Después de una década apartado del blog, consagrado exclusivamente a labores académicas y docentes, regresamos al blog con investigaciones más amplias. Algunas actualizando y ampliando temas ya vistos. Otras sobre la base de documentación analizada a lo largo de los meses de pandemia y en los archivos locales. De cuando en cuando, serán opiniones sobre la lamentable actualidad nacional.
Empezaremos con el 150° aniversario del cuartelazo de los hermanos Gutiérrez y el dantesco final que tuvo. Para ello, trataremos ese momento en tres entradas, intentando enfocar dicho momento desde el ámbito regional encuadrada dentro del momento histórico del Perú decimonónico.
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A 150 años del golpe de los Gutiérrez (I).
Las provincias de Lambayeque y Chiclayo durante el gobierno de José Balta.
Coronel José Balta, presidente de la República entre 1868 y 1872.
(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)
Tras el triunfo de la rebelión contra el gobierno del general Mariano Ignacio Prado, logrado en las luchas en Arequipa y Chiclayo entre diciembre de 1867 y enero de 1868, el general Pedro Diez Canseco asumió interinamente la Presidencia, convocando a elecciones y restaurando la vigencia de la Constitución de 1860. El coronel José Balta, vencedor en las trincheras de Chiclayo, fue elegido presidente y asumió el mando el 2 de agosto de 1868.
(Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia)
Pocos días después, la tarde del 13 de agosto, un sismo de aproximadamente 8 grados en la escala de Ritcher, devastó el sur del Perú, generando luego un maremoto con olas de hasta 16 metros de altura, que arrasó con las ruinas de los puertos sureños. En Lambayeque, se encontraba en esos momentos el sabio italiano Antonio Raimondi, quien apuntó que días antes del terremoto se sintió un constante aumento de la presión atmosférica, y que en el momento del sismo, se apreció un pequeño movimiento de mar en el puerto de San José “que hizo entrar un poco de agua en algunas bodegas”.
La población se movilizó en recaudar fondos para auxiliar a los damnificados del Sur. En San José, los vecinos encabezados por Rosendo Sánchez y por el vicecónsul británico William V. Fry, realizaron una suscripción, logrando recaudar 170 soles y 40 centavos. El mismo vicecónsul Fry donó 80 soles para apoyar a los damnificados. En Chiclayo, don Manuel I. Prieto levantó otra suscripción, logrando recaudar 560 soles. Dichos fondos fueron girados al ministerio de Gobierno, que lo transfirió al ministerio de Hacienda para su adecuado uso.
El contexto nacional.
La gran polémica del régimen baltista fue la originada por el contrato Dreyfus. Balta y su joven ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, teniendo en contra al dictamen de la Comisión Permanente y a la misma Corte Suprema, rompieron el control de los consignatarios nacionales sobre la renta guanera, entregándosela a la parisina Casa Dreyfus, logrando la aprobación del Congreso, tras ardorosos debates y denuncias de sobornos.
“Por primera vez en el Perú, la cuestión política quedó de un lado. Lo económico primó sobre la lucha partidista, y los asuntos públicos quedaron reducidos a una disputa entre negociadores peruanos y negociadores extranjeros para apoderarse del manejo de los recursos del Fisco. Como la fiebre ferrocarrilera enardecía los ánimos y la mayoría de las gentes esperaba de las obras públicas una era de prosperidad, nadie luchaba por Dreyfus o por los consignatarios peruanos, sino a favor de la lluvia de oro que debía traer al Perú la venta de dos millones de toneladas de guano”, recordaría Pedro Dávalos y Lissón.
En tal ambiente, varios ayuntamientos de la República enviaron actas solidarizándose con el gobierno. Uno de dichos municipios fue el de Lambayeque, fechando el acta de los vecinos, en 22 de junio de 1870. Los vecinos consideraban que el coronel Balta “ha correspondido leal y dignamente á las esperanzas que en él concibieron los pueblos de la República”, que había protegido la educación, y que había realizado obras en provecho de la provincia, como “la instalacion de su colegio” y la financiación de las obras de canalización del río Lambayeque, “á fin de que desaparezcan los peligros de toda inundacion; esta amenaza perpétua de que, anteriores Gobiernos, jamas quisieron ocuparse”.
No deja de sorprender las lisonjeras palabras hacia el presidente Balta, teniendo en cuenta la rivalidad constante entre Lambayeque y Chiclayo: la candidatura presidencial de Balta surgió de las trincheras de Chiclayo tras el triunfo del 7 de enero de 1868 sobre el gobierno del general Prado, a quien respaldaba Lambayeque. Sin embargo, la gestión de Balta se enfocó en la idea del progreso material, y ambas provincias no dejaron de recibir su parte en las obras del gobierno baltista.
El contexto local.
Mapa del departamento de la Libertad hacia la década de 1860. (David Rumsey Map Collection) |
Para 1868, las provincias de Lambayeque y Chiclayo formaban aún parte del departamento de la Libertad. No sorprende que para conocer la realidad de dichas provincias, se acuda a los informes del prefecto de la Libertad en las visitas realizadas conforme al artículo 35° de la Ley de Organización Interior de la República del 17 de enero de 1857: "Los prefectos residirán ordinariamente en la capital del departamento, y deberán visitarlo una vez en todo el período de su mando, para conocer sus necesidades, examinar si las leyes se observan puntualmente, oír las quejas que se le dirijan contra todos los funcionarios públicos, y promover cuanto pueda contribuir al progreso de las provincias del departamento, y al de sus intereses materiales, dando cuenta al Gobierno y á la junta departamental en su caso, del resultado de la visita". Sin embargo, debido a la inestabilidad política de aquellas épocas, pocos prefectos podían cumplir con el período de dos años establecido en el artículo 38° de la misma Ley, y por ende, tiempo no les alcanzaba para poder cumplir con la visita anual.
Sin embargo, con la relativa tranquilidad pública, en 1870, el prefecto del departamento de la Libertad, doctor Aníbal Víctor de la Torre, efectuó una minuciosa visita a las provincias de Pacasmayo, Chiclayo y Lambayeque, y tras ordenar los datos recabados, redactó para el Supremo Gobierno los informes respectivos sobre el avance de las obras públicas (fechado el 30 de diciembre de 1870), y la situación en dichas provincias (fechado el 1° de enero de 1871). En su visita, el doctor de la Torre notaba cómo en las provincias de Lambayeque y Chiclayo, luego de las ardorosas luchas que se veían desde 1854, “han ido desapareciendo las mezquinas ideas de provincialismo y se vá comprendiendo que el progreso moral y material de nuestros vecinos, no solo no puede perjudicarnos, sino que por el contrario fomentará el nuestro, proporcionalmente”.
Sobre la provincia de Chiclayo, el prefecto atestiguó la miseria y abandono en Lagunas, la inseguridad en Saña, las obras ferroviarias en Eten, la exigencia de un mejor local escolar en Monsefú, las posibles mejoras en Santa Rosa, la reparación de la escuela y cárcel en Reque, el entusiasmo y laboriosidad en Chiclayo, la mala situación de Picsi, la pobreza del puerto de Pimentel, y la modernización de las haciendas.
En la provincia de Lambayeque, el prefecto apuntó la calidad de las instalaciones escolares, cárcel y hospital de Lambayeque, el adelanto de Ferreñafe, la falta de cementerio en Mochumí, de local escolar en Túcume, la falta de agua en Íllimo, la reparación de la iglesia de Pacora, los problemas educativos en Jayanca, las posibilidades de Motupe, la inseguridad de la cárcel de Salas, la repetición de esos problemas en Penachi, la carencia de establecimientos en Incahuasi, Cañaris y Calaya, las refacciones necesarias en Olmos, los abusos en los entierros en Mórrope, la renta aduanera de San José. El prefecto confiaba en el civismo de los locales para borrar la discordia y el espíritu de partido, y darle impulso a la “antigua y patriota” ciudad; pero dos problemas le preocupaban: la distribución de las aguas y el derecho a las tierras de sembrío, para lo cual esperaba que el Supremo Gobierno dictase los reglamentos correspondientes y practicase un deslinde judicial.
Mientras se trabajaba en la línea férrea entre Lambayeque y Eten, y se levantaba una nueva iglesia en Chiclayo, el prefecto apuntaba que para prevenir nuevas inundaciones en Lambayeque y promover el desarrollo agrícola de la región, era necesario proseguir “la importante obra de limpiar y ensanchar el cauce del río, que en realidad no puede decirse que existía, pues obstruido por un monte de añejos y robustos árboles, se había cegado casi por completo, derramándose sus aguas en gran extensión de terreno, con grave daño de los fondos ribereños de las poblaciones”.
Hay que mencionar un tema en relación con la población asiática. En julio de 1868, poco antes de la asunción al mando de Balta, se denunciaron hechos de violencia contra los chinos en la hacienda Capote, que según los documentos, parecieron ser falsos. Sin embargo, un año después, en junio de 1869, el subprefecto accidental de Chiclayo, José D. Reaño, marchó hacia la hacienda Pátapo, donde se produjo "una sublevacion de asiáticos y peonada, de carácter y proporciones alarmantes", que causó "6 muertos y 14 heridos asiáticos y 6 heridos paisanos". El incidente surgió debido a choques entre los peones nacionales con el administrador, que sacó en su defensa a los peones asiáticos.
Las obras públicas y las inundaciones de 1871.
En el mensaje al Congreso de 1872 que no llegaría a pronunciar, el coronel Balta decía: “Las obras públicas en las que os toca envidiable honra de la iniciativa han sido objeto de mis constantes desvelos. La República, semejante al cuerpo humano, necesitaba de arterias, que representadas por líneas férreas, cruzasen su territorio para dar rápido paso a la civilización, al comercio y a la industria, y para estrechar los vínculos entre apartadas regiones”. Para ello, en el caso de las provincias de Lambayeque y Chiclayo, el gobierno tomó las siguientes disposiciones:
- Se encargó la formulación de estudios para construir un ferrocarril entre Chiclayo y Lambayeque, y examinar las condiciones para la reconstrucción de la iglesia y hospital de Chiclayo (noviembre de 1868)
- Se autorizó a don Andrés Álvarez-Calderón a emprender los estudios para un ferrocarril entre Huacho y Lambayeque (enero de 1869).
- Se ordenó la construcción de un nuevo templo en Chiclayo (febrero de 1869), cumpliendo así la promesa dada por el coronel Balta al pueblo chiclayano tras los combates de enero de 1868.
- Se aclaró los conflictos entre los concesionarios de las líneas de Eten y de Pimentel (junio de 1869).
- Se aprobó la ramificación del ferrocarril de Pimentel hacia las haciendas de Tumán y Pátapo (noviembre de 1870)
- Se autorizó a don Mariano Pastor Sevilla a realizar los estudios de un ferrocarril entre Lambayeque y Motupe (enero de 1871).
Vista de Chiclayo a inicios del siglo XX. Nótese el inconcluso templo iniciado en tiempos de Balta. (Biblioteca Nacional del Perú) |
Mientras tanto, la "Comisión Agraria en las provincias de Lambayeque, Chiclayo y Pacasmayo", al frente del coronel Tomás Gómez Villabazo, debió suspender sus trabajos a consecuencia de las fuertes lluvias de febrero de 1871; el coronel Gómez Villabazo marchó a Lima para informar al gobierno de la situación, dejando a cargo de la vigilancia de los trabajos a fuerzas de la marina al mando de su ayudante, teniente Diego Ferré, futuro héroe de Angamos.
Mientras tanto, el periódico local "El Liberal" aseguraba el peligro de una nueva inundación, ante lo cual, el secretario de la Comisión, y el subprefecto de Lambayeque, teniente coronel Manuel Hernández, convocaron a ocho vecinos notables para efectuar un reconocimiento a las obras; en dicho reconocimiento, el 5 de marzo de 1871, los vecinos convocados manifestaron “que no han encontrado un solo punto que determine la posibilidad de un peligro, y al contrario, todo seguro, perfectamente seguro; la campiña seca y los agricultores preparando y cuidando sin temor sus sementeras”.
Sin embargo, una semana después, la realidad fue más contundente que el optimismo: la noche del lunes 13 de marzo, las aguas inundaron la ciudad y convirtieron en canales las calles de la ciudad, registrándose en los muros de la Iglesia de San Pedro, un “Hasta aquí llegaron las aguas el 71”: 1 metro y 10 de altura. Cincuenta años después, el presidente Augusto B. Leguía, testigo de aquel desastre, recordaría: “Había agua por doquiera y nos vimos precisados a salir de la casa. Aún me es posible recordar gentes que remaban en botes por la plaza anegada. Las aguas subieron a la altura de un metro y medio y las condiciones de la inundación duraron un mes”. Las familias que veraneaban en San José quedaron incomunicadas, teniendo que recibir víveres de Huanchaco para no morir de hambre.
El gobierno envió entonces al ministro de Justicia, Instrucción, Culto y Beneficencia, doctor José Araníbar, para inspeccionar y llevar alivio a las zonas damnificadas. Entre el 25 de marzo y el 3 de abril, Araníbar recorrió la devastada provincia de Lambayeque, repartiendo fondos para auxilios, obras, herramientas y útiles por un valor cercano a los 15 mil soles. El 24 de abril, los vecinos de Lambayeque firmaron un acta expresando con descarnada franqueza: “Que tan generoso proceder nos dá fundadas esperanzas de que el distinguido Jefe del Estado, continúe su decidida y eficaz proteccion, porque existiendo aun los campos inundados, las sementeras perdidas, las vias de comunicación interrumpidas, los ríos sin puentes, la industria y el comercio paralizados, los artesanos sin labor; y en fin, casi todos los vecinos en estado de completa indijencia, los esfuerzos de éstos serian del todo estériles para levantarse de la postracion á que los ha reducido tan diversas y repetidas calamidades”, pidiendo la construcción de obras para impedir futuras inundaciones, la reconstrucción del hospital y de las iglesias de Ferreñafe, Jayanca y Pacora, la refacción de la iglesia de Lambayeque, y la protección de los indígenas afectados.
La creación (condicional) del departamento.
Una idea constante en la población de las provincias de Lambayeque y Chiclayo era la de separarse del departamento de La Libertad y formar un departamento propio. Ya en 1868, se propuso convertir a Lambayeque en “Provincia Litoral”, con la incorporación de los pueblos de Cachén y Tocmoche, aduciendo las facilidades del transporte en dicha zona. Sin embargo, el desastre de 1871 rebajó las posibilidades de convertir a la ciudad de Lambayeque en cabeza del proyectado departamento, y el proyecto presentado por el Ejecutivo daba la primacía a Chiclayo, pero el Congreso no alcanzó a dar su aprobación.
Así, el 7 de enero de 1872, un decreto firmado por el presidente Balta y su ministro de Gobierno, Manuel Santa María, considerando que las provincias de Chiclayo y Lambayeque, “se encuentran de tal modo separadas de las otras y de la Capital del Departamento [de la Libertad], que la distancia viene á debilitar en ellas la influencia de la autoridad”, creó de forma condicional, el departamento de Lambayeque con capital en Chiclayo, “tan luego como merezca la aprobacion del Cuerpo Legislativo, á cuyo fin será sometido al próximo Congreso”. No sería así.
La pugna por la capitalidad se extendería también al ámbito marítimo, criticándose la idoneidad de San José, en la provincia de Lambayeque, como puerto mayor. Como el tráfico mercantil seguía en constante aumento, se optó por dar preferencia a Eten, en la provincia de Chiclayo, pese a su mar brava.
En 1870, se publicó el "Derrotero de la costa del Perú" del marino Aurelio García y García, hermano del contratista del ferrocarril de Eten, José Antonio García y García, quien apuntaba en relación a Eten: "Es indudable que este nuevo puerto, ofrece grandes ventajas sobre los de Pimentel y San José de que hoy se sirven las provincias de Chiclayo y Lambayeque; siendo las principales: su mayor profundidad que permite fondear mas cerca de tierra: la menor extension de la tasca ó rompiente y el abrigo que dan al muelle que se construye, tanto el morro, como la puntita que se desprende de él. Por manera que á la conclusion de los trabajos actuales, que se espera sea antes de finalizar el año de 1871, quedarán cerrados de hecho los antiguos puertos, desde que nadie querrá exponer, su persona é intereses á tan positivos riesgos".
Plano del ferrocarril y muelle de Eten hacia 1900. (Repositorio Institucional de la PUCP) |
En agosto de 1871, se declaró puerto mayor abierto al comercio extranjero al de Eten, rebajando a San José a puerto menor. Esta medida sería derogada en marzo de 1872 ante los gastos que generaría crear una aduana en Eten. Quizá influyó el caso de un naufragio en el puerto de Eten debido al "estado borrascoso del mar"; no tenemos el detalle del nombre del barco siniestrado, de lo que tenemos noticia por el periódico local "El Chiclayano". Finalmente, el 30 de julio de 1872, tras los días de violencia de que hablaremos en el siguiente artículo, se confirmaría el decreto de 1871, quedando Eten como puerto mayor y San José como mera caleta habilitada.
FUENTES CONSULTADAS.
- Archivo Regional de Lambayeque – Periódicos.
- Arosemena Garland, Gerardo (1945). El coronel José Balta 1814-1872. Lima: Imprenta del Ministerio de Guerra.
- Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la República del Perú 1822-1933 (tomos 6 y 7). Lima: Editora El Comercio.
- Bonilla, Heraclio (1977). Gran Bretaña y el Perú: Informes de los cónsules británicos 1826-1919 (tomo IV). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
- Dávalos y Lissón, Pedro (1926). La primera centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y material del Perú en el primer siglo de su vida independiente (tomo IV). Lima: Librería e Imprenta Gil.
- Diario Oficial El Peruano – años 1868, 1869, 1870, 1871 y 1872.
- Díaz Torres, Miguel Ángel. Blog Del baúl bibliográfico lambayecano.
- García y García, Aurelio (1870). Derrotero de la costa del Perú. Lima: Imprenta del Estado.
- Izquierdo Castañeda, Jorge. Blog Lambayeque: Camino al Bicentenario.
- Pareja Pfluker, Piedad (2015). Del antiguo esplendor de Lambayeque. Lambayeque: edición de la autora.
- Quiroz, Alfonso W. (2013). Historia de la corrupción en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
- Raimondi, Antonio (1874). El Perú (tomo I). Lima: Imprenta del Estado.
- Revista Ciudad y Campo y Caminos – año 1928.
- Romero, Emilio (2006). Historia económica del Perú. Lima: Fondo Editorial de la UNMSM.
- Vargas Ugarte, Rubén (1971). Historia general del Perú (tomo IX). Lima: Editorial Milla Bartres.
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