el llano de Maquinhuayo, lo que debió ser una batalla se transformó en una ceremonia. Las tropas de ambos bandos se estrecharon en un abrazo fraterno, muestra del rechazo de la población ante las rencillas personales de los caudillos militares.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-pFnciENzMywKSw_3yanaPAO_8IlZrGUjaBzgFNT50Gr6i5Ou0FqRHFNS6NmCRNbUTzaWUfwW7N6C4f66XG1485rEhh_w87VzDvWMoCpCE94bc-Zi3ne8TK-sDgOEyk1HDe0Ck62ImzVo/s1600/Constituci%25C3%25B3n+de+1834.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-pFnciENzMywKSw_3yanaPAO_8IlZrGUjaBzgFNT50Gr6i5Ou0FqRHFNS6NmCRNbUTzaWUfwW7N6C4f66XG1485rEhh_w87VzDvWMoCpCE94bc-Zi3ne8TK-sDgOEyk1HDe0Ck62ImzVo/s200/Constituci%25C3%25B3n+de+1834.jpg" width="142" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Mientras esto ocurría, <personname productid="la Convenci�n" w:st="on">la Convención</personname> debatía una nueva Constitución, la cuarta en 11 años y la tercera de tipo liberal. Promulgada el 10 de junio de 1834, tuvo 187 artículos y 13 disposiciones transitorias.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo referente a <personname productid="la Nación" w:st="on">la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nación</b></personname>, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 no definía a <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname>, pero conservaba la prohibición de que fuera patrimonio de persona o familia. Se eliminaba la norma que en 1828 prohibía la unión o federación con otro país, con lo que se abría las puertas a una eventual unión con Bolivia.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">estado político de los peruanos</b>, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 dejó de lado la prodigalidad de otorgar la ciudadanía a los extranjeros, pues ya había una mayor conciencia nacional, limitándola a los nacidos en el Perú o en el extranjero de padres peruanos, y a los extranjeros que sirvan en el territorio nacional o que casados con peruana, tuvieran más de 2 años de residencia y ejercieran algún arte o industria.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">organización del Estado</b>, se reiteraba una vez más la forma de gobierno popular representativo, consolidado en la unidad. Como afirmaban todas las Constituciones anteriores (excepción, claro está, de <personname productid="la Constitución Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>), el ejercicio de la soberanía era compartida por los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, independientes entre sí y sujetos a una estricta obediencia a <personname productid="la Constitución." w:st="on">la Constitución.</personname></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Legislativo</b> como <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1828, era bicameral, compuesto del Senado y de <personname productid="la Cámara" w:st="on">la Cámara</personname> de Diputados, con las mismas atribuciones que en <metricconverter productid="1828. A" w:st="on">1828. A</metricconverter> diferencia de su antecesora, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 permitía a un Senador o Diputado desempeñar algún Ministerio, pero perdiendo el cargo congresal.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirrMmAcmrf-quUV342WZTuxOCA-oEPOGrBHntDZRO8QDhHULi8bJLJkVrhup8eiu3SWn8XKsckmCtO6qm8RyZQBRA0T8euYuhdgBLbM92Kugz0oA-fOXFVk4WT6XqacactEXspVlSwADhn/s1600/Orbegoso.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirrMmAcmrf-quUV342WZTuxOCA-oEPOGrBHntDZRO8QDhHULi8bJLJkVrhup8eiu3SWn8XKsckmCtO6qm8RyZQBRA0T8euYuhdgBLbM92Kugz0oA-fOXFVk4WT6XqacactEXspVlSwADhn/s320/Orbegoso.jpg" width="180" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo concerniente al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Ejecutivo</b>, se buscó restringir los poderes del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, tras la experiencia de los abusos del gobierno de Gamarra, sobre todo en materia legislativa y de nombramientos, para lo cual se redujo el veto presidencial. Se eliminaba la figura del Vicepresidente pues se juzgaba que era un elemento de oposición al Presidente. Además, se mantuvo la existencia del Consejo de Estado como órgano asesor del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, con un Presidente propio, encargado de suplir al Presidente en su ausencia o muerte, caso este último, en el que debía convocar a elecciones en sus primeros diez días de gobierno.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder</b> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Judicial</b> conservaba la misma organización de 1828, pero variaba la forma de efectuar los nombramientos, pasando de ser facultad del Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname>, a ser de <personname productid="la Cámara" w:st="on">la Cámara</personname> de Diputados.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo relativo al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">régimen interior de <personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la República</personname></b>, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 sólo cambió el texto de 1828 en lo referente a las Juntas Departamentales, desactivándolas debido a su fracaso.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En cuanto a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">derechos y garantías</b>, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 mantuvo los mismos derechos que en 1828, sin hacer ningún aporte en materia de derechos.</span></div><personname productid="la Constitución" w:st="on"><span style="font-family: Arial;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitdOiCqs0TyEvOpexF4N3RROk5PhYVeTQ5TEV9Bo3sIqI5I_J2Ucu9l6QBjqHm20ao6N9sicQq5eyAUv8ID-h2QbEyBmIlUOKGUyaQE3JbHJFjmXkKSCLmulYeCtPAThIYnINUHbLkXgSg/s1600/Salaverry.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitdOiCqs0TyEvOpexF4N3RROk5PhYVeTQ5TEV9Bo3sIqI5I_J2Ucu9l6QBjqHm20ao6N9sicQq5eyAUv8ID-h2QbEyBmIlUOKGUyaQE3JbHJFjmXkKSCLmulYeCtPAThIYnINUHbLkXgSg/s320/Salaverry.jpg" width="166" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;">La Constitución de 1834 fue una copia casi literal de <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1828. Sólo hubo diferencias en uno que otro detalle, ya que como bien notó Pareja Paz Soldán, los artículos modificados no llegaron a veinte. Para Astete Virhuez, los convencionistas de 1834 <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“iniciaron el desmontaje de lo que no les era natural </i>(es decir el control de <personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</personname>) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">y procedieron a deshacer lo mejor que tenía nuestra Constitución “madre””</i>. <span style="font-family: Arial;">Pero como sus precedentes, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1834 tuvo una breve vigencia...</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Febrero de 1835: mientras el Presidente Orbegoso se hallaba en Arequipa, en prevención a un posible rebrote gamarrista (y en campaña reeleccionista), se sublevó en Lima el joven y carismático general Felipe Santiago Salaverry, derrocando al Presidente del Consejo de Estado encargado del mando, don Manuel Salazar y Baquíjano, personaje que por tercera vez en 12 años era depuesto. Con su gobierno amenazado, Orbegoso tuvo la debilidad de pedir ayuda al Presidente boliviano, el mariscal Andrés de Santa Cruz. El mariscal paceño acariciaba el proyecto de restaurar la unidad entre el Alto y el Bajo Perú, quebrada en 1825. Su obra, <personname productid="la Confederación Perú-Boliviana" w:st="on"><personname productid="la Confederación" w:st="on">la Confederación</personname> Perú-Boliviana</personname> y su lucha, primero a muerte con Salaverry, luego con Gamarra y con las expediciones restauradoras, serán temas de otro post.</span></div></span></span></span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-4458359437709375712011-08-21T20:52:00.002-05:002011-08-21T21:17:03.009-05:001828: la "Constitución Madre"<div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: xx-small;">En este artículo, revisamos nuestra Constitución Madre, la de 1828, texto que sentó las bases de nuestro sistema político en lo referente a la unidad del Perú, a la idea descentralizadora y a la relación entre los poderes del Estado. Por desgracia, surgió en medio del Primer Militarismo, que harían fugaz su vigencia…</span></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span><br />
<div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW6us7OcxbjFOGb-BFosuv5ySw1yH0VnSAXWIzBbxw7C7ppV_PuXKXMIJN7jiUteilwf_4c6ey3GML7LT1czRPMUOkLWnpXb20tnn_PuZwEnw8urd-slcejqfAu61SNRlVcnXLadJpwmqO/s1600/Rugendas+-+Plaza+Mayor+de+Lima.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="225" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW6us7OcxbjFOGb-BFosuv5ySw1yH0VnSAXWIzBbxw7C7ppV_PuXKXMIJN7jiUteilwf_4c6ey3GML7LT1czRPMUOkLWnpXb20tnn_PuZwEnw8urd-slcejqfAu61SNRlVcnXLadJpwmqO/s320/Rugendas+-+Plaza+Mayor+de+Lima.jpg" width="320" /></span></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A partir de la independencia, y durante el siguiente cuarto de siglo de vida independiente, hubo en el Perú, un constante período de sublevaciones, que reflejaron las cambiantes alianzas establecidas entre personajes tan dispares como los generales patriotas, los comerciantes criollos y los ideólogos civiles (el trinomio del sable, el dinero y la pluma como lo denominan Contreras y Cueto). Tal situación volvió más difícil la definición de una serie de aspectos que debía encarar el Perú.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Este período, fue calificado por Basadre, como de la definición de la nacionalidad: en ese tiempo, como si el caudillismo, las constantes luchas civiles y la debacle económica fueran poco, el Perú enfrentó amenazas externas: a su integridad desde la Gran Colombia de Bolívar (1827-1830) y desde Bolivia (1840-1842); a su misma existencia y unidad desde la Bolivia de Santa Cruz (1830-1836) y en especial durante el proceso de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). Durante tan difícil período fueron promulgadas tres constituciones: las liberales de 1828 y 1834, y la conservadora de 1839, sin mencionar la efímera Constitución Confederada de 1837.</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimTklcnXplgUgLLggESaVuemddbrztUmZMfCfZLebO8n_9-wm9LBAd8nAXwkHqRQKvL6lZx5vAoMXyHx8fgX_iNpjN9KdMS9JPLw7TQYd58cQ0TcpgvbcB8RXFTrTSHLwYrExcSBFBBJcx/s1600/LunaPizarro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" closure_uid_4etkzq="177" height="200" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimTklcnXplgUgLLggESaVuemddbrztUmZMfCfZLebO8n_9-wm9LBAd8nAXwkHqRQKvL6lZx5vAoMXyHx8fgX_iNpjN9KdMS9JPLw7TQYd58cQ0TcpgvbcB8RXFTrTSHLwYrExcSBFBBJcx/s200/LunaPizarro.jpg" width="146" /></span></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Caído el régimen vitalicio en enero de 1827, el Consejo de Ministros presidido por Santa Cruz convocó de inmediato a un Congreso General Constituyente para <em>“sancionar la Constitución que crean más análoga a la Nación y nombren al Gobierno que en la misma Carta establezcan”</em>. Instalada la Asamblea Constituyente en junio de 1827, su principal líder fue el ilustre Luna Pizarro, que había retornado de su exilio, que encarnó la voluntad de los constituyentes de lograr que la Constitución reflejara la identidad, esencial y privativamente peruana, y su voluntad de constituirse como una nación soberana e independiente, ajena a la vez, a los proyectos políticos de Bolívar y a las tendencias separatistas del sur que alentaban Sucre y los bolivianos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero en un acto muy cuestionado, el Congreso se arrogó la facultad de elegir al Presidente y al Vicepresidente, sin haber siquiera promulgado antes la Constitución. Buscando un caudillo democrático, Luna Pizarro propició la elección del mariscal José de la Mar, un militar nacido en Cuenca y caracterizado por su falta de ambiciones políticas (<em>“hasta el título de Presidente me asusta”</em> llegó a escribir en una carta), acompañado de don Manuel Salazar y Baquíjano en la Vicepresidencia. Pese a su gran prestigio militar, La Mar no era un caudillo, y su elección disgustó profundamente a los caudillos del sur: el cuzqueño Gamarra, el paceño Santa Cruz y el tarapaqueño Gutiérrez de la Fuente, que tramaron su caída.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLjeryB0OvrBtUE-unHg0Prc2n7KyTl0pixSrb9D9fxWhini6VUAIEfK1A5TlPdQQvSC3dBWzcdq2qsdYagZGYoFewtb8gAuxfVKlRLBZX7mu0qEvHlFA1h1UowrBAsKHS4684rRmn9EMz/s1600/Constituci%25C3%25B3n+de+1828.png" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLjeryB0OvrBtUE-unHg0Prc2n7KyTl0pixSrb9D9fxWhini6VUAIEfK1A5TlPdQQvSC3dBWzcdq2qsdYagZGYoFewtb8gAuxfVKlRLBZX7mu0qEvHlFA1h1UowrBAsKHS4684rRmn9EMz/s320/Constituci%25C3%25B3n+de+1828.png" width="198" /></span></a>La <em>Constitución Política de la República Peruana</em>, nombre oficial de la Carta de 1828, rigió –formalmente al menos- sin alteración hasta el 10 de junio de 1834 y tuvo 182 artículos. Sancionada el 18 de marzo de 1828, fue promulgada solemnemente el siguiente 20 de abril, invocando el nombre de <em>“Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Supremo Autor y Legislador de la Sociedad”</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo referente a la <strong>Nación</strong>, la Constitución de 1828 la define como <em>“la asociación política de todos los ciudadanos del Perú”</em>, reafirmando su libertad e independencia <em>“de toda potencia extranjera. No será jamás patrimonio de persona o familia alguna; ni admitirá con otro Estado, unión o federación que se oponga a su independencia”</em>. Esto último se explica por los malos recuerdos de la presencia bolivariana.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre el <strong>territorio</strong>, la Constitución de 1828, ni definía, ni establecía división alguna.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo relativo a la <strong>religión</strong>, la Constitución de 1828 se limita a reafirmar que la religión del Estado es la Católica, Apostólica y Romana, sin permitir el ejercicio de otra religión.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo referente al <strong>estado político de los peruanos</strong>, la Constitución de 1828 fue muy generosa. Eran ciudadanos, todos los hombres libres nacidos en el Perú, aunque fueran analfabetos; mayores de 21 años o casados, que no hubiesen sido condenados a pena infamante, aceptado empleo de otra nación, hecho votos religiosos o haberse dedicado al tráfico de esclavos. Se concedía también la ciudadanía a los extranjeros que hubiesen servido en el Ejército o la Armada, o que estuviesen avecindados desde <em>“el año veinte, primero de la independencia”</em>, es decir, desde 1820, o que luego de ese año, hubiesen obtenido carta de ciudadanía. A la vez, no se exigía ningún requisito para lograr esa carta, suprimiéndose las restricciones de las anteriores Constituciones.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre la <strong>organización del Estado</strong>, la Constitución de 1828 definía la forma de gobierno como <em>“popular representativa fundada en la unidad”</em>, la soberanía era ejercida por los clásicos tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sin que pudieran <em>“salir jamás de los límites prescritos por la Constitución”</em>. Así, se suprimía el Poder Electoral creado por la Constitución Vitalicia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El <strong>Poder Legislativo</strong> era bicameral, es decir, estaba conformado por dos Cámaras: de Senadores y de Diputados, conservando muchas de las atribuciones de la Constitución de 1823. Este sistema bicameral se mantuvo reiteradamente en nuestra historia constitucional, salvo en las Constituciones de 1823, 1826, 1867 y la actual de 1993. La potestad legislativa de ambas Cámaras era igual, pero la Cámara de Diputados tenía la iniciativa en materia de contribuciones, empréstitos y deuda pública, además de poder acusar ante el Senado al Presidente y al Vicepresidente, a los Ministros de Estado y a los vocales de la Corte Suprema, por todo delito cometido en el ejercicio de sus funciones. Se recuperaba la incompatibilidad entre la función ministerial y la congresal de 1823.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La Cámara de Diputados estaba conformada por los representantes de las provincias, y eran electos por los Colegios Electorales en proporción a la población de la provincia: uno por cada veinte mil habitantes o por fracción superior a diez mil, aunque la provincia no llegue a esa cifra. La edad mínima era de 26 años, y el mandato duraba 4 años. La Cámara de Diputados se renovaba por mitades cada 2 años.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El Senado estaba conformado por tres representantes de cada departamento, electos por las Juntas Departamentales entre los candidatos propuestos por los Colegios Electorales. La edad mínima era de 40 años y el mandato duraba 6 años. El Senado se renovaba por tercios en el mismo tiempo que la Cámara de Diputados.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUWWWLd-9u-ccJ2x07zQCMVNq6G-K78CwRExTPzO-KRgIqf4g0uqIzKNee3rBKVjLqIYx1VjdEFgpWofXB12y7F6nH4IeJwuMOPd-WjUuOIDfdBLImVR1rhgcDEQpJt4qmehmsy4ota4xY/s1600/Jos%25C3%25A9+de+La+Mar.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUWWWLd-9u-ccJ2x07zQCMVNq6G-K78CwRExTPzO-KRgIqf4g0uqIzKNee3rBKVjLqIYx1VjdEFgpWofXB12y7F6nH4IeJwuMOPd-WjUuOIDfdBLImVR1rhgcDEQpJt4qmehmsy4ota4xY/s320/Jos%25C3%25A9+de+La+Mar.jpg" width="202" /></span></a>Al estar inspirada en el modelo norteamericano, en la Constitución de 1828, el <strong>Poder Ejecutivo</strong> era reforzado en comparación con la Constitución de 1823. El <em>“Supremo Poder Ejecutivo”</em> era ejercido por un solo ciudadano, el Presidente de la República, <em>“jefe de la Administración General de la República”</em>. Como obvia reacción contra la Constitución Vitalicia, se establecía que el cargo de Presidente no era ni vitalicio ni hereditario, que duraría 4 años, con reelección sólo por una vez. Se abandonaba la elección parlamentaria de la Constitución de 1823, por la elección nacional por voto indirecto. Habría también un Vicepresidente con las mismas facultades que el Presidente, para sustituirle en caso de impedimento o vacancia y en ausencia de ambos, el poder era asumido por el Presidente del Senado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A imitación norteamericana, el Presidente no contaba con iniciativa legislativa, pero sí con el derecho de veto, sin existir algún hostigamiento parlamentario. A diferencia de la Constitución Vitalicia, el Presidente era responsable directo de los actos de su administración. Esta responsabilidad era compartida con los ministros de Estado, a diferencia del modelo norteamericano. Se reafirmó la refrendación ministerial, institución existente en nuestro derecho constitucional, desde el Estatuto Provisorio de San Martín. El Poder Ejecutivo podía tener facultades extraordinarias, sólo por autorización legislativa mayor a los dos tercios, y se anuló el hostigamiento parlamentario al derogar la interpelación y la censura.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Por último, se creó el Consejo de Estado, un organismo asesor del Presidente de la República, conformado por diez senadores y presidido por el Vicepresidente de la República o por el Presidente del Senado. Este ente debía velar por la observancia de la Constitución, además de dar su voto consultivo en asuntos de interés nacional.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzFof_XqnXHQv19lzPOfLs2hYFeaL2KfbiWYO7v9FOSypT3BglbjSLEl8z3MImu4WsO0wuLYD1neHbQx_SIywwjThy60twC41_eq346twuX1NCp9hfHgM9J5qeaHKJ2baprKyQOIXBM4_t/s1600/manuel_vicente_villaran.gif" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="200" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzFof_XqnXHQv19lzPOfLs2hYFeaL2KfbiWYO7v9FOSypT3BglbjSLEl8z3MImu4WsO0wuLYD1neHbQx_SIywwjThy60twC41_eq346twuX1NCp9hfHgM9J5qeaHKJ2baprKyQOIXBM4_t/s200/manuel_vicente_villaran.gif" width="136" /></span></a>Manuel Vicente Villarán afirmó que la Constitución de 1828 <em>“ni debilita el Poder Ejecutivo ni lo fortalecía demasiado, para las circunstancias de aquel tiempo. A esta mesurada actitud… debe la Constitución del 28 su influencia perdurable en nuestra evolución política. En cien años, desde 1828 hasta al presente, ha dominado en nuestro régimen constitucional cierta uniformidad traducida por una carta política típica que, con secuencias y variaciones, ha sobrevivido a las convulsiones; las que se apartaron mucho del tipo, sea en el sentido de exagerar el poder presidencial y el centralismo, como la de 1839, o en el sentido de debilitarlo, como las del 56 y el 67, no duraron mucho. La del 60 que se acercó, más que las otras, al espíritu de los hombres del 28, prolongó su existencia sesenta años. El modelo ha envejecido. Necesita enmiendas y perfeccionamiento; pero sería locura destruirlo por amor excesivo a novedades irrealizables”</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Aparte de la imitación del modelo norteamericano, cuya importancia fue exagerada, creemos que también tuvo mucho que ver en la implementación de la fuerza del Presidente, la tradición de poder personal que el Perú (y en buena parte América Latina) tuvo a lo largo de su historia (incas, gobernadores y virreyes). Además, dada la situación del continente en esos años, entre la anarquía y la omnipresencia de la espada, se debía tener un Poder Ejecutivo con tal fuerza como para hacer respetar la Constitución.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El <strong>Poder Judicial</strong> era regulado extensamente por la Constitución de 1828, aunque con pocos cambios en relación con las Constituciones anteriores. Los jueces eran inamovibles, salvo sentencia judicial. El Presidente nombraba a propuesta del Senado, a los vocales de las Cortes Suprema y Superior, y a los Jueces de Primera Instancia a propuesta de la Corte Superior respectiva.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKiUuSaGAQmYdVOepglOXEDvD3bIB3kmYK4Dk8xnEUJV3E0TAKnJpffSK3jDi8vzFnUhOJ_YWWM0Vt6PxPf3iFHifv2FAhhE8QuD6HjUaLfhhkVoetOI4tKnV9uFf8qothaqMgiLbJNZPT/s1600/Per%25C3%25BA+independiente.png" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKiUuSaGAQmYdVOepglOXEDvD3bIB3kmYK4Dk8xnEUJV3E0TAKnJpffSK3jDi8vzFnUhOJ_YWWM0Vt6PxPf3iFHifv2FAhhE8QuD6HjUaLfhhkVoetOI4tKnV9uFf8qothaqMgiLbJNZPT/s1600/Per%25C3%25BA+independiente.png" /></span></a>Sobre la <strong>organización interior de la República</strong>, la Constitución de 1828 debatió de forma extensa el problema del federalismo, hasta ser el principal problema constitucional. Sus defensores lo hacían en base a la soberanía de los pueblos y la conservación de sus características regionales. Sus detractores demostraban la inexistencia de medios humanos para concretar esa idea. Si en los albores de la emancipación, la Monarquía fue la utopía de la derecha, la Federación fue la utopía de la izquierda, como bien afirmó Víctor Andrés Belaúnde. Los liberales juzgaban que el unitarismo se acercaba a la Monarquía, mientras que en el federalismo, los pueblos retenían su soberanía, las leyes eran más adecuadas, habría menos privilegios y menos corrupción, evitando el despotismo, y al contrapesar el rol de la capital, se evitaba el centralismo. Pese ello, el federalismo fue rechazado. ¿Por qué?</span><br />
<ul><li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">En primer lugar, la tradición histórica del Perú había tendido al centralismo: en la época del Tahuantinsuyo, para salvaguardar la unidad del territorio frente a las inquietudes de los señoríos locales; durante el Virreinato, frente a cualquier intento de rebelión por parte de los Cabildos; y finalmente, durante la Guerra de Independencia, frente a la crítica coyuntura del momento.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">En segundo lugar, no se podía aplicar el argumento que lo que había sido bueno para los Estados Unidos, lo era para el Perú, pues el Perú no se había forjado sobre la base de colonias independientes, con regímenes especiales, pero con una comunidad de intereses y vínculos que los unían. Si el modelo republicano exigía ciertas condiciones, el modelo federal también: una federación une en un solo cuerpo a varias parcialidades, que aisladas se hallarían en una peligrosa debilidad, además de suponer una constante vida política, la que no existía en el Perú decimonónico, corriendo más bien con el riesgo de excitar la rivalidad entre provincias . Por ello, en los países latinoamericanos donde se había introducido el federalismo –México y Argentina-, sólo habían engendrado despotismo y anarquía. Además, no todas las provincias contaban con los mismos recursos, existiendo un desequilibrio que perjudicaría la economía, pues un régimen federal requiere de un país rico. No solo faltaban hombres sino también recursos.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">En tercer lugar, la carencia de burguesías regionales sólidas, capaces de organizar aparatos estatales con una mínima autosuficiencia económica, así como el temor al desmembramiento, cuando las fronteras del Perú aún estaban por definirse, hicieron pensar a los constituyentes de 1828 que el federalismo debía esperar a mejores tiempos para su organización.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">En cuarto lugar y para completar las razones del rechazo del federalismo, estaba la grave situación internacional del momento, con una posible guerra contra la Gran Colombia del resentido Bolívar, lo que requería una actitud militar enérgica y un gobierno fuerte, mientras que el federalismo, de por sí, es débil. Era por ello, que ni los más recalcitrantes federalistas, se atrevieron, aún momentáneamente, a establecer la federación, porque habría sido nefasta para la seguridad de la Patria, peligrosa para el orden interno e inaceptable a las condiciones del Perú</span></li>
</ul><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">No obstante el rechazo –momentáneo, pensaban sus promotores- del federalismo, se crearon las Juntas Departamentales, encargadas de promover los intereses de sus provincias, con la intención de ir preparando al Perú para la implementación del sistema federal. Se establecieron municipalidades en toda población que contase con un colegio electoral, instituciones sin carácter representativo, limitadas a asuntos locales. Sus actos estaban sujetos a las Juntas Departamentales. Pero estas Juntas no funcionaron adecuadamente. ¿Por qué? Basadre nos ofrece una respuesta, que creemos la correcta: <em>“En los años en que funcionaron las juntas, 1829 a 1834, el Perú estuvo gobernado por Gamarra y este gobierno creó una despótica oligarquía militar para mantenerse en el poder contra las múltiples asechanzas. Dentro de este despotismo cuartelesco, fue imposible que las juntas pudieran desenvolverse”</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo referente a los <strong>derechos y garantías</strong>, la Constitución de 1828 fue la única del siglo XIX peruano, que limitó la prisión por deudas, hasta su definitiva afirmación en nuestro constitucionalismo en 1920.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre la <strong>observancia y revisión de la Constitución</strong>, se señalaba que la Constitución se mantendría en vigor durante 5 años, tras los cuales, se procedería a reunir una Convención Nacional que determinaría si era pertinente reformar o continuar con la Constitución.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinZXDIkkM8AIgz6MygwDv17G6TqiyjrgOUcIa-Oi_nONVhyphenhyphennK-YKMIjPy6oykz-pSV_DBXkQI7jQEqRgnWPyrtsi56IYJwpWqVYuUcr5rp_5B3C464S6yTkA9rr40yq_bB00Dz20r8ZfAf/s1600/Gamarra%2528f.GonzalezGamarra-pintura63x53cm%25291963.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinZXDIkkM8AIgz6MygwDv17G6TqiyjrgOUcIa-Oi_nONVhyphenhyphennK-YKMIjPy6oykz-pSV_DBXkQI7jQEqRgnWPyrtsi56IYJwpWqVYuUcr5rp_5B3C464S6yTkA9rr40yq_bB00Dz20r8ZfAf/s320/Gamarra%2528f.GonzalezGamarra-pintura63x53cm%25291963.jpg" width="262" /></span></a>Nuestra opinión sobre la Constitución de 1828 es positiva porque echó las bases de un orden constitucional que resultó precario y, lamentablemente, efímero. La razón y la realidad debían tener un punto de equilibrio en un régimen de razonables balances y contrapesos, lo que no llegó a materializarse, pues la Constitución de 1828, como la anterior de 1823 y la siguiente de 1834, fue redactada por ideólogos liberales, en medio de un libre debate, pero lamentablemente justo en medio del auge del caudillismo, lo que Basadre denomina el <em>“Primer Militarismo”</em>.<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pese a esos problemas, la Constitución de 1828, como bien decía Manuel Vicente Villarán, fue nuestra <em>Constitución Madre</em>, pues a diferencia de las anteriores Constituciones (1823 y 1826), y de otras posteriores (1834, 1856 y 1867), que en la práctica, tuvieron escasa vigencia, la Constitución de 1828 echó las bases de nuestro sistema político:</span></span> <br />
<ul><li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">reafirmó la forma unitaria del Estado Peruano, pese a los debates sobre el federalismo;</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">propició la descentralización departamental y administrativa, mediante las Juntas Departamentales, intento fallido es verdad, pero más por culpa de las circunstancias que de la idea en sí;</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">configuró un Presidente de la República con la fuerza suficiente para mandar;</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">consagró el principio de la bicameralidad, que se afianzó con el paso del tiempo en nuestro constitucionalismo;</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">fijó los derechos y las garantías básicas desarrolladas a lo largo de nuestra vida republicana.</span></li>
</ul><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Aun cuando las constituciones posteriores cambiaron en detalles según la ideología o la situación del momento, estas estructuras básicas duraron largo tiempo. No obstante, para los conservadores, inspirados por José María de Pando, la Constitución de 1828 conducía a la omnipotencia parlamentaria.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El artículo 176° de la Constitución de 1828 establecía que se conservaría sin alteración ni reforma, durante cinco años desde su promulgación, a fin de convocar a una Convención Nacional en 1833 que examinase si había necesidad de reformas en base a su aplicación en ese lapso. Ese lustro, sin embargo, estaría cargado de acontecimientos decisivos en la historia del Perú republicano. Pero eso, será motivo de otro artículo...</span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-83573440780094461742011-08-19T16:51:00.004-05:002011-08-19T17:04:00.437-05:001826: la Constitución Vitalicia... que duró dos meses...<div style="text-align: center;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span style="font-size: xx-small;">En este artículo, seguimos el paso de Bolívar por nuestra historia constitucional, cuando tras la epopeya de Junín y Ayacucho, impuso un sistema político autoritario y de breve duración, creyendo tomar lo mejor de Monarquía y República, tomando en realidad lo peor de cada sistema.</span></span></div><div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><br />
</div><div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZJd-9965Ul6Z92M7NmYZ3LUiotF60AVZFdvCB3eqCJFJW5Z7aQUrOgxxwVaGEyeMa2UymUzt4ZsQI342XHPF-H87eErMTgZjF5V8LAofOoYg3FgBytwXIAKlX11603wBZ2sUAGjZK0C09/s1600/Sim%25C3%25B3n+Bol%25C3%25ADvar.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_8t38ud="170" height="320" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZJd-9965Ul6Z92M7NmYZ3LUiotF60AVZFdvCB3eqCJFJW5Z7aQUrOgxxwVaGEyeMa2UymUzt4ZsQI342XHPF-H87eErMTgZjF5V8LAofOoYg3FgBytwXIAKlX11603wBZ2sUAGjZK0C09/s320/Sim%25C3%25B3n+Bol%25C3%25ADvar.jpg" width="246" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">1º de septiembre de 1823: Simón Bolívar, el general caraqueño que había liberado al Virreinato de la Nueva Granada, a la Capitanía General de Venezuela y la Audiencia de Quito, arribaba al Callao, como la esperanza de los patriotas para vencer a los realistas. Llegaba a un Perú con dos gobiernos, uno en Trujillo (Riva-Agüero) y en Lima (Tagle), teniendo que hilar fino para solucionar ese problema.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">En un documentado ensayo titulado <em>Bolívar: Libertador y Enemigo Nº 1 del Perú</em>, Herbert Morote sintetiza que Bolívar sólo estuvo tres años en el Perú, llegó como Libertador, a los cinco meses era Dictador, a los tres años iba a ser Presidente Vitalicio. Ganó la independencia en 15 meses, a los 20 empezó a cercenar nuestro territorio por la mitad. Apenas llegó abortó nuestra primera Constitución, para luego imponer sin debate alguno su Constitución Vitalicia. Trajo a sus amigos militares colombianos y venezolanos que mangonearon en el Perú, y deportó a los peruanos opuestos a sus ideas aristocráticas, centralistas y vitalicias.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Primero Bolívar buscó eliminar a Riva-Agüero, que trató de abrir negociaciones con los españoles a fin de que reconocieran la independencia del Perú, y apartando a Bolívar, Sucre y Tagle, pero sus propios oficiales lo depusieron y desterraron, pese a las órdenes de Bolívar de fusilarlo (noviembre de 1823). Tagle fue el siguiente: primero el Congreso le ordenó someterse a la autoridad del Libertador, que le sugirió iniciara negociaciones con los españoles para ganar tiempo, que fallaron, enterándose luego Tagle de que habían otras negociaciones ocultas con los españoles que involucraban a su vicepresidente Diego de Aliaga, con el mismo fin que Riva-Agüero: reconocimiento de la independencia y salida de Bolívar del Perú, pues sus tropas actuaban como ejército de ocupación. Una sublevación en el Real Felipe por soldados impagos, originó que el ejército realista volviera a ocupar Lima (febrero de 1824), ante lo cual el Congreso otorgó el título de Dictador a Bolívar, que convencido de que Tagle y su ministro Berindoaga estaban detrás de la sublevación del Callao, ordenó arrestarlos. Tagle se asiló en el Convento de la Merced, entregandose a los realistas; tratado con cortesía por ellos, se refugió en el Real Felipe, donde moriría en inenarrables condiciones en medio del asedio del Callao (septiembre de 1825).</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7eWDc11JFK1WumqyBi-sCig7D8f6NyohZJAcN-nOjt8ZAzCRyeHnjnOi4fAWIqlPu2X82JFRM0cNcpMgyscA_RtUcsO-_AB3tBdOt7AJ45jFM5aRJ0yFiWYxcB56wiJKh8lSssee1TONm/s1600/batalla+de+junin.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_8t38ud="203" height="240" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7eWDc11JFK1WumqyBi-sCig7D8f6NyohZJAcN-nOjt8ZAzCRyeHnjnOi4fAWIqlPu2X82JFRM0cNcpMgyscA_RtUcsO-_AB3tBdOt7AJ45jFM5aRJ0yFiWYxcB56wiJKh8lSssee1TONm/s320/batalla+de+junin.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;"></span><span style="font-family: Arial;">Los poderes dictatoriales que el Congreso </span><span style="font-family: Arial;">confirió a Bolívar durarían un año, tiempo que bastó para reorganizar el ejército libertador y librar las decisivas batallas de Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824). Sólo se mantuvieron firmes el brigadier José Ramón Rodil en el Real Felipe y el general Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú. Olañeta fue muerto y sus tropas sometidas en Tumusla en 1825, y Rodil, tras mantener una empecinada resistencia a un asedio naval y terrestre, se rindió con honores en enero de 1826.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Vencido el año de poderes dictatoriales, el Congreso volvió a reunirse el 10 de febrero de 1825. Sorpresivamente Bolívar afirma que desea renunciar y los diputados envían delegados para rogarle que se quede. A continuación, el Libertador firma un decreto convocando a elecciones para un nuevo Congreso, que se reunirá el 10 de febrero de 1826, aunque en la práctica no se reunió sino hasta el 29 de marzo de ese año y sus sesiones sólo duraron hasta el 10 de mayo, con el encargo de reunirse al año siguiente, tras consultar a los pueblos si se debía o no reformar <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1823.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHM3SLnMcST83AKhlUYz6GQrcMAkZv7VwdjGid_4EeUp9sGtUJdhh8T0sqWTiq3BO1HNk4Ris3MQeC_08ik3Y15PRmWKnXY1ov8mlw4yKHFToqI2cFcpcXV_-XU66PSy5cBUiA9yg6hvB-/s1600/Desmembramiento+del+Per%25C3%25BA+por+Bol%25C3%25ADvar+-+Morote.PNG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_8t38ud="263" height="400" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHM3SLnMcST83AKhlUYz6GQrcMAkZv7VwdjGid_4EeUp9sGtUJdhh8T0sqWTiq3BO1HNk4Ris3MQeC_08ik3Y15PRmWKnXY1ov8mlw4yKHFToqI2cFcpcXV_-XU66PSy5cBUiA9yg6hvB-/s400/Desmembramiento+del+Per%25C3%25BA+por+Bol%25C3%25ADvar+-+Morote.PNG" width="276" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Esos años 1825 y 1826 serían difíciles. Primero Sucre creó la República de Bolivia en base a los territorios del Alto Perú, dividiendo la centenaria unidad del Alto y Bajo Perú. Luego Bolívar mostró inflexibilidad al fusilar al ex ministro Berindoaga y al anciano comerciante Terón, por haber negociado con los españoles, además de ejecutar a oficiales opuestos a su Dictadura, como el teniente Aristizábal. No contento, Bolívar no toleró oposición, estableciendo un gobierno policial y pretoriano al mando del ministro Heres (<em>"esbirro"</em> lo denomina Morote), deportando a Luna Pizarro (pese a ser electo diputado) y encarceló al hidalgo almirante Guisse. La muerte de dos ilustres personajes hizo enrarecer </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">aún más el ambiente: el asesinato de Bernardo de Monteagudo, el autoritario ministro de San Martín (enero de 1825) y la muerte (envenenamiento se rumoreó) de José Faustino Sánchez Carrión, el tribuno de la República y Ministro General de Bolívar (junio de 1825). Bolívar también adoptó medidas impopulares a favor del mantenimiento de la esclavitud y de la restauración del tributo indígena, desconociendo la existencia de las comunidades indígenas, reconocidas y amparadas por la legislación colonial.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Bolívar buscaba confederar a los países andinos, y el Perú no podía quedar excluido. Desde su finca en Magdalena (actual Pueblo Libre), el Libertador planeaba una nueva Constitución, buscando conciliar los ideales democráticos con la estabilidad de la monarquía. Creyó hallarla en una República Federativa con un Presidente Vitalicio. En un clima de constantes coacciones, Bolívar efectuó una consulta a los Colegios Electorales, que serviles, aprobaron la nueva Constitución, salvo la excepción del Colegio Electoral de Tarapacá.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En eso, Bolívar recibió noticias que la anarquía había crecido en <personname productid="la Gran Colombia" w:st="on">la Gran Colombia. Sin imaginarse que no volvería más al Perú, Bolívar salió casi a hurtadillas para apagar las revueltas que en el Norte pedían su cabeza (4 de septiembre de 1826), dejando en el poder al Consejo de Gobierno presidido por el general boliviano Andrés de Santa Cruz, quien se encargó de promulgar la nueva Constitución, <personname productid="la Vitalicia" w:st="on">la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vitalicia</i></personname>, el 30 de noviembre de 1826, jurándola el 9 de diciembre, y se cuenta que se arrojaron monedas al pueblo mientras un ministro gritaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Viva <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname>”</i>, le respondió</span> el eco burlón del pueblo: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Viva la plata”</i>…</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqSaMSRdMIcjFxlRVo2pT9ZLfzrxqwgqx1dRbJgLjyCiQFbBFhTPvG72Elh4EEWgJP-UqeOi2dFf4HNP65IpdfcXwjqnSdELCN1nSjpcwu5yT-4GDXGTIY6GKscRqXR0zBpFSju0VbKPwe/s1600/Constituci%25C3%25B3n+1826.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_8t38ud="305" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqSaMSRdMIcjFxlRVo2pT9ZLfzrxqwgqx1dRbJgLjyCiQFbBFhTPvG72Elh4EEWgJP-UqeOi2dFf4HNP65IpdfcXwjqnSdELCN1nSjpcwu5yT-4GDXGTIY6GKscRqXR0zBpFSju0VbKPwe/s1600/Constituci%25C3%25B3n+1826.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución Vitalicia</span></personname><span style="font-family: Arial;">, buscaba a través de sus 150 artículos, ser el primer paso para realizar el ambicioso proyecto de Bolívar: la creación de <personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la Federación</personname> de los Andes (bajo SU liderazgo).</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo referente a <personname productid="la Naci�n" w:st="on">la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nación</b></personname>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> define a <personname productid="la Naci�n" w:st="on">la Nación</personname> como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la reunión de todos los peruanos”</i>, y siguiendo el artículo 2° de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1823, reiteraba la independencia del Perú.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">territorio</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> dividía al Perú en departamentos, provincias y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cantones</i>, definiéndose los departamentos que integraban al Perú: <personname productid="la Libertad" w:st="on">La Libertad</personname>, Junín, Lima, Arequipa, Cuzco, Ayacucho y Puno.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo relativo a la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">religión</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> se limita a reafirmar que la religión del Estado es <personname productid="la Cat�lica" w:st="on">la Católica</personname>, Apostólica y Romana, sin mencionar nada a favor o en contra de una eventual tolerancia de cultos.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">estado político de los peruanos</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> establecía que eran peruanos: los nacidos en el territorio peruano, los hijos de peruanos nacidos en el exterior, que manifiesten su voluntad de residir en el Perú; los Libertadores de <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname>, y los extranjeros con carta de naturaleza o con 3 años avecindados en el Perú. Pero para ser ciudadano, se requería tener la nacionalidad peruana, saber leer y escribir, tener un empleo o industria, o profesar alguna ciencia o arte. </span><span style="font-family: Arial;">Algo a notar, es que se entendía por Libertadores de <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname>, según el Artículo 8° de <personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</personname> del 12 de febrero de <metricconverter productid="1825, a" w:st="on">1825, a</metricconverter> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“todos los individuos que han servido en la campaña del Perú desde el 6 de febrero de 1824 hasta el día de la victoria de Ayacucho, se les declara la calidad de peruano de nacimiento, con opción a todos los empleos de <personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la República</personname>, si por otra parte reunieren los demás requisitos constitucionales”</i>. Como se ve, se excluye a los soldados llegados con San Martín, y se reconoce sólo a los que llegaron con Bolívar para la campaña final.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">organización del Estado</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> definía al gobierno como popular representativo, la soberanía emanaba del pueblo y su ejercicio residía en cuatro poderes, independientes entre sí: Electoral, Legislativo, Ejecutivo y Judicial.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Electoral</b> era ejercido inmediatamente por los ciudadanos en ejercicio, nombrando un Elector por cada cien ciudadanos, creándose Colegios Electorales por cada departamento. Su ejercicio no podía ser suspendido. Entre sus amplias atribuciones, estaban designar por primera vez a los que integrarían las Cámaras, elegir o proponer en ternas a los que debían renovarlas, escoger candidatos para Prefecturas, gobiernos de provincias y de distritos, alcaldes, miembros de las Cortes Superiores, jueces de primera instancia, jueces de paz y senadores; calificar a los ciudadanos y ejercer el derecho de petición y queja por los agravios e injusticias de las autoridades.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Legislativo</b> emanaba de los Colegios Electorales y residía en tres Cámaras: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tribunos</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">senadores</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">censores</i>, con 24 miembros cada una, durante los primeros veinte años. Los Tribunos duraban 4 años renovables, los Senadores 8, igualmente renovables, y los Censores eran vitalicios, exigiéndose respectivamente la edad de 25, 35 y 40 años. Los electores no elegían, sólo proponían los candidatos para las posteriores renovaciones, graduándose así con deliberada parsimonia la función del voto.</span></div><ul><li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;">Los Tribunos tenían la exclusividad de la iniciativa en materia de demarcación territorial, tributaria, presupuestal, financiera, comercial, de transportes, monetaria y, en general, en los aspectos políticos e internacionales.</span></span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;">Los Senadores ejercían funciones legislativas y administrativas. Debían <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“formar los Códigos Civil, Criminal, de Procedimientos y de Comercio, y Reglamentos eclesiásticos”</i>, elegir a las autoridades políticas y fiscalizar la administración de justicia, arreglar el ejercicio del Patronato y proponer al Ejecutivo las dignidades eclesiásticas. Además, era su responsabilidad proponer a los Censores los miembros del Tribunal Supremo y tenían iniciativa en materia de legislación general.</span></span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;">A los Censores les correspondía vigilar y fiscalizar el cumplimiento de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> y de los tratados, y de acusar, ante el Senado, al Vicepresidente y a los Secretarios de Estado por infracción de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname>, las leyes y los tratados públicos; y de acusar y suspender a esos mismos funcionarios en caso de traición, concusión o violación manifiesta de las leyes fundamentales del Estado. Además, elegían a los miembros del Tribunal Supremo, tenían iniciativa en materia educativa y de cultura, protegían la libertad de imprenta y la enseñanza pública, las ciencias y las artes; y honraban o condenaban a los grandes hombres o a los traidores y criminales, respectivamente.</span></span></div></li>
</ul><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo referente al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder Ejecutivo</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> llevó el presidencialismo a su límite. El Poder Ejecutivo residía en un Presidente Vitalicio, con un Vicepresidente y cuatro Secretarios de Estado, que podían ser miembros del Poder Legislativo, dejando de pertenecer a las Cámaras. Estos Secretarios debían contar con al menos 30 años de edad y no haber sido jamás condenado en causa criminal. El Presidente era jefe de la administración del Estado, inviolable e irresponsable por todos los actos de su administración.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">El Vicepresidente era nombrado por el Presidente, con aprobación del Congreso, y era el Jefe del Ministerio, por lo que también compartía la responsabilidad ministerial. Ninguna orden del Ejecutivo era obedecida si no contaba con el refrendo del Vicepresidente y del Secretario de Estado correspondiente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Sobre el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poder</b> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Judicial</b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> lo estructuraba en base a magistrados y jueces inamovibles, durables el tiempo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“sus buenos servicios”</i>. Los jueces tenían limitadas sus funciones a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“aplicar las leyes existentes”</i>, es decir eran meros ejecutores de la legislación, a diferencia de la concepción británica, donde eran garantes de la libertad y de los derechos individuales.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">La mayor parte de las normas que regulaban el Poder Judicial, regularon la estructura orgánica de los tribunales y los requisitos para acceder a la función judicial. Sin embargo consagraba los principios esenciales de este poder del Estado: sometimiento a la ley, carácter vitalicio de la función judicial, autonomía de los jueces y fiscalización de su conducta por parte del Poder Electoral.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En lo relativo al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">régimen interior de <personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la República</personname></b>, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> mantenía el sistema de los Prefectos, Subprefectos y Gobernadores, que duraban cuatro años renovables. Por cada pueblo cuya población pasase los cien habitantes, habría un Juez de Paz, mientras que en cada pueblo o vecindario cuya población fuera mayor a mil personas, habría un Alcalde. Los períodos de los Alcaldes y Jueces de Paz duraban dos años renovables. Las atribuciones de todos estos funcionarios serían determinadas por ley, y cualquier exceso en sus atribuciones, en lo relativo a la seguridad individual o del domicilio, producía acción popular.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Los <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">derechos y garantías</b> que garantizaba esta Constitución se limitaron a recoger los derechos de la anterior Constitución de 1823 y añadir la libertad de tránsito, y regular por primera vez en nuestro constitucionalismo el régimen de excepción.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Para <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>, el régimen de excepción implicaba que en ciertas situaciones y por un tiempo definido, el Gobierno podía afectar con cierta impunidad los derechos individuales. Sólo era posible con permiso del Congreso, y en casos extremos, por el mismo Ejecutivo, con encargo de dar cuenta al Congreso, siendo el Gobierno responsable de cualquier eventual abuso.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución Vitalicia</span></personname><span style="font-family: Arial;"> contenía además, un título conteniendo el procedimiento a seguir en una eventual <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">reforma de <personname productid="la Constituci�n. Pasados" w:st="on">la Constitución<span style="font-weight: normal;">. Pasados</span></personname><span style="font-weight: normal;"> cuatro años de la jura de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname>, si algún artículo merecía ser reformado, se proponía por escrito, propuesta que debía ser aprobada por las dos terceras partes de los Tribunos. Leída la proposición por 3 veces cada 6 días, los Tribunos deliberarían si la propuesta era o no admitida a discusión. Tras su admisión, se expedía una ley para que los cuerpos electorales confieran poderes especiales a las tres Cámaras para reformar <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname>, indicando las bases de la eventual reforma, que se efectuaría recién en la siguiente legislatura, consultando al Poder Ejecutivo sobre la conveniencia de la reforma.</span></b></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7YJOfl_CBk1sshLsjNhQdX42hvl23TDlH9MyALbKWdevDsLlqiNHOWtxJAlH1HjQRyJlg2p12_z1fQlYfmziF2bJCb18NSJQ8F1sUr_iW8KdFkz0ombDzuqAyukB0P-zjBNxGmTjPVYaw/s1600/Bolivar+estatua.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_8t38ud="393" height="320" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7YJOfl_CBk1sshLsjNhQdX42hvl23TDlH9MyALbKWdevDsLlqiNHOWtxJAlH1HjQRyJlg2p12_z1fQlYfmziF2bJCb18NSJQ8F1sUr_iW8KdFkz0ombDzuqAyukB0P-zjBNxGmTjPVYaw/s320/Bolivar+estatua.jpg" width="240" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on"><span style="font-family: Arial;">La Constitución Vitalicia</span></personname><span style="font-family: Arial;"> de 1826 era una rara mezcla entre una monarquía, un cesarismo consular hereditario y una aristocracia vitalicia con órganos democráticos como un Poder Legislativo tricameral inviable. Contradecía tanto el ideal republicano como la realidad. Fue impuesta por el Libertador Bolívar, a sangre y fuego, lo que el Perú, obviamente, jamás acataría. Por ello, no rigió realmente en el Perú, y no tuvo mayor influencia en el constitucionalismo peruano.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En el fondo, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> fue la más extrema reacción autoritaria frente al liberalismo demagógico de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1823. Bolívar quiso realizar el milagro de reunir las cualidades de todos los sistemas, pero en realidad lo que hizo fue reunir todos sus defectos. Pretendía reivindicar el orden y la estabilidad frente a la anarquía y el peligro de la disolución, sintonizando con las tendencias conservadoras típicas de la elite peruana y también de la idiosincrasia del pueblo del Perú, tan proclive al autoritarismo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">En relación con los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">poderes del Estado</i>, a diferencia de <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1823, que fortaleció al Poder Legislativo hasta la exageración, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> hizo lo contrario: creó un presidencialismo ilimitado, sin balances o contrapesos. El Presidente Vitalicio tenía tanta autoridad como para remover al Vicepresidente y a sus Ministros, que podía imponer su voluntad sin asumir nunca alguna responsabilidad, lo que hacía recordar, no sólo a los liberales sino a todo el país, a la figura de un monarca absoluto.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial;">Ausente Bolívar, el malestar entre los auxiliares colombianos al mando del general Lara sólo creció, azuzada desde Colombia por el rival de Bolívar, general Francisco de Paula Santander. El</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 26 de enero de 1827, se sublevaron los colombianos, demandando regresar a su país. Ese mismo día, una manifestación incitada por los liberales, pidió un Cabildo Abierto para pronunciarse sobre <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>, a la que juzgaban contraria a los principios democráticos y estimarse que sólo respondía a un afán del Libertador de perpetuarse en el poder. La sesión se celebró el 27 de enero de 1827, quedando allí abolida <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname> volviéndose a <personname productid="La Constituci�n" w:st="on">la Constitución</personname> de 1823. Todos entendieron que el régimen bolivariano había concluido, pese a los esfuerzos de algunos acérrimos bolivarianos para cambiar el curso de los acontecimientos. Así, <personname productid="La Constituci�n Vitalicia" w:st="on">la Constitución Vitalicia</personname>, cuyo título parecía asegurarle larga vida, irónicamente sólo tuvo siete cortas semanas de vigencia...</span><br />
<span style="font-family: Arial;">La derrota de la Constitución Vitalicia en el Perú fue el comienzo del fin del Libertador. De allí en adelante su sueño se derrumbaría como un castillo de naipes, para ser condenado en Colombia al destierro y morir tuberculoso en 1830.</span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-47677092640969058172011-08-16T23:25:00.002-05:002011-08-16T23:29:51.574-05:001823: la primera Constitución<div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: xx-small;">En este artículo, revisamos nuestra primera Constitución como país independiente: la de 1823, texto utópico y artificial, que nació abortado en medio de las vicisitudes de la guerra de la independencia, pese a lo cual nos sirve para comprender como fue imaginada nuestra República por sus fundadores reunidos en nuestro primer Congreso.</span></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXPnWgoBkWQWRx_CYv1H2-rFDzZgVRmYBWMQ1vLps-ftqzofSJ4hKJCjlHcU92wDeuNwMb15ANJd8eAtykVrirwN_2v-dvOUITaaTyiyTgZqEjXe57Jf8S2uu-jy2-4RcjIo9YEdsOrVBv/s1600/Torre+Tagle+2.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXPnWgoBkWQWRx_CYv1H2-rFDzZgVRmYBWMQ1vLps-ftqzofSJ4hKJCjlHcU92wDeuNwMb15ANJd8eAtykVrirwN_2v-dvOUITaaTyiyTgZqEjXe57Jf8S2uu-jy2-4RcjIo9YEdsOrVBv/s1600/Torre+Tagle+2.jpg" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En medio de la coyuntura de la pugna entre Riva-Agüero y Torre Tagle, en medio de la llegada del Libertador Bolívar, se promulgó la primera Constitución del Perú, que sin embargo nunca tuvo ocasión de regir plenamente, nació abortada como bien dijo Basadre: fue promulgada por el Presidente Tagle el 12 de noviembre de 1823, sin embargo la víspera, el Congreso suspendió los artículos incompatibles con la autoridad dada a Bolívar, que eran… la mayoría… La Constitución de 1823 sólo regiría tardíamente, desde la caída del régimen vitalicio (1827) hasta la promulgación de la Constitución de 1828. No obstante, es interesante conocer los detalles más saltantes de nuestra primera Constitución, a través de sus 194 artículos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La Constitución de 1823 concibe un orden lógico, al dividirse en tres grandes secciones: <em>de la Nación</em>, <em>del Gobierno</em> y <em>de los medios de conservar el Gobierno</em>. La sección primera casi reproduce los Títulos I y II de la Constitución de Cádiz. La segunda sección no sólo regula los tres poderes, sino que añade normas sobre el poder electoral, aunque en realidad regulaba la forma de elección de los diputados. La tercera sección regulaba la hacienda pública, la fuerza armada, la educación pública, la observancia de la Constitución y las garantías constitucionales, que eran en realidad los derechos propiamente dichos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En relación a la <strong>Nación</strong>, se establecía la unidad de la Nación peruana, titular de la soberanía ejercida por sus magistrados. La Nación es independiente de la Monarquía Española y de toda dominación extranjera, y no tenía facultad de dictar leyes contra los derechos fundamentales, reconociéndose tácitamente el derecho de insurrección contra los gobernantes despóticos, considerando la existencia de un pacto social entre todos los peruanos que debía ser defendida por la Nación como conjunto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo referente a la <strong>división política del territorio</strong>, la Constitución de 1823 posponía la fijación de los límites de la República hasta la total independencia del Alto y Bajo Perú, pero reafirmaba la división del país en <em>departamentos</em>, <em>provincias</em> y <em>distritos</em>, añadiendo a estos últimos, sus <em>parroquias</em>.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre la <strong>religión</strong>, era la Iglesia Católica quien ejercía la titularidad exclusiva de la fe en el Perú, excluyendo el ejercicio de otro culto, siendo protegida por el Estado.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCheCz6BqNv5LEa3ERLQkxIVx2ey0OXk2stsBRPayKnesn8AgQV7zuZZl36VwpsjzHM03cO3VTHLdyj9b9AMrOCQNlnKP6KQWsBaglE5jyo1YaI_SpFj1BpWlMmfYt2P-u5kGmmQCvA8ji/s1600/CONSTI1823.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCheCz6BqNv5LEa3ERLQkxIVx2ey0OXk2stsBRPayKnesn8AgQV7zuZZl36VwpsjzHM03cO3VTHLdyj9b9AMrOCQNlnKP6KQWsBaglE5jyo1YaI_SpFj1BpWlMmfYt2P-u5kGmmQCvA8ji/s320/CONSTI1823.jpg" width="220" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo relativo al <strong>estado político de los peruanos</strong>, la Constitución de 1823 declaraba peruanos a todos los nacidos libres en el territorio peruano, a los hijos de padres peruanos que nacidos fuera del Perú manifiesten su voluntad de domiciliarse en el país, y a los naturalizados o por vecindad de 5 años en cualquier lugar de la República. La Constitución establecía ciertas obligaciones como guardar la Constitución y defender a la Patria. Además tenía ciertas normas sobre la indignidad de los ciudadanos, que más que entrar en el ámbito objetivo, entraban en el ámbito subjetivo, como al declarar indignos de ser peruanos al <em>“que no sea religioso, el que no ame a la Patria, el que no sea justo y benéfico, el que falte al decoro nacional, el que no cumpla con lo que se debe a sí mismo”</em>. Sí en la actualidad se aplicase ese artículo, más de la mitad de la población sería indigna de ser peruanos…</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sólo con la ciudadanía se abría las puertas a los empleos y cargos públicos. Para ser ciudadano peruano, obviamente se exigía ser peruano, pero además se exigía ser casado o mayor de 25 años, saber leer y escribir (una obligación que el texto hacía exigible a partir de 1840, juzgando que para entonces, pacificado el Perú, la instrucción se habría extendido entre la población… sueños utópicos…), tener una propiedad o ejercer alguna profesión o arte, u ocuparse de alguna industria útil. El extranjero que obtuviere carta de ciudadanía, habiendo traído alguna industria, ciencia o arte útil, o que estuviere casado con 10 años de vecindad en el Perú o soltero con 15 años de vecindad, también podía ser ciudadano.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero la ciudadanía se suspendía por diversas causas: ineptitud física o mental, ser sirviente doméstico, ser deudor quebrado o moroso, no tener empleo, oficio o modo de vivir conocido, ser procesado criminalmente, no cumplir con las obligaciones familiares, tener una vida escandalosa, y comerciar con el sufragio, mientras que se perdía por naturalizarse en tierra extranjera o por imposición de pena aflictiva, sin rehabilitación posible.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre la <strong>organización del Estado</strong>, el Gobierno era popular y representativo, dividido en tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judiciario, con plena independencia entre sí.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre el <strong>Poder Legislativo</strong>, se establecía una sola Cámara, llamada Congreso del Perú, compuesta por representantes electos por las provincias. La elección de estos representantes se realizarían según una forma algo compleja de entender para nosotros: los ciudadanos con derecho a voto en cada parroquia, elegían electores, y estos se reunían en la provincia en un colegio electoral, para elegir a los diputados que iban al Poder Legislativo. Por cada 200 personas, en la parroquia se nombraba un elector al Colegio Electoral de la provincia. El Congreso se renovaba por mitades cada 2 años. El Congreso tenía una serie de amplias funciones, que iban más allá de sólo decretar y sancionar las leyes, entre las que estaba la designación del Presidente de la República a propuesta del Senado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Además, existía un Senado conservador, suerte de Consejo de Estado, que representaba a los departamentos. Sus miembros debían ser ciudadanos mayores de 40 años, propietarios o profesores de “probidad incorruptible” y conocida ilustración. Duraban 12 años en el cargo y se renovaban por tercios. Entre otras funciones, velaba por la observancia de la Constitución y las leyes, y por la buena conducta de los magistrados y ciudadanos. Además decretaba si había lugar a formación de causa contra el Presidente, sus ministros o contra los miembros del Tribunal Supremo, y prestaba voto consultivo al Poder Ejecutivo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre el <strong>Poder Ejecutivo</strong>, su ejercicio residía en la figura del Presidente de la República y en su defecto, de su Vicepresidente. Su cargo no era vitalicio ni hereditario, sólo duraba 4 años sin reelección inmediata. Pese a ser unipersonal, el Ejecutivo no era poderoso, siendo casi una sombra decorativa, pues sus funciones estaban sujetas a muchas limitaciones. El Presidente era asistido por tres ministros, incompatibles con la función legislativa: de Gobierno y Relaciones Exteriores, de Guerra y Marina, y de Hacienda, que debían refrendar todos sus actos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre el <strong>Poder Judicial</strong>, se declaraba su independencia, y se afirmaba que el ejercicio de la función jurisdiccional era exclusivo por los tribunales de justicia y juzgados subalternos. Los jueces eran inamovibles de por vida, salvo que se comportaran mal. Existían tres instancias en los juicios y también se previó establecer jurados para los juicios.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre el <strong>régimen interior de la República</strong>, se establecía que en cada departamento, el Poder Ejecutivo designaba un prefecto hasta por 4 años sin prórroga; en cada provincia, un intendente; y en cada distrito, un gobernador. Estas autoridades, subordinadas al Gobierno Central y fiscalizados por las Juntas Departamentales, velaban por el orden y la seguridad pública, del control de la hacienda y de la administración pública, en sus respectivos territorios.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En lo relativo a los <strong>derechos y garantías</strong>, la Constitución de 1823 es importantísima dentro de nuestro constitucionalismo, pues al igual que las Bases de 1822, se preocupaba por los derechos que hoy conocemos como de primera generación. Así, en el artículo 193°, declaraba inviolables la libertad civil, la seguridad personal y la del domicilio, la propiedad, el secreto de las cartas, el derecho individual de presentar peticiones o recursos al Congreso o al gobierno, la buena opinión del individuo, mientras no se le declare delincuente; la libertad de imprenta, la libertad de la agricultura, industria, comercio y minería; y la igualdad ante la ley, ya premie, ya castigue.</span><br />
<ul><li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">Para el liberalismo del siglo XIX, la libertad fue un tema sagrado, considerándola el medio más necesario para llegar a la finalidad de la asociación política, es decir la felicidad del mayor número de asociados. Al ser la libertad sólo un medio, siempre que estuviese en oposición con la felicidad, debía ser sacrificada a esta. </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">De las influencias externas, como la francesa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, la Constitución de 1823 sólo tomó lo esencial de la libertad, sin poner límites al legislador, que así pudo regular la libertad, según la época y no siempre consecuentemente, como en lo referente a la esclavitud. Así, la Constitución de 1823 respetó la libertad de vientres, decretada por San Martín el 12 de agosto de 1821, y abolía el comercio de negros, creándose restricciones sobre la nacionalidad de quienes se dedicaran a este tráfico. En los años posteriores, los debates sobre la esclavitud continuaron. Felizmente el tráfico de esclavos no fue legalizado, pero una Ley promulgada por Gamarra el 24 de diciembre de 1839, estableció que los hijos de esclavos declarados libres por el Decreto de San Martín, quedarían bajo el patronazgo de los amos de sus padres hasta los cincuenta años. Con esa Ley, sumada al sistema social y productivo existente, se mantuvo de hecho la esclavitud, hasta su definitiva abolición por Castilla por Decreto del 5 de febrero de 1854.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">Sin duda influida por la Constitución de Cádiz, la Constitución de 1823 estableció varias normas para proteger la seguridad personal, donde no hay goce, sólo sometimiento a la acción de la autoridad al atentar contra la seguridad de otra persona, idea con dos dimensiones confluentes: las garantías de buen trato en materia penal, y las que hoy llamaríamos de debido proceso. También se atenuaba el rigor de las penas, aboliendo la confiscación de bienes y las penas de infamia trascendental, buscándose limitar la pena capital a los casos que exclusivamente la merezcan. En base a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la Constitución de 1823 introdujo en nuestro constitucionalismo la figura de la presunción de inocencia mientras no se pruebe judicialmente la responsabilidad penal, aunque la forma en que está redactado el artículo, hace pensar que se trata del honor o la buena reputación. Junto a la seguridad personal, también se establecía la <em>“seguridad del domicilio”</em>, estableciendo el procedimiento para poder allanar un domicilio.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">Sobre la libertad de imprenta, en el siglo XIX, subsumía integralmente a la libertad de expresión, con una gran dimensión política como garante de la libertad individual: con el conocimiento de los actos arbitrarios, la sociedad sería garante de la libertad individual. Esta libertad también era vinculada con la educación pública, pues para erradicar la poca educación, era necesario que los hombres pudiesen leerlo todo, y para ello, todo debía imprimirse. Si bien la Constitución de Cádiz, vinculó explícitamente la libertad de imprenta y la libertad de expresión, la Constitución de 1823 escogió defender la libertad de imprenta, sin mostrar una expresión clara de esos vínculos, aunque si era consciente del vínculo con la educación, la cual sería una necesidad común que la República debía dar igualmente a todos los peruanos, dependiendo de los planes y reglamentos decretados por el Congreso.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">La Constitución de 1823 declaró inviolable <em>“la libertad de la agricultura, industria, comercio, y minería, conforme a las leyes”</em>. El concepto de esta libertad estaba más ligado al trabajo que a la gran inversión de capital, sin excluirla tampoco. Esto fue uno de los conceptos más importantes del liberalismo decimonónico, que luchaba por extinguir todo aquello que restringía la actividad económica, para favorecer el libre desarrollo de la economía, el comercio y la industria. Fue recién hasta 1920, como ya veremos, que se separaron los conceptos de la libertad de industria, de la libertad de trabajo.</span></li>
<li><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">La igualdad ante la ley fue también otro de los principios liberales recogidos en la primera Constitución, junto con la abolición de los privilegios hereditarios. Pero esta igualdad sólo alcanzaba a los ciudadanos, no a todos los peruanos. Quitaba privilegios, pero no elevaba a los estratos más bajos de la sociedad hacia la igualdad. Sólo la existencia de la esclavitud, y la situación del indígena, en lo referido a la servidumbre y al tributo indígena, bastan para mostrar que no hubo un cabal concepto de igualdad, tanto en la sociedad como en las normas jurídicas.</span></li>
</ul><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Entre otras <strong>disposiciones especiales</strong>, la principal era que todas las leyes españolas mantendrían su vigor y fuerza, salvo que se opusieran a la independencia y a los principios establecidos en la Constitución, hasta organizar los códigos civil, criminal, militar y de comercio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Como se puede notar, la Constitución de 1823 era doctrinariamente liberal, fruto de los hombres de la revolución emancipadora, sin llegar a ser jacobina. Exaltaba la dignidad del ciudadano, en base en la libertad, la obediencia y el bien común; afirmó los dogmas de la soberanía popular, e influidos por Montesquieu y su doctrina de la separación de poderes, establecieron que ninguno de los poderes del Estado invadiría las atribuciones de los otros. Tuvo un gran humanismo, aunque le faltó mucho para llegar al concepto de igualdad que tenemos hoy en día. Con un constante sentido de moralización, se involucraba en asuntos subjetivos, al tratar de hacer de cada ciudadano un ejemplo cívico viviente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero esta Constitución no tuvo antecedentes, ni base en las tradiciones del Perú, ni mucho menos arraigo en la realidad convulsa del momento. Siguió muy de cerca el texto de la Constitución de Cádiz, especialmente en lo referente a los derechos, y expresó las utopías de los fundadores de la República, en una hora apremiante y angustiosa, como lo fueron las guerras de la independencia, por la cual no llegaría a tener una vigencia efectiva.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqCdpJt4feSGbsXKoCrs3cHuniDVDKbS-ZzLH6CXOhXbQ_cv-_XxjO6SvWerSVUl2KCte1n7-Pdj-c3eBMQg6otBGTSBBg-nTpewJPrbzEYpsApajo2Gssg0ZYXmKXxqSvGgg_AuejlLe2/s1600/Congreso_1822.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="192" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqCdpJt4feSGbsXKoCrs3cHuniDVDKbS-ZzLH6CXOhXbQ_cv-_XxjO6SvWerSVUl2KCte1n7-Pdj-c3eBMQg6otBGTSBBg-nTpewJPrbzEYpsApajo2Gssg0ZYXmKXxqSvGgg_AuejlLe2/s320/Congreso_1822.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La Constitución de 1823 fue elaborada por un Congreso electo en situación de emergencia, sin la calma y reflexión tan necesarias para desempeñar una acertada labor. Indudablemente los constituyentes, personajes de la talla de Luna Pizarro, Unanue, Rodríguez de Mendoza y Sánchez Carrión, tuvieron rectas intenciones, pero fueron muy idealistas y no tenían la experiencia necesaria ni la capacidad de aplicar sus planteamientos a una realidad poco apta para el modelo republicano y el liberalismo. El Congreso tampoco representó a todo el país, por cuanto una importante sección del territorio peruano estaba aún en poder de los españoles. Recordemos que la guerra de Independencia fue una guerra civil que enfrentó a padres e hijos, a hermanos y familias, luchando por la idea del Perú en la que creían.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En base a las doctrinas de Rousseau, los constituyentes de 1823 juzgaron que un Poder Ejecutivo fuerte era un peligro para las libertades públicas, por lo que colocaron al Poder Legislativo como auténtico representante de la voluntad popular, con amplias facultades, limitando las atribuciones del Ejecutivo, buscando impedir una posible amenaza a los sacrosantos derechos individuales. Así, el Ejecutivo era débil y el Legislativo todopoderoso, por lo que su observancia sería breve, más aún en una época en la que se requería menos discusiones y más acción…</span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-42209497079691202742011-08-14T23:51:00.007-05:002011-08-15T00:29:06.857-05:001823: el primer Presidente, un mal comienzo<div align="center" class="separator" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span style="font-size: xx-small;">En este artículo, retomamos la narración tras el desastre de la primera Expedición a Puertos Intermedios, que precipitó la creación de <personname productid="la Presidencia" w:st="on">la Presidencia</personname> de <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname>, de una forma muy distinta a lo deseado en nuestro Primer Congreso, siendo así, un mal comienzo para la nueva República.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><br />
</div><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgk7G1Txjyc4wUslNw3yfHS1cbtnXRIqgeMqIPC0DCgK3p7gOmgLdDltFUQA5BIJmIF1BgXcL6CfoOF_WX1LM9FHGMQMMhD9K8RcNNdpkRDwTKS33kVT8S5On8ziJIND4JaG4MulaHGKQOV/s1600/soldadodeinfantariabatalhadejuninea.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="146" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgk7G1Txjyc4wUslNw3yfHS1cbtnXRIqgeMqIPC0DCgK3p7gOmgLdDltFUQA5BIJmIF1BgXcL6CfoOF_WX1LM9FHGMQMMhD9K8RcNNdpkRDwTKS33kVT8S5On8ziJIND4JaG4MulaHGKQOV/s1600/soldadodeinfantariabatalhadejuninea.jpg" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Lima, febrero de 1823. Las noticias de la derrota del ejército de Alvarado en Moquegua y Torata, provocaron gran alarma en la capital, sobre todo, tomando en cuenta la existencia de un poderoso ejército realista en Jauja, en el cual, circulaba una copla sarcástica:</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Congresito, ¿cómo estamos</span></i></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Tras el tris tras de Moquegua?</span></i></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">De aquí a Lima hay una legua</span></i></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">¿Te vas? ¿Te vienes? ¿Nos vamos?</span></i></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ante la amenaza, el Congreso amplió los poderes de <personname productid="la Junta Gubernativa" w:st="on">la Junta Gubernativa</personname>, que tomó medidas para reforzar al ejército y para combatir los delitos políticos, incluyendo la sedición. Fue en vano: el ejército, al mando del general Juan Álvarez de Arenales, veterano de las campañas de San Martín, estaba muy inquieto por la marcha de la guerra... Pero cuando se le ofreció encabezar el inminente alzamiento, el honorable Arenales rehusó y se alejó del Perú. </span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">El ejército quedó al mando del general paceño Andrés de Santa Cruz, que secundado por el coronel cuzqueño Agustín Gamarra, acantonó en Miraflores.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI-t4nB5VSAr4477Te9tPsAOfu69yXuw4ZR9KT9TT6vxyExeD4dIpItHggbWvAxEJd35Noj1zWJA4VFLkqrXciYG6bzuCiRtc0tVmRPssBKexeQIEqjrjJ_yOVRkdhpuw_fgMfd5O3R5Hp/s1600/jose_de_la_riva_aguerro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="548" height="320" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI-t4nB5VSAr4477Te9tPsAOfu69yXuw4ZR9KT9TT6vxyExeD4dIpItHggbWvAxEJd35Noj1zWJA4VFLkqrXciYG6bzuCiRtc0tVmRPssBKexeQIEqjrjJ_yOVRkdhpuw_fgMfd5O3R5Hp/s320/jose_de_la_riva_aguerro.jpg" width="216" /></span></a>Desde allí, el 26 de febrero de 1823, se envió una solicitud al Congreso firmada por los jefes del ejército. Allí, los jefes del ejército afirmaron que <personname productid="la Junta" w:st="on">la Junta</personname> no tuvo ni la confianza de los pueblos ni la del ejército, que un colegiado no podía obrar con secreto, actividad y energía en momentos críticos, por lo que invocaban la designación de un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“jefe supremo que ordene y sea velozmente obedecido”</i>, sugiriendo al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“señor coronel D. José de <personname productid="la Riva-Agero" w:st="on">la Riva-Agüero</personname>”</i> como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“el indicado para merecer la elección de Vuestra Soberanía”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Tratando de ganar tiempo, el Congreso aplazó la discusión al día siguiente, pero la opinión pública se puso de parte del ejército, además de las milicias cívicas acantonadas en Bellavista. El ejército avanzó hacia <personname productid="la Hacienda" w:st="on">la Hacienda</personname> de Balconcillo, a media legua de Lima y envió un segundo Memorial, afirmando, con un poco de ironía, que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“protesta, entre tanto, su más profundo amor y respeto a <personname productid="la Representaci�n Nacional" w:st="on"><personname productid="la Representaci�n" w:st="on">la Representación</personname> Nacional</personname> que ha jurado sostener”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Dentro del Congreso, rodeado por una multitud que apoyaba la actitud del ejército, se buscó una salida de transacción mediante la jura del marqués José Bernardo de Tagle y Portocarrero, pero finalmente se optó por el mal menor: la elección de Riva-Agüero, sin especificar ni sus funciones ni su duración en el cargo. Tres posturas se manifestaron desde entonces dentro del Congreso: los doctrinarios puros que se opusieron al golpe (unos, como Luna Pizarro, no asistieron más a los debates, y otros actuarían intensamente contra el nuevo presidente), los riva-agüerinos, y los prácticos que como Sánchez Carrión y Unanue preferían el mal menor.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyf8W1h2auGeQP8CT2BqBFgykOdrl0dnjeNBv4eDMmaWyPIjKrikIH-FH0c0Ks1GXgSRyNWzxBhExQ6rNMej2bjxauQEpz6TcdRxH2wbVbMiKUgQpYpY8ZG2JTr2bpj2Sj_Oi0cP3D-vK3/s1600/Riva+Aguero.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="233" height="320" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyf8W1h2auGeQP8CT2BqBFgykOdrl0dnjeNBv4eDMmaWyPIjKrikIH-FH0c0Ks1GXgSRyNWzxBhExQ6rNMej2bjxauQEpz6TcdRxH2wbVbMiKUgQpYpY8ZG2JTr2bpj2Sj_Oi0cP3D-vK3/s320/Riva+Aguero.jpg" width="167" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Tal fue el Motín de Balconcillo, el primer golpe de estado del Perú independiente, que originó la elección de nuestro primer Presidente, don José Mariano de <personname productid="la Riva-Agero" w:st="on">la Riva-Agüero</personname> y Sánchez Boquete, que contó con el título de Excelencia (Resolución Legislativa de 28 de febrero de 1823), siendo ascendido días después, de simple coronel de milicias a Gran Mariscal.</span><br />
<span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Nacido en 1783, Riva-Agüero era un aristócrata de alcurnia, educado en Europa y con la fama de conspirador resuelto bajo los virreinatos de Abascal y Pezuela. Colaborador y espía de San Martín, se afirma que el plan de campaña del Generalísimo le fue sugerido por Riva-Agüero.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Riva-Agüero buscó ganar la guerra por el esfuerzo peruano, así que reorganizó la marina al ponerla bajo el mando del almirante Guisse, buscó mejorar las rentas del Estado, ganó respetabilidad con la llegada de representantes extranjeros, elevó la fuerza armada y creó varios batallones, intentando una nueva Expedición a los Puertos Intermedios, pero el fracaso de esta campaña, pese al estéril triunfo de Zepita, le hizo comprender que la guerra no podía ganarse sin apoyo externo, especialmente de Bolívar.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">El Libertador accedió y envió 4 mil soldados al mando de Antonio José de Sucre. </span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Pero tras la llegada de Sucre, se acentuaron los esfuerzos en Lima para llamar a Bolívar. Sucre afirmó a Bolívar que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“el ejército no tiene jefes; el país está tan dividido en partidos como están las tropas… el Congreso y el Ejecutivo están discordes y esto no puede tener buen resultado… he tratado de que, sea como sea, haya un decreto del cuerpo legislativo solicitando la venida de Ud.”</i>.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfEt8DRuCncBTo7r3v0HOyQm4KCg9hR1J5GcL3wWhbbGfqCNmlW3iBXN8nG02aAPGg-aw3M-V16PZKGtaQbapr2x7I9SgHtlYDoeGTAJjlTshgYFS9ZUjt3Fv2m3cvaxQphtapXSM77Nnq/s1600/jose-de-canterac.gif" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="318" height="200" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfEt8DRuCncBTo7r3v0HOyQm4KCg9hR1J5GcL3wWhbbGfqCNmlW3iBXN8nG02aAPGg-aw3M-V16PZKGtaQbapr2x7I9SgHtlYDoeGTAJjlTshgYFS9ZUjt3Fv2m3cvaxQphtapXSM77Nnq/s200/jose-de-canterac.gif" width="135" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Ante tal situación desestabilizadora, Riva-Agüero redactó su renuncia el 11 de junio: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“antes que la discordia pueda precipitar en un abismo la nave del Estado, Vuestra Soberanía la salve, nombrando otro que se encargue del Poder Ejecutivo”</i>. </span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Si hubiera renunciado, Riva-Agüero habría salvado su nombre, pero la situación y luego la arrogancia mezclada con honor, harían que tal renuncia no se llevara a cabo. El 12 de junio, llegó la noticia de que el general español José de Canterac había atravesado la cordillera rumbo a la capital. Ante ello, el Congreso se concretó a decirle al Presidente que tomase las providencias que juzgase necesario para salvar a <personname productid="la Patria" w:st="on">la Patria</personname> del peligro.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">El 17, el gobierno y el ejército evacuaron Lima con rumbo al Callao. Allí, el peligro y la estrechez, sólo excitaron los ánimos. Cuando Riva-Agüero intentó disolver el Congreso, nombrando un Consejo de Estado con 10 diputados, no encontró representante dispuesto a presentar esta idea. </span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">Un grupo de diputados consideró a Riva-Agüero incapaz de ganar la guerra, designó a Trujillo como capital provisoria y creó un poder militar, encargándoselo a Sucre, con lo cual privaba al Presidente de un atributo propio de sus funciones (21 de junio). No sólo eso: el 23 de junio el Congreso exoneró del mando a Riva-Agüero, quedando la resolución en suspenso. Luego tanto el Congreso como Riva-Agüero partieron a Trujillo.</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIj3hvbilx35Ls-uM62aRrbZ9nenfiWS3k5FTRWNSINlS40cVQNixPBEDxo9AwcO1ivV7Gghs_oAx2gueqS4nNe52KiHOmElcnVAQDoK_t3lDrOScafPE2peekbKlMIWImGvygjY7iq5Z3/s1600/TorreTagle.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="371" height="200" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIj3hvbilx35Ls-uM62aRrbZ9nenfiWS3k5FTRWNSINlS40cVQNixPBEDxo9AwcO1ivV7Gghs_oAx2gueqS4nNe52KiHOmElcnVAQDoK_t3lDrOScafPE2peekbKlMIWImGvygjY7iq5Z3/s200/TorreTagle.JPG" width="153" /></a></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Al retirarse los españoles en julio de 1823, tras cometer diversos desmanes y realizar diversas ejecuciones (como la del pescador chorrillano José Olaya), Sucre volvió a ocupar Lima, y pidió el retorno del Presidente y del Congreso, delegando provisoriamente en Tagle el mando supremo el 17 de julio. Sin embargo, en Trujillo, la pugna entre el Congreso y el Presidente renació, y Riva-Agüero disolvió el Congreso el 19 de julio estableciendo un Senado de 10 miembros y embarcando a los diputados opositores hacia el campamento de Santa Cruz en el sur.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE;">En Lima, Tagle reinstaló el Congreso el 6 de agosto, con 13 diputados que se quedaron en el Callao y otros suplentes, además de los diputados exiliados por Riva-Agüero que habían logrado escapar… y puso el cúmplase a las resoluciones legislativas que exoneraban del mando a Riva-Agüero, que fue declarado reo de alta traición. El Congreso resurrecto entró en una guerra verbal con el Presidente que se aferraba a su cargo en Trujillo y el 16 de agosto eligió Presidente de <personname productid="la República" w:st="on">la República</personname> a Tagle...</span><br />
De esta manera, el Perú en 1823 estaba en caos: había dos gobiernos, el de Riva-Agüero y el de Torre Tagle, y dos congresos, uno en Lima y otro en Trujillo, sin mencionar el poder español aún en la sierra. En este contexto llegó Bolívar el 1° de setiembre de 1823 con sus tropas colombianas a las que se unirían los sobrevivientes de las campañas sanmartinianas.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMcQ0CJiDyAHmsrL1Zi405wx7BVuTUR7F7Vl4_RwfgioKvK5UnthEgR6PcUbs5RTl0x1N837wHkLgx8OJLrE0X7XobnzZPTXtMTX4-o8NJQXh1PMUxUO6Fk_5fMa136F5v1_su46J65ihm/s1600/EstatuillaBolivar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_xovd2z="677" height="400" naa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMcQ0CJiDyAHmsrL1Zi405wx7BVuTUR7F7Vl4_RwfgioKvK5UnthEgR6PcUbs5RTl0x1N837wHkLgx8OJLrE0X7XobnzZPTXtMTX4-o8NJQXh1PMUxUO6Fk_5fMa136F5v1_su46J65ihm/s400/EstatuillaBolivar.jpg" width="285" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Al día siguiente, Bolívar recibió todos los poderes necesarios para liberar al Perú del dominio español, y el Congreso le encargó al Presidente Tagle que coordinara su trabajo de gobierno con el Libertador. Lo que pasó después, es motivo de otro artículo...</span></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-31977054283565301152011-08-05T16:21:00.004-05:002011-08-15T00:34:12.189-05:001822: las Bases de la Constitución<span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: xx-small;">En este segundo artículo sobre la historia constitucional peruana, retomamos la narración después de la partida del Generalísimo San Martín, centrándonos en el primer documento propiamente peruano: las Bases de la Constitución de 1822, preparada por el primer Congreso peruano en medio de las incidencias de la guerra de independencia.</span></div></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-2JoWvTmIItycIOCnagG-lSXVIZUN0mTlZgi6UuExRK9AIB5OhiJJ44UUbT0iBDPoR1VH4NG4pUzgBiy2m-6s0Iwp5FBFTRFuN3aNp0SQUTOuzDlz5gd_YIfYqi4s-GQPHR6qWxjODcpF/s1600/233968434_39a7064d81+1860.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-2JoWvTmIItycIOCnagG-lSXVIZUN0mTlZgi6UuExRK9AIB5OhiJJ44UUbT0iBDPoR1VH4NG4pUzgBiy2m-6s0Iwp5FBFTRFuN3aNp0SQUTOuzDlz5gd_YIfYqi4s-GQPHR6qWxjODcpF/s320/233968434_39a7064d81+1860.jpg" t$="true" width="320" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El 20 de septiembre de 1822, en medio de gran solemnidad, en la <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Iglesia de la Caridad, situada en la Plaza de la Inquisición, se aperturó el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Soberano Congreso Constituyente”</i>, compuesto por 79 diputados y 38 suplentes (por los territorios aún ocupados por los realistas), siendo presidido por el viejo maestro de San Carlos, don Toribio Rodríguez de Mendoza. Realizada la elección respectiva, el sacerdote Francisco Xavier de Luna Pizarro fue electo Presidente del Congreso. Ante el Congreso instalado, el Protector San Martín renunció a su cargo y se retiró de la sala de sesiones.</span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicFensJ2BRrcSJWJ2tKLNA6nPw22zY5xqJmwLEc9l_usXnJmS1747D7anabPwh-0XK66ggRJRi-Nxt-ucphRyYXlYaukN6IozI0u3ZI8bUjEHC6YYw2OXvb_7AOERcLtrqcdHy3IPkOuFh/s1600/g53a13.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicFensJ2BRrcSJWJ2tKLNA6nPw22zY5xqJmwLEc9l_usXnJmS1747D7anabPwh-0XK66ggRJRi-Nxt-ucphRyYXlYaukN6IozI0u3ZI8bUjEHC6YYw2OXvb_7AOERcLtrqcdHy3IPkOuFh/s200/g53a13.jpg" t$="true" width="151" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span lang="ES-PE"><span lang="ES-PE" style="mso-ansi-language: ES-PE; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Nuestro primer Congreso consideró que no podía legalmente elegir un Poder Ejecutivo mientras no existiese la Constitución, pero ante la situación, decidió confiarlo a una </span>comisión de tres diputados, justificando tal actitud con la frase del tribuno Sánchez Carrión: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Tres no se unen para oprimir”</i>. </span><span lang="ES-PE">Así, la <em>"Junta</personname> Gubernativa</personname> del Perú"</em> estuvo conformada por el mariscal José de <personname productid="La Mar" w:st="on">la Mar (nacido en Cuenca, veterano del ejército realista, hombre honesto y carente de ambiciones personales)</personname>, el aristócrata Manuel Salazar y Baquíjano (antiguo Conde de Vista Florida, tendría una destacada figuración en la naciente República), y el comerciante Felipe Antonio Alvarado (argentino, hermano del general Rudecindo Alvarado, jefe del Ejército). El hecho fue, que en realidad, el poder estaba en el Congreso.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En el Congreso, la idea monárquica fue borrada definitivamente de nuestra historia. Primero, el 4 de noviembre promulgó una amplia amnistía, excluyendo únicamente al ministro de San Martín, Bernardo de Monteagudo, defensor acérrimo de la monarquía constitucional. Y el 22 de noviembre, cuando canceló los poderes de los comisionados García del Río y Paroissien, enviados por San Martín con el propósito de buscar un monarca para el Perú. Además, el Congreso se afanó en organizar la nueva República, diseñando la división territorial que hasta hoy persiste: departamentos, provincias y distritos.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_9Pbz0_mRBLpaTqnboRZMfd0L9bucBaBxG_umEjmrilW2qa_0S8oSxDjAMiH95ImH5EhVhEveZQ2KT_WobZs8v1dFcH6E8Ne4m4mpkRhyCQBv_Y-t82XNO412HqRVYUpRvJzBrC6l4Rz1/s1600/Bases+de+la+Constituci%25C3%25B3n+1822.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_9Pbz0_mRBLpaTqnboRZMfd0L9bucBaBxG_umEjmrilW2qa_0S8oSxDjAMiH95ImH5EhVhEveZQ2KT_WobZs8v1dFcH6E8Ne4m4mpkRhyCQBv_Y-t82XNO412HqRVYUpRvJzBrC6l4Rz1/s320/Bases+de+la+Constituci%25C3%25B3n+1822.jpg" t$="true" width="217" /></span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Para afianzar la idea republicana, el 16 de diciembre</span> de 1822, el Congreso aprobó las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Bases de <personname productid="la Constituci�n Pol■tica" w:st="on">la Constitución Política</personname> de <personname productid="la Repblica" w:st="on">la República</personname> Peruana”</i>, promulgadas por <personname productid="La Junta Gubernativa" w:st="on"><personname productid="la Junta" w:st="on">la Junta</personname> Gubernativa</personname> tres días después. En sus 24 artículos, las Bases recogían los principios <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“más adecuados para establecer las relaciones entre los ciudadanos y funcionarios del Poder Nacional, con arreglo a los derechos, obligaciones y facultades respectivas”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Así, todas las provincias del Perú reunidas en un solo cuerpo formarían <personname productid="la Naci�n Peruana" w:st="on">la Nación Peruana</personname>, bajo la denominación de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“República Peruana”</i>. La soberanía residía en <personname productid="la Naci�n" w:st="on">la Nación</personname>, independiente de <personname productid="la Monarqu■a Espa�ola" w:st="on">la Monarquía Española</personname>, y de toda dominación extranjera, y no podía ser patrimonio de ninguna persona o familia, con lo se desechaba definitivamente la idea monárquica, definiendo al Gobierno como popular y representativo.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span style="font-family: Arial;">L<span lang="ES-PE">a religión del Estado era <personname productid="la Cat�lica" w:st="on">la Católica</personname>, Apostólica, Romana, excluyendo el ejercicio de cualquier otra, a iniciativa del representante lambayecano Justo Figuerola (un personaje que tendría figuración más adelante), pese a la opinión a favor de la tolerancia de cultos de representantes, entre ellos varios sacerdotes como Rodríguez de Mendoza y Luna Pizarro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">La Nación elaboraría su Constitución y sus leyes por medio de sus representantes, debiendo ser ratificada por un Congreso General, compuesto de los diputados de las provincias libres, y de todas las que serían desocupadas por el ejército realista. Todos los ciudadanos tenían el derecho a voto, fundando la representación en base a la población, principio que se abandonaría en 1860.</span><br />
<span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">En materia de derechos, las Bases establecían que la nueva Constitución protegería la libertad de los ciudadanos, la libertad de imprenta, la seguridad personal y la del domicilio, la inviolabilidad de las propiedades y del secreto de las cartas, la igualdad ante la ley <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“ya premie, ya castigue”</i>, el reparto equitativo de las contribuciones y cargas públicas según las facultades de cada uno, el derecho individual de presentar peticiones o recursos al Congreso o al Gobierno; y la abolición de toda confiscación de bienes, de todas las penas crueles, de la infamia trascendental, de los empleos y privilegios hereditarios, y del comercio de negros. Además, las Bases declaraban el derecho de todo peruano a la educación (llamada entonces <em>"instrucción"</em>).</span></div><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Las Bases declaraban que el principio más necesario para establecer y conservar la libertad del Perú era <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la división de las tres principales funciones del Poder Nacional, (…), que deben deslindarse, haciéndolas independientes unas de otras en cuanto sea dable”</i>.</span><br />
<ul><li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Poder Legislativo era unitario y tenía el monopolio de la iniciativa de las leyes. Los Diputados al Congreso, como Representantes de <personname productid="la Naci�n" w:st="on">la Nación</personname>, eran inviolables e irresponsables por sus opiniones. La creación de impuestos y el modo de repartirlos eran exclusivamente determinados por el Congreso. Pese a esto, existía una institución denominada <em>"Senado Central"</em>, con representantes de provincias, encargado de funciones administrativas.</span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El ejercicio del Poder Ejecutivo no era ni vitalicio ni hereditario. Quienes ejercieran el Poder Ejecutivo y los Ministros de Estado eran responsables solidarios por las resoluciones tomadas en común, y cada Ministro en particular por los actos de sus despachos.</span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Poder Judicial (que al igual que en el Estatuto de 1821, era denominado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Judiciario”</i>) era independiente, y sus jueces inamovibles y vitalicios, estableciéndose el juicio público y con jurados.</span></div></li>
</ul><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"></span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"></span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES-PE; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><div class="separator" style="clear: both; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQT8DN2UQJ6wosiuukZNhajcTbAtqoUoV23PRd_dTNxU3b2SGkFvsiSdONGOjHebSuKBnYp3deS8ff0PduZcQPvMZOlbAsdCIwRr3Pr9VZhXRrhzWAJtvChB6IMjMWG2Cltikmwy7o7yO8/s1600/Batalla+de+Moquegua.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQT8DN2UQJ6wosiuukZNhajcTbAtqoUoV23PRd_dTNxU3b2SGkFvsiSdONGOjHebSuKBnYp3deS8ff0PduZcQPvMZOlbAsdCIwRr3Pr9VZhXRrhzWAJtvChB6IMjMWG2Cltikmwy7o7yO8/s200/Batalla+de+Moquegua.jpg" t$="true" width="125" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Tales fueron las Bases de nuestra primera Constitución, un texto doctrinario, liberal mas no radical, defensor de la soberanía popular y de los derechos individuales.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin embargo, el horizonte para la causa patriota se volvió crítico a inicios de 1823, pues mientras el Congreso Constituyente se dedicaba a una múltiple labor, incluyendo asuntos de poca monta, la guerra continuaba. Ante los problemas en la organización de la campaña militar en el sur, <personname productid="La Junta Gubernativa" w:st="on"><personname productid="la Junta" w:st="on">la Junta</personname> Gubernativa</personname> quedó desprestigiada, y ante la noticia de la derrota patriota en Moquegua, en enero de 1823, se precipitó lo que Basadre denominaría el <em>“primer choque entre Parlamentarismo y Militarismo”</em>. Pero eso, será motivo de otro artículo...</span></span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-65233101751539950302011-08-02T16:25:00.008-05:002011-08-05T14:55:14.627-05:00El pre Constitucionalismo peruano (1812-1822)<span style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-weight: bold; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">El Perú independiente ha tenido doce Constituciones, cuatro Estatutos Provisorios y una Constitución confederada, sin mencionar los Estatutos de los numerosos gobiernos de facto que hemos tenido. Anteriormente, siendo colonia de España, se aplicó fugazmente en el Virreinato del Perú, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de Cádiz de 1812. </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-weight: bold; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"></span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">No hay Estado del que en verdad se pueda decir que ha tenido una sola Constitución, pero pocos han tenido hasta trece, como nosotros. Por mencionar varios ejemplos en América Latina, México ha tenido 5, Chile 6, Bolivia 17, Ecuador 20. Siempre es tema discutible sobre si es bueno o no tener muchas constituciones. Hay quienes dicen que se debería seguir el ejemplo de los Estados Unidos, que tuvo sólo una en más de dos siglos de vida republicana, pero se olvidan de las dieciocho enmiendas que se han hecho sobre ella y que han permitido mantenerla vigente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">¿Qué ha conducido a esta proliferación de constituciones en el Perú, que ha hecho que tengamos un promedio de una Constitución cada quince años? ¿Se puede elaborar un saldo mirando objetivamente al nuevo siglo en el que hemos entrado? En cualquier caso, resultaría interesante escudriñar en nuestras Constituciones, para comprender nuestra actualidad como Estado y poder intentar descifrar lo que nos espera a nivel constitucional. Por eso, hemos decidido iniciar una serie de artículos sobre la rica historia constitucional del Perú. En este primer artículo, nos referiremos a los antecedentes previos a la independencia del Perú: la Constitución española de 1812, y el Reglamento y el Estatuto de San Martín, mencionando además el gran debate entre la Monarquía y la República.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;"></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; tab-stops: list 18.0pt; text-align: left; text-indent: -18pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-fareast-font-family: Arial;"><span style="mso-list: Ignore;">a)<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span></b><personname productid="la Constitución" w:st="on"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">La Constitución</span></b></personname><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;"> de Cádiz</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhhZSq7m_N_kE_ND4817XEcLd7dC7c5A1iIM4wAKoP8PgV0HcG5-JznP1zqVwHCz_QPvN45IHuH885NRE4T1CAsj-WnQMx14TZWHdAece0CIfYrcqY5rOMWXenmeWHzHLBZHuX0x73rofy/s1600/Peru+siglo+XVI.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="794" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhhZSq7m_N_kE_ND4817XEcLd7dC7c5A1iIM4wAKoP8PgV0HcG5-JznP1zqVwHCz_QPvN45IHuH885NRE4T1CAsj-WnQMx14TZWHdAece0CIfYrcqY5rOMWXenmeWHzHLBZHuX0x73rofy/s200/Peru+siglo+XVI.jpg" t$="true" width="135" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Desde <personname productid="la Conquista" w:st="on">la Conquista</personname> del Tahuantinsuyo en 1532 por las huestes españolas al mando de Francisco Pizarro, las tierras que actualmente son el Perú pasaron a formar parte del Imperio Español. Desde 1542, el Perú se convirtió en el más extenso virreinato de América del Sur, abarcando desde Nicaragua hasta el Cabo de Hornos, aunque con el paso de los años se fue reduciendo hasta llegar a los límites que hoy conocemos.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Al ser un virreinato, el gobierno de nuestro país estuvo en manos de funcionarios españoles. La cabeza del Imperio, nominal en algunos casos, era el Rey de España (desde el emperador Carlos V en el siglo XVI, de la dinastía Habsburgo, hasta el rey Fernando VII en el siglo XIX, de la dinastía Borbón), quien enviaba a <personname productid="la Colonia" w:st="on">la Colonia</personname> un representante político: el Virrey (desde Blasco Núñez Vela hasta José de <personname productid="la Serna" w:st="on">la Serna</personname>, derrotado en la batalla de Ayacucho).</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">En 1808, las tropas francesas de Napoleón invadieron España y usurparon su corona. El pueblo español reaccionó y de forma espontánea, la resistencia al invasor se agrupó en las Juntas locales. En las colonias americanas, también surgieron juntas de gobierno leales a la corona, lo que fue el primer paso a la independencia, siendo la más activa <personname productid="la Junta" w:st="on">la Junta</personname> de Buenos Aires.</span></div><div class="separator" style="clear: both; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgKkzz2EUBpeN9U5QD-2uKbQvocP-imVm8pKVTznNWlsKxjLiniizoP7zszNOJ8u0Yhk9x1T6tDPAHBYN0MLZm6pesY8QzCbG0MtrD91CsYJU8N3X2eGg3zB1iI_y6sVGeNgQjr03UYj2k/s1600/Virrey+Abascal.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="130" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgKkzz2EUBpeN9U5QD-2uKbQvocP-imVm8pKVTznNWlsKxjLiniizoP7zszNOJ8u0Yhk9x1T6tDPAHBYN0MLZm6pesY8QzCbG0MtrD91CsYJU8N3X2eGg3zB1iI_y6sVGeNgQjr03UYj2k/s200/Virrey+Abascal.jpg" t$="true" width="141" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;">Pero en el Perú, principal baluarte español en América, las fuerzas españolas reprimieron los intentos independentistas que iban surgiendo tanto dentro como fuera del virreinato peruano. Así, el Virrey José Fernando de Abascal sofocó los intentos de Francisco de Zela (1811), Juan José Crespo y Castillo (1812), Enrique Paillardelle (1813) y Mateo Pumacahua (1814), derrotó en el Alto Perú a las tres expediciones enviadas por <personname productid="la Junta" w:st="on">la Junta</personname> de Buenos Aires, y aplastó la revolución en Chile y Quito.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Mientras Abascal combatía contra la revolución americana, en España las Juntas se reunieron finalmente en unas Cortes Constituyentes, en Cádiz, a donde acudieron también representantes de las colonias americanas. Las Cortes de Cádiz promulgaron la primera Constitución española, el 19 de marzo de 1812.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG5qZHq2rpdMNSIbDRnUTIz6XLNrZ5lN9ADjPAAFwIruPzJlkG11n3YtEwurQcmtb81ZjR3GTMdUgYoGQZacWmf114pFSh2MD5bJPi1QOvVgnBoP4QpifoaVJ6Q2JuyORhJH0oOt0o5o2r/s1600/Cortes+de+C%25C3%25A1diz.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="163" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG5qZHq2rpdMNSIbDRnUTIz6XLNrZ5lN9ADjPAAFwIruPzJlkG11n3YtEwurQcmtb81ZjR3GTMdUgYoGQZacWmf114pFSh2MD5bJPi1QOvVgnBoP4QpifoaVJ6Q2JuyORhJH0oOt0o5o2r/s320/Cortes+de+C%25C3%25A1diz.jpg" t$="true" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">A lo largo de sus 384 artículos, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de Cádiz, elaborada sin participación del Rey, pero sí en su nombre, limitó los poderes de <personname productid="la Corona" w:st="on">la Corona</personname> consagrando la separación de poderes. No sólo eso, proclamó la soberanía del pueblo, consagró la igualdad entre americanos y peninsulares, otorgó el sufragio a los analfabetos, y dejó sentada la idea de <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> como una conquista.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Esta Constitución, fue jurada en Lima en octubre por el Virrey Abascal, pese a ser opuesto a ella, siendo así la primera Constitución en el Perú, si bien fue emitida cuando aún éramos parte de <personname productid="la Corona" w:st="on">la Corona</personname> española. Sin embargo, la vigencia de <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de Cádiz fue corta, pues en 1814, al retorno de Fernando VII, <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> fue abolida, retornándose al absolutismo.</span><br />
<br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; tab-stops: list 18.0pt; text-align: left; text-indent: -18pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-fareast-font-family: Arial;"><span style="mso-list: Ignore;">b)<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Los Estatutos de San Martín</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLh8nY_RCu4MtVpdvExxIib9hpflythU82fptyCJS66AJXJQnTBF-IWbN4gqn59ijR2mCN1ZcJRiSI7IDVHyRb-q4d67XxRR3eS9XAh5JNixPKWJUnae27KW_umsbb_tLAf4PV3BBnU4zs/s1600/Desembarco+en+Paracas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="259" height="161" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLh8nY_RCu4MtVpdvExxIib9hpflythU82fptyCJS66AJXJQnTBF-IWbN4gqn59ijR2mCN1ZcJRiSI7IDVHyRb-q4d67XxRR3eS9XAh5JNixPKWJUnae27KW_umsbb_tLAf4PV3BBnU4zs/s320/Desembarco+en+Paracas.jpg" t$="true" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">A partir de 1820, la situación se vuelve favorable a la independencia, cuando tras cruzar los Andes y liberar a Chile, el general argentino José de San Martín parte al Perú al mando de <personname productid="la Expedición Libertadora" w:st="on"><personname productid="la Expedici�n" w:st="on">la Expedición</personname> Libertadora</personname>, desembarcando en Paracas en septiembre. Pronto, envió una expedición a la sierra, recibió la adhesión del norte peruano (diciembre y enero de 1821), con lo cual, San Martín instaló su cuartel general en Huaura, donde proclamó <personname productid="la Independencia" w:st="on">la Independencia</personname>, y emitió un Reglamento Provisional el 12 de febrero de 1821. En este Reglamento, a lo largo de sus 20 artículos, San Martín demarcó el territorio ocupado por el Ejército Libertador, en los departamentos de Trujillo, Huaylas, de <personname productid="la Costa" w:st="on">la Costa</personname> y Huaura; estableciendo además <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“la forma de administración que debe regir hasta que se construya una autoridad central por la voluntad de los pueblos libres”</i>.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAOukxmjhpGW1W06IIMBcOnLnKbJtSZUxXeN_8UjweKVnB3S1hld6ANlzexFB-ij0alLCFVcJcDRop877-_ue777QWZbYvD0zh9mU-56afL2XsZSAJXppe5n71SUl4FS7Da-zuUeAxkhuQ/s1600/Acta%252520de%252520Independencia%252520%2528V%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="349" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAOukxmjhpGW1W06IIMBcOnLnKbJtSZUxXeN_8UjweKVnB3S1hld6ANlzexFB-ij0alLCFVcJcDRop877-_ue777QWZbYvD0zh9mU-56afL2XsZSAJXppe5n71SUl4FS7Da-zuUeAxkhuQ/s200/Acta%252520de%252520Independencia%252520%2528V%2529.jpg" t$="true" width="143" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Ante la situación y pasividad del Virrey Pezuela, los generales españoles depusieron al Virrey y designaron en su reemplazo al mariscal José de <personname productid="la Serna" w:st="on">la Serna</personname>, que abandonó Lima y estableció su gobierno en el Cuzco. San Martín ingresa a Lima, realizando dos actos trascendentales, cuyo significado jurídico fue estudiado a fondo por Fernando Gamio Palacio, pues son <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“los elementos formales de un solo todo: la fundación de la independencia por el derecho a declararla, y con el deber de sostenerla y defenderla, vigente desde su proclamación”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El 15 de julio de 1821, en una sesión de Cabildo Abierto, se firma el Acta de Independencia del Perú, con la cual se abolieron los títulos de España sobre el Perú, atendiendo a la voluntad general de los pueblos que eran manifiestos por la separación.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr3_uRmhul2TvWlnOvzgFAelbSTasLuKggkB6K3Z_3MlLqEbyo9VlJ7V3TVfz43DmxptpU6TKjMxuBWgrnZhOt3y3zDnMpTNZOu0iw7hB9o07Rwf1tt09BMcsqg5v5J98lfvkM3AGzOQHS/s1600/Proclamaci%25C3%25B3n+de+la+Independencia.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="420" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr3_uRmhul2TvWlnOvzgFAelbSTasLuKggkB6K3Z_3MlLqEbyo9VlJ7V3TVfz43DmxptpU6TKjMxuBWgrnZhOt3y3zDnMpTNZOu0iw7hB9o07Rwf1tt09BMcsqg5v5J98lfvkM3AGzOQHS/s320/Proclamaci%25C3%25B3n+de+la+Independencia.jpg" t$="true" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El 28 de julio, se proclamó y juró solemnemente la independencia del Perú, en una ceremonia que todos los peruanos conocemos bien, con la cual se abrogó la proclamación y jura que se había hecho de Fernando VII.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Pero pese a estos actos, la independencia no estaba asegurada al tener un poderoso ejército realista en el centro y sur del Perú. Por ello, San Martín debió asumir el gobierno como Protector de <personname productid="la Libertad" w:st="on">la Libertad</personname> del Perú, hasta que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“se reúnan los representantes de <personname productid="la Naci�n Peruana" w:st="on"><personname productid="la Naci�n" w:st="on">la Nación</personname> Peruana</personname>, y que determinen su forma y modo de gobierno”</i>. Además creaba los Ministerios de Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, y Hacienda. De esta forma, se creaba de hecho el Estado Peruano, definido por García Calderón como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“el cuerpo político de <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname>… o lo que es lo mismo, al cuerpo político constituido en <personname productid="la Nación" w:st="on">la Nación</personname>”</i>, una definición no muy lejana de la actual teoría constitucional.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHmzlnTVTLY_V5u0i8wq-UY2XlgeGSkN9MWeaUdsxw8gdsimXRRSgdl_CCQDfb55WSsdmDkc05mbF0qx0kio4jROjw-erpQ7hguP6RTkYTDd0tCR0c1RdtcTBEcXCcLvhReQ3ejCOwD4ta/s1600/San+Mart%25C3%25ADn+Protector+1821.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="484" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHmzlnTVTLY_V5u0i8wq-UY2XlgeGSkN9MWeaUdsxw8gdsimXRRSgdl_CCQDfb55WSsdmDkc05mbF0qx0kio4jROjw-erpQ7hguP6RTkYTDd0tCR0c1RdtcTBEcXCcLvhReQ3ejCOwD4ta/s320/San+Mart%25C3%25ADn+Protector+1821.jpg" t$="true" width="195" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El gobierno que instauró San Martín fue, en su más estricto sentido, una dictadura, ejercida conforme al Estatuto Provisorio promulgado el 8 de octubre de 1821, teniendo como objetivo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“el mejor régimen de los departamentos libres ínterin se establece la constitución permanente del estado”</i>. El Estatuto Provisorio contaba con una parte considerativa, diez secciones y una sección de artículos adicionales y tres fórmulas de juramentos.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Si bien el Protector San Martín asumía el poder legislativo y ejecutivo, defendió la independencia judicial, a diferencia de la mayoría de gobiernos de nuestra historia republicana: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“(me) abstendré de mezclarme jamás en el solemne ejercicio de las funciones judiciarias, porque su independencia es la única y verdadera salvaguarda del pueblo; y nada importa que se ostente máximas exquisitamente filantrópicas cuando el que hace la ley o el que la ejecuta, es también el que la aplica”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Estatuto Provisorio afirmaba a <personname productid="la Religión Católica" w:st="on">la Religión Católica</personname> como <personname productid="la Religi�n" w:st="on">la Religión</personname> del Estado y de sus funcionarios, tolerando otras religiones, siempre que su conducta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“no sea trascendental al orden público”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Protector, con trato de Excelencia,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>era Generalísimo de las fuerzas de mar y tierra, con el deber de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“libertar a todos los pueblos que son parte integrante del territorio del Estado”</i>. Podía imponer contribuciones, exigir empréstitos, formar reglamentos militares, arreglar el comercio interior y exterior conforme a los principios liberales, hacer las reformas necesarias en la administración pública, establecer la moneda provisional del Estado sin alterar el peso y ley anteriores, y designar enviados y cónsules en las potencias extranjeras para promover el reconocimiento de la independencia del Perú, ajustando tratados conformes a los intereses nacionales.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMIDHj0w9695I2bsxSB7qS-rJVj5ne7N7NYphmUwLl5nxPCFy_WOcJzUnzIlLFiLmLfjBEqgsTjml5KQIPttpVV_gdfQ2Gur09Owp98-LNjv30uKU2G98qOnBAk4WX2lJ6B9u4QGRjBtlv/s1600/San+Mart%25C3%25ADn+Protector.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="508" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMIDHj0w9695I2bsxSB7qS-rJVj5ne7N7NYphmUwLl5nxPCFy_WOcJzUnzIlLFiLmLfjBEqgsTjml5KQIPttpVV_gdfQ2Gur09Owp98-LNjv30uKU2G98qOnBAk4WX2lJ6B9u4QGRjBtlv/s320/San+Mart%25C3%25ADn+Protector.JPG" t$="true" width="207" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Sus Ministros de Estado, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“jefes inmediatos en su respectivo departamento, de todas las autoridades que dependen de cada uno de ellos”</i>, debían expedir los documentos oficiales a nombre del Protector, sentando el principio de la responsabilidad ministerial, al exigir que toda orden o reglamento expedido por el Protector debía ir acompañada del refrendo ministerial.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Protector y sus Ministros contarían con un Consejo de Estado, una institución antecesora del actual Consejo de Ministros y que se mantendría en el constitucionalismo peruano decimonónico hasta <personname productid="la Constitución" w:st="on">la Constitución</personname> de 1856. Compuesto por 12 miembros, el Consejo de Estado debía dictaminar sobre casos de difícil deliberación, además de examinar y observar las reformas planeadas.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">En cada Departamento existirían sus respectivos Presidentes, encargados de Departamentos, autoridades encargadas de ser los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“ejecutores inmediatos de las órdenes del Gobierno en cada uno de ellos”</i>, contando con amplias facultades en sus respectivas jurisdicciones, además de ser jueces de policía en los departamentos, y velar por la moral pública, las escuelas de primeras letras y sobre todo lo relativo al progreso de los pueblos y sanidad de sus habitantes, presidiendo las Municipalidades, electas por voto popular.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Poder Judicial sería administrado por <personname productid="la Alta C£mara" w:st="on">la Alta Cámara</personname> de Justicia, con las mismas atribuciones que <personname productid="la Real Audiencia" w:st="on"><personname productid="la Real" w:st="on">la Real</personname> Audiencia</personname>, debiendo preparar un reglamento para la institución, en base a la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y la abolición de los privilegios de los jueces, lo que hoy sería <personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</personname> de <personname productid="la Carrera Judicial." w:st="on"><personname productid="la Carrera" w:st="on">la Carrera</personname> Judicial.</personname> <personname productid="la Alta Cámara" w:st="on"><personname productid="La Alta" w:st="on">La Alta</personname> Cámara</personname> también regularía la labor de los juzgados subalternos.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">En cuanto a garantías individuales y sociales, se garantizaba el derecho a la vida, al honor, a la libertad, a la seguridad, y a la propiedad, estableciendo la inviolabilidad del domicilio y las libertades de opinión y de imprenta. Guiado por un concepto de unidad latinoamericana, que hoy sonaría demasiado idealista, se establecía que ciudadano del Perú eran <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“los que hayan nacido o nacieren en cualquiera de los estados de América que hayan jurado la independencia de España”</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Por último, el Estatuto Provisorio mantenía vigentes las leyes coloniales que no se opusiesen a la independencia del Perú y en segundo lugar, se estipulaba que el Estatuto regiría sólo hasta la total independencia del Perú, tras lo cual se convocaría un Congreso, encargado de dar una Constitución y de fijar la forma de gobierno de la nueva nación.</span><br />
<br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt 18pt; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; tab-stops: list 18.0pt; text-align: left; text-indent: -18pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial; mso-fareast-font-family: Arial;"><span style="mso-list: Ignore;">c)<span style="font-family: "Times New Roman";"> </span></span></span></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El Protectorado y la forma de gobierno</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLuxbhGfi-U3VmiWtaENUqFd2yGTB07LL17H-RGDUI3OqvLhABaWBhn5aLlU_zmabkuStyDgwZZ_DsqN1K4xFd6rM3XXp-xGGY9LfqU_y0KKulDevf-BWWBRp41LJixsF7z6CqwzltQDzF/s1600/LEGIN_%257E1.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="535" height="129" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLuxbhGfi-U3VmiWtaENUqFd2yGTB07LL17H-RGDUI3OqvLhABaWBhn5aLlU_zmabkuStyDgwZZ_DsqN1K4xFd6rM3XXp-xGGY9LfqU_y0KKulDevf-BWWBRp41LJixsF7z6CqwzltQDzF/s200/LEGIN_%257E1.JPG" t$="true" width="200" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">La obra del Protectorado, si bien fue breve, debido a las preocupaciones de la guerra, no dejó de ser importante para el Perú, pese a la poca mención hecha en nuestra historiografía: organizó el Ejército, en base a <personname productid="la Legi�n Peruana" w:st="on"><personname productid="la Legi�n" w:st="on">la Legión</personname> Peruana</personname> de <personname productid="la Guardia" w:st="on">la Guardia</personname>, y <personname productid="la Marina" w:st="on">la Marina</personname>, a cargo del almirante Guisse; abolió el tributo indígena y la tortura, decretó la libertad de imprenta y la libertad de vientres, creó <personname productid="la Biblioteca Nacional" w:st="on"><personname productid="la Biblioteca" w:st="on">la Biblioteca</personname> Nacional</personname> y <personname productid="la Escuela Normal" w:st="on">la Escuela Normal</personname> de Varones.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Fue también bajo el Protectorado, que se inició el debate sobre la forma de gobierno que debía tener el Perú independiente. Aún más, San Martín propició ese debate ideológico, tratando de convencer, mas no imponer, la conveniencia de una monarquía constitucional, considerando el bajísimo nivel de preparación política de los pueblos recién independizados, lo cual no hacía recomendable, al menos no inmediatamente, la adopción del sistema republicano. Esta fue la opinión de toda su vida, fundamentada en la experiencia de la lucha y de los primeros gobiernos independientes que se constituyeron en Hispanoamérica.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV-eCO8bo0lIj1H8-p0CEeVAjAmBgicYkwUxbdHKokXMzpzmDgAkWs9WoAQyYbggiC3jBT-qUegbDY7XXIXparsZRqchr2izSkYWiJPcTISwhmGDfhNlBU8lY0WtdRmplhVZb6mtYBIciJ/s1600/San+Mart%25C3%25ADn+Protector+del+Per%25C3%25BA.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="559" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV-eCO8bo0lIj1H8-p0CEeVAjAmBgicYkwUxbdHKokXMzpzmDgAkWs9WoAQyYbggiC3jBT-qUegbDY7XXIXparsZRqchr2izSkYWiJPcTISwhmGDfhNlBU8lY0WtdRmplhVZb6mtYBIciJ/s320/San+Mart%25C3%25ADn+Protector+del+Per%25C3%25BA.jpg" t$="true" width="244" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Para preparar al Perú para tal gobierno, San Martín dictó algunas medidas: declaró subsistentes los títulos de nobleza, creó <personname productid="la Orden" w:st="on">la Orden</personname> del Sol, envió dos comisionados a Europa para gestionar un príncipe para el trono que se podría establecer en el Perú, y fundó <personname productid="la Sociedad Patri�tica" w:st="on"><personname productid="la Sociedad" w:st="on">la Sociedad</personname> Patriótica</personname>, para formar la opinión pública a favor del establecimiento de la monarquía.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Pero lejos de alentar el sentimiento promonárquico, los debates en <personname productid="la Sociedad" w:st="on">la Sociedad</personname> fomentaron el sentimiento opuesto a la monarquía y desprestigiaron a San Martín. Frente a los argumentos de José Ignacio Merino y de José Cavero y Salazar, a favor del régimen monárquico, se alzaron las voces de Mariano José de Arce y Manuel Pérez de Tudela, que defendieron el sistema republicano. La argumentación más sólida provino de José Faustino Sánchez Carrión, en varias cartas con su famoso seudónimo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“El Solitario de Sayán”</i>. Mientras las consideraciones de los monarquistas fueron de índole sociológica, en base a costumbres, hábitos, datos demográficos y territoriales, las de los republicanos fueron más filosóficas, en base a la idea de libertad e igualdad intrínsecas al espíritu humano.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">El modelo republicano se organizaba idealmente en base a una asociación de hombres políticamente libres y económicamente autónomos, preparados para asociarse <i style="mso-bidi-font-style: normal;">racional y voluntariamente</i> siguiendo intereses comunes. Su libertad, así como el hecho de fundar su autosuficiencia económica en una propiedad debía darles independencia de criterio e interés por la cosa pública, a la vez que prudencia en sus decisiones. Según los ideales republicanos, se esperaba que la carencia de propiedad pudiera estar reemplazada por una adecuada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ilustración</i>, plasmada en la posesión de una profesión o arte. Así se entiende, que las primeras Constituciones peruanas excluyeran de la ciudadanía a los mendigos, sirvientes y esclavos, además de las mujeres y los niños, sujetos a los jefes de familia, y por ende, despojados de independencia económica y de opinión.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Si bien la realidad social del Perú era difícilmente adecuada a los supuestos sociales requeridos por el modelo republicano, tampoco era sencillo adoptar la monarquía constitucional, pues no existía un linaje real, además de la influencia externa: todos nuestros vecinos habían escogido la opción republicana, salvo el Imperio del Brasil; cualquier forma de monarquía hubiera sido rechazada externamente.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhN0OIiFL7-rWbjuz-Zpy6wl-5CioggNryg3wcOBw2PRKdZXKPOLhp_2xxJRsaiB7MhQeG_cTcG0VLL_GsGRyxsF8B4qmxnaJjTtB_KwC54B6haGViTwv3hPeEGo9I-NEOcWaP8V-KSWKNP/s1600/Entrevista+de+Guayaquil.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="583" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhN0OIiFL7-rWbjuz-Zpy6wl-5CioggNryg3wcOBw2PRKdZXKPOLhp_2xxJRsaiB7MhQeG_cTcG0VLL_GsGRyxsF8B4qmxnaJjTtB_KwC54B6haGViTwv3hPeEGo9I-NEOcWaP8V-KSWKNP/s320/Entrevista+de+Guayaquil.jpg" t$="true" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Mientras tanto, en el aspecto militar no se hacían progresos: San Martín controlaba el norte y la costa central, pero el virrey <personname productid="la Serna" w:st="on">La Serna</personname> controlaba las zonas más ricas: la sierra central y sur. En tal contexto, y convencido de la necesidad del apoyo de las fuerzas colombianas del Libertador Simón Bolívar, en julio de 1822, San Martín partió a su encuentro en Guayaquil con dos objetivos, uno público (conseguir ayuda para proseguir la guerra de independencia) y uno reservado (definir en favor del Perú la suerte del estratégico puerto de Guayaquil), sin lograr obtener ningún resultado. Convencido de que lo que en el fondo pedía Bolívar era su propia renuncia, San Martín regresó a Lima, donde comenzó a circular el infame rumor de que el Protector quería hacerse rey o emperador…</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKaSjxDor-gPJbNHoBROggjPg0k0EAmOvQ9VlYNSUCeJaQzDAO-CuT7WAVHeVLOHmfw31Axdhzb_k8SoBwlelGi4XNvhMZwC-tEBHNZHN25gYpzuym41Re0Dq95xkQ4UB-2JoQ_QY_Lq8K/s1600/Congreso_1822.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" closure_uid_7cfdjn="607" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKaSjxDor-gPJbNHoBROggjPg0k0EAmOvQ9VlYNSUCeJaQzDAO-CuT7WAVHeVLOHmfw31Axdhzb_k8SoBwlelGi4XNvhMZwC-tEBHNZHN25gYpzuym41Re0Dq95xkQ4UB-2JoQ_QY_Lq8K/s1600/Congreso_1822.jpg" t$="true" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: left;"><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">Si San Martín había postergado hasta entonces la realización de elecciones para un Congreso, fue porque gran parte del país aún estaba bajo control virreinal y el clima político estaba muy dividido como para soportar una pugna electoral. Pero esta vez, el Protector organizó la convocatoria y el 20 de septiembre de 1822, se reunió el primer Congreso peruano. Ante él, San Martín renunció al Protectorado. </span><span lang="ES-PE" style="font-family: Arial;">En la proclama que lanzó, dijo premonitoriamente que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga, es temible a los Estados que de nuevo se constituyen… Peruanos: os dejo establecida la representación nacional; si depositáis en ella una entera confianza, cantad el triunfo, si no la anarquía os va a devorar…”</i>. Luego, el Generalísimo San Martín partió para siempre del Perú y más tarde de América… desde su destierro, presenciaría cómo se hacía realidad su pronóstico…</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTDfzwSqN_MCr51Up3usSimJLXzYrQ982Ik8npGq7jnHoxwiw0jo9jbbX-PnhT-ixrs-toYyr5BGi9esO03Q4sqzOyipHmyi_MD9Bg3fV9-kjtqzlOeoc6Xv8tAEGz6Y5Th7OAfgMxFUa5/s1600/San+Mart%25C3%25ADn+anciano.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTDfzwSqN_MCr51Up3usSimJLXzYrQ982Ik8npGq7jnHoxwiw0jo9jbbX-PnhT-ixrs-toYyr5BGi9esO03Q4sqzOyipHmyi_MD9Bg3fV9-kjtqzlOeoc6Xv8tAEGz6Y5Th7OAfgMxFUa5/s320/San+Mart%25C3%25ADn+anciano.jpg" t$="true" width="240" /></a></div>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3832198085381655771.post-63617969444651344832011-08-01T03:09:00.004-05:002011-08-01T15:48:44.470-05:00Los Tratados de Leguía<div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7OkCk8EJM53JoPl4nuN2ovFvEe1I2qd5Bve3jsqehRnXWRG7_jQaU7vzpsEE9P4fqali4XXQH8o5VCocXNHMCwbb4seYJnBaFX4rjmsGUR3XsXqu00yYxhsqUt6oaWuu1kUcOmF22Tgzf/s1600/fig019.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7OkCk8EJM53JoPl4nuN2ovFvEe1I2qd5Bve3jsqehRnXWRG7_jQaU7vzpsEE9P4fqali4XXQH8o5VCocXNHMCwbb4seYJnBaFX4rjmsGUR3XsXqu00yYxhsqUt6oaWuu1kUcOmF22Tgzf/s320/fig019.jpg" t$="true" width="195" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Una pregunta que siempre me he hecho y en la que pocas veces se repara en nuestra historia, cegados por el brillo de los presidentes, generales y mariscales, por las bonanzas y crisis, por las glorias y tragedias nacionales, es ¿cómo pudo sobrevivir un país que para fines del siglo XIX no tenía delimitadas sus fronteras? (salvo una mínima parte con Brasil por la Convención de 1851).</span><br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La mayor parte de nuestros Tratados fueron, quiérase o no, obra de don Augusto B. Leguía (1863-1932), personaje controvertido y de decisiva actuación en nuestra historia, que buscó dar al Perú fronteras seguras y precisas, para luego poder hacer frente al problema de Tacna y Arica existente desde 1894, y que dejó allanado el camino para que el Presidente Manuel Prado sellase en 1942 la delimitación fronteriza del Perú. Por ello, don Gustavo Pons Muzzo denominaba con acierto a estos Tratados como los <em>"Tratados de Leguía"</em>.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Con sólo 17 años, Leguía fue sargento de reserva y combatió en Miraflores en el primer reducto. Fue así testigo de la derrota y de la mutilación territorial, que tan honda huella de frustración e impotencia dejó en el ánimo nacional. Y no era para menos: el Perú fue vejado y se hizo escarnio de los derechos del vencido. Leguía conocía a Chile desde su juventud, cuando hizo estudios en Valparaíso, en el Colegio Inglés de Goldfinch y Blühm, donde existía ya animadversión entre peruanos y chilenos (como bien lo relata el Diario de Alberto del Solar). Hábil financista, era un hombre rico cuando entró a la política en 1903 como Ministro de Hacienda de Candamo, continuando bajo el gobierno de Pardo. Ya desde entonces, tenía la idea firme de exigir el cumplimiento del Tratado de Ancón, como lo prueban sus intervenciones en el Congreso en febrero de 1906.</span></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5XeP4iaHKmFkM44IR5Jz1TCfgkGRDyQ28AIpOGK6Rs-aLcIhRMRjyNGS2BZjXnB9DGohotycK4XAZK6N6mlznXtzn0LrKWkBWJ7uzxN0eWUaO-xoPHKKk_2_WpgAEpdetTBCUec2SCsNJ/s1600/Legu%25C3%25ADa+1908.png" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; height: 320px; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; width: 233px;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5XeP4iaHKmFkM44IR5Jz1TCfgkGRDyQ28AIpOGK6Rs-aLcIhRMRjyNGS2BZjXnB9DGohotycK4XAZK6N6mlznXtzn0LrKWkBWJ7uzxN0eWUaO-xoPHKKk_2_WpgAEpdetTBCUec2SCsNJ/s320/Legu%25C3%25ADa+1908.png" t$="true" width="222" /></a></div>Electo presidente en 1908, Leguía, en un gesto de dignidad, rechazó la Corona de Bronce que ofrecía Chile para la Cripta de los Héroes, en protesta contra la situación de Tacna y Arica, que pese a los esfuerzos peruanos, no había sido resuelto, e inclusive se agredía impunemente a las poblaciones peruanas en las provincias <em>"cautivas"</em>, llegando a atacar periódicos y propiedades peruanas, deportar a los sacerdotes peruanos, y prohibir lucir los símbolos patrios, teniendo los ciudadanos peruanos que soportar los abusos por parte de las Ligas Patrióticas chilenas.<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En este gobierno, Leguía, como bien destaca Basadre, estuvo a punto de afrontar guerras en las cinco fronteras, especialmente con Ecuador en 1910 que rechazó el resultado, aun desconocido, del fallo de S. M. Alfonso XIII de España, y con Colombia llegando a ocurrir un incidente armado en La Pedrera en 1911. No sabemos si Leguía conocía de la alianza entre Bolivia y Brasil, que cita Basadre, pero el acuerdo con Brasil (Velarde-Rio Branco, septiembre de 1909) fue apenas una semana antes del acuerdo con Bolivia, donde se enmendó ligeramente el fallo del Presidente argentino don José Figueroa Alcorta, con el tratado Polo-Bustamante, en lo que el embajador Calderón califica como las dos semanas más largas de la historia diplomática peruana.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4wIB5T914WnCOxwcLUbqnJIXYdMhePqK7l0md9SQvJ4JJZ-Ee0rXedUdp3Bs4VjYpnqs_oqEi7xq2cT2Rj_7erf_w2U1iItr83Aufm1Z0NouE9d4_fIz-SxwCmEHEfoPfq5C91dWr27oP/s1600/Jura+de+Legu%25C3%25ADa+en+1919.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4wIB5T914WnCOxwcLUbqnJIXYdMhePqK7l0md9SQvJ4JJZ-Ee0rXedUdp3Bs4VjYpnqs_oqEi7xq2cT2Rj_7erf_w2U1iItr83Aufm1Z0NouE9d4_fIz-SxwCmEHEfoPfq5C91dWr27oP/s320/Jura+de+Legu%25C3%25ADa+en+1919.JPG" t$="true" width="320" /></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Recuerdo haber leído a Victor Andrés Belaúnde sostener que el acuerdo de 1851 fue un desastre territorial, sólo compensable por la salida al Atlántico a través del Amazonas, pero el canciller Ulloa en 1941 sostuvo que <em>"el argumento efectista derivado de un mapa, (es) cierto como expresión de pretensiones peruanas... pero falso como expresión de una realidad viva, histórica y en cierto modo jurídica"</em>, pues el famoso tratado de San Idelfonso entre España y Portugal de 1777 había caducado antes de la Independencia y los brasileños proseguían con su política de ocupar y asentarse para luego reclamar derechos. Con el tratado de 1909, se contuvieron a las incursiones de <em>"bandeirantes"</em>, que sin ese pacto, hubiesen acaso alcanzado al Ucayalí.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRg3omGmD1MhmPaPGJj89I7OsY13NHMTI7AJJfRhCVHlBkn5PAmWATHbEqVJKHX_r3MxUBXU2_ccfIKXYkeAWKCopcRfYtlIvoXDzogILXM0y1DksFDQ5AkMW3MAuh_jBxP3lqzyogHe9y/s1600/C%25C3%25A1ceres+y+Legu%25C3%25ADa.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRg3omGmD1MhmPaPGJj89I7OsY13NHMTI7AJJfRhCVHlBkn5PAmWATHbEqVJKHX_r3MxUBXU2_ccfIKXYkeAWKCopcRfYtlIvoXDzogILXM0y1DksFDQ5AkMW3MAuh_jBxP3lqzyogHe9y/s320/C%25C3%25A1ceres+y+Legu%25C3%25ADa.JPG" t$="true" width="320" /></a></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El segundo gobierno de Leguía (la <em>"Patria Nueva"</em>, el célebre Oncenio 1919-1930) se caracterizó por su autoritarismo, el paternalismo, el desarrollo material de la República y... por sus reelecciones, que a la larga afectaron la imagen de Leguía ante la posteridad. Sin embargo, Aramburú Menchaca sostuvo que el afán reeleccionista no fue sólo por el gusto de aferrarse al poder (Basadre) o por el mesianismo (que se confirmaría por los discursos del mismo Leguía y por el texto de su renuncia el 25 de agosto de 1930), sino que tal vez tuvo el motivo oculto del ex sargento de Miraflores de querer concluir la delimitación de las fronteras y resolver el problema con Chile, como prometió al mariscal Cáceres durante la campaña electoral de 1919.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEAEnBCaPyDJFdJQ0-FbUTjYZCTS98ZQn2dGvMMZOFSLHrei6tmmqZUlg0Qpvy2VWKzQ2VMTECVzwUlmGxbO7bXTn-BPOYPBBL6KUS0Hnbaj1QuYe0qNId4PbmygMYgZVOR9kPo38ryL09/s1600/Retrato+de+Legu%25C3%25ADa+existente+en+el+Museo+Nacional+de+Historia+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEAEnBCaPyDJFdJQ0-FbUTjYZCTS98ZQn2dGvMMZOFSLHrei6tmmqZUlg0Qpvy2VWKzQ2VMTECVzwUlmGxbO7bXTn-BPOYPBBL6KUS0Hnbaj1QuYe0qNId4PbmygMYgZVOR9kPo38ryL09/s320/Retrato+de+Legu%25C3%25ADa+existente+en+el+Museo+Nacional+de+Historia+%25282%2529.jpg" t$="true" width="225" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El ambiente posterior a la Primera Guerra Mundial creó la ilusión de un nuevo orden internacional que repararía las injusticias cometidas por la fuerza. El Perú había estado junto a los vencedores, mientras que Chile era tildado de germanófilo. Por ello, Mariano H. Cornejo, de acuerdo con la representación boliviana, defendió la causa peruana ante la Liga de las Naciones sin hallar eco en el gobierno peruano, que estaba asesorado por el abogado norteamericano Joseph P. Folk, quien les había recomendado el someter el espinoso problema a un arbitraje ya sea ante los Estados Unidos o ante la corte de La Haya (como se ha hecho en la actualidad).</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Y es que Leguía, en base a sus experiencias, juzgaba que el Perú no era querido en América del Sur, por lo que era esencial contar con un aliado poderoso, y comprendió previsoramente que ya no sería Gran Bretaña la primera potencia mundial, sino que lo serían los Estados Unidos, y por ello su gobierno buscó tejer lazos financieros y militares con la pujante República del Norte.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBni4yCJMaCGSowaSUNELm0_uy6hh6NJSiUuB59znFnrsodyAB3UbMhH7bU5ox3ApqzdKDfg-i5D7Mqwnv-mwqJbsAc3XGltLUNF5T3NWZ7DUmeNAdVonlrvNgWoMFEHyQMIt_MYdF7XKH/s1600/Luigino%252BUgaz-1928%2525252520pro%2525252520tacna%2525252520arica%25252525202c%2525252520violeta.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="264" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBni4yCJMaCGSowaSUNELm0_uy6hh6NJSiUuB59znFnrsodyAB3UbMhH7bU5ox3ApqzdKDfg-i5D7Mqwnv-mwqJbsAc3XGltLUNF5T3NWZ7DUmeNAdVonlrvNgWoMFEHyQMIt_MYdF7XKH/s320/Luigino%252BUgaz-1928%2525252520pro%2525252520tacna%2525252520arica%25252525202c%2525252520violeta.jpg" t$="true" width="320" /></a>Pero ese movimiento de Cornejo, pese a ser desautorizado por Lima, tuvo efectos positivos, pues en diciembre de 1921, el canciller chileno Barros Jarpa pidió reanudar las negociaciones para el plebiscito, en base a lo acordado en la negociación Hunneus-Varela de 1912 (bajo el gobierno de Billinghurst que posponía el plebiscito hasta 1933), afirmando que <em>"la circunstancia de que nuestro país ejerza su soberanía sobre Tacna y Arica, según expresa disposición del Tratado de Ancón, hace muy ventajosa para él la postergación del plebiscito por el natural incremento de sus intereses con el curso de los años; pero está llano a aceptar para la celebración del plebiscito una fecha más próxima que la determinada en el acuerdo de 1912..., en obsequio a un elevado espíritu de cordialidad continental"</em>. En respuesta, la Cancillería peruana propuso someter la <em>"cuestión íntegra"</em> a un arbitraje ante los Estados Unidos. Tras varias negociaciones se firmó el Protocolo Porras-Aldunate en julio de 1922, que sometió el problema peruano-chileno al arbitraje norteamericano.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV-kTdeRlTkMk3y3MZO-jqUXdGoaCy44cvJs9em-Xi6R7fklBGEdBmFFANkcU8pjvm4b4Hr7X-eqO45kOGjdxWQ-zcaP7upgm6cGpdTxPpj4RzcbOOmLQPAdlYANIJfywFp4VMN5IKHpIj/s1600/Mapa+del+Per%25C3%25BA+1940.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV-kTdeRlTkMk3y3MZO-jqUXdGoaCy44cvJs9em-Xi6R7fklBGEdBmFFANkcU8pjvm4b4Hr7X-eqO45kOGjdxWQ-zcaP7upgm6cGpdTxPpj4RzcbOOmLQPAdlYANIJfywFp4VMN5IKHpIj/s320/Mapa+del+Per%25C3%25BA+1940.jpg" t$="true" width="204" /></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Poco antes se había firmado el Tratado Salomón-Lozano (marzo de 1922) con Colombia que trazó la línea de frontera en el río Putumayo (en lugar del Caquetá) y cedía el célebre Trapecio Amazónico, incluyendo el pueblo de Leticia que perjudicó a tantas familias loretanas, motivo por el cual este tratado pasó a formar parte de la leyenda negra del Oncenio. Sólo fue aprobado en 1928, no tanto por la oposición interna, sino por complicaciones con Brasil, disgustado por el acceso de Colombia al Amazonas, complicaciones resueltas por un protocolo en 1926. La demora en su envío al Congreso indica la estrategia del gobierno peruano: ya que este Tratado era <em>ad referendum</em>, no tenía el carácter de definitivo, mas si de oficial, y que se esperaba solucionar el problema con Chile para poder renegociarlo, pero el arreglo con Chile se demoró en el tiempo, y la presión de Colombia hizo necesario su aprobación, dejando el Presidente Leguía a los parlamentarios en libertad de votar según su conciencia sobre ese Tratado <em>"que mucho me temo que nos veamos en la necesidad de aprobar</em>", frase que dijo Leguía según el testimonio del Diputado Pedro Villanueva.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Basadre dice que los panegiristas del tratado afirmaron que el Perú recuperó 105,000 km2, un dato que no desmiente. Además, Leticia fue permutada por Sucumbios, un territorio ecuatoriano cedido a Colombia en 1916, sin cuya posición estratégica no hubiese sido posible el Protocolo de Río de 1942. Si bien en 1932, un grupo de patriotas loretanos trataron de recuperar Leticia, en 1934 se confirmó el Tratado de 1922, gobernando el General Benavides, cuyo prestigio militar había sido ganado en esa misma región (Combate de La Pedrera, 1911).</span><br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Paralelamente, para tener las manos libres con el plebiscito con Chile, el gobierno de Leguía logró echar las bases de un acuerdo con Ecuador con el Protocolo Castro Oyanguren-Ponce de 1924, por el cual se posponía el arreglo entre ambos países, hasta <em>“después que la República Peruana resuelva el problema limítrofe que tiene con la República de Chile”</em>.</span></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjziW1RSU-i4QopIrChIGnYfQQ5UvkQN2W0hc2mf3i0v_cU-3BcDCUpyE2pBRwq9XP2nDEEnvbsATCLaJlah4RIV8KDlDciEy80Tq5onbehHbJCBvMJ0dbnmqGQkV96UDiiUsfi-JR-7e__/s1600/Liberaci%25C3%25B3n+de+Tarata.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjziW1RSU-i4QopIrChIGnYfQQ5UvkQN2W0hc2mf3i0v_cU-3BcDCUpyE2pBRwq9XP2nDEEnvbsATCLaJlah4RIV8KDlDciEy80Tq5onbehHbJCBvMJ0dbnmqGQkV96UDiiUsfi-JR-7e__/s320/Liberaci%25C3%25B3n+de+Tarata.JPG" t$="true" width="320" /></a><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El laudo del presidente Coolidge de 1925, sostuvo que los párrafos 2 y 3 del artículo 3º del Tratado de Ancón, seguían en vigor y que por lo tanto, el plebiscito debía realizarse, pese a los inconvenientes desde 1894 hasta ese momento. Para el árbitro, fue decisivo que los gobiernos peruanos hubieran seguido negociando con Chile después del vencimiento del plazo de los 10 años. El Perú recuperaría Tarata, ocupada por Chile desde 1884, por una caprichosa interpretación del texto del Tratado de Ancón. Con todo, muchos criticaron al gobierno de Leguía, considerando este laudo como una derrota para el Perú, sin imaginarse que se convertiría en una herramienta decisiva en hacer recaer sobre Chile la responsabilidad por la impracticabilidad del plebiscito.<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVxdJFNnQ5w919515MXX539O_gpWsS9UPzx3yOFkLz8abWpNNIiR-iQfyBzcERqeqbokuKHMS5fL11OivLJ0PN_yHHGhr129r-hgZ2khyphenhyphen1swwnJA1LuBPYncsSmEzADHJPVOfIn9-SRjuj/s1600/Clausura_iglesia_San_Ramon_1909.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVxdJFNnQ5w919515MXX539O_gpWsS9UPzx3yOFkLz8abWpNNIiR-iQfyBzcERqeqbokuKHMS5fL11OivLJ0PN_yHHGhr129r-hgZ2khyphenhyphen1swwnJA1LuBPYncsSmEzADHJPVOfIn9-SRjuj/s320/Clausura_iglesia_San_Ramon_1909.jpg" t$="true" width="320" /></span></a></span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En efecto, durante la ejecución del plebiscito, los observadores norteamericanos, primero el general Pershing y luego el general Lassiter, confirmaron la mala fe de Chile al ejecutar el laudo, pues se cometieron más abusos y ataques contra los peruanos residentes en Tacna y Arica (Pershing llegó a escribir <em>"los ataques a los peruanos han sido tan frecuentes que me he visto obligado a llamar personalmente la atención a las autoridades; y aun cuando se expresaba sentimiento por lo ocurrido y se daban seguridades, es manifiesto que ha habido poco o ningún cambio"</em>). El representante chileno, Agustín Edwards, afirmó (con entereza según Basadre) que antes Chile rompía el laudo que aceptaba perderlo todo.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Hasta entonces, el Perú estaba moralmente reivindicado, demostrando que Chile había boicoteado todo esfuerzo para el plebiscito, prolongando la ocupación de Tacna y Arica, siendo el primer caso de <em>national cleansing</em> del siglo XX en el mundo. Pero había una dolorosa situación de hecho que nadie en el Perú podía ignorar: el peso de la ocupación chilena en Tacna y Arica y la imposibilidad de recuperarlas por las armas.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg68QBRVww1xCHfrStHNGuxMfwXuXFiFfg5IleAn2T2zciRmp4KQCc1QIPyJfQYQpKit70xIyOQvdXY5qCg2O_ChF89yZoEY_1NHSq3FypDEFZc4qljCqZfw5634JBypqQ9YAa3_7IFuuxJ/s1600/Legu%25C3%25ADa+y+Figueroa+Larra%25C3%25ADn.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg68QBRVww1xCHfrStHNGuxMfwXuXFiFfg5IleAn2T2zciRmp4KQCc1QIPyJfQYQpKit70xIyOQvdXY5qCg2O_ChF89yZoEY_1NHSq3FypDEFZc4qljCqZfw5634JBypqQ9YAa3_7IFuuxJ/s320/Legu%25C3%25ADa+y+Figueroa+Larra%25C3%25ADn.JPG" t$="true" width="303" /></span></a></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Leguía se convenció de que si bien Tacna era rescatable, la única forma para recuperar Arica era por las armas, situación para la cual, pese a su constante preocupación por el desarrollo de las Fuerzas Armadas, el Perú no se hallaba preparado (y no en balde el general Pellegrin, jefe de la Misión Militar Francesa en el Perú, le escribió a Leguía en 1923 <em>"Se ha comparado frecuentemente la situación del Perú con la de Francia. La comparación es exacta hasta cierto punto. Pero Francia preparó militarmente la revancha durante 40 años, en tanto que el poder militar del Perú va declinando cada día más"</em>), y debió aceptar reanudar relaciones con Chile y entrar en negociaciones con su embajador Emiliano Figueroa Larraín, quien acudió prevenido por su gobierno de que iba a negociar directamente <em>"con un gobierno de los relieves de don Augusto B. Leguía"</em> como recordaría el canciller chileno Conrado Ríos Gallardo.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCtyprt36RHxVd5pFMmObBVrWrsSHAkzwtD-N0R2va5UNJsSwg_0oViDfGbmOI3oE1rFzN0_xfAGPtWatlRRaNfx1DriQD2rlQf0Ye3cJyYhj8zCOEaUWQ1boZThat6pXiTgXqDhITVnPn/s1600/Tcna+Reincorporacion1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCtyprt36RHxVd5pFMmObBVrWrsSHAkzwtD-N0R2va5UNJsSwg_0oViDfGbmOI3oE1rFzN0_xfAGPtWatlRRaNfx1DriQD2rlQf0Ye3cJyYhj8zCOEaUWQ1boZThat6pXiTgXqDhITVnPn/s1600/Tcna+Reincorporacion1.jpg" t$="true" /></span></a></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La solución final al problema de Tacna y Arica fue la <em>partija</em>, propuesta desde 1910, pues no podía retrasarse la liberación de Tacna, llegándose tras largas negociaciones (en las que el Presidente Leguía insistió en la necesidad de un puerto para Tacna, barajandose incluso las posibilidades de dividir la ciudad de Arica o la construcción de un puerto en San José, a menos de 10 km al norte de Arica) al Tratado del 3 de junio de 1929, por el cual el Perú recuperaba Tacna (que volvió a la heredad nacional el 28 de agosto) y cedía Arica a cambio de una serie de servidumbres, conservado el Perú una presencia en Arica por los establecimientos y zonas donde el comercio eperuano debía gozar de la independencia propia de un puerto libre. Este Tratado, <em>“valeroso, necesario, útil y conveniente para la política internacional del Perú”</em> (Ulloa), donde <em>“obtuvimos todo lo que podíamos conseguir”</em> (Chirinos Soto), <em>“estuvo a la altura de las circunstancias”</em> (Porras Barrenechea), siendo el <em>“único caso donde un país vencido recupera territorios de manos del vencedor sin llegar a las armas y al desquite”</em> (Aldous Huxley). El mismo ex canciller chileno Barros Jarpa lo calificó en 1931 como <em>“un desastre para Chile”</em>, mientras que para Bolivia, este Tratado tuvo el propósito de enclaustrarla definitivamente. Que no se haya aprovechado debidamente las facilidades portuarias para Tacna, tal y como los negociadores de 1929 lo plantearon, es algo que se tendría que cargar en el pasivo de Sánchez Cerro y sus sucesores, confirmando el daño institucional que casi siempre han causado los golpes de Estado en la continuidad de determinadas políticas.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicQ18oQbyVf95hXyYCz71j8gKDyFGg9-tc5aUoTtv03tm7dZLil9_lIpGJi28zxGCGfKs6C_jtfBvXYy7dDOmPcre4CDNltlcW2asB0GK_-PX48mBhwb4FCcRamUee6LUWOfDD6-CEWWZp/s1600/Legu%25C3%25ADa+en+discurso.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicQ18oQbyVf95hXyYCz71j8gKDyFGg9-tc5aUoTtv03tm7dZLil9_lIpGJi28zxGCGfKs6C_jtfBvXYy7dDOmPcre4CDNltlcW2asB0GK_-PX48mBhwb4FCcRamUee6LUWOfDD6-CEWWZp/s320/Legu%25C3%25ADa+en+discurso.JPG" t$="true" width="320" /></span></a></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">No exento de defectos como todo ser humano, Leguía, hombre práctico al fin, tuvo la visión de dar cuatro de sus cinco fronteras al Perú, para así darle un sentido concreto en el mapa, para que pudiera consagrarse tranquilamente a su desarrollo, asumiendo con coraje la responsabilidad histórica por ello, lo que no ignoraba que podría comprometer la paz de su sepulcro (como bien afirmó en el Mensaje ante el Congreso extraordinario para aprobar el Tratado en junio de 1929). Las cosas quizás pudieron salir mejor, es posible, pero prefirió la soledad en las decisiones supremas, convencido de que el juicio de la historia no le sería adverso. Tan audaz como Piérola y tan vivaz como Castilla, terminó tan desdichado como Salaverry. Su muerte en medio de la pobreza y con cristiana resignación, después de ser derrocado y de haber vivido el infierno en las mazmorras del Panóptico, no tiene paralelo en nuestra historia y lo dignifica al extremo. No en vano, Haya de la Torre, fundador del Partido Aprista, diría que Augusto B. Leguía <i>"fue el mejor presidente del Perú del siglo XX"</i>, a pesar de que en su juventud había sido desterrado por el mismo Leguía. Y sin embargo, aún se habla apasionadamente sobre Leguía, cuando en realidad, se le debe mirar con realismo, sin rencor ni servilismo, poniendo en su lugar y dimensión exacta a un hombre, que como bien decía More, ocupa sitio junto a los varones esenciales de nuestra República.</span></div></span>Freddy R. Centuriónhttp://www.blogger.com/profile/11515872456624183802noreply@blogger.com14